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12/01/2011

WALT WHITMAN





“Aprovecha el día. No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber. No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario…No dejes de creer que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al
mundo; porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta. Somos seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.” Walt Whitman

WALT WHITMAN
(1819 – 1892)
CANTO A MI MISMO
I
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo diga ahora de mí, lo digo de ti,
porque lo que yo tengo lo tienes tú
y cada átomo de mi cuerpo es tuyo también.
Vago…… e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo a mi antojo sobre la tierra
par ver cómo crece la hierba del estío.
Mi lengua y cada molécula de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra y de estos vientos también.
Tengo treinta y siete años. Mi salud es perfecta.
Y con mi aliento puro
comienzo a cantar hoy
y no terminaré mi canto hasta que me muera.
Que se callen ahora las escuelas y los credos.
Atrás. A su sitio.
Se cuál es mi misión y no lo olvidaré;
que nadie lo olvide.
Pero ahora yo ofrezco mi pecho lo mismo al bien que al mal,
dejo hablar a todos sin restricción,
y abro de par en par las puertas a la energía original de la naturaleza desenfrenada.
II
Las casas y los aposentos están cargados de perfumes,
los estantes y los armarios están cargados de perfumes.
Aspiro y me complazco en su fragancia,
siento su influjo enervador,
pero me rebelo……… Me rebelo y me escapo.
La atmósfera no es un perfume.
No tiene el gusto de las esencias;
es inodora,
está hecha para mi boca
y yo lo absorbo y la adoro como a una novia.
Iré a los repechos donde comienzan los bosques y me desnudaré para gozar enloquecido su contacto.
Me gusta ver el vaho de mi aliento,
las ondas del río,
los hilos de seda que se cruzan entre los árboles,
las horquillas donde descansa la vid.
Me gusta oír los ecos,
los zumbidos,
los murmurios de la selva.
Me gusta sentir el empuje amoroso de las raíces
al través de la tierra,
el latido de mi corazón,
la sangre que inunda mis pulmones,
el aire puro que los orea
en inspiraciones y espiraciones amplias.
Me gusta olfatear las hojas verdes
y las hojas secas,
las rocas negruzcas de la playa
y el heno que se apila en los pajares.
Me gusta oír el escándalo de mi voz, forjando palabras que se pierden en los remolinos del viento.
Me gusta besar,
abrazar
y alcanzar el corazón de todos los hombres con mis brazos.
Me gusta ver entre los árboles el juego de luces y de sobras cuando la brisa agita las ramas.
Me gusta sentirme solo entre las multitudes de la ciudad,
en las estepas
y en los flancos de la colina.
Me gusta sentirme fuerte y sano bajo la luna llena
y levantarme cantando alegremente a saludar al sol.
¿Qué creíais?
¿Qué me conformaría con mil hectáreas de tierra nada
más?
¿Pensasteis que toda la tierra sería demasiado para mí?
¿Para qué habéis aprendido a leer si no sabeís ya interpretar mis poemas?
Quédate hoy conmigo,
vive conmigo un día y una noche
y te mostraré el origen de todos los poemas.
Tendrás entonces todo cuanto hay de grande en la Tierra y en el Sol
(existen además millones de soles más allá)
y nada tomarás ya nunca de segunda ni de tercera mano,
ni mirarás más por los ojos de los muertos,
ni te nutrirás con el espectro de los libros.
Tampoco contemplarás el mundo con mis ojos
ni tomarás las cosas de mis manos.
Aprenderás a escuchar en todas direcciones
y dejarás que la esencia del Universo se filtre por tu ser.
III
He oído a unos juglares que hablaban del comienzo
y del fin.
Pero yo no hablo del comienzo y del fin.
Nunca ha habido otro comienzo que éste de ahora,
ni más juventud que ésta
ni mas vejez que ésta;
y nunca habrá más perfección que la que tenemos
ni más cielo
ni más infierno que éste de ahora.
Instinto……. instinto…… instinto
Instinto siempre procreando el mundo.
De la sombra surgen los iguales que se contradicen y se complementan,
la sustancia que se multiplica……
el sexo siempre,
siempre una malla de identidades y diferencias…….
y la preñez y el parto siempre.
Inútil es querer perfeccionar.
Esto lo saben ya los doctos y los indoctos.
Firmes,
clavados
ligados,
abrazados al mismo palo,
resistiendo como caballos percherones,
amorosos,
altivos
y eléctricos……..
¡yo y este misterio estamos aquí!
Clara y tierna es mi alma.
Y claro y tierno es mi cuerpo:
todo lo que no es mi alma también.
Si falta uno, faltan los dos.
Y lo invisible se prueba por lo visible,
hasta que lo visible se haga invisible y sea probado a su vez.
En todas las edades el mundo ha dispuesto sobre lo
bueno y lo malo.
Pero yo que conozco la correspondencia exacta
y la imparcialidad absoluta de las cosas,
no discuto,
me callo
y me voy a bañar al río para admirar mi cuerpo.
Hermoso es cada uno de mis órganos y mis atributos,
y los de otro hombre cualquiera sano y limpio.
No hay en mi cuerpo ni una pulgada vil;
nobles son todos los átomos de mi ser
y ninguno me es más conocido que los otros.
Estoy satisfecho:
veo, danzo, río, canto…….
Cuando mi amante y fervoroso camarada, que ha dormido a mi lado toda la noche,
se levanta y se va sigilosamente al amanecer,
dejándome canastas, tapadas con blancos lienzos que llenan y alegran mi casa con su abundancia, las acep-
to sin remilgos,
sin preguntar de dónde vienen
y sin ponerme a calcular lo que valen.
IV
Me rodean gentes nuevas,
gentes que me acosan a preguntas……..
Me llegan recuerdos de mi infancia,
de mi barrio,
de la ciudad,
de la nación;
pienso en las grandes fechas,
en los grandes sucesos,
en los grandes inventos,
en las nuevas empresas;
en los autores (en los antiguos y modernos);
me requieren la comida,
los amigos,
los vestidos;
me preocupan los ademanes,
las atenciones,
las deudas.
Me distraen la indiferencia real o fingida de las gentes que amo,
las dolencias de mis parientes,
mis propias dolencias,
las malas acciones,
la falta y la pérdida del dinero,
el abatimiento
y la exaltación.
Me acongojan las batallas
y los horrores de la guerra fratricida;
me angustian las noticias inciertas
y los acontecimientos definitivos……
Todas estas cosas llegan a mí de noche y de día,
entran en mi vida,
vienen y se van……..
¡pero yo no soy nada de esto!
Yo estoy fuera de estos empujones
que me traen y me llevan,
Yo me quedo arriba
alegre, ocioso,
compasivo,
viéndolo todo en panorama,
mirando, erguido el mundo desde lo alto
o apoyado el brazo sobre un sostén seguro,
aunque invisible,
esperando curioso,
con la cabeza medio vuelta hacia un lado,
lo que va a acontecer……
el acto siguiente.
¡Yo estoy dentro y fuera del juego a la vez…….
y lleno de asombro!
Miro hacia atrás
y me veo en la niebla discutiendo con satíricos y sofistas.
Pero yo no he venido a disputar ni a escarnecer.
Estoy aquí observando y…… ¡espero!
V
Creo en ti, alma mía.
Pero el otro que soy, no debe humillarse ante ti ni tú debes humillarte ante él.
Deja las palabras,
la música y el ritmo;
apaga tus discursos;
túmbate conmigo en la hierba.
Sólo el arrullo quiero,
el susurro
y las sugestiones de la voz.
¿Te acuerdas de aquella mañana transparente de verano?
Estabas con la cabeza reclinada en mis rodillas y dulcemente te volviste hacia mí,
abriste mi camisa
y me buscaste con la lengua el corazón profundo.
Después te alargaste hasta hundirte en mi barba, te estiraste
y te adheriste a mí desde la cabeza hasta los pies.
Conocí entonces la paz y la sabiduría que están más allá de las disputas de la tierra.
Y ahora sé que la mano de Dios
es la promesa de mi mano;
que el espíritu de dios
es hermano de mi espíritu;
que todos los hombres nacidos en el mundo son mis
hermanos también
y que todas las mujeres son mis hermanas y mis amigas……
¡que un solo germen de la creación es amor!
Infinitas son las hojas erguidas o marchitas del bosque,
las hormigas oscuras que se afanan debajo de las hojas,
las costras musgosas de la cerca,
las piedras amontonadas;
infinito el saúco,
el gordolobo,
la fitolaca.
VI
¿Qué es esto?, me dijo un niño mostrándome un puñado de hierba.
¿Qué podía yo responderle?
Yo no sé lo que es la hierba tampoco.
Tal vez es la bandera de mi amor, tejida con la sustancia verde de la esperanza.
Tal vez es el pañuelo de Dios,
un regalo perfumado que alguien ha dejado caer con alguna intención amorosa.
Acaso en alguno de sus picos ¡mirad bien! hay un nombre,
una inicial
por donde conozcamos a su dueño.
Pienso también que la hierba es un niño,
el recién nacido del mundo vegetal.
¿O es un jeroglífico uniforme cuyo significado es nacer en todas partes:
en las zonas pequeñas
y en las grandes,
entre los negros
y los blancos,
para darse a todos
y para recibir a todos?
¡Oh, hierba rizada,
yo te trataré con cariño!
Ahora me pareces la hermosa cabellera sin cortar del cementerio.
Tal vez eres el vello que nace en el pecho de los adolescentes muertos, a quienes yo hubiese amado,
las barbas de los ancianos,
la pelusilla de los niños arrebatados prematuramente al regazo de las madres……
¡Me pareces el regazo de todas las madres del mundo!
Sin embargo, esta hierba es muy oscura para ser la cabellera blanca de las madres cansadas,
es más oscura que la barba incolora de los viejos,
demasiado oscura para surgir de la roja y tierna bóveda de los paladares.
Pero oigo tantas lenguas que gritan,
tantas lenguas que no se articulan en la boca,
tantas voces que no salen de los labios.
¡Qué son estas voces!
¡Cuál es su designio!
Quisiera poder traducir lo que dicen de los jóvenes que se fueron para siempre en la mañana,
de los viejos y de las madres que partieron en la tarde,
y de los niños a quienes la muerte arrebató en la aurora.
Dime:
¿Qué piensas tú que ha sido de los viejos y de los jóvenes,
de las madres y de los niños que se fueron?
En alguna parte están vivos esperándonos.
La hojita más pequeña de hierba nos enseña que la muerte no existe;
que si alguna vez existió, fue sólo para producir la vida;
que no está esperando ahora, al final del camino, para detener nuestra marcha;
que cesó en el instante de aparecer la vida.
Todo va hacia delante
y hacia arriba.
Nada perece.
Y el morir es una cosa distinta de lo que algunos suponen.
¡Y mucho más agradable!
VII
¿Es agradable nacer?
Pues yo os digo que es tan agradable morir.
Oídme:
Muero con el moribundo
y nazco con el niño que recogen los pañales.
Yo no soy sólo esto que se alarga entre mi sombrero y mis zapatos.
Mira atentamente la pluralidad del universo:
nada es igual y todo es bueno.
Buena es la tierra,
buenos los astros…….
y las estrellas subalternas también.
Yo no soy sólo arcilla,
ni lo auxiliar de la arcilla tampoco.
Soy el compañero,
el semejante de ése,
tan inmortal y tan insondable como yo
(tal vez él no sabe que es inmortal,
pero yo si lo sé).
Cada especie para sí y para los suyos.
Para mí los machos y las hembras,
para mí los adolescentes que luego amarán a las mujeres,
para mí el hombre altivo que se encabrita ante el desprecio,
para mí la novia
y la novicia,
para mí las madres
y las madres de las madres,
para mí los labios que sonríen
y los ojos que lloran,
para mí los niños
y los que engendran a los niños.
¡Desnúdate!
No eres culpable,
no estás marchita
ni repudiada por ninguno.
Veo tu carne limpia.
Te veo al través del manto fino
o del refajo tosco……
y me quedo aquí……
tenaz,
empeñoso,
incansable……
No me puedes echar.
VIII
El niño duerme en la cuna.
Descorro la muselina
y lo contemplo largo rato.
Después, silenciosamente, espanto las moscas con las
manos.
El mozo y la doncella de mejillas empurpuradas
descienden entre los arbustos de la colina.
Yo los espío desde arriba.
El suicida está tendido en su cuarto sobre un charco de sangre.
Puedo ver su cabeza con los sesos fuera
y el sitio donde ha caído el revólver,
Me sumerjo en la ciudad
y presencio el espectáculo de la calle:
el charla de los que pasan,
el traqueteo de los omnibuses,
la rueda del carro que rechina,
el sordo murmullo de la suela de los zapatos en el pavimento,
el golpe de los cascos sobre los adoquines,
el retintín de los trineos,
el cochero con el alquila levantado,
las peleas de nieve…..
los gritos de júbilo,
los vítores a los héroes populares,
la furia de la muchedumbre arrebatada,
el paso rápido de una camilla (dentro llevan un enfermo al hospital),
el encuentro de dos enemigos,
la blasfemia súbita –el puñetazo y la caída--,
los transeúntes que se apiñan excitados,
el policía con su estrella, abriéndose paso rápidamente hasta el corazón de la refriega,
las piedras impasibles que reciben y devuelven tantos ecos,
los gruñidos de los ahitos
y de los hambrientos,
de los que se desploman en un ataque de insolación
o de epilepsia,
los gritos de la embarazada a quien de pronto le cogen los dolores del parto……
lo que se grita
y lo que se calla también,
los aullidos que amordaza el decoro,
la detención de los criminales,
los ofrecimientos furtivos de adulterio,
la aceptación o el repudio
hecho sólo con el movimiento de los labios….. Todo lo observo,
todo lo anoto,
todo este espectáculo con su resonancia me interesa,
me mezclo en él…….
y luego me voy.
IX
Las grandes puertas del granero esperan abiertas a los carros perezosos cargados de hierba seca.
El sol cae sobre la alfalfa tostada y denuncia algunos hilitos verdes todavía.
En haces apretados los apilan luego en el pajar henchido que se pandea.
Yo estoy aquí y ayudo también.
¡Miradme tumbado sobre la cresta de la carga!
Con las piernas cruzadas voy sintiendo el traqueteo de las ruedas, luego doy un brinco, recojo el trébol y, hecho una pelota, ruedo con el cuello enmarañado y cubierto de paja.
Me voy solo de caza por los montes lejanos y solitarios,
camino asombrado de mi ligereza y mi alegría…..
Al caer la tarde busco un sitio seguro donde pasar la noche,
enciendo una hoguera,
aso la pieza que acabo de cobrar
y me duermo sobre un montón de hojas secas, con el perro y la escopeta a mi lado.
El cliper yanqui con su altivo tajamar corta la espuma y se desliza rápido por el agua.
Mis ojos buscan la tierra:
me inclino sobre la proa
o grito gozosamente desde la cubierta.
Los pescadores de almejas se levantaron al alba y esperaron a que yo llegase.
Me recogí los pantalones sobre los tobillos y me fui con ellos.
¡Fue un gran día!
Si hubieses venido conmigo, habrías comido sanchocho de almejas.
He estado en la boda de un armador de trampas.
Fue en el lejano oeste y al aire libre.
La novia era india piel roja.
Su padre y sus amigos estaban allí cerca, con las piernas cruzadas y fumando en silencio.
Llevaban mocasines y mantas amplias y gruesas sobre los hombros.
A la orilla del río esperaban los novios.
El armador estaba vestido casi todo de pieles,
la barba y las guedejas exuberantes
le protegían el pescuezo.
Tenía cogida por la mano a la novia.
Era una moza de pestañas muy largas,
de cabeza desnuda
y de trenzas ásperas y rectas que descendían por las caderas voluptuosas hasta los pies.
El esclavo furtivo se paró frente a mi casa.
Oí crujir las ramas secas bajo sus pies;
por la puerta entreabierta de la cocina lo vi cojear y, casi desmayado, sentarse sobre un troco.
Traje agua, lavé su cuerpo sudoroso y sus pies ensangrentados;
le ofrecí un cuarto junto al mío,
le di ropas limpias y gruesas
(aún recuerdo sus ojos espantados y su azoramiento)
y le puse compresas en las rozaduras del cuello y los tobillos.
Estuvo conmigo una semana hasta que se repuso y pudo caminar hacia el norte.
Cuando comía, sentado a la mesa junto a mí,
el fusil cargado descansaba en un rincón.
XI
Veintiocho mocetones se bañan en el río.
Veintiocho mocetones, en cordial camaradería, se bañan en el río.
Y una mujer de veintiocho años, virgen y hermosa, vive solitaria.
Suya es la suntuosa mansión que se alza en la ribera,
y, espléndida y ricamente vestida, espía oculta tras los cortinajes del balcón.
¿Cuál es aquellos mocetones le gusta más?
¡Todos le parecen hermosos!
¿Adónde vais, señora?
Aunque seguís fija en vuestra atalaya,
yo os veo ahora chapotear en el agua.
Danzando y riendo ha entrado en el río una hermosa bañista.
Ellos no la ven,
pero ella los ve y los siente henchida de amor.
Brilla el agua en las barbas mojadas de los hombres
corre por los cabellos largos
y como pequeños arroyos
pasa acariciando los cuerpos.
Una mano invisible pasa también acariciando temblorosa las sienes y los lomos.
Los muchachos flotan boca arriba con el vientre blanco combado bajo el sol,
sin saber quién los abraza y los aprieta,
quién resopla y se inclina sobre ellos,
suspensa y encorvada como un arco,
ni a quién salpican al golpear el agua con los brazos.
El carnicero se pone las ropas de trabajo y afila el cuchillo detrás de su puesto en el mercado.
Me paro junto a él y me divierto con sus salidas y sus bromas, mientras corta y descuartiza una res.
Los herreros con el rostro tiznado y el pecho velludo
rodean el yunque.
Todos tienen grandes martillos.
Ahora descansan;
en el fuego se calienta un hierro.
Desde el umbral de la herrería, lleno de escoria y de ceniza, los contemplo.
El más ligero movimiento de sus cuerpos armoniza con la pesada herramienta.
Ahora los martillos giran,
se ciernen sobre el yunque
y caen lentos y seguros sobre el hierro encendido.
Ninguno se precipita
y todos dan en su sitio:
pin, pan, pin, pan, pin, pan……..
XIII
El negro seguro y gigantesco se yergue sobre una pierna en el pescante.
Sostiene firmes las riendas de la cuadriga y el carro se vence bajo el peso de la cadena que se arrolla al so-
porte.
La camisa azul del esclavo se abre en el cuello
hasta mostrar el pecho
y se afloja y abomba con el viento sobre la faja.
Su mirada es tranquila y dominante.
Se sacude hacia atrás el sombrero
y deja al descubierto la cabeza.
El sol cae ahora sobre su pelo crespo y sobre el azabache pulido de su piel.
Me apasiona este gigante pintoresco
y también los cuatro caballos que gobierna.
Porque yo soy el gran catador de la vida,
el que la gusta y acaricia incansable donde quiera que se mueva,
ya marche hacia atrás o hacia delante.
Me inclino ante los altares humildes y olvidados
y no desdeño nada ni a nadie.
Lo absorbo todo para mi sangre y para mi canción.
Bueyes que hacéis rechinar, al andar, el yugo y la cadena
o que sesteáis en la sombra de los prados
¿qué me queréis decir con vuestros ojos?
Me decís más que cuanto han leído los míos en la vida.
Vagando el día entero me pierdo en el bosque
y mis pasos espantan los ánades, al macho y a la hembra,
que levantan el vuelo juntos
y forman círculos en el aire.
Pienso que sus alas se mueven cargadas de designios,
que el rojo, el amarillo y el blanco de sus plumas tienen un sentido,
que el gris y la cabeza empenachada encierran un propósito……
y no digo que la tortuga es indigna porque no es otra cosa que tortuga.
La chova, que no sabe la escala musical, trina bastante bien para mí,
y la mirada de aquella yegua baya pone en evidencia vergonzosa toda mi ignorancia.
XIV
En la noche fría, el ganso salvaje guía la bandada; su graznido me llega como una invitación.
Acaso el orgulloso no oiga nada,
pero yo, que escucho atentamente,
descubro su propósito y su sitio allá arriba,
en el cielo del invierno.
El alce ligero del norte,
el gato que dormita en el umbral,
el vencejo,
el topo,
las crías de la cerda que tiran de las ubres,
y los pollos de la galli-pava bajo las alas entreabiertas,
se mueven bajo la misma ley que yo.
La presión de mis pies sobre la tierra
levanta miles y miles de emociones
que desprecian este esfuerzo mío por definirlas.
Amo el campo abierto y fecundo,
a los hombres que cuidan el ganado,
a los que respiran el aire del mar y de los bosques,
a los constructores y a los tripulantes de navíos,
a los que blanden el hacha y la mandarria
y a los domadores de caballos…….
Viviría, comería y dormiría con ellos semanas y semanas.
Lo corriente y lo tosco,
lo cercano y lo fácil soy yo mismo.
Voy hacia mi suerte,
me ofrezco entero sabiendo que gano siempre en la partida
y me adorno para entregarme al primero que me llame.
No le digo al cielo que descienda hasta mí.
Soy yo el que me doy, libre y sin cesar.
XV
La contralto canta junto al órgano del coro.
el carpintero alisa la madera con el cepillo que cecea salvaje y silba su canción,
los hijos casados y los que no están casados todavía, vuelven a casa para la cena pascual;
el piloto, con su brazo fornido, hace girar el gobernalle;
el patrón se yergue vigoroso en el bote ballenero, con la lanza y el arpón en la mano;
el cazador de patos camina en silencio con pasos sigilosos;
el diácono, con las manos cruzadas sobre el altar, aguarda las órdenes sacerdotales;
la hilandera se balancea entre el zumbido de la rueda;
el labrador pasea y se para de pronto para ver cómo han crecido la avena y el centeno;
el loco es conducido al manicomio porque los médicos han dicho que es caso incurable…..
(ya no dormirá más como solía en un camastro, cerca de su madre);
el impresor de pelo gris y pómulos enjutos masca tabaco junto a la caja, mientras mira el manuscrito con o-
jos enervados;
un cuerpo deforme está sobre la mesa de operaciones,
los miembros amputados caen horribles en el cubo;
la mulata es vendida en pública subasta
y el borracho cabecea junto a la estufa de la taberna;
el maquinista se remanga la camisa,
el policía vigila su distrito,
el portero custodia en el umbral
y el mozo del express gobierna su vagón
(me encanta este mozo, aunque no lo conozco);
el jockey mestizo se ata las correas de sus botas livianas para competir en la carrera;
jóvenes y viejos se reúnen en las cacerías de pavos del oeste
--unos se recargan en los rifles,
otros se sientan en los troncos--,
de la partida surge el tirador,
se aposta en un lugar y apunta.
Grupos de nuevos emigrantes inundan los muelles y el malecón;
los negros trabajan en el ingenio de azúcar, mientras el capataz vigila desde su montura;
suena el clarín en el salón de baile,
los caballeros se apresuran a buscar su pareja
y los que van a bailar se saludan;
el adolescente, desvelado en su cama, bajo el techo de cedro del ático, escucha la canción de la lluvia,
los cazadores de Michigan ponen trampas en el arroyo que alimenta el río Hurón;
la india piel roja, envuelta en su manto oriado de amarillo, vende mocasines y bolsas de cuentas;
el connoisseur husmea por la exposición entrecerrados los ojos e inclinando hacia los lados la cabeza;
los marineros amarran el vapor y tienden la escala para que los pasajeros desembarquen;
la hermana menor sostiene la madeja mientras la hermana mayor va haciendo una bola y se detiene a inter-
valos para desatar los nudos;
la esposa que se casó hace un año está ya repuesta y es feliz con su primogénito, que tiene ahora quince
días;
la muchacha yankee de cabellos rubios se afana junto a la máquina de coser o trabaja en la fábrica de hila-
dos;
el lápiz del reportero vuela rápido sobre las cuartillas,
el empedrador apisona la calle,
el pintor de muestras forma letras con el azul y el oro,
el chico del canal corre por la línea del remolque,
el zapatero enseba los cabos
y el director de orquesta marca el compás y los cantantes lo siguen;
bautizan al niño
y el converso hace su profesión de fe,
la regata ha comenzado y los balandros surcan la bahía (¡mirad cómo brillan las velas blancas bajo el sol!);
el pastor vigila su ganado y grita a la res que se desvía;
el bohonero suda bajo el peso de su mercancía mientras regatea el comprador;
la novia alisa y acaricia su blanco vestido, y el minutero del reloj se mueve lentamente;
el fumador de opio reposa con la cabeza rígida y los labios entreabiertos;
pasa la prostituta arrastrando su chal y con el sombrero ladeado sobre el cuello vacilante y cubierto de gra-
nos;
las gentes se ríen de sus juramentos obscenos y unos hombres se mofan y guiñan el ojo; (¡Desgraciada! Yo
no me mofo ni me río);
el Presidente se reúne en consejo de ministros;
en el pórtico pasean tres severas matronas cogiosas del brazo;
la tripulación del pesquero almacena la pesca en la bodega;
gentes de Missouri cruzan las llanuras con el ajuar al hombro y arreando los ganados;
el cobrador del tren pide el pasaje al cruzar el vagón, haciendo sonar unas monedas;
allí están los que entariman,
los constructores de tejados
y los albañiles que piden la argamasa
(pasan los aprendices en fila con la artesa al hombro).
Hoy es cuatro de julio.
Año tras año las multitudes se reúnen imponentes (saludan los cañones y las armas menores también),
y año tras año
el arador ara,
el segador siega,
y el grano en el invierno cae sobre la tierra;
allá en los lagos, el pescador de garrocha observa y espera junto al horado abierto en la superficie helada;
el pionero clava profunda el hacha en los tocones que inundan la planicie;
los que tripulan la gabarra atracan cerca del campo de algodón a la sombra de los castaños;
el buscador de negros rastrea por los pueblos del Río Rojo y por las tierras que bañan el Tennessee y el
Arkansas;
brillan antorchas en las sobras que proyectan el Chatahuche y el Atamayo……;
los patriarcas se sientan a la mesa con los hijos, los nietos y los bisnietos;
en chozas de adobe y en tiendas de lona duermen los cazadores y los armadores de trampas, después de su
deporte diario;
la ciudad duerme
y el campo duerme también;
los vivos duermen lo que han de dormir
y los muertos lo suyo;
el marido viejo duerme junto a su mujer
y el marido joven junto a la suya……
Todos quieren venir hacia mí
y yo quiero ir hasta ellos…….
Y tal como son, más o menos soy yo;
y de ellos,
de cada uno y de todos
y de mí mismo…..
sale esta canción.
XVI
Soy del viejo y del joven,
del necio y del sabio,
indiferente y atento,
maternal y paternal…….
Mi urdimbre es fina y tosca.
Soy de una nación gigante
formada de muchas naciones y donde las pequeñas valen lo mismo que las grandes;
soy del norte y del sur,
soy el ranchero desenfadado y hospitalario que vive allá abajo junto a las aguas del Oconi;
soy el yankee libre en su camino y listo siempre a traficar, con las coyunturas más fléxibles y más rígidas
de toda la tierra;
soy el kentukiano que vaga por el valle del Eikon, con leggins de cuero de venado;
soy el hombre de Luisiana y de Georgia;
soy el botero que navega por los lagos,
por las bahías
y a lo largo de las costas;
soy de Indiana,
de Wisconsin;
me acomodo muy bien a los mares del Canadá,
en los bosques de la altiplanicie
y con los pescadores de Terranova;
me encuentro a mis anchas en la flotilla rompehielos, navegando con todos;
estoy muy a mi gusto en las colinas de Vermont,
en las selvas de Maine
y en los ranchos de Tejas;
soy amigo de las gentes de California
y de los gigantes selváticos del noroeste;
estrecho la mano del barquero
y como y bebo con los que trabajan en las minas;
soy aprendiz del más ingenuo
y maestro del más avispado;
soy un novicio que tiene la experiencia de siglos
milenios;
tengo el color de todas las razas
y el prestigio de todas las castas;
pertenezco a todos los rangos
y a todos los credos……..
Soy labrador, mecánico y artista,
caballero, cuáquero y marino;
un prisionero, un iluso y un tunante;
abogado, médico, presbítero…….
Todo lo resisto mejor que mi propia diversidad.
Respiro fuerte, pero dejo aún bastante aire para los demás.
No soy orgulloso.
Estoy en mi sitio solamente.
Los huevos del boquerón y la polilla están en su sitio;
los soles encendidos que yo veo,
y los que se mueven en la sombra y no puedo ver, están en su sitio;
lo palpable está en su sitio
y lo impalpable también.
XVII
Estos son los pensamientos de los hombres de todas las edades y de todos los pueblos;
no son originales,
no son míos solamente,
si no son tuyos también, no son nada o casi nada;
si no son el misterio,
y la llave al mismo tiempo, que abre todos los misterios, no son nada;
si no son lo inmediato y lo distante, no son nada.
Son la hierba que crece donde hay agua y tierra,
son el aire corriente que envuelve nuestro globo.
XVIII
Con estrépito de música vengo,
con cornetas y tambores.
Mis marchas no suenan sólo para los victoriosos,
sino para los derrotados y los muertos también.
Todos dicen: es glorioso ganar una batalla.
Pues yo digo que es tan glorioso perderla.
¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan!
¡Hurra por los muertos!
Dejadme soplar en las trompas, recio y alebre, por ellos.
¡Hurra por los que cayeron,
por los barcos que se hundieron en el mar,
y por los que perecieron ahogados!
¡Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes vencidos!
Los infinitos desconocidos valen tanto cmo los héroes más grandes de la Historia.
XIX
La mesa está puesta para el hombre.
Aquí está la carne para el apetito natural.
Siéntate.
Que se sienten todos:
el malvado
y el justo.
No desdeño a ninguno.
Que nadie se quede a la puerta.
La manceba,
el parásito
y el ladrón
están invitados;
y el negro cimarrón
y el sifilítico también.
No habrá diferencias
ni privilegios para nadie.
Que se sienten todos.
Esto es el apretón de una tímida mano,
el perfume natural de una cabellera desbordante,
el contacto de mis labios con los tuyos,
el jadeo de mi ansiedad,
el reflejo de mi cara en las alturas y en las profundidades insondables……..
es el deseo premeditado de mezclarme con todos…… y escaparme después.
¿Creéis que tengo algún propósito oculto?
Tal vez lo tenga
porque las lluvias de abril lo tienen
y la mica pegada en el costado de la roca lo tiene también.
¿Soy yo un asombro?
¿Es un asombro la luz del día?
¿Es un asombro la primera estrella roja que tiembla entre las ramas?
¿Asombro yo más que ellas?
Voy a decirte algo en secreto.
Es la hora de las grandes confidencias,
de decir grandes cosas al oído.
No se las diría a cualquiera,
pero a ti sí te las digo. Escucha:
XX
¡Quién va allí!
Grosero, hambriento, místico, desnudo…… ¿quién es aquél?
¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey?
Pero ¿qué es un hombre en realidad?
¿Qué soy yo?
¿Qué eres tú?
Cuanto yo señale como mío,
debes tú señalarlo como tuyo,
porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras
Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es más que cieno y podredumbre,
no me puedo parar a llorar.
Los gemidos y las plegarias adobadas con polvos para los inválidos;
y la conformidad, para los parientes lejanos.
Yo no me someto.
Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana.
¿Por qué he de rezar?
¿Por qué he de inclinarme y suplicar?
Después de escudriñar en los estrados,
después de consultar a los sabios,
de analizar y precisar
y de calcular atentamente,
he visto que lo mejor de mi ser está agarrado a mis huesos.
Soy fuerte y sano.
Por mí fluyen sin cesar todas las cosas del universo.
Todo se ha escrito para mí
y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras.
Soy inmortal.
Sé que la órbita que describo no puede medirse con el compás de un carpintero,
y que no desapareceré como el círculo de fuego que traza un niño en la noche con un carbón encendido.
Soy sagrado.
Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan.
Las leyes elementales no piden perdón.
(Y, después de todo, no soy más orgulloso que los cimientos sobre los cuales se levanta mi casa).
Así como soy existo. ¡Miradme!
Esto es bastante.
Si nadie me ve, no me importa,
y si todos me ven, no me importa tampoco.
Un mundo me ve,
el más grande de todos los mundos: Yo.
Si llego a mi destino ahora mismo,
lo aceptaré con alegría,
y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré…… esperaré alegremente también.
Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito
y me río de lo que tú llamas disolución
porque conozco la amplitud del tiempo.
XXI
Soy el poeta del cuerpo
y el poeta del alma.
Los placeres del cielo son míos
y los tormentos del infierno también.
Los placeres, los injerto y los prolongo en mí mismo y los tormentos, los traduzco a una lengua nueva.
Soy el poeta de la mujer
y el poeta del hombre.
Y digo que es tan grande ser hombre
como ser mujer.
Y que nada es tan grande como ser la madre de los hombres.
Canto la canción del crecimiento y del orgullo.
(Ya nos hemos arrastrado y escondido bastante.)
Y afirmo que el tamaño no es más que desarrollo.
¿Has sobrepasado a todo?
¿Eres tú el Presidente?
Pues eso no es nada……. una bagatela.
Cualquiera puede ser Presidente,
y todos llegarán más allá.
Yo soy el que camina por la noche que empieza y que se agrada,
y grito al mar y a la tierra perdidos en la noche como yo.
Noche, apriétame contra tu pecho desnudo,
apriétame contra tu pecho desnudo, noche nutricia y magnética.
Noche de vientos australes,
noche de grandes astros solitarios,
noche callada que me guiñas,
noche loca y desnuda que me buscas.
Tierra, sonríe:
sonríe con tu aliente fresco. Tierra voluptuosa de bosques adormilados y vaporosos,
Tierra de crepúsculos muertos.
Tierra de crestas hundidas en la niebla,
Tierra de bañada con la leche azulenca de la luna llena,
Tierra de luces y de sombras que jaspean la corriente del río,
Tierra de nubes límpidas y grises que mi amor abrillante y enciende,
Tierra de profundos barroncos y llena de flores de manzano…..
Sonríe, sonríe porque tu amada llega.
Amor me diste generosa
y amor te devuelvo…..
amor indescriptible y apasionado.
XXII
Y tú, mar…… También me entrego a ti.
Sé quién eres muy bien.
Desde la playa veo tu mano invitadora que me llama.
Creo que no quieres retirarte sin acariciarme.
Bien. Haremos un viaje juntos.
Aguarda a que me desnude y llévame contigo hasta perder de vista la tierra.
Arrúllame y déjame dormir y soñar en los blandos cojines de tus olas,
úngeme con tu amorosa espuma,
Yo te pagaré con amor.
Mar dilatado de bruñidas lontananzas,
mar de largo resuello convulsivo,
mar que eres la sal de la vida
y la tumba abierta siempre para todos;
mar delicado y caprichoso,
aullido y catapulta en las tormentas,
yo también soy como tú: único y plural.
También yo tengo flujos y reflujos,
también yo llevo en mis entrañas el odio y la paz,
y glorifico a los amigos
y a los que duermen abrazados.
Yo soy quien atestigua la simpatía.
(¿Haré solo el inventario de mis cosas y me olvidaré de la casa que las contiene?)
Yo no soy sólo el poeta de la bondad.
Soy el poeta de la iniquidad también.
Y no me averguenzo.
¿Qué alboroto es ése?
¿Quién discute sobre el vicio y la virtud?
Me empujan el mal
y el deseo de reformar el mal:
pero yo no me muevo.
¿Soy yo un inquisidor?
Yo no soy más que un hombre que riega las raíces de todo lo que crece.
¿Temeís que a la terca fertilidad de la vida le salgan escrófulas?
¿Creéis que las leyes celestiales están todaví en el crisol y que aún pueden ser rectificadas?
Encuentro equilibrio en un lado solo
y en el antípoda también;
me sostienen las doctrinas firmes
y las doctrinas deleznables;
y en nuestros pensamientos
y en nuestros hechos actuales
están nuestro arranque y nuestro vuelo.
Ningún tiempo es tan grande para mí como este minuto de hora que me viene al través de millones de si-
glos.
Que te hayas comportado bien en el pasado
y que te comportes ahora bien,
no es nada asombroso.
Lo asombroso es que existan siempre y se reproduzcan el ruin y el hombre sin fe.
XXIII
¡Oh, desenvolvimiento interminable del verbo al través de los mundos!
Mía es la palabra Humanidad,
una palabra vieja y moderna, forjada con el acero de la fe.
Que se cumpla esta palabra ahora o en los siglos venideros,
nada me importa.
Yo vivo en el tiempo absoluto.
Sólo el tiempo es perfecto, redondo, y todo lo completa.
Sí. Sólo esta maravilla desconcertante y mística del tiempo todo lo completa.
Acepto la realidad y no la discuto.
La materia me circunda y me absorbe.
¡Hurra por la ciencia positiva!
¡Vivan las demostraciones exactas!
Traedme coronas de cedro y de laurel.
Honrad esas cabezas:
la del químico,
la del geómetra,
la del gramático,
la del que descifra los viejos jeroglíficos,
la de los marinos que guiaron las naves por mares desconocidos y llenos de peligros,
la del geólogo,
la del que maneja el escalpelo
y la del que gobierna el microscopio.
Para vosotros los aplausos,
las medallas
y las graves dignidades.
Vuestros hechos
y vuestras conquistas
no son de mi dominio,
pero son útiles,
y por ellos entro yo en este mundo de la canción que es mi dominio.
Mis poemas no hablan de las propiedades singulares de las cosas,
hablan de la vida no catalogada,
de la libertad y del misterio.
No se ocupan de los neutros ni de los castrados,
exaltan al hombre y a la mujer bien organizados,
baten los tambores de la rebelión
y se unen a los fugitivos,
a los mártires y a los que conspiran.
XXIV
Yo son Walt Witman……
Un cosmos. ¡Miradme!
El hijo de Manhattan
Turbulento, fuerte y sensual;
como, bebo y engendro…..
no soy sentimental.
Ni por encima ni separado de nadie,
ni orgulloso ni humilde.
Desclavad las cerraduras de las puertas.
Sacad las puertas mismas de sus goznes.
Quien humilla a otro
me humilla a mí.
Y todo lo que se dice y lo que se hace repercute en mí.
De mí surge la inspiración:
y lo corriente y lo vulgar.
Yo digo la palabra mágica y primera
y doy el santo y seña de la democracia.
Y digo que no aceptaré nada que no tenga una réplica inmediata y numerosa.
De mi garganta salen voces largo tiempo calladas,
voces de largas generaciones de prisioneros y de esclavos,
voces de ciclos de preparación y crecimiento,
voces de desesperados y de enfermos,
voces de ladrones y de enanos,
voces de cuerdas que conectan las estrellas,
voces de matrices y de gérmenes paternos…..
Voces de odio:
la voz del deformado,
del trivial,
del estúpido,
del loco,
del resentido;
la voz de la niebla en el aire,
la voz de los escarabajos que ruedan su bola de estiércol……
De mi garganta salen voces olvidadas;
voces de sexo y de lujuria,
voces veladas que yo desgarro,
voces indecentes que yo clarifico y transfiguro……
Yo no me tapo la boca
ni pongo el índice sobre los labios.
Me estremezco ante el vientre lo mismo que ante el corazón y la cabeza.
La cópula tiene el mismo rango que la muerte.
Creo en la carne y en los apetitos.
La vista,
el oído,
el tacto…
son milagros.
Y cada partícula,
cada apéndice mío
es un milagro.
Soy divino por dentro y por fuera
y santifico todo lo que toco
y todo lo que me toca:
el olor de mis axilas es tan fino como el de una plegaria;
y esta cabeza mía
vale más que las iglesias,
las biblias
y los credos.
Cuando adoro una cosa más que otra, adoro tan sólo la extensión de mi cuero o de una parte de mi cuerpo.
Tú no eres más que la réplica deslumbrante de mí mismo.
Surcos y tierra húmeda, eso eres tú;
la reja firme y masculina del arado,
todo cuanto en mí se cultiva y se labra;
eres mi sangre fecunda
y tus corrientes pálidas de leche, las ordeñas en mi vida;
eres el pecho que se aprieta a otro pecho
y en mi cerebro están tus circunvoluciones ocultas;
raíces lavadas del cáñamo,
tímida alondra,
nido oculto de huevos duplicados….. eso eres tú;
heno mezclado y tundido de la cabeza, de las barbas y de la carne dura….. eso eres tú;
jugo fermentado de manzanas,
fibras de trigo viril,
sol generoso……. eso eres tú;
vapores que iluminan
y apagan mi rostro……. eso eres tú;
arroyos de sudor y de rocío….. eso eres tú;
viento que acaricia mi carne con el cosquilleo de los genitales en celo,
amplios campos vigorosos,
ramas de roble vivo,
amante compañero en mi vagar sin rumbo….. eso eres tú;
manos que yo he apretado,
rostro que yo he besado,
hermana criatura a quien mis brazos estrechan sin cesar…… ¡eso eres tú!
Me asombro de mí mismo.
Chocheo ante mi ser.
¡Hay en él tantas cosas admirables!
Cada momento de mi vida
y cuanto sucede en mí
me estremece de júbilo.
¿Por qué se doblan mis tobillos
y cuál es la causa de mis más insignificantes deseos?
¿Por qué irradio amistad….
y por qué la recibo?
Cuando subo las escaleras de mi casa me detengo y digo de pronto: pero ¿es esto cierto?
La enredadera que trepa por mi ventana me satisface más que toda la metafísica de los libros.
¡Oh, maravilla del alba!
Una tenue luz allá lejos deslíe las sombras diáfanas e inmensas.
El aire es un manjar para mi lengua.
Del mundo movible
saltan en silencio,
brincan inocentes,
rezuman frescas
masas que cruzan oblicuas
hacia arriba y hacia abajo.
Algo que no puedo ver eriza púas libidinosas,
y mares de jugos resplandecientes
inundan la bóveda celeste.
La tierra y el cielo se juntan.
Y de esta diaria conjunción llega por el oriente un reto que se posa un instante sobre mi cabeza para decir-
me agresivo y burlón:
¿Serás tú el amo de todo esto?
XXV
Tremenda y deslumbrante el aurora me mataría si yo no llevase ahora y siempre otra aurora dentro de mí.
También nosotros ascendemos, deslumbrantes y tremendos como el sol,
también nosotros, alma mía, encontramos lo nuestro
en la calma y en la frescura del alba.
Mi voz llega hasta donde mis ojos no alcanzan
y con el giro de mi lengua lanzo mundos y nebulosas de mundos.
Mi discurso no es más que el hermano menor de mis sueños,
va de la mano de mi visión.
Solo no puede medirse,
me provoca sin cesar y me dice sarcástico:
“ya tienes bastante, Walt…… ¿por qué no te conformas?”
¡Cállate, necio…. cállate!
Tú sabes mucho de articulaciones……
¿Pero sabes tú cómo se repliegan los brotes bajo la tierra?
Aguardan en la sombra, protegidos por la nieve,
hasta que se abre el mantillo ante mis proféticos aullidos.
Porque mi sabiduría, que son las partes vivas de mi ser.
se armoniza con el significado de todas las cosas:
la alegría (quien quiera que me oiga, él o ella, que salga a buscarla ahora mismo).
Mi grandeza, ni la sospecha siquiera.
No quiero decirte quién soy en realidad.
Puedes medir mundos….. y mundos….. y mundos
pero no intentes jamás medirme a mí.
Tus sutiles argucias las desbarato yo con sólo mirarte.
Escribiendo y hablando no se me prueba.
La gran prueba de quién soy la llevo yo en mi rostro….
y sólo con el silencio de mis labios anonado al escéptico.
XXVI
Y ahora no quiero sino escuchar.
Ensanchar este canto todo lo que oiga….
¡Que todos los ruidos del mundo se viertan en él!
Oigo
el bullicio de los pájaros,
el sordo rumor de la espiga que se levanta,
el cuchicheo de las llamas,
el chasquido de los leños que cuecen mi comida,
oigo el sonido que más amo: la voz del hombre,
gritos que marchan juntos,
que se mezclan,
que se funden,
que se disgregan…..
oigo los ruidos de la ciudad y del campo,
los ruidos del día y de la noche….
Muchachos que conversan con aquéllos que los aman,
la risa abierta de los trabajadores a la hora de la comida,
la nota agria de la amistad deshecha,
los quejidos del moribundo…..
Oigo la voz del juez que pronuncia, con las manos agarradas a la mesa y los labios pálidos, una sentencia
de muerte,
los gritos de los estibadores que descargan los barcos atracados al muelle,
el estribillo de los que levantan el ancla,
el tañido de la campana de alarma,
los gritos de ¡Fuego!
el zumbido y el estrépito de las máquinas y de los carros de bomberos, con sus luces de colores, que van pi-
diendo paso;
oigo el silbato del tren que arrastra su carga pesada de vagones;
oigo la marcha lenta que suena al frente de unos soldados que caminan de dos en dos,
(van a hacer guardia ante un cadáver;
hay crespones negros en el asta de las banderas)
Oigo el violonchelo (es el lamento de un corazón adolescente),
oigo el cornetín que penetra agudo en mis oídos y retumba enloquecido en mis entrañas.
Oigo el coro –asisto a una gran ópera--,
ahí está el tenor, fuerte y joven como la creación.
La órbita flexible de su boca vierte sobre mí cataratas de gozo.
Oigo a la soprano. (¿Qué vale mi canción comparada con la suya?)
La orquesta me lleva en giros más amplios que los del planeta Urano,
y saca de mí entusiasmos que yo desconocía;
me levanta y me hace navegar desnudo por mares indolentes cuyas ondas acarician mi cuerpo.
Un granizo amargo y enemigo me azota y pierdo el aliento.
Me siento hundido en un baño dulce de morfina y mi garganta se anuda como si fueses a morir….
Al fin vuelvo otra vez a este enigma de los enigmas que llamamos el Ser.
XXVII
¿Qué significa existir en una forma?
Vamos girando todos sin cesar para volver otra vez desde la curva más distante.
Si no hubiese nada más desarrollado que una ostra en su cascarón de piedra, eso sería bastante.
Pero yo no tengo cascarón.
Poseo hilos conductores rapidísimos, ya esté quieto o en marcha.
tentáculos que se apoderan de todas las cosas y las llevan intactas a través de mi ser.
Cuando rozo, palpo o siento con mis dedos, soy feliz.
Y tocar otro cuerpo es algo que apenas puedo resistir.
XXVIII
Y ¿qué es tocar, qué es sentir otro cuerpo?
Es entrar tembloroso en una nueva identidad.
Llamas y éter precipitándose por mis venas.
Es algo de mí mismo que me traiciona y sale violento a ayudar a este fuego.
Micuerpo y mi sangre se mueven como el rayo para caer sobre esto que llega y que apenas se diferencia de
mí.
Por todas partes incitadores salaces que paralizan mis miembros.
y fuerzan la ubre de mi corazón hasta sacarle la última gota;
incitadores que se conducen desvergonzadamente conmigo y no me obedecen.
Con no sé qué intención me privan de lo mejor de mí mismo,
desabrochan mi ropa y me sujetan por los lomos desnudos;
me alucinan en mi confusión con la calma del sol y de los prados,
desplazan orgullosos mis sentidos (mis compañeros de trabajo),
los sobornan para hacer cambalache con el tacto y recoger todas las sensaciones de mi piel,
se burlan de mis fuerzas exhaustas y de mi cólera,
llaman al resto de la chusma incitadora para que se diviertan un rato.
y al fin todos se juntan en montón para atormentarme.
Los centinelas abandonan las otras partes comprometidas de mi ser,
me entregan inerme a un saltedor sanguinario
y se unen a los demás para contemplar y precipitar mi derrota.
Traidores fueron que me dejaron en su manos
Pero ¿qué estoy diciendo?
¡Soy un miserable!
Nadie más que yo fue el traidor.
¡Yo soy el gran traidor!
Yo mismo que uní a la facción,
mis propias manos me llevaron allí.
¿Qué estás haciendo, tacto maldito?
¡Déjame, déjame!
Mi garganta se cierra, mi aliento se para……
¡Por favor, por favor….. abre tus compuertas!
¡Eres más fuerte que yo!
XXIX
¡Tacto que amas y luchas y ciegas!
¡Tacto encapuchado y enfundado!
¡Tacto de finos colmillos puntiagudos!…….,
¿no te dolió dejarme?
¡Al llegar, conocemos de donde partimos,
pagamos sin cesar una deuda perpetua
y la lluvia copiosa da frutos abundantes!
Al borde del camino prenden brotes vitales y prolíficos.
proyectos de paisajes masculinos, sazonados y augustos.
XXX
Todas las cosas tienen su verdad.
Una verdad que no se apresura ni se resiste a salir
No son necesarios los fórceps del cirujano para traerla a la luz.
Lo insignificante es tan grande para mi como lo más grande.
(Y ¿qué es más grande o más pequeño que el tacto?)
Ni la lógica ni los sermones convencen.
La humedad de la noche entra más profunda en mi alma que todas las palabras.
(Sólo lo que se prueba en todos los hombres y en todas las mujeres es verdad,
y sólo lo que nadie puede negar existe).
Un minuto y una gota de mí mismo sosiegan mi espíritu.
Creo que la tierra húmeda será un día luz y amor,
que el cuerpo del hombre y de la mujer
son el compendio de todos los compendios,
que el amor que los une es una cumbre y una flor
y que de ese amor omnífico han de multiplicarse hasta el infinito
y hasta que todos y cada uno no sean más que una fuente de alegría común.
XXXI
Creo que una hoja de hierba es tan perfecta como la jornada sideral de las estrellas,
y una hormiga,
un grano de arena
y los huevos del abadejo
son perfectos también.
El sapo es una obra maestra de dios
y las zarzamoras podrían adornar los salones de la gloria.
El tendón más pequeño de mis manos averguenza a toda la maquinaria moderna,
una vaca paciendo con la cabeza doblada supera en belleza a todas las estatuas,
y un ratón es milagro suficiente para convertir a seis trillones de infieles.
Descubro que he asimilado
granito,
carbón,
musgo,
frutos,
semillas,
raíces…..
y que todo mi cuerpo está impregnado
de cuadrúpedos
y de pájaros.
He dejado allá lejos, por razones esenciales, las formas inferiores
pero puedo hacerlas volver a mi cuando quiera.
Y es inútil la violencia o la timidez,
inútil que las rocas plutónicas me lancen su fuego cuando me acerco,
inútil que el mastodonte recule y se esconda bajo el polvo de sus huesos,
inútil que el mar se hunda y los grandes monstruos se agazapen en el fondo del agua,
inútil que el águila se albergue en el picacho que rejonea a las estrellas,
inútil que se arrastre la serpiente entre las lianas y los troncos,
inútil que el antílope huya por las veredas escondidas del bosque,
inútil que las alcas de pico afilado naveguen hacia el norte lejano del Labrador…
yo lo sigo rápidamente y subo hasta el nido en lo abrupto del acantilado.
XXXII
Creo que podría volverme a vivir con los animales.
¡Son tan plácidos y tan sufridos!
Me quedo mirándolos días y días sin cansarme.
No preguntan,
ni se quejan de su condición;
no andan despiertos por la noche,
ni lloran por sus pecados.
Y no me molestan discutiendo sus deberes para con Dios………
No hay ninguno descontento,
ni ganado por la locura de poseer las cosas.
Ninguno se arrodilla ante los otros,
ni ante los muertos de su clase que vivieron miles de siglos antes que él.
En toda la tierra no hay uno solo que sea desdichado o venerable.
Me muestran el parentesco que tienen conmigo,
parentesco que acepto.
Me traen pruebas de mismo,
pruebas que poseen y me revelan.
¿En dónde las hallaron?
¿Pasé por su camino hace ya tiempo y las dejé caer sin darme cuenta?
Camino hacia delante, hoy como ayer y siempre,
siempre más rico y más veloz,
infinito, lleno de todos y lo mismo que todos,
sin preocuparme demasiado por los portadores de mis recuerdos,
eligiendo aquí sólo a aquel que más amo y marchando con él en un abrazo fraterno.
Este es un caballo. ¡Miradlo!
soberbio,
tierno,
sensible a mis caricias,
de frente altiva y abierta,
de ancas satinadas,
de cola prolija que flagela el polvo,
de ojos vivaces y brillantes,
de orejas finas,
de movimientos flexibles……
Cuando lo aprisionan mis talones, su nariz se dilata,
y sus músculos perfectos tiemblan alegres cuando corremos en la pista…..
pero yo sólo puedo estar contigo un instante.
Te abandono, maravillosos corcel.
¿Para qué quiero tu paso ligero si yo galopo más de prisa?
De pie o sentado, corro más que tú.
XXXIII
¡Oh, espacio y tiempo infinitos!
Ahora veo que es verdad lo que yo imaginaba,
lo que yo soñaba despierto en mi lecho solitario,
tumbado en la hierba,
o vagando sobre la arena de la playa bajo las pálidas
estrellas de la aurora.
Me despojo de ataduras y de lastre,
apoyo los codos sobre los acantilados,
circundo las sierras,
abarco los continentes con las manos
y me voy de camino con mi visión.
Por aquí voy. ¡Miradme!
Junto a las grandes casas cúbicas de la ciudad,
por las cabañas de troncos donde me albergo con los leñadores del bosque,
por los caminos de portazgo,
a lo largo de las calzadas polvorientas y del lecho seco de los ríos,
desbrozando mi pegujal de cebollas,
cavando las zanahorias y las chiribías de mi huerta,
cruzando sabanas,
rastreando por el bosque,
buscando el mineral y el oro de la tierra,
hundiendo y abrasando mis tobillos con la arena del desierto,
arrastrando río abajo mi canoa……
Por aquí voy,
por donde va y viene la pantera acechando en la rama de un árbol,
por donde el grano se vuelve furioso contra el cazador,
por donde la serpiente de cascabel calienta al sol sobre una roca, sus fláccidos anillos numerosos,
por donde la nutria se alimenta de pececillos,
por la orilla del río donde duermen los caimanes de piel córnea y granulosa,
por donde el oso negro busca las raíces y la miel,
por donde el castor acaricia el lodo con su cola aplastada,
por los ingenios de azúcar,
por los plantíos de algodón de flores amarillas,
por los de lino con finas flores azulencas,
por los maizales,
por los campos de centeno verdeoscuro que el viento riza y transparenta,
escalando montañas,
ascendiendo cauteloso, agarrado a los arbustos resistentes……..
Aquí estoy. ¡Miradme!
Donde canta la codorniz, en el lindero de los trigales con el bosque,
donde vuelan los murciélagos en el crepúsculo de julio,
donde el escarabajo de oro se deja caer en medio de la noche,
donde el arroyo desentierra las raíces de los árboles antiguos y fluye hacia los prados,
donde sestean los ganados sacudiéndose las moscas, con el movimiento tembloroso de los ijares…
Aquí estoy,
en la cocina donde los morillos se espatarran sobre la losa del fogón y caen en festones las telarañas desde
las vigas requemadas,
en la fragua donde rechina el martinete,
en la imprenta donde las prensas hacen girar su cilindros……
Donde quiera que el corazón del hombre golpea asfixiando y prisionero contra la reja dura de las costillas…
Aquí estoy,
donde el globo ingrávido y periforme flota y se levanta (dentro voy yo mirando tranquilamente hacia aba-
jo),
donde el carro de la vida puede despeñarse,
donde el fuego del sol incuba los huevos verduzcos en la arena removida,
donde la hembra de la ballena nada con la cría al lado, sin abandonarla jamás,
donde el barco de vapor despliega el largo y negro gallardete del humo,
donde el bergantín en llamas es arrastrado por corrientes desconocidas…..
Aquí estoy,
en el légamo viscoso donde crecen las lampreas,
donde los cadáveres se pudren,
donde la bandera de plurales estrellas flamea a la cabeza de los regimientos…….
Aquí estoy,
acercándome a Manhattan por la lengua estrecha de la isla,
bajo la catarata del Niágara que cae como un velo ante mis ojos,
en el humbral de la puerta,
en el último apeadero que se alza rústico en el bosque,
en las carreras de caballos,
en la romería,
en el baile,
en el rodeo,
en el gran partido de base-ball…..
Aquí estoy,
bebiendo alegremente con pícaros y parásitos.
Aquí estoy.
en el lagar de la sidra, probando la pulpa melosa y pardusca y chupando con una paja el jugo fermentado.
Aquí estoy,
pasando revista,
holgando en la playa,
discutiendo en el bar,
desgranando maíz,
construyendo una casa……
Aquí estoy,
escuchando el gorjeo del sinsonte;
sus gritos,
su alboroto,
su llanto……
Aquí estoy,
en el corral donde hacinan el heno
y esparcen el orujo,
donde espera recogida la vaca preñada,
donde el toro acomete para hacer su trabajo masculino,
donde el caballo monta a la yegua y el gallo cubre a las gallinas;
donde pacen los novillos,
donde los gansos pican su comida a tirones cortos y mecánicos,
donde las sombras del crepúsculo se alargan sobre la pradera infinita y solitaria,
donde los búfalos en manadas inmensas, que cubren millas cuadradas, avanzan lentamente,
donde resplandece policromo el colibrí,
donde el cuello del cisne longevo se curva y se enreda,
donde las perdices de pecho irisado empollan bajo tierra, con la cabeza fuera……
Aquí estoy,
en la puerta del cementerio, bajo cuyo arco pasan los fúnebres cortejos.
Aquí estoy,
entre la estepa blanca de la nieve y el carámbano de los bosques, oyendo aullar los lobos,
al margen del pantano donde la garza de cresta amarillenta viene por la noche a nutrirse de cangrejos…
Aquí estoy mirando toda la mañana, con la nariz aplastada en los cristales, los escaparates de Broadway,
y vagando toda la tarde por las callejuelas solitarias,
junto a la cama del hospital, alargándole la limonada al enfermo calenturiento,
junto al féretro, observando al muerto en silencio, bajo la luz de los cirios.
Aquí voy,
entre dos amigos a quienes llevo abrazados por la cintura,
observando las pisadas de los animales y las huellas del mocasín…….
Llego a todos los puertos de negocio o de aventura,
me lanzo iracundo contra el que odio, decidido a clavarle mi cuchillo,
deambulo a medianoche por mi patio, sin pensar en nada,
recorro las viejas colinas de Judea, junto al dulce y hermoso Galileo,
me precipito en los espacios, al través de los cielos y de los astros…..
Aquí voy,
rodando entre los siete satélites del sol, el amplio anillo de Saturno y sobre un diámetro de ocho mil millas..
Aquí voy,
huyendo con los meteoros y lanzando bolas de fuego como ellos…..
Aquí voy,
transportando al niño en crecinete que lleva entera a su propia madre en las entrañas…..
Aquí voy,
bramando,
gritando,
proyectando,
adorando,
precaviendo,
reculando y volviendo a mi lugar,
apareciendo y desapareciendo…….
Aquí voy,
por aquí voy….
Todos estos caminos los huello día y noche sin cesar.
Visito los huertos de las esferas siderales y contemplo su fruto,
contemplo milenios y milenios ya maduros,
y milenios verdes todavía.
Vuelo por donde volaron las almas fluidas ya desaparecidas
y camino más debajo de la sonda.
Me entro por lo material
y por lo inmaterial.
Ningún guardián puede cerrarme el paso
y ninguna ley retenerme.
Anclo mi barco un momento nada más
y mis heraldos van y vienen sin descanso para enterarme de todo.
Voy en busca de pieles hasta el polvo y cazo la foca,
salto abismos con una garrocha de punta ferrada
y colgado de una cuerda desciendo desde el picacho.
Subo al trinquete
y en la noche hago guardia en el “nido del cuervo”.
Caminamos por el Mar Artico.
Aún tenemos bastante luz.
Claro es el aire y puedo ver asombrado el prodigioso espectáculo que me rodea.
Pasan enormes masas de hielo
y allá lejos se yerguen las crestas blancas de los montes que prenden mi ilusión.
Nos acercamos a un gran campo de batalla donde en seguida tendremos que luchar.
Nos deslizamos sigilosos y callados por la imponente vanguardia del ejército….
Ahora entramos por los suburbios de una inmensa ciudad derruida…..
Los muros desplomados y la arquitectura rota conmueven más que todas las ciudades vivas de la Tierra.
Soy un camarada liberal.
Y acampo con todos junto a las hogueras del vivac.
Arrojo del lecho al desposado
y me acuesto con su mujer.
Toda la noche la sostengo entre mis piernas y mis labios.
Mi voz es la voz de la esposa.
Suben gritos por el barandal de la escalera.
Vienen a buscar mi cuerpo de hombre goteante y ahogado.
Comprendo el gran corazón de los héroes.
El valor de hoy
y el valor de todos los tiempos.
Este es el patrón de una lancha. ¡Miradlo!
Cuando divisó aquel pailebot a la deriva, sin timón en la tormenta, y al que casi cazaba la muerte, se pegó a
su costado y lo siguió fiel tres días y tres noches sin ceder una pulgada;
escribió con tiza en grandes letras, sobre un tablón estas palabras: ¡Animo, no os abandonaresmos!
Lo salvó.
Aún veo a las mujeres esqueléticas, con sus ropas holgadas, descender como espectros que salen de las
tumbas,
los rostros mudos y avejentados de los niños
y a los hombres de labios afilados y mejillas sin afeitar.
Todo esto lo veo,
lo gusto,
lo engullo,
lo asimilo,
lo hago mío
porque yo fui el hombre que sufrió y que estuvo allí.
Siento el orgullo y la serenidad de los mártires.
siento a la madre que ayer fue quemada en la hoguera por hereje, ante la mirada de sus hijos;
y al esclavo perseguido como un zorro por los perros;
lo siento vencido,
apoyado en la cerca,
sin aliento,
sudoroso……
siento las punzadas de su corazón,
sus piernas dobladas,
su cuello caído sobre el pecho
y los balazos asesinos.
Todo esto lo siento y lo sufro.
Yo soy todo esto.
Yo soy el esclavo acosado por la jauría.
Me duelen los mordiscos
y me defiendo a patadas de los perros.
Mirad mi tormento.
Oigo el crac-crac de los gatillos,
me pego a las alambradas de la cerca,
sangran mis heridas (el sudor ablanda mi piel y facilita la hemorragia),
y caigo sobre las piedras y la hierba.
Los jinetes que me persiguen espolean los caballos,
se acercan,
escucho blasfemias y denuestos….
y los golpes iracundos del látigo caen sobre mis espaldas y mi cráneo.
Cambio de agonías como de vestidos.
No le pregunto al herido cómo se siente,
me convierto en el herido.
Sus llagas se hacen lívidas en mi carne, mientras lo observo, apoyado en mi bastón.
Yo soy el bombero con los huesos del pecho rotos, y hundido entre los escombros de los muros desploma-
dos;
respiro humo y fuego,
oigo los gritos de espanto de mis camaradas,
percibo el golpe lejano de las picas y de las balas……..
Ahora separan las vigas que me aplastan
y unas manos me levantan con cuidado.
Estoy sobre el suelo,
en el aire de la noche, con mi camisa roja;
todos callan para no molestarme.
No me duelo nada….
Me siento agotado….. pero soy casi feliz.
Las caras que me rodean aparecen blancas y bellas,
(todos se han quitado el casco)
y las gentes arrodilladas a mi lado están pálidas, bajo la luz de las antorchas.
Lo lejano y lo distante resucitan.
Están ahí como la esfera del reloj,
mis manos son las manecillas,
yo mismo soy el reloj.
Ahora surjo como el viejo artillero que murió.
Contaré el bombardeo de mi fortaleza.
Estoy allí de nuevo.
De nuevo oigo el redoble de los tambores,
el estampido del cañón y los morteros
y el cañón enemigo que responde.
Lo escucho todo:
el estrépito general,
los gritos,
las blasfemias,
los aplausos al disparo certero……
Lo veo todo:
la ambulancia que pasa lentamente, dejando un reguero de sangre,
los zapadores diligentes, reparando las brechas,
la caída de las granadas por el boquete del tejado,
la explosión en forma de abanico,
piedras,
vigas,
trozos de metralla,
cuerpos descuartizados que pasan silbando por el aire….
De nuevo veo la boca ensangrentada del general moribundo que agita furiosamente la mano y balbucea por
entre los coágulos de sangre: --No os preocupéis de mí……. Defended……. la trinchera.
XXXIV
Ahora os referiré lo que contaban en Texas cuando yo era muchacho.
(No es la caída de Alamo, porque nadie se salvó para contarla.
Los ciento cincuenta hombres aquellos yacen mudos en Alamo.)
Os referiré el asesinato, a sangre fría, de cuatrocientos doce valientes.
Al retirarse, quedaron atrapados en una depresión del terreno.
Se atrincheraron con el bagaje.
Y antes de entregarse le hicieron novecientas bajas al enemigo, nueve veces mayor.
(Fue el precio adelantado de su rendición).
Cuando quedaron sin coronel y sin pertrechos izaron la bandera blanca, accedieron a capitular honrosamen-
te………
Llegó un pliego sellado,
entregaron las armas…..
y marcharon a la zaga del ejército triunfal como prisioneros de guerra.
Eran la gloria de los Guardias Montañeses,
los primeros en domar potros
y en manejar el rifle……
Los primeros en el festín, en la canción y en el amor.
Eran fuertes,
inquietos,
generosos
bellos,
altivos,
enamorados,
de rostro hirsuto y requemado por el sol.
Vestían el traje amplio de los cazadores
y ninguno tenía más de treinta años.
Comenzaba el verano, glorioso,
y un domingo, de madrugada,
los sacaron de la prisión para asesinarlos en pelotones.
Ninguno quiso arrodillarse.
Algunos se rebelaron desesperados y enloquecidos,
y otros permanecieron inmóviles y mudos.
La primera descarga derribó a los alcanzados en las sienes y el corazón.
Luego cayeron los demás.
Se retorcían en el lodo…….
y el nuevo pelotón que llegaba los veía agonizar.
Dos o tres medio muertos intentaron huir arrastrándose.
Los remataron con la bayoneta o aplastándoles el cráneo con la culata del fusil.
Un muchacho de apenas diecisiete años quiso ahogar a su asesino y otros dos se le abalanzaron para sepa-
rarlo…….
Los tres quedaron con las ropas desgarradas y bañados con la sangre del adolescente.
A las once comenzaron a incinerar los cadáveres.
Y ésta es la historia del asesinato, a sangre fría, de aquellos cuatrocientos doce soldados, gloria de los Guar-
dias Montañeses, tal como la contaban en Texas cuando yo era muchacho.
Ahora os describiré una batalla naval de tiempos lejanos.
Os diré quién fue el vencedor bajo la luz impasible de la luna.
No es una fábula.
Mi bisabuelo materno, el marino, me la refirió muchas veces.
Nuestro enemigo no se dormía en su fragata (me decía).
Era un enemigo de coraje.
Ingleses duros y aguerridos como no he visto nunca ni pienso ver jamás.
Al caer la tarde comenzaron a batirnos.
Los abordamos.
Se enredaban las jarcias
y se tocaban casi las bocas de los cañones.
El capitán trincaba firme, con sus propias manos, como cualquier marinero.
Algunos disparos nos barrenaron bajo la línea de flotación.
Dos grandes cañones de nuestra batería de cubierta estallaron al romper el fuego,
y hechos pedazos volaron sobre nuestra cabeza los que estaban al lado.
Luchamos durante el crepúsculo
y luego en la sombra cerrada.
A las diez, surgió llena la luna.
Su luz nos advirtió que las vías de agua crecían y que se inundaba el barco.
El contramaestre libertó a los prisioneros de las bodegas para que se salvasen como pudieran.
Subieron a la cubierta.
Los centinelas daban el alto a los que se acercaban al polvorín
y viendo tantas caras extrañas no sabían de quién fiarse.
Comenzó a arder nuestra fragata y el enemigo nos gritó: ¡Rendíos ya! ¡Arriad la bandera!
Yo reventé de risa cuando nuestro capitancito respondió: ¡No arriamos nada! ¡Ahora comenzamos noso-
tros!
Sólo nos quedaban tres cañones.
El propio capitán disparó uno y le desmochó el palo mayor al enemigo.
Los otros dos, cargados de metralla, derribaron la mosquetería y arrasaron la cubierta.
En las cofas y en las de gavia, sobre todo, reforzaban el ataque de nuestra pequeña batería;
sostuvieron el fuego sin un momento de tregua.
Las bombas de agua eran impotentes ya ante las brechas enormes que nos inundaban
y el incendio avanzaba hacia los polvorines;
un cañonazo reventó una bomba y todos creímos hundirnos.
El capitán no se inmutó,
su voz no se oyó ni más baja ni más alta, pero sus ojos nos alumbraron más las linternas del combate.
Cerca de las doce, y bajo la luz de la luna, se rindió el enemigo.
XXXVI
Avanzaba callada la noche y, sobre el pecho de la sombra, salían enormes y espectrales los dos bultos de
los cascos.
Estábamos acribillados, nos seguíamos hundiendo,
y decidimos transbordar a la fragata conquistada.
El capitán, en el alcázar, daba sus órdenes sereno, con el rostro blanco como una mortaja.
A sus pies yacían inertes el mocito que le asistía en la cabina.
y el viejo marino de las crenchas blancas y largas, con bigotes cuidadosamente rizados.
Las llamas se adueñaban del barco,
lamían ya todos los rincones
y las ásperas voces de algunos oficiales pedían todavía la consigna……
En la arboladura y en los mástiles,
entre los cordajes rotos
y los aparejos oscilantes
se vislumbraban trozos de carne humana y miembros desgarrados….
Junto al suave chocleteo de las olas se oía la voz del cirujano,
el ris-ras del bisturí,
el rechinar de la sierra,
el estertor sibilante del moribundo,
el cloqueo y el borboteo de la sangre,
gritos agudos y salvajes,
largos lamentos…… lo irremediable.
Los cañones descansaban impasibles y mudos
y sobre los efluvios de los juncos y de las flores de la costa cercana, que la brisa traía como una fúnebre co-
rona y como un lamento a los supervivientes, se levantaba el fuerte olor de la pólvora y de la carne cha-
muscada.
Arriba, en el cielo remoto, brillaban algunas estrellas silenciosas y funerarias.
XXXVII
¡Eh, remolones, en guardia! ¡Alerta!
La gente amontonada va a derribar las puertas. ¡Estoy loco!
Encarno todas las tragedias:
la del forajido,
la del poseso,
la del convicto,
la del leproso,
la del mendigo……
Me veo encarcelado
y agobiado por una pena negra sin fin.
Los guardianes de la prisión se echan al hombro los fusiles y me vigilan,
me dejan suelto en la mañana y por la noche me vuelven a la celda.
Ningún rebelde va esposado a la cárcel si yo no marcho a su lado, esposado con él.
(El que va callado, sudoroso y con los labios crispados, soy yo).
Ningún ratero se sienta solo en el banquillo y es acusado por hurto;
yo me siento a su lado y soy juzgado y sentenciado con él.
Junto al enfermo del cólera agonizo yo también.
Mi rostro es de ceniza,
truenan mis nervios
y todos huyen de mi lecho.
Y ese mendigo soy yo. ¡Miradme!
Alargo el sombrero y pido vergonzosamente una limosna.
XXXVIII
¡Basta ya….. basta, basta!
¿Por qué me golpeáis?
Estoy aturdido….. Dejadme,
dejad que me rchaga,
que vuelva de mi sopor,
de mi delirio, de mi agonía…….
Esto es un error.
¡Si pudiese olvidar las burlas y los insultos!
¡Si pudiese olvidar las lágrimas
y los golpes de las clavas y de los mazos!
¡Si pudiera ver con ojos extraños mi propia crucifixión y mi corona de espinas!
Ya recuerdo.
Ahora coordino la escena perdida.
La tumba de roca multiplica lo que se le ha confiado,
todas las tumbas multiplican lo suyo.
Los muertos se levantan,
las heridas se curan,
mis ataduras ceden y caen.
Camino en tropel, rehenchido de poderes supremos,
y vuelvo a la vieja procesión interminable.
Vamos por las planicies y las costas,
cruzando todas las fronteras.
Nuestros decretos siguen veloces su camino por toda la Tierra
y las flores que adornan nuestros sombreros son el esfuerzo de miles de años.
¡Discípulos! ¡Yo os saludo! ¡Adelante!
Preguntad…… seguid preguntando
y anotad…… seguid anotando
XXXIX
¿Quién es ése?
¿Quién es ese salvaje bizarro y amoroso?
¿Está esperando la civilización o la ha superado ya y la domina?
¿Es un hombre del suroeste, criado en las montañas?
¿Es del Canadá?
¿De la región del Mississipí?
¿De Iowa?
¿De Oregón?
¿De California?……..
¿Nació en la meseta,
en el valle,
en el bosque?
¿Es un marino que viene del mar?
Las mujeres y los hombres lo acogen y lo buscan.
Quieren que los ame,
que los toque,
que les hable,
que viva con ellos…..
Se mueve sin ley, igual que los copos de la nieve,
sus palabras son simples como la hierba,
lleva la cabellera sin peinar
y es ingenuo y alegre.
Camina despacio,
sus rasgos son corrientes como sus ademanes
y sus efluvios también.
Pero salen en formas nuevas de las puntas de sus dedos,
irrumpen en el aire con el olor de su cuerpo,
con su aliento…….
y se escapan por las ventanas de sus ojos.
XL
Sol arrogante y fanfarrón…… yo no necesito de tu fuego….. acaba ya de girar.
Sólo iluminas superficies;
yo ilumino superficies y profundidades.
Y tú, Tierra…… ¿qué buscas entre mis manos?
Vieja vanidosa y presumida….. ¿qué quieres de mí?
Hombres y mujeres,
quisiera decir cuánto os amo, pero no puedo;
quisiera decir lo que se esconde en mí
y lo que hay en vosotros, pero no puedo;
quisiera mostraros mi angustia
y el pulso de mi corazón en el día y en la noche.
Mirad, yo no doy conferencias
ni pequeñas limosnas.
Cuando doy, me doy entero yo mismo.
¿Qué haces ahí, impotente, doblado sobre las rodillas?
Abre tus quijadas y deja que te llene de energía,
extiende las manos y descorre tu bolsa.
Yo no vengo a que me nieguen, sino a dominar.
Mi granero está henchido
y todo lo que tengo es para ti.
No sé quién eres ni qué haces,
no te lo pregunto
ni me importa saberlo.
Tú no puedes ser más que lo que yo te doy
ni hacer otra cosa que lo que yo te enseñe.
Me doblo ante el forzado
y ante el que limpia las letrinas,
y pongo en sus mejillas el beso familiar.
Os juro por mi alma que nunca os negaré.
Yo lanzo la semilla de las repúblicas augustas
y a las mujeres sanas y fecundas las siembro de vástagos ágiles y fuertes.
¿Quién me llama?…….. Alguien agoniza
Voy, corro, llego…….
levanto el picaporte, abro la puerta……. entro,
tiro hacia los pies las ropas de la cama
y les digo al médico y al cura: ¡Fuera de aquí!
Cojo entre mis manos al moribundo
y lo levanto con mi voluntad irresistible.
Aquí está mi cuello, no desesperes.
Por Dios te juro que no morirás;
cuélgate de mí,
cuelga todo tu cuerpo de mí.
Yo te infundo mi aliento terrible,
yo te sostengo
y te saco a flote como a un náufrago,
no te ahogarás.
Toda esta habitación la lleno yo de una fuerza poderosa,
de un ejército invencible,
de elementos que me aman,
de genios destructores de sepulcros…..
¡Duerme!
Ellos y yo
te velaremos hasta el alba.
La enfermedad y el miedo no osarán poner un dedo sobre ti.
Te he abrazado y te he hecho mío……..
Cuando mañana despiertes, verás que todo cuanto he dicho es verdad.
XLI
Porque yo soy el que ayuda al enfermo que gime desplomado en el lecho,
y el que a los hombres fuertes y sanos les trae más fuerza y más salud.
(He oído cuanto se ha dicho sobre el universo,
todo cuanto se ha dicho desde hace miles de años,
y no está mal hasta ahora……. pero ¿es eso bastante?
Vengo a darme a todos
y a engrandecer a todos.
A pisarle la oferta al ganguero
y a pujar, desde el principio, más alto que ninguno en la subasta.
He tomado las medidas exactas de Jehová
y aquí en mi portafolio llevo una litografía de Cronos,
y otra de Zeus, su hijo
y otra de Hércules, su nieto;
dibujos bastante buenos
de Isis,
de Osiris,
de Baal,
de Brahma,
de Buda,
de Odín,
del terrible Mexitli,
un grabado de Alá
y una estampa de Crucificado.
Todas estas imágenes las he comprado por lo que valen,
en su justo precio,
sin dejarme engañar,
sin pagar un centavo de más.
Acepto que han vivido todos
y que en su día hicieron su labor
y cumplieron su destino.
(Engendraron mitos para pájaros implumes que ahora tienen que levantarse, volar y cantar por su cuenta.)
Acepto sus divinos esquemas elementales para completarlos y llenarlos yo mismo
y para repartirlos con largueza entre todos los hombres y mujeres que me encuentre.
Pero digo que en un constructor que construye una casa hay tanto como en ellos,
y en el que maneja el mazo y el cincel con los braazos desnudos, también.
No desdeño ninguna revelación especial
y considero que la voluta del humo
y el vello del dorso de mi mano
son tan sorprendentes como cualquier revelación.
Los bomberos manejando las mangas y trepando por las escalas de cuerda enganchadas en el balcón o en el
tejado, no valen menos que los dioses de las guerras antiguas.
(Oigo tronar sus voces entre el fracaso y el derrumbe,
veo sus brazos musculosos pasar milagrosamente sobre las vigas encendidas
y surgir invulnerables sus cabezas por la lengua roja de las llamas.)
La esposa del mecánico, con el hijo al pecho, me parece que da de mamar a todos los niños de la tierra;
esas tres guadañas que silban en fila, segando la cosecha, las mueven tres arcángeles fornidos vestidos de
labriegos;
y aquel caballerizo monstruoso, de colmillos salientes y pelambrera roja, que vende cuanto tiene, su casa y
sus caballos, para pagarle un defensor a su hermano acusado de estafa, y con el cual se sienta en el ban-
quillo,
es un redentor que redime pecados de ayer y de mañana.
En la gran siembra, los granos cayeron en mi campo, pero no cayeron en todos los campos de la Tierra.
El escarabajo y el buey no han sido adorados aún como se merecen;
y el lodo y el estiércol son más admirables de lo que se pensaba.
Lo sobrenatural no existe.
Llegará un día en que yo haga prodigios.
Ahora mismo, soy yo un creador.
Miradme aquí, erguido, en la entraña profunda de la sombra.
XLII
Grito en medio de la muchedumbre,
y grito con la voz rotunda, arrolladora y terminante.
Oíd, hijos míos,
hombres, mujeres, adolescentes,
familiares y amigos…… oíd:
La canción va a llegar a su clímax,
ha pasado el preludio de las flautas
y de los acordes sencillos tocados con ágiles dedos…..
Siento ya el retumbo precipitado del final,
gira mi cabeza,
la música trepida (no es música de órgano),
y hay gentes a mi alrededor que no son mis parientes.
Oíd todos:
Simpre la tierra dura,
siempre los que comen y los que beben,
siempre el sol que asciende y el sol que declina,
siempre el aire
y las mareas incesantes,
siempre yo y mi vecino amables, perversos….. humanos,
siempre la vieja pregunta inexplicable,
siempre la espina en el dedo
y siempre los gritos de la congoja y del hambre.
Siempre el azuzante ¡hala, hala! hasta que descubrimos el taimado que se esconde y le hacemos salir,
siempre el amor
y siempre el líquido sollozante de la vida……
siempre el pañuelo sujetando la mandíbula del difunto
y siempre el túmulo de la muerte.
Por todas partes, ojos que buscan monedas en el suelo,
cerebros que se estrujan para alimentar la voracidad del vientre;
por todas partes, revendedores, hombres que toman boletos, que los compran y que los venden, y que ni una
sola vez van a la fiesta;
por todas partes gentes que sudan,
gentes que aran,
gentes que trillan;
por todas partes la burla de una paga ruin…..
y los ricos perezosos que reclaman el tgrigo sin cesar.
Esta es la ciudad.
Y yo soy un ciudadano de la ciudad.
Y lo que interesa a los ciudadanos de la ciudad me interesa a mí:
la política,
la guerra,
el periódico,
el mercado,
las escuelas,
el alcalde y los consejos,
los bancos,
las tarifas,
las fábricas,
los vapores,
los bienes raíces
y los bienes mostrencos.
Ya sé quiénes son ésos:
Esos pequeños maniquíes que se mueven a mi alrededor vestidos de cuello y de levita, ya sé quiénes son.
No son pulgas ni gusanos.
Son réplicas mías.
El más débil y el más superficial es tan inmortal como yo.
Lo que yo hago y lo que yo digo es cosa suya también,
porque el mismo pensamiento que forcejea en mí forcejea en ellos.
Conozco muy bien mi propio egotismo,
conozco mis inclinaciones omnívoras
--no puedo escribir ni un verso menos—
y te buscaré a ti, quienquiera que sea,
que vas en la misma corriente que yo.
Esta canción no es rutinaria.
Está hecha para preguntar ásperamente,
para saltar hacia delante
y traerlo todo más cerca:
aquí está el libro impreso y encuadernado….. pero ¿dónde están el impresor y el aprendiz?
Aquí hay unas fotografías muy bien tomadas….. pero ¿y tu mujer y tu amigo están apretados y seguros en
tus brazos?
Aquí está el barco gris, con clavos enormes de hierro, y los cañones poderosos en las torrecillas blindadas...
pero ¿y el arrojo del capitán y de los maquinistas?
Aquí está la casa con el ajuar, la comida y el mobiliario….. pero
¿y el dueño y los invitados? ¿Dónde está la luz de sus miradas?
El cielo está allá arriba……. pero ¿está aquí, en la casa que sigue y en la casa de enfrente?
Los santos y los sabios están en la historia……. pero ¿y tú?
¿Dónde estás tú?
Sermones, credos, teologías….. pero ¿y el cerebro insondable del hombre?
Y ¿qué es la razón?
¿Qué es el amor?
¿Qué es la vida?
XLIII
Yo no os desprecio, sacerdotes de todos los tiempos y de todas las castas.
Mi fe es la más grande y la más insignificante de todas las fes,
abarca el culto antiguo y el moderno
y todos los cultos comprendidos entre lo antiguo y lo moderno.
Creo que volveré a la tierra dentro de cinco mil años.
He oído la respuesta de los oráculos,
he honrado a los dioses
y he saludado al sol;
he tallado un fetiche en la primera roca del mundo
y en el tronco más antiguo de los bosques;
he hecho conjuros con varitas en el círculo de Obis,
he ayudado al lama y al brahmín a despabilar las lámparas de los templos,
he danzado por las calles detrás de una procesión fálica.
y he vivido exaltado y ascético en el bosque de los gimnosofistas;
he bebido hidromiel en el cuenco de una calavera;
me he arrodillado con los shastas y con los vedas y he obedecido el Korán;
he caminado por las teocalis manchados con la sangre de los cuchillos y de las piedras sagradas de los sa-
crificios
y he batido los tambores de piel de serpiente;
he acatado el Evangelio,
he adorado a Aquel que fue crucificado
y he reconocido su divinidad;
me he arrodillado en la misa católica,
he levantado mis plegarias con los puritanos
y he oído todos los sermones del mundo sentado pacientemente en un banco;
he delirado y babeado en un ataque de locura y he esperado como muerto hasta que mi espíritu me ha des-
pertado de nuevo;
he preguntado a los caminos y a los campos y más allá de los caminos y los campos
y he pertenecido a los que giran en el círculo de los círculos…..
He oficiado con todos estos grupos centrífugos y centrípetos y ahora me vuelvo y hablo como el hombre
que se despoja de estorbos al comenzar un viaje.
Os conozco a todos:
a los abatidos,
a los repudiados,
a los devorados por la duda,
a los sombríos,
a los melancólicos,
a los duros de corazón,
a los coléricos,
a los fanáticos,
a los ateos…..
Os conozco a todos,
conozco los mares en borrasca
de la angustia,
de la duda,
de la desesperación,
de la incredulidad……
¡Cómo chapotean las aletas heridas!
¡Cómo se retuercen rápidas como el rayo
en espasmos y chorros de sangre!
Serenaos, sangrientas aletas de los incrédulos y de los pobres de espíritu.
Yo estoy con vosotros también,
también yo llevo clavado mi arpón.
El pasado nos empuja a todos,
a ti, a mí…… a todos, de la misma manera.
Y lo que aún nos espera sin probar detrás de la puerta, es para ti, para mí…… para todos también.
Para todos sin excepción.
Yo no sé lo que aún no hemos sufrido y lo que aún nos aguarda más allá,
pero sé que llegará de una manera inexorable.
Nos tendrá en cuenta a todos:
a los que pasan corriendo
a los que se quedan sentados.
No se olvidará de ninguno.
Ni del joven que murió y yace ahora enterrado
ni de la doncella que murió también y fue enterrada con él;
ni del niño que se asomó un instante a la puerta, se fue luego y no lo vimos más,
ni del viejo que vivió sin objeto, amargado como la hiel;
ni del tuberculoso de la buhardilla que acabó devorado por el ron y la turbulencia,
ni de los ajusticiados,
ni de los ahogados en el mar,
ni del degenerado monstruoso a quien llamaron el estiércol de la sociedad,
ni del saco que flota con la boca abierta pidiendo que lo llenen de comida…….
de ninguna cosa de la Tierra,
de ninguna cosa que haya quedado en la tumba más antigua de la Tierra, se olvidará;
ni de las miríadas de astros
ni de las miríadas de seres que los habitan,
ni del presente,
ni de la brizna más insignificante que se conozca.
Ya es tiempo de que me explique.
Levantémonos,
arriba,
de pie todos………
Desnudo y desgarro todo lo conocido
y a todos los hombres y mujeres los empujo conmigo hacia lo desconocido.
El reloj marca los minutos……
pero ¿y la eternidad?
¿Qué marca la eternidad?
Hemos gastado ya trillones de inviernos y de veranos
y delante de nosotros hay otros trillones
y otros más adelante de aquéllos.
Los nacimientos nos han traído riqueza y variedad
y nuevos nacimientos traerán más riqueza y variedad.
Yo no digo que éste es más grande
y que aquél es más pequeño.
El que llena su período
y ocupa su lugar
es tan grande como cualquiera.
¿Han sido los hombres envidiosos y criminales contigo?
Pues lo siento mucho,
conmigo han sido siempre bondadosos.
Y yo no soy un registrador de lamentos.
(¿Qué tengo que ver con los lamentos?
Yo soy una infinidad de cosas ya cumplidas
y una inmensidad de cosas por cumplir.
Con mis pies huello los picos de las estrellas,
cada paso mío es una ristra de edades
y entre cada paso voy dejando manojos de milenios……
Todo cuanto hay debajo de mí lo han andado mis pies
y aún asciendo….. y asciendo…..
En cada zancada hacia la luz, detrás de mí se inclinan los fantasmas.
Allá lejos veo la inmensidad de la nada primera……
Allí estuve yo,
allí estuve yo esperando desde siempre y sin que nadie me viera,
dormido en la niebla letárgica,
aguardando paciente mi turno sin que me asfixiase la fetidez del carbón.
Allí estuve yo acurrucado,
apelotonado siglos y siglos……
Inmensa ha sido la preparación de mi ser
y fieles y amigos fueron los brazos que me ayudaron.
Ciclos y ciclos transportaron mi cuna remando sin cesar como barqueros alegres,
las estrellas me apartaron un sitio en sus órbitas mismas
y enviaron su luz par cuidar de lo que había de sustentarme.
Antes de que mi madre me pariese,
generaciones me condujeron.
Mi embrión nunca ha estado dormido ni enterrado.
Por él la nebulosa se cuajó en una estrella,
y par que en ellos descansase
se apiñaron los enormes y lentos estratos geológicos.
Arboles inmensos le dieron su sustento
y saurios monstruosos lo transportaron en sus fauces y lo depositaron con cuidado.
Todas las fuerzas del universo
han trabajado sin descanso y obedientes para completarme y deleitarme…..
Y ahora estoy aquí, ¡miradme!
en este sitio,
con mi alma robusta y vigorosa.
XLV
¡Oh juventud elástica y activa!
¡Oh, virilidad equilibrada, florecida y plenaria!
Cuanto amo me persigue,
mis amigos me sofocan,
se amontonan sobre mis labios,
se aplelotonan en los poros de mi piel,
me estrujan en las calles,
en los vestíbulos,
me visitan desnudos por la noche……
¡Hola! Me gritan por el día desde las rocas de los ríos;
se ciernen y pían sobre mi cabeza,
me llaman por mi nombre desde los huertos,
desde las viñas,
desde la maraña de los arbustos;
encienden todos los momentos de mi vida,
acarician mi cuerpo con dedos y labios balsámicos,
se sacan en silencio el corazón a puñados para ofrecérmelo generosos……..
¡Y tú, senectud que llegas magnífica!
¡Bienvenida seas, gracia inefable de los días agonizantes!
Las edades proclaman lo que son y lo que crece después y fuera de ellas,
y el silencio de la muerte proclama tanto como ellas.
Abro mi escotillón en la noche y veo constelaciones sembradas en el infinito.
Y todo cuanto veo se multiplica y se pierde más allá,
se liga con sistemas invisibles,
se extiende y se expande más allá…..
siempre más allá y más allá……
Mi sol tiene su sol y alrededor de él gira sin descanso;
va con sus camaradas de un sistema superior
y otros mayores siguen
y otros mayores y mayores……..
Todo gira, nada se para ni puede pararse.
Si yo, tú, todos los mundos, todo cuanto existe debajo y fuera de esos mundos, se tornase de pronto en una
pálida neblina, nada importaría en el tiempo……
Seguramente volveríamos a estar donde ahora,
seguiríamos caminando adonde vamos
y después……. más allá y más allá.
Más allá de mis ojos está el espacio sin límites
y más allá de mis números está el tiempo sin ritmo: Dios.
Con el tengo hecha una cita que se cumplirá.
Dios está allí esperando….. esperándome hasta que llegue perfectamente vestido.
El Gran Camarada,
El Amante verdadero que yo busco
esta allí…… ¡esperándome!
XLVI
Lo mejor del tiempo y del espacio es mío,
del tiempo y del espacio que nunca se han medido,
del tiempo y del espacio que nadie medirá.
Marcho por un camino perpetuo. (Escuchadme todos).
Mis señas son un capote de lluvia,
zapatos recios y un báculo que he cortado en el bosque.
Ningún amigo mío se sentará en mi silla.
Yo no tengo silla, ni iglesia, ni filosofía;
yo no conduzco a los hombres
ni al casino
ni a la biblioteca
ni a la Bolsa……
Los llevo hacia aquellas cumbres altas.
Mi mano izquierda te tomará por la cintura,
con la derecha te mostraré paisajes del continente y del camino abierto.
Nadie, ni yo, ni nadie, puede andar este camino por ti,
tú mismo has de recorrerlo.
No está lejos, está a tu alcance.
Tal vez estás en él sin saberlo, desde que naciste,
acaso lo encuentres de improviso en la tierra o en el mar.
Echate el hato al hombro,
yo cargaré con el mío…… Vámonos.
Ciudades magníficas y naciones libres hallaremos en nuestra ruta.
Si te cansas, dame tu carga y apóyate en mi hombro.
Más tarde harás tú lo mismo por mí……
Porque una vez que partamos, ya no podremos detenernos.
Hoy, antes del alba, subí a la colina, miré los cielos apretados de luminarias
y le dije a mi espíritu: Cuando conozcamos todos estos mundos y el placer y la sabiduría de todas las cosas
que contienen, ¿estaremos ya tranquilos y satisfechos?
Y mi espíritu dijo:
No, ganaremos esas alturas sólo para continuar adelante.
Tú también me haces preguntas y yo te escucho.
Y te digo que no tengo respuesta,
que la respuesta has de encontrarla tú solo.
Siéntate un momento, hijo mío.
Aquí tienes pan, como,
y leche, bebe.
Pero después que hayas dormido y renovado tus vestidos, te besaré, te diré adiós y te abriré la puerta para
que salgas de nuevo.
Largo tiempo has soñado sueños despreciables.
Ven, que te limpie los ojos…..
y acostúmbrate ya al resplandor de la luz.
Largo tiempo has chapoteado a la orilla, agarrado a un madero.
Ahora tienes que ser un nadador intrépido.
Aventúrate en alta mar, flota,
mírame confiado
y arremete contra la ola.
XLVII
Yo soy el maestro de los atletas.
Aquel de los míos que resuelle más fuerte que yo es una prueba de mi resuello.
Y honra a mi estilo, el que con mi estilo aprende a vencer al maestro.
El muchacho ideal para mí,
aquel a quien yo amo,
llegará a ser un hombre no por poderes adyacentes, sino por su propio derecho.
Será rebelde,
inconforme
y atrevido.
Amará a su novia
y comerá alegremente su ración.
El amor no recompensado y el desprecio le herirán más que el acero afilado.
Será el primero en la pelea,
en montar a caballo,
en tirar al blanco,
en dirigir un esquife,
en tocar el banjo
y en inventar una canción.
Preferirá los rostros hirsutos, llenos de cicatrices y tostados por el sol.
Enseño a huir de mí.
Pero ¿quién puede huir de mí?
A ti, quienquiera que sea, te perseguiré desde ahora,
y mis palabras te zumbarán en los oídos sin descanso, hasta que las entiendas.
No digo estas cosas por un dólar,
ni para matar el tiempo hasta que llegue el barco.
Digo tu discurso y hablo con tu lengua que, amarrada en tu boca, comienza en la mía a desatarse.
Y digo que nunca hablaré de la muerte y del amor en un sitio cerrado,
y que sólo me entregaré a aquel o a aquella que vivan conmigo al aire libre.
Si quieres entenderme, ven a las sierras y a las playas abiertas.
La mosca que se posa en tu frente es ya una explicación;
y una gota de auga
y el movimiento de las olas…… una clave.
La mandarria,
el remo
y el serrucho
secundan mis palabras.
Me explico mejor con los niños y los vagabundos
que en las aulas y en las escuelas cerradas.
Aquel mecánico joven está cerca de mi corazón y me conoce bien.
El leñador que lleva consigo el hacha y el cantarillo me lleva también todo el día con él,
el gañán que era la tierra se alegra con el sonido de mi voz
y mis palabras navegan con los que navegan:
con los pescadores
y con los marineros.
Mío es el soldado acampado
y el que suda y jadea en las marchas forzadas.
En la noche que precede a la batalla,
en esa noche solemne que puede ser la última,
los que me conocen me llaman
y mis palabras no los abandonan.
Mis labios rozan el rostro del cazador que descansa solo sobre la manta,
el cochero piensa en mí sin cuidarse de las sacudidas del coche,
las madres viejas y las madres jóvenes me comprenden,
y la esposa y la doncella detienen su aguja un momento y olvidan dónde están…..
Todos me recuerdan y repiten cuanto yo les he dicho.
XLVIII
Y yo he dicho que el alma no vale más que el cuerpo,
y que el cuerpo no vale más que el alma,
y que nada, ni Dios, es más grande para uno que uno mismo.
Y aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral.
Tú y yo, sin un céntimo, podemos comprar el pico más alto de la sierra;
y el fulgor de una pupila
y un guisante en su vaina
humillan toda la sabiduría del mundo.
No hay otro oficio ni empleo que aquel que enseña al mozo a ser un héroe.
Y por blando que sea un objeto, puede ser un día el eje en que descanse la rueda del universo.
Y digo a todos los hombres y mujeres: Serenad vuestro espíritu frente a los universos infinitos.
Y digo también: No os preocupéis de Dios.
A mí, que todo me preocupa, no me preocupa dios.
No me preocupan ni Dios ni la muerte.
Yo oigo y veo a Dios en todas las cosas, pero no lo comprendo,
como no comprendo que haya nada en el mundo más admirable que yo.
¿Por qué voy a empeñarme en que Dios sea otra cosa mejor que este día?
En cada hora hay algo de dios
y en cada minuto también.
En el rostro de las mujeres
y en el rostro de los hombres está Dios,
y en mi propio rostro lo veo también cuando me miro al espejo.
Encuentro cartas de dios en la calle,
cartas firmadas con su nombre
y no las recojo porque sé que en cualquier sitio encontraré otras semejantes.
Miles y miles me saldrán al paso, puntuales, por dondequiera que camine.
XLIX
Y en cuanto a ti, Muerte,
y a tu amargo abrazo destructor…….
es inútil que pretendas asustarme.
A tu lado trabaja sin cesar, y más libero, el comadrón.
Veo su mano experta y diligente
apretando,
recibiendo,
sosteniendo…..
Yo estoy reclinado en el umbral flexible de ambas puertas y marco la entrada y la salida de la vida.
Y ¿qué es un cadáver, después de todo?
Estiércol,
buen estiércol para fecundar las tierras.
Y no me repugna,
no me repugna porque puedo oler las rosas blancas que crecen y embalsaman,
porque puedo tocar los labios de los pétalos
y los senos pulidos del melón.
Y en cuanto a la Vida…….
¿No es la vida el desperdicio de muertes infinitas?
(Yo mismo he muerto ya mil veces).
¿Qué decís vosotros? ¿Qué decís,
soles profundos,
estrellas de la noche,
hierba de las tumbas? --¡Oh cambios perpetuos y evoluciones incesantes!
Si vosotros no decís nada ¿qué he de decir yo?
Destellos del día y del crepúsculo,
destello de las turbias charcas que duermen en los bosques otoñales,
y de la luna que desciende y se hunde en la penumbra sollozante,
caed sobre los negros troncos que se pudren en el fango
y sobre las ramas secas que danzan gemebundas.
Asciendo desde la noche
y me encumbro desde la luna.
Sé que su resplandor lívido y vacilante no es más que el reflejo de los rayos del sol
Y que yo, viniendo de lo grande o de lo pequeño, desemboco en el centro firme del universo.
L
Todo esto está en mí.
No sé lo que es, pero sé que está en mí.
Angustiado me he retorcido por sacar de mi corazón todo cuanto poseía…….
Ahora mi cuerpo está tranquilo y quiero dormir……. dormir…… dormir.
No sé qué es esto.
Es algo que no se ha dicho nunca…..
Algo sin nombre que aún no está en el lenguaje ni en el símbolo.
Es algo que gira más que la Tierra en que yo giro
y me anuncia que la creación es el abrazo del amante que nos despierta.
Tal vez pudiera decir más.
Acaso este poema no es sino un expediente en que he abogado por todos…..
en el que he dicho, por ti y por mí,
que la muerte no existe,
que el mundo no es un caos…..
que es forma,
unidad…..
plan…… Vida Eterna…….. ¡Alegría!
LI
El pasado y el presente se marchitan.
Y los he llenado y los he vaciado a los dos
y prosigo llenando lo que me espera en el futuro.
Y ahora vosotros, los que me habéis escuchado,
levantaos. ¿Qué tenéis que decirme?
Miradme a la cara, mientras respiro por última vez bajo las sombras de la tarde.
(Hablad sinceramente, nadie os escucha y sólo dispongo de un minuto.)
¿Qué tenéis que decirme?
¿Qué me contradigo?
Sí, me contradigo. Y ¿qué?
(Yo soy inmenso……
y contengo multitudes.)
Me dirijo a los que están cerca
y espero en el umbral de la puerta.
¿Quién ha terminado su trabajo?
¿Quién ha concluido de cenar?
¿Quién me acompaña?
¿Quién viene conmigo?
O ¿vais a hablar cuando ya me hay ido y sea demasiado tarde?
LII
El gavilán manchado desciendo sobre mí para acusarme de gárrulo y vagabundo.
Yo también soy indomable e intraducible,
y sobre los tejados del mundo, suelto mi graznido salvaje.
Los últimos celajes del día se detienen para esperarme,
lanzan mi figura corporal, con las demás imágenes, hacia el mundo callado de las sombras
y me hunden suavemente en el vapor y en el crepúsculo.
Huyo como el aire.
Sacudo mi guedejas blancas con el sol fugitivo,
vierto mi carne en los remolinos
y la dejo marchar a la deriva entre la espuma de las ondas.
Me doy al barro para crecer en la hierba que amo.
Si me necesitas aún, búscame bajo las suelas de tus zapatos.
Apenas sabrás quién soy
ni qué significo.
Soy la salud de tu cuerpo
y me filtro en tu sangre y la restauro.
Si no me encuentras en seguida,
no te desanimes;
si no estoy en aquel sitio,
búscame en otro.
Te espero……..,
en algún sitio estoy esperándote.
F I N

H O J A S D E H I E R B A
W A L T W H I T M A N
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3
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W A L T W H I T M A N
4
PALABRAS DEFINIDORAS DE JOSE MARTÍ
Pero ¿qué dará idea de su vasto y ardentísimo amor?
Con el fuego de Safo ama este hombre al mundo. A él le parece
el mundo un lecho gigantesco. El lecho es para él un
altar. “Yo haré ilustres, dice, las palabras y las ideas que los
hombres han prostituido con su sigilo y su falsa vergüenza;
yo canto y consagro lo que consagraba el Egipto”. Una de las
fuentes de su origirialidad es la fuerza hercúlea con que a las
ideas como si fuera a violarlas, cuando sólo va a darle un beso,
con la pasión de un santo. Otra fuente es la forma material,
brutal, corpórea, con que expresa sus más delicadas
idealidades. Ese lenguaje ha parecido lascivo a los que son
incapaces de entender su grandeza: imbéciles ha habido que
cuando celebra en Calamus, con las imágenes más ardientes
de la lengua humana, el amor de los amigos, creyeron ver,
con remilgos de colegial impúdico, el retorno a aquellas viles
ansias de Virgilio por Cebetes y de Horacio por Gyges y Lycisco.
Y cuando canta en Los Hijos de Adán el pecado divino;
en cuadros ante los cuales palidecen los más calurosos del
Cantar de los Cantares, tiembla, se encoge, se vierte y dilata,
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5
enloquece de orgullo y virilidad satisfecha, recuerda al dios
del Amazonas, que cruzaba sobre los bosques y los ríos esparciendo
por la tierra las semillas de la vida: “¡Mi deber es
crear!”. “Yo canto al cuerpo eléctrico”. Dice en Los Hijos de
Adán; y es preciso haber leído en hebreo las genealogías patriarcales
del Génesis; es preciso haber seguido por las selvas
no holladas “las comitivas desnudas y carnívoras de los primeros
hombres, para hallar semejanza apropiada a la enumeración
de satánica fuerza en que describe como un héroe
hambriento que se relame los labios sanguinosos, las pertenencias
del cuerpo femenino”. ¿Y decís que este hombre es
brutal? Oíd esta composición, que, como muchas suyas, no
tiene más que dos versos: “Mujeres hermosas”. “Las mujeres
se sientan o se mueven de un lado para otro, jóvenes algunas,
algunas viejas; las jóvenes son hermosas, pero las viejas son
más hermosas que las jóvenes.” Y esta otra: “Madre y niño”,
“Ve el niño que duerme, anidado en el regazo de su madre.
La madre que duerme, y el niño; ¡silencio! Los estudió largamente,
largamente”. Él prevé que, así como ya se juntan en
grado extremo la virilidad y la ternura en los hombres de genio
superior, en la paz deleitosa en que descansará la vida
han de juntarse, con solemnidad y júbilo dignos del Universo,
las dos energías que han necesitado dividirse para continuar
la faena de la creación.
Si entra en la yerba, dice que la yerba le acaricia, que “ya
siente mover sus coyunturas”; y el más inquieto novicio río
tendría palabras tan fogosas para describir la alegría de su
cuerpo, que él mira como parte de su alma, al sentirse abraW
A L T W H I T M A N
6
zado por el mar. Todo lo que vive le ama: la tierra, la noche,
el mar le aman; “¡Penétrame, oh mar, de humedad amorosa!”.
Paladea el aire. Se ofrece a la atmósfera, como un novio trémulo.
Quiere puertas sin cerraduras y cuerpos en su belleza
natural; cree que santifica cuanto toca o le toca, y halla virtud
a todo lo corpóreo; él es Walt Whitman, un Cosmos, el hijo
de Manhattan, turbulento, sensual, carnoso, que come, bebe
y engendra, ni más ni menos que todos los demás. Pinta a la
verdad como una amante frenética, que invade su cuerpo y,
ansiosa de poseerlo, lo liberta de sus ropas. Pero cuando en
la clara media noche, libre el alma de ocupaciones y de libros,
emerge entera, silenciosa y contemplativa del día noblemente
empleado, medita en los temas que más le complacen: en la
noche, el sueño y la muerte; en el canto de lo universal, para
beneficio del hombre común: en que “es muy dulce morir
avanzando” y caer al pie del árbol primitivo, mordido por la
última serpiente del bosque, con el hacha en las manos.
H O J A S D E H I E R B A
7
When you read these I that was visible am become invisible,
Now it is you, compact, visible, realizing my poems, seeking
me,
Fancying how happy you were if I could be with you and
become your comrade...
(FULL OF LIFE NOW)
Cuando leas esto, yo que ahora soy visible, me habré vuelto
invisible.
Entonces tú serás compacto, visible, y realizarás mis poemas,
volviéndote hacia mí,
Imaginando cuán dichoso sería yo si pudiese estar contigo y
ser tu camarada...
(Lleno de vida, ahora. CÁLAMO)
W A L T W H I T M A N
8
HOJAS DE HIERBA
(Leaves of Grass)
A partir de 1850 W. W. se retiró a Candem dedicándose absolutamente
a preparar Hojas de Hierba. “Es la obra en la que da una
imagen fiel de él mismo- dice Pierre Messiaen-, es el mensaje que dirige a
su país y a su tiempo, que en manera alguna lo comprendieron entonces,
es la lección que transmite a la posteridad y que ésta mejor comprenderá.
Se ha querido ver en ella la estructuración de una ciudad, de una catedral.
Lo más prudente es atenerse al libro mismo, a la edición establecida
por el poeta un año antes de su muerte y reproducida luego por
Emory Holloway.” Este libro singular y sensacional, “el más extraordinarío
publicado en lengua inglesa desde los místicos poemas de Blake”,
según el biógrafo Henry Seidel Camby, apareció sin nombre de autor, si
bien W. W. se daba a conocer como tal en el extenso prólogo. Tampoco
llevaba pie de imprenta, y salió a la venta el 4 de julio de 1855, en la
librería Swayne, de Brooklyn. Con respecto al título, José Gabriel, que
en los países de habla castellana es el que con más ardor, comprensión y
belleza ha estudiado al gran poeta norteño en su libro Walt Whitman,
la voz democrática de América, (El Ceibo, Montevideo, 1944) da la
explicación siguiente que, por erudita, transcribimos: “El título inglés es
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9
Leaves of Grass, literalmente Hojas de Hierba. Pero nosotros no hablamos
nunca de las hojas de la hierba (o la yerba), sino a lo sumo, teniendo
que acentuar un pormenor, de la hojita o las hojitas de la hierba,
y en conjunto, de la hierba o del pasto o del césped o de la gramilla, aunque
todo no sea lo mismo. Briznas parecería lo adecuado; pero “brizna”
en inglés es spear (spear grass, hierba de los prados); además, las briznas
son para nosotros las de la hierba (o yerba) o la paja cortadas, y Whitman
considera a las suyas en la planta viva. Estaría uno tentado de
decir Gramilla, sin más, o Hierba, a secas. Pero también Whitman
pudo decir Grass; menciona adrede las hojas, individualizando cada
uno de sus cantos en el tendal que forma el conjunto, y hasta parece complacerse
en el equívoco entre las hojas de la hierba y las del libro: “Read
these leaves to myself in the open air...” (“Estas hojas me las he leído a
mí mismo al aire libre...”). Ni ingleses ni norteamericanos ni anglicistas
han sabido resolverme el problema. Bazalgette traduce al francés por
Feuilles, y por hojas lo hacen la mayoría de los que han traducido al
español. En Hojas lo dejo interinamente, a la espera de mejor versión.
Las dificultades para traducir a Whitman, comienzan con el título del
libro...” Diez años después que Edgar Poe, en su conferencia sobre el
Principio de la poesía, proclamó que en la época moderna no eran posibles
los largos poemas, ya fueran épicos, didácticos o simplemente autobiográficos.
W. W. entregó estas Hojas de hierba, obra de unidad
completada en el transcurso de muchos años y que involucra pura y exclusivamente
la existencla interior y exterior, pasada, presente y futura
de ese que, efectivamente, tenía la inconmensurabilidad del Cosmos.
Porque W. W. escribiendo y acrecentando su obra única, vivió y perfiló
con miras al futuro, también, su existencia personal, el poema de su vida
intensamente vivida, gozada, saboreada, difundida y entregada como no
W A L T W H I T M A N
10
lo fue la de ningún otro hombre. Agregaremos que, acrecentada y perfeccionada
de continuo, esa obra estuvo subordinada a la finalidad, diríamos,
social y humana perseguida por el autor; y es casi seguro que ella no
hubiera alcanzado tal magnitud, belleza y trascendencia, si la mente que
le dio forma a lo largo de muchos lustros, no hubiera estado de continuo
preocupada, obsesionada y entregada a tanta esperanza y optimismo, a
tal altruismo y a tal amor por todo lo creado, por el universo entero, en
fin. Digamos, juntamente con Van Doren- el compilador de la impecable
edición de la Viking Press, que mucho nos ha servido para esta argentina-
que W. W. escribió como persona alguna lo había hecho jamás
hasta el momento de publicar sus Hojas de hierba.
H O J A S D E H I E R B A
11
DEDICATORIAS
CUANDO HUBE LEIDO EL LIBRO
(When I read the book)
Cuando hube leído el libro, la biografía famosa,
Me dije: “¿Es esto lo que el autor llama la vida de un
hombre?
¿Y escribiría alguno así mi vida cuando yo haya muerto?
Como si, en realidad, alguno supiera algo de mi vida.
Pues yo mismo, a menudo pienso, que muy poco es lo que
sé de mi propia vida.
Sólo algunos indicios, unos pocos rastros acá y allá.
Los que aprovecho para mi uso y registro aquí.
PARA TI
(To you)
Desconocido, si al pasar, quieres hablarme, ¿por qué no
has de hacerlo?
W A L T W H I T M A N
12
Y, ¿por qué no te hablaría yo?
YO CANTO PARA MÍ MISMO
(One’s-self I sing)
Yo canto para mí, una simple y aislada persona,
Sin embargo pronuncio la palabra democracia, la palabra
Masa.
Canto al organismo humano de pies a cabeza,
No son la fisonomía sola ni solo el cerebro los motivos
únicos de mi Musa,
Yo digo que la Forma completa es la digna,
Y canto a la mujer lo mismo que canto al Macho.
La Vida inmensa en pasión, pulso, poder,
La vida feliz, formada en la más libre acción,
bajo el imperio de las leyes divinas
Canto al hombre Moderno.
TÚ, LECTOR
(Thou reader)
Tú, lector, tú te estremeces de vida y orgullo lo mismo
que yo;
En consecuencia, para ti son los cantos que siguen.
H O J A S D E H I E R B A
13
AL COMENZAR MIS ESTUDIOS
(Beginning my Estudies)
Al comenzar mis estudios, el primer paso me agradó mucho,
El mero hecho consciente, las formas, el poder moverme,
El menor insecto o animal, los sentidos, la vista, el amor,
El primer paso me dominó y tanto me agradó
Que me costó proseguir y si me detuve fue
Porque quise detenerme allí, holgazaneando para cantar
eso en mis extasiados cantos.
NO ME CIERREN SUS PUERTAS
(Shut not your doors)
No me cierren sus puertas, orgullosas bibliotecas,
Porque todo cuanto está ausente de sus colmados anaqueles
y es, por lo tanto, lo más necesario, lo traigo yo;
Hice de la guerra un libro.
Las palabras de mi libro no interesan. La finalidad que se
propone constituye el todo
Es un libro diferente, desvinculado de los otros, no concebido
por intelecto alguno,
Pero ha de remover las energías latentes que duermen en
las páginas de todos los otros.
W A L T W H I T M A N
14
POETAS FUTUROS
(Poets to come)
¡Poetas del futuro! ¡Oradores, cantantes, músicos futuros!
No es el presente el que me justifica ni el que asegura que
yo esté un día con vosotros,
Son ustedes, la raza nueva y autóctona, atlética, continental,
la mayor de cuantas son conocidas;
¡Arriba! Porque ustedes me justificarán.
Yo no hago más que escribir una o dos palabras para el
futuro,
Sólo me adelanto un instante, para retornar luego a las
sombras.
Soy un hombre que, vagabundo, siempre sin hacer alto,
echo sobre ustedes una mirada al azar, y sigo,
Dejándoles la encomienda de probarla y definirla,
Aguardando de vosotros la realizacíón de la magna obra.
IMÁGENES
(Eidólons)
Tropecé con un vidente,
Que menospreciaba los matices y las cosas de este mundo,
Los dominios del arte y del saber, placeres, sentidos,
Para buscar sólo imágenes.
H O J A S D E H I E R B A
15
No influyas en tus canciones, me dijo,
Ni la hora ni el día enigmáticos, ni fragmentos, ni partes
superpuestas;
Pon, primero, como una luz para los que siguen,
Como un canto de introducción para todos,
La canción de las imágenes.
A LAS NACIONES EXTRANJERAS
(To foreign lands)
Yo sé que buscan ustedes la explicación de este enigma
del Nuevo Mundo,
Y que definen a América, su atlética Democracia;
Pues bien; yo les envío mis poemas para que ellos vean lo
que quieren aprender.
A LOS ESTADOS
(To the states)
Consentida sin discusión la obediencia, se ha caído en el
servilismo absoluto:
Una vez sometida, totalmente, no hay nación alguna, ningún
Estado o ciudad de la tierra que encuentre en lo sucesivo
su libertad.
W A L T W H I T M A N
16
EL HIMNO QUE TODAVÍA CANTO
(Still though the one I sing)
El himno que canto todavía,
(Hecho todo él de contradicciones) yo lo dedico a la
nacionalidad,
Yo abandono en él la rebeldía, (¡Oh latente derecho a la
insurrección! ¡Oh, reina, indispensable fuego!)
EUROPA
El 72º y 73º años de estos Estados
1
De pronto, fuera de estos viejos y amodorrados cubiles,
guarida de esclavos,
Semejante a un relámpago, ha surgido casi de ella misma
espantada,
Hollando cenizas y harapos- y sus manos han apretado
gargantas de reyes.
¡Oh, esperanza y fe!,
¡Oh, dolorido final de las vidas de los patriotas exilados!
¡Oh, los infinitos corazones asqueados!
Volved hacia este día, y consideradlo vosotros mismos.
¡Y, vosotros, los pagados para corromper al pueblo!
Vosotros, mentirosos, ¡tenedlo en cuenta!
H O J A S D E H I E R B A
17
No por innúmeras agonías, asesinatos, concupiscencias,
Por robos cortesanos perpetrados en las formas más ruines,
el misérrimo salario del pobre que en su simplicidad se
deja explotar.
Por las muchas promesas juradas por los reales labios y
tantas veces burladas y quebrantadas,
Pese a su poder, no por todo esto ha soplado la vindicta ni
han caído las cabezas de los nobles;
El Pueblo desprecia la ferocidad de los reyes.
2
Pero, la melosidad de la clemencia preparó su amarga
destrucción y los espantados monarcas regresaron;
Cada uno a su estado, con su cortejo- verdugos, sacerdotes,
recaudadores,
Soldados, leguleyos, señores, carceleros y sicofantes.
Sin embargo, detrás de todos, sombría, furtivamente- he
aquí que una forma se perfila,
Vaga cual la noche, cubierta continuamente su cabeza, frente
y formas, por escarlatas pliegues,
Cuyo rostro y cuyos ojos nadie logró ver,
De sus ropas sólo esto: el rojo manto recogido por el brazo,
Y un dedo, corvo, que aparece apuntando en lo alto, cual la
testa de una sierpe.
W A L T W H I T M A N
18
3
Entretanto, cadáveres yacen en recién abiertas fosasensangrentados
cuerpos de adolescentes;
La cuerda de la horca pende tristemente, han volado las balas
de los príncipes, los poderosos ríen estrepitosamente,
Y las cosas todas producen frutos- y ellos son buenos.
Esos cadáveres de adolescentes,
Esos mártires que penden de las horcas- esos corazones
horadados por las balas arteras.
Fríos e inmóviles, aunque así aparezcan, reviven en otros
con grotesca vitalidad.
Ellos viven en otros adolescentes, ¡oh, reyes!
¡Ellos viven en los hermanos, dispuestos de nuevo a
desafiaros!
Ellos están purificados por la muerte- ellos fueron adiestrados
y exaltados.
No en la fosa del asesinado por la libertad, pero sí en la que
fructificará para la libertad, y en la que a su turno
madurará la simiente
Que los vientos llevarán y esparcirán lejos, y a los que
nutrirán las lluvias y las nieves.
Ni un espíritu será desencarnado por las armas de los tiranos,
H O J A S D E H I E R B A
19
Y sus majestuosos pasos invisibles cubrirán la tierra susurrando,
aconsejando, previniendo.
4
¡Libertad! ¡Deja que otros de ti desesperen! Yo jamás
desesperaré.
¿Está cerrada la casa? ¿Está ausente el amo?
Aguardad, aun así- no os canséis de mirar;
Él pronto regresará- sus heraldos al instante llegarán.
[1850]
W A L T W H I T M A N
20
VENIDO DE PAUMANOK
(Starting From Paumanok)
Este poema fue publicado en 1860, intercalándolo en la tercera
edición de Hojas de Hierba. Como el Canto a mí mismo es un poema-
progarama en el cual Whitman, el poeta del alma a través del cuerpo
con todas sus rudezas, delirios y pecados; de la inmortalidad a través de
la mortalidad; y, de la religiosidad excelsa y depurada, por encima de las
religiones vulgares y manoseadas, antes, en su canto y después de su canto,
queda consagrado y erigido para siempre como el poeta máximo de la
democracia y de la camaradería. Emerson lo dijo: los poemas de Whitman
son, con frecuencia, no tanto proyecciones imaginarias, sino más
bien, inventarios de América. Se propuso desde el comienzo idealizar a
los Estados (sus Estados Unidos), y así, a lo largo de toda su obra, a la
que Venido de Paumanok sirvo de pórtico, lo vemos y escucharemos en
su canto a las masas insatisfechas, a los héroes, a la camaradería y al
amor, al bien y al mal, como realidades de la Democracia.
“Paumanok, nombre con que los índígenas designaban a Long
Island, la Isla Larga- dice Henry Seidel Canby en su biografía de W.
W.- simbolizaba para él su juventud no menos que la realidad geográfica.
Nacido entre las colinas de esta isla, si bien su juventud y su temH
O J A S D E H I E R B A
21
prana adultez tuvo por escenario la ciudad, volvió asiduamente al ambiente
rural de Long Island para visitar a sus padres, emplearse de
maestro de escuela, hacer caminatas, vagar (que para él significaba meditar
y absorber) y buscar el contacto con las playas y el mar. Su mundo
en Long Island rural comprendía la parte oeste de la isla; comenzaba a
unas veinte millas de Nueva York y se extendía desde el estrecho de
Long Island hasta el Atlántico, tan próximos que en los días de tempestad
el sordo bramido del mar embravecido llegaba a las suaves colinas
donde estuvo la cuna de W. W. La parte este de Long Island, con la la
Bahía del Sur y las comarcas de Green Port y Montauk no forman
parte del escenario de su infancia...”
W A L T W H I T M A N
22
VENIDO DE PAUMANOK
(Starting From Paumanok)
A
Salido de la isla que tiene forma de pez, Paumanok, en que
he nacido,
Engendrado por todo un hombre, mi padre, y educado por
una madre perfecta,
Luego de haber errado por muchas tierras, amante de los
caminos populosos,
Morando en Manhattan, mi ciudad, o en las praderas sureñas,
Un soldado acampado, o partiendo con mi fusil al hombro,
o como minero en California,
O llevando una rústica existencia en mi casa, en los bosques
de Dakota, comiendo sólo carne y bebiendo agua de
los manantiales,
O retirado para meditar y cavilar en lo profundo de cualquier
caverna,
Donde, lejos del ruido mundano, transcurre el tiempo entre
H O J A S D E H I E R B A
23
éxtasis dichosos,
Teniendo en evidencia al generoso, al abundante Misuri,
contemplando al pujante Niágara,
Teniendo en evidencia las manadas de búfalos que pacen
en las praderas, el hirsuto bisonte de robusto pecho,
La experiencia de la tierra, las rocosas montañas, las flores
de mayo, las estrellas, la lluvia, la nieve que me
maravillan,
Habiendo estudiado los trinos del pájaro burlón y el vuelo
del gavilán de la montaña,
Habiendo escuchado al rayar el alba el pájaro incomparable,
el tordo, entre los cedros de los pantanos,
Solitario, cantando al Oeste, entono el himno de un Nuevo
Mundo.
2
Victoria, unión, fe, identidad, tiempo,
Los lazos indisolubles, riquezas, misterios,
Progreso eterno, el cosmos, y las modernas invenciones.
Esta es la vida.
He aquí lo que ha subido a la superficie luego de tantos
tormentos y convulsiones.
¡Cuánta curiosidad! ¡Cuánta realidad!
Bajo mis plantas el suelo divino, sobre mi cabeza el sol.
Veo girar al mundo,
W A L T W H I T M A N
24
Los continentes ancestrales lejos, agrupados, juntos,
Los continentes futuros, al norte y al sur, con el istmo
entre ambos.
Mirad las vastas llanuras, sin caminos
Como en un sueño se prolongan, y rápidamente se colman,
Innúmeras multitudes en ellas desembocan,
Cubiertas están por la gente más avanzada que se, conoce
en las artes, en las instituciones.
Mirad, proyectado a través del tiempo,
Para mí, un auditorio interminable.
Con paso firme y regular avanzan sin detenerse jamás,
Sucesión de hombres, americanos, cien millones,
Una generación pasando luego de desempeñar su papel,
Una generación desempeñando su papel y pasando a su vez
con el rostro vuelto hacia un lado o hacia atrás, para
escucharme,
Con ojos retrospectivos, contemplándome.
3
¡Americanos! ¡Conquistadores! ¡Avanzadas humanitarias!
¡Las más avanzadas! ¡Centenarias avanzadas¡ ¡Libertad!
¡Masas!
Para vosotros un programa de cantos.
Cantos de las praderas,
H O J A S D E H I E R B A
25
Cantos del Mississippi a lo largo de su curso y hasta el mar
de México
Cantos del Ohío, Indiana, Illinois, Iowa, Wisconsin y Minnesota,
Cantos partiendo del centro, de Kansas, y equidistantes de
allí,
Brotando como llamaradas, vivificándolo todo.
4
Recoge mis hojas de hierba, América, recógelas al Sur y
recógelas al Norte,
Dales la bienvenida en todas partes, porque ellas son la
progenie.
Rodea las del Este y las del Oeste, porque ellas querrán
rodearte,
Y vosotros, precedentes, vinculados tiernamente con ellas,
porque ellas se vincularán con vosotros.
He estudiado los viejos tiempos,
Me he sentado para estudiar al pie de los grandes maestros,
Ahora, si, puedo ser elegido. ¡Oh! ¡Ahora pueden venir los
grandes maestros y estudiarme a su vez.
Acaso, en nombre de esos Estados, ¿puedo despreciar lo
antiguo?
Y es que esos Estados son los hijos de lo antiguo y lo justifican.
W A L T W H I T M A N
26
Poetas muertos, filósofos, sacerdotes,
Mártires, artistas, inventores, gobernantes de hace mucho
tiempo,
Forjadores del lenguaje en remotas tierras,
Naciones antaño pujantes, ahora reducidas, apartadas, o
desoladas,
No me atrevo a anticipar lo que respetuosamente yo os
acredito de lo que habéis aportado y dejado aquí.
Yo reconozco que es admirable (¡me ha conmovido tanto!).
Lo he contemplado atentamente durante un largo instante,
y luego lo he despedido;
Aquí estoy, en mi puesto, con mi propio tiempo.
He aquí las tierras, hembras y machos,
He aquí la herencia masculina y la herencia femenina del
mundo, he aquí la llama de la materia,
He aquí la espiritualidad, que es la traductora, que está
plenamente dedicada,
Es el movimiento constante, el final de las formas visibles,
La satisfacción, avanzando ahora, luego de la prolongada
espera,
¡Sí, he aquí que llega mi señora, el alma!
6
El alma,
Por siempre, siempre, por más que el suelo deje de ser pardo
y estar duro, hasta cuando las aguas dejen de fluir y
H O J A S D E H I E R B A
27
refluir.
Yo quiero trazar los poemas de las cosas materiales, porque
considero que serán los poemas más espirituales,
Y haré los poemas de mi cuerpo y de la inmortalidad,
Porque creo que entonces yo mismo me halagaré con los
poemas de mi alma y de la inmortalidad.
Haré un canto para estos Estados, a fin de que ni un solo
Estado, en circunstancia alguna, esté supeditado a otro,
Y haré un canto que brindará dilecta amistad, noche y día
a todos los Estados, y entre todos los Estados, y entre
cada uno y todos los Estados,
Y haré un canto para las orejas del Presidente, lleno de armas
y amenazadoras puntas,
Y en pos de las armas, innumerables rostros descontentos,
Y haré un canto del Uno formado por todos estos Estados,
El Uno armado de dientes y chispeante, cuya cabeza está
por sobre todos,
El Uno resuelto y guerrero, involucrándolos a todos,
(Por más alta que esté la cabeza de cualquiera, otra habrá
por encima de todas).
Encontraré los países contemporáneos,
Seguiré toda la huella geográfica del globo, y saludaré
cortésmente a toda ciudad, grande o pequeña.
¡Y los oficios! Yo pondré en mis poemas lo que para ti es
heroísmo sobre la tierra y el mar,
Y relataré tu heroísmo desde un punto de vista americano.
Yo entonaré el cántico de la camaradería,
W A L T W H I T M A N
28
Yo mostraré qué es lo único que finalmente debe unir a
los Estados.
Yo creo que estos Estados deben fundar su propio ideal de
amor viril, y yo en mí lo indicaré,
Yo dejaré entonces que la llama que de mí brota se convierta
en el fuego que me consumirá,
Yo removeré lo que ha permanecido largo tiempo bajo ese
fuego generador,
Yo lo abandonaré completamente,
Yo escribiré los poemas -evangelios de los camaradas y del
amor.
¿Por qué, entonces, no comprenderé al amor con toda su
tristeza, con toda su alegría?
¿Por qué, entonces, no me convertiré en el poeta de los
camaradas?
7
Yo soy el hombre que cree en las cualidades, en los siglos
y en las razas.
Yo marcho al frente del pueblo según su propio espíritu,
He aquí lo que canto sin restricción alguna.
¡Omnes! ¡Omnes! ¡Qué otros ignoren lo que puedan ignorar!
Yo también hago el poema del malo, también conmemoro
esa parte,
Yo mismo soy tan malo como bueno, y tal es mi nación,
- y digo que, en efecto, nada de malo hay en ello,
H O J A S D E H I E R B A
29
(O bien, si hay algo malo, digo también que esto, para ti,
para el país, o para mí es tan importante como
cualquier otra cosa).
Yo, también, voy en pos de muchos hombres y también
me siguen muchos hombres, inauguro una religión, Yo
desciendo a las arenas,
(Es probable que esté destinado a lanzar los gritos más
fuertes y las aclamaciones ensordecedoras del vencedor).
¿Quién sabe? Estos gritos pueden aún escapárseme y repercutir
por sobre todas las cosas.
Nada existe por sí mismo,
Yo digo que la tierra entera y todas las estrellas en el cielo
existen gracias a la religión.
Yo digo que ningún hombre hasta el presente ha sido suficientemente
devoto,
Nadie ha adorado aún lo suficiente,
Nadie ha comenzado a pensar cuán divino es él mismo, y
cuán certero es el futuro.
Yo digo que la real y permanente grandeza de estos Estados
debe ser su religión.
De otra manera no hay real y permanente grandeza;
(Ni carácter ni vida dignos de tal nombre fuera de la religión,
Ni país, ni hombre o mujer sin religión).
W A L T W H I T M A N
30
8
¿Qué haces tú, mancebo?
¿Eres tan serio, tan dedicado estás a la literatura, a la ciencia,
al arte, a los amores?
¿A estas ostensibles realidades, políticas e ideales?
¿A tu ambición o tus negocios, sean cuales fueren?
Está bien: contra esto yo no digo una palabra, que yo también
soy poeta.
Pero, ¡mira! Todas estas cosas poco subsisten, arrasadas por
la religión,
Porque no hay materia más combustible para ese calor
- impalpable llama, vida esencial de la tierra-,
No hay materia que se resista al fuego de la religión.
9
¿Qué buscas, tan pensativo y silencioso?
¿Qué necesitas, camarada?
Hijo querido, ¿no crees que es el amor?
Escucha, hijo querido,- Escucha, América, hija o hijo:
Cosa penosa es el excesivo amor por un hombre o por una
mujer; pero, no obstante, es grande.
Mas, si existe otra cosa aún más grande, ella debe coincidir
con todo,
Y Ella, magnífica, más allá de las cosas materiales, con sus
manos asiduas tendrá que abarcar y proveer para todos.
H O J A S D E H I E R B A
31
10
Sabe que, sencillamente, nada más que para dejar caer en
la tierra los gérmenes de una religión más grandiosa,
Yo entono los cantos que siguen, cada cual para su especie.
¡Camarada mío!
A fin de que tú compartas conmigo dos grandezas, y una
tercera que se eleva, incluyendo las que aún son más
resplandecientes,
La grandeza del Amor y de la Democracia, y la grandeza
de la Religión.
Mezcla para mí, lo invisible y lo visible,
Misterioso océano en el que los ríos se vacían,
Profético espíritu de las cosas materiales que alrededor mío
se agitan y conmueven,
Seres vivientes, identificados indudableniente con nosotros,
que nos rodean en el aire, y a los cuales no conocemos,
Contacto diario y de todas las horas que no quiere abandonarme
Y al que yo echo mano cuando las necesidades lo exigen.
No es el que, desde la infancia, me besa con su cotidiano
besar,
No es lo que me rodea y me abraza,
Lo que a él me liga.
Ni siquiera lo que me liga a los cielos y a todo el mundo
espiritual
Después de lo que ellos me han hecho, inspirándome los
W A L T W H I T M A N
32
temas.
¡Oh! ¡Qué temas,- la igualdad! ¡Oh, divino término
medio!
Melodiosos bajo el sol, penetrando en mí como ahora, o al
mediodía, o al declinar el día,
Acentos musicales flotando a través de los siglos, y llegando
ahora hasta aquí,
Yo me aferro a vuestros irregulares acordes y composiciones,
los agrego, y, gozoso, los trasmito a los que
marchan adelante.
11
Cuando realizaba yo, en Alabama, mi paseo matinal,
Vi a la hembra del pájaro-mentiroso echada, en su nido,
entre las zarzas, empollando.
Yo vi también al macho,
Yo me detuve para escucharlo mientras hinchaba su pecho
y cantaba alegremente.
Y mientras estaba allí, se me ocurrió que no se hallaba allí
sólo porque cantaba,
No sólo por su compañía, ni por él mismo, ni por todo
cuanto los ecos repetían,
Sino por algo más sutil, más clandestino, más lejano,
Un precepto transmitido, un don oculto para aquellos que
van a nacer.
H O J A S D E H I E R B A
33
12
¡Democracia! Muy cerca de ti hay ahora una garganta que
se hincha y canta alegremente.
¡Mi mujer! Por la progenie que está más atrás de nosotros
y por la que nos sucederá,
Por los que aquí miran y los que han de venir,
Yo, entusiasmado de estar listo para ellos, haré brotar ahora
cantos más fuertes y altivos como jamás fueron escuchados
sobre la tierra,
Yo compondré el canto de las pasiones para entonarlo en
el camino,
Y compondré vuestras canciones, criminales fuera de ley,
porque yo os mido con ojos fraternales, y yo os llevo
dentro de mí como a todos.
Yo compondré el verdadero poema de los ricos,
A fin de ganar para el cuerpo y el espíritu todo cuanto
sigue siendo fiel y avanza, y no está perdido para la
muerte;
Yo desparramaré el egotismo y lo mostraré en el fondo de
todo, y seré el bardo de la personalidad,
Y yo mostraré al hombre y a la mujer que uno y otra no
es igual al otro.
¡Órganos sexuales y actos sexuales! concentraos en mí,
porque resuelto estoy a decirlo con voz valiente y
W A L T W H I T M A N
34
clara, a fin de probar que sois gloriosos,
Y demostraré que no hay imperfecciones en el presente, y
que no podrá haberlas en el futuro,
Y demostraré que de todo cuanto a alguno le ocurre pueden
obtenerse buenos resultados,
Y demostraré que no puede ocurrir nada más bello que
la muerte.
Y ensartaré mis poemas como en un hilo, ya que el tiempo
y los acontecimientos son coherentes,
Y que todas las cosas del universo son profundos milagros,
cada uno más profundo que otro cualquiera.
Yo no compondré poemas con referencia a las partes,
Pero yo compondré poemas, canciones, pensamientos, con
referencia al conjunto,
Y yo no cantaré lo que se refiere a un solo día, sino lo que
se refiere a todos los días,
Y no compondré un poema ni la mínima parte de un poema
que no haga referencia al alma,
Porque, habiendo contemplado los objetos del universo,
compruebo que no hay ninguno, ni la más ínfima parte
de ninguno, que no tenga referencia con el alma.
13
¿Alguno quiere ver el alma?
Mira tus formas y tu rostro, personas, estancias, ganados,
árboles, arroyos que corren, rocas y arenas.
H O J A S D E H I E R B A
35
Todos contienen regocijos espirituales e inmediatamente
los derraman.
¿Cómo, el cuerpo real puede morir y ser sepultado?
Tu cuerpo real, el cuerpo real de todo hombre y de toda
mujer,
Pedazo a pedazo, el cuerpo escapará de las manos de los
limpiadores de cadáveres y pasará a las esferas que le
conciernen;
Por consiguiente, lo que se ha agregado a él desde el momento
de nacer hasta el instante de la muerte.
No son los caracteres compuestos por el tipógrafo los que
tienen conciencia de lo que imprimen, su significado,
su función concerniente,
Tampoco la sustancia y la vida de un hombre, o la sustancia
y la vida de una mujer son conscientes en el cuerpo y
el alma,
Indiferentemente antes de la muerte y después de la muerte.
Mira: el cuerpo incluye el significado y es la significación,
el motivo principal; incluye el alma y es el alma;
¡Quienquiera que seas, por más soberbio y divino que sea
tu cuerpo, y no importa que parte de tu cuerpo!
14
¡Quienquiera que seas, yo te hago un anuncio infinito!
W A L T W H I T M A N
36
Hija de este país, ¿escuchas a tu poeta?
¿Oyes al poeta de la boca desbordante y la mano imperativa?
Para el macho de estos Estados, y para la hembra de estos
Estados,
Palabras ardientes, palabras para la tierra de la Democracia.
¡Tierras roturadas, productoras de alimentos!
¡Tierras del carbón y del hierro! ¡Tierras del oro! ¡Tierras
del algodón, el azúcar y el arroz!
¡Tierras del trigo, de los novillos, de los cerdos! ¡Tierras
de las lanas y del cáñamo! ¡Tierras de las pomas y de
las viñas!
¡Tierras, llanuras pastorales, campos de pastos del mundo
entero! ¡Tierras, interminables llanuras en las que tan
suave es el aire!
¡Tierras de los rebaños, de los jardines, de la sana casa de
adobes!
¡Tierras en las que el noreste del Columbia forma sus meandros,
y el Colorado los suyos al sudoeste!
¡Tierras del Chesapeacke al este! ¡Tierras del Delaware!
¡Tierras del Ontario, Erie, Huron, Michigan!
¡Tierras de los Old Thirteen (Viejos Trece Estados)! ¡Tierras
de Massachusetts! ¡Tierras de Vermont y Connecticut!
¡Tierras de las playas oceánicas, tierras de las sierras y picos!
¡Tierras de los boteros y marineros, tierras de pescadores!
¡Inextricables tierras! ¡Estados anudados entre sí! ¡Estados
H O J A S D E H I E R B A
37
apasionados!
¡Tierras de las gentes unidas entre sí, de los hermanos mayores
y de los pequeños, gentes con los miembros huesudos!
¡Tierras de las mujeres robustas! ¡Tierras femeninas, con las
hermanas que tienen experiencia y las pequeñas que no
la tienen aún!
¡Tierras en las que se respira con amplitud, tonificadas por
el Ártico, aventadas por el golfo de México! ¡Tierras
diversas! ¡Tierras compactas!
¡La Pensilvania! ¡Virginia! ¡Doble Carolina!
¡Oh! ¡Vosotras todas, y cada una de vosotras, tan amadas
por mí! ¡Mis intrépidas naciones! ¡Oh! ¡De cualquier
manera, yo os incluyo a todas en un perfecto amor!
¡Yo no sabría desprenderme de vosotras; ni más ni menos
de una que de otra!
¡Oh, muerte! Pese a todo, todavía tú no me has visto en
este instante, lleno de amor irresistible,
Recorriendo la Nueva Inglaterra, amigo, viajero,
Enlodando mis pies desnudos al borde los rizos estivales,
en las riberas del Paumanok,
Atravesando las praderas, viviendo nuevamente en Chicago,
habitante de todas las ciudades,
Observando los espectáculos, nacimientos, progresos,
construcciones, artes,
Escuchando a los oradores y las oradoras en las salas públicas,
Siendo de los Estados, recorriéndolos toda la vida para teW
A L T W H I T M A N
38
ner por vecino mío a cada hombre, a cada mujer,
El de la Luisiana y el de Georgia, tan próximos, y yo tan
cerca de él o de ella,
El de Mississippi y el de Arkansas todavía conmigo, y yo
con quienquiera de ellos.
Todavía en las llanuras al oeste del río espinal, todavía en
la casa de adobes,
Regresando aún del Este, todavía en el Estado marítimo o
en Maryland.
Todavía canadiense que desafía con bravura al invierno,
la nieve y el hielo que me son bienvenidos,
Todavía verdadero hijo del Maine o del granítico Estado,
o del Estado de la Bahía de Narragansett, o del Estado
imperial,
Todavía navegando al largo para anexar las costas, todavía
acogiendo a todo hermano nuevo,
Ofrendando aquí estas hojas de hierba a los nuevos desde
el instante en que se unen a los antiguos,
Acudiendo yo mismo entre los nuevos para ser su compañero
y su igual, llegando yo mismo ahora hasta ti.
Instándote a unirte para cumplir en mi compañía actos, caracteres,
espectáculos.
15
Conmigo y firme a mi vera, apresúrate ahora, apresúrate
siempre.
H O J A S D E H I E R B A
39
¡Durante tu vida toda, únete a mí!
(Puede que yo deba persuadirme muchas veces antes de
entregarme realmente a ti; pero ¿qué importa?
¿Acaso la naturaleza no necesita persuadirse muchas veces?
Yo no soy un melindroso dulce y afectuoso,
He arribado barbudo, tostado por el sol, con el cuello sucio,
repugnante,
He de luchar conmigo mientras busco la sólida recompensa
del universo,
Porque así son los premios que yo doy al que puede perseverar
para ganarlos.
16
En mi camino me detengo un instante,
¡Por ti! ¡Y por América!
Siempre elevo el presente, siempre proclamo el venturoso
y sublime futuro de los Estados,
Y, en cuanto al pasado, yo proclamo lo que el ave conserva
aún de los aborígenes rojos.
Los aborígenes rojos,
Nos dejan como si fueran nombres los aires naturales, los
ruidos de la lluvia y del viento, llamados cual los de los
pájaros y de los animales en los bosques, expresados
en sílabas,
Okonee, Koosa, Ottawa, Monongahela, Sauk, Natchez
Chattahooche, Kaqueta, Oronoco,
W A L T W H I T M A N
40
Wabash, Miami, Saginaw, Chippewa, Oshkosh, Walla-
Walla,
Dejándolos a los Estados Unidos, ellos se borran, cargando
de nombres el agua y la tierra.
17
Expandiéndose y veloces, de aquí en adelante,
Elementos, progenitores, acoplamientos levantiscos, vivos
y audaces.
Mundo otra vez primitivo, perspectivas de esplendor incesante
y ramificado,
Nueva raza dominadora de las razas anteriores y mucho
más grandiosa, con nuevas luchas,
Nuevas políticas, nuevas literaturas y religiones, nuevas
invenciones y artes,
A éstas, mi voz las anuncia:- Yo ya no dormiré más, me
levantaré,
¡Vosotros, océanos que en mí habéis encontrado la calma!
¡Qué insondables os sentís, agitados, preparando oleajes
y tempestades como jamás se vieron!
18
Ved los vapores navegando a través de mis poemas,
Ved en mis poemas los inmigrantes que de continuo arriban
y desembarcan,
H O J A S D E H I E R B A
41
Ved hacia atrás, el wigwan, la huella, la choza del cazador,
la embarcación de cabotaje, la hoja de maíz, la
concesión, el rústico cercado y la aldea entre los bosques,
Ved hacia un costado el mar del Oeste y al otro costado el
mar del Este, cómo avanzan y se alojan sobre mis poemas
cual si fuera sobre sus playas,
Ved en mis poemas las praderas y los bosques,
Ved las bestias salvajes y las domesticadas,
Ved, más allá del Kaw, los innúmeros rebaños de búfalos
nutriéndose con las hierbas cortas y crespas,
Ved en mis poemas las sólidas ciudades, vastas, en el interior
del continente, con las calles pavimentadas, los
edificios de hierro y piedra, los vehículos que transitan
sin cesar, y el comercio.
Ved la máquina impresora con sus múltiples cilindros, el
telégrafo eléctrico que se extiende a través del continente,
Ved a través de las profundidades del Atlántico, las pulsaciones
de América llegando a Europa, las pulsaciones
de Europa que, a su vez, le responden.
Ved la locomotora potente y veloz que parte, anhelante,
dando escape al vapor de su silbato,
Ved los labriegos en las granjas, ved los mineros excavando
las minas, ved las innúmeras usinas,
Ved los artesanos con sus útiles, ante sus bancos, ved que
emergen de entre ellos los jueces supremos, los filósofos,
los presidentes, vestidos con sus ropas de trabajo,
W A L T W H I T M A N
42
Y, vagabundo, a través de los campos y de las tiendas de
los Estados, vedme a mí, de todos amado, noche y día
abrazado.
Escuchad allá el eco sonoro de mis canciones,
Leed las sugestiones que finalmente os hago.
19
¡Oh, camarada que estás a mi lado! ¡Oh, tú y yo, y nadie
más que nosotros dos!
¡Oh! ¡Una palabra para despejar definitivamente el sendero
que tenemos ante nosotros!
¡Oh! ¡Cosa extática e indemostrable! ¡Oh, música formidable!
¡Oh! ¡La mano en la mano! ¡Oh, el saludable placer!
¡Oh! ¡Todavía un hombre que desee y que ame!
¡Oh! ¡Apresurarse, sosteniéndose uno al otro con firmeza!
¡Apresurarse, apresurarse en mi compañía!
(1860-1881)
H O J A S D E H I E R B A
43
CANTO A MÍ MISMO
(Song of my self)
Este poema apareció sin título en la primera edición de Leaves of
Grass, “Hojas de Hierba” (1855). Recién llevó el título Song of Myself
a partir de la 3º edición (1860). Es el más extenso de los poemas de
W. W. y, desde luego, el más característico de todos. Alcanza a 52 estrofas
y constituía la parte esencial de la primera edición. El volumen,
con sus doce poemas, fue, en parte, compuesto tipográficamente por el
mismo poeta. Fueron 94 páginas in-8° El prefacio abarcaba diez páginas
sobre dos columnas. Encuadernado en tela verde oscuro, no llevaba
mención de autora, salvo la de que todos los derechos estaban reservados
por W. W. Tenía un retrato de éste, reproducción del daguerrotipo de
1854, donde se le ve en mangas de camisa, una mano sobre la cadera, la
otra en el bolsillo del pantalón y su chambergo ladeado. En el prólogo
decía:
“América aguarda la aparición de un poeta que exprese a América
la democracia, un poeta más amplio y más profundo que los grandes
poetas de las asociaciones religiosas y feudales de otros tiempos.
“El gran poeta es el sacerdote del futuro, el hombre en el cual los
otros hombres encontrarán y reconocerán su propio corazón.
W A L T W H I T M A N
44
“América carece aún de vida interior, de vida religiosa y familiar,
sus mujeres se diluyen en visitas y comadreríos, no son madres de familia...”
Una casi total indiferencia en los primeros días, fue seguida por
agrias críticas y censuras de todos aquellos que habían recibido los ejemplares
enviados por W. W. Parece ser que sólo se vendió un ejemplar.
Nadie se percató en un principio de la trascendencía que en un futuro
muy próximo tendría este hermoso libro de un norteamericano vigoroso
tanto de cuerpo como de alma. El 21 de julio de aquel año, W. W. tuvo
el infinito consuelo de recibir una carta de Emerson, en la que le decía:
“No puedo cerrar los ojos ante el valor de este maravilloso presente
que es Hojas de Hierba. Encuentro que es la más extraordinaria obra
de intuición y de sabiduría (wit and wisdom) que América ha producido
hasta el presente. Me he sentido muy feliz al leerlo, porque su gran
fuerza nos hace felices... Encuentro cosas incomparablemente expresadas,
tal como deben serlo...” Emerson confirmó su juicio visitando al poeta.
El autor comienza escuchándose y cantándose a sí mismo para enseñar
a sus semejantes. Su poesía rehuye el léxico y la métrica comunes,
(5 a 24). W. W. es el poeta de la vida universal, inagotable e inmortal,
pues que la muerte no es más que un aspecto de la vida que sin cesar
avanza. (24-34). ¿Quién es este W. W.? Un cosmos en unión con el
cosmos universal, un alba. Nada es pequeño ni despreciable. Los animales,
en su inconsciencia, son tan admirables como los hombres.
(34-40). La simpatía del autor alcanza a todos los hombres, particularmente
a los que están enfermos, a los inmorales. Esta poesía de simpatía
es alentadora y crea (41-48) una religión que sustituirá a las
antiguas: la del trabajo. Por otra parte, (48-52) W. W. cree que Dios
está de manifiesto en la inmensidad temporal y especial, en la integridad
del ser, cuerpo y alma, del hombre.
H O J A S D E H I E R B A
45
CANTO A MÍ MISMO
(Song of Myself)
1
Yo mismo me celebro y a mí mismo me canto;
Y mis pretensiones serán las tuyas,
Pues que cada átomo mío también te pertenece.
Vago y a mi alma la incito;
Vago y holgazaneo a mi antojo, contemplando la brizna
de hierba estival.
Casas y aposentos llenos de perfumes están- las alacenas
saturadas de perfumes se hallan;
Aspiro yo mismo la fragancia y, complacido, la reconozco;
El vaho también me amenaza, pero yo no lo tolero.
La atmósfera no es un perfume- no tiene el dejo de la
destilación- es inodora;
Ella es para mi boca eternamente. De ella estoy enamorado;
Llegaré a la represa atravesando el bosque y, candoroso,
desnudándome,
Enloquecí al sentir su contacto.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, formados
de este suelo, de este aire,
Nacido aquí de padres, nacidos aquí de padres también
aquí nacidos,
W A L T W H I T M A N
46
Yo, ahora de treinta y siete años de edad, en perfecta
salud, comienzo,
Esperando no cesar más hasta la muerte.
Credos y escuelas a la expectativa,
Retirándome por un momento, teniendo suficiente de lo
que ellos son, pero sin olvidarlos nunca,
Yo ofrezco abrigo para el bien o para el mal,
Yo dejo hablar a todos a la ventura,
La naturaleza desenfrenada con la energía original.
2
El vaho de mi propio aliento;
Ecos, ondas, susurros, raíces del amor, filamentos de seda,
los caprichosos sarmientos y la vid;
Mi respiración y mi inspiración, el latido de mi corazón, el
paso de mi sangre y del aire a través de mis pulmones;
El aroma de las verdes hojas y el de las hojas secas, y el
de la ribera, y el oscuro color de las rocas marinas y
el del heno en el henil;
El sonido de las palabras musitadas por mi voz, palabras
arrojadas a los remolinos del viento;
Unos suaves besos, unos cuantos abrazos, un ceñir de
brazos;
El juego de luces y de sombras entre la arboleda cuando
la brisa la balancea;
La deleitosa soledad, ya en medio del bullicio callejero, ya
en la inmensidad de los campos y en las laderas de los
H O J A S D E H I E R B A
47
montes;
La sensación de la salud, los trinos bajo la luna llena, la
canción de mi despertar en el lecho encontrándome
con el sol.
¿Has contado alguna vez mil acres? ¿No has calculado que
toda la tierra era mucho?
¿Has empleado tanto tiempo para aprender a leer?
¿Te has sentido orgulloso al desentrañar el sentido de los
poemas?
Detente este día y esta noche conmigo y alcanzarás el
origen de todos los poemas;
Poseerás lo que es bueno de la tierra y el sol (quedan todavía
millones de soles);
No tomes más las cosas procedentes de una segunda o tercera
mano, no mires a través de los ojos de la muerte,
no te alimentes con los espectros de los libros;
Tampoco quiero que mires a través de mis ojos, ni que
recibas las cosas de mí;
Escucha las voces procedentes de todos los lados y tamiza
las que hasta ti lleguen.
3
He escuchado lo que los charlatanes decían, la charla del
principio y la del final;
Pero yo no hablo del principio ni del final.
Jamás existió otro comienzo que este de ahora,
W A L T W H I T M A N
48
Ni más juventud ni vejez que la de hoy;
Y jamás existirá otra perfección que la de ahora,
Ni otro paraíso ni otro infierno que este de hoy.
Impulso, impulso e impulso;
Siempre el creador impulso del mundo.
Más allá de la oscuridad emergen oponiéndose los iguales
- siempre sustancia acrecentándose, siempre sexo;
Siempre una fusión de identidad, siempre una distinciónsiempre
engendrando la vida.
Elaborar no tiene importancia- sabios o necios lo realizan
por igual.
Firmes en el más sólido convencimiento, aplomados en su
probidad, bien aferrados, abrazados a las vigas,
Recios como potros, amorosos, arrogantes, eléctricos,
Yo y este misterio, henos aquí de pie.
Límpida y amorosa es mi Alma, y limpio y amante es todo
cuanto nada tiene de mi Alma.
Si uno falta, ambos están ausentes, y lo invisible queda
demostrado por lo visible.
Hasta que lo visible se torne invisible y, a su vez, lo
compruebe.
Mostrando lo mejor y, apartándolo de lo peor, el tiempo
hostiga al tiempo;
H O J A S D E H I E R B A
49
Conociendo la perfecta fineza y la ecuanimidad de las cosas,
mientras ellos discuten, yo permanezco en silencio, y
voy luego a bañarme y admiro mi propio cuerpo.
Bienvenido sea cada órgano y cada uno de mis atributos,
y también los de todo hombre cordial y puro;
Ni una pulgada, ni la partícula de una pulgada de mi ser,
es vil, y ninguna partícula deja de corresponder con
las restantes.
Estoy satisfecho- Yo veo, bailo, río, canto:
Mientras, el acariciante y amoroso Compañero de lecho
duerme a mi vera durante la noche, y al amanecer se
aleja con furtivos pasos,
Dejándome cestas cubiertas por blancos lienzos, que regocijan
la casa con su abundancia.
¿Diferiré mi aceptación y mi realización, volveré mis atribuladas
miradas
Con objeto de que ellas dejen de contemplar el futuro a
lo largo de la ruta,
Y de inmediato me estimen más o menos en un céntimo,
Exactamente el valor de uno y exactamente el valor de
dos, y hasta cuál es el precio máximo?
4
Curiosos y preguntones me rodean;
W A L T W H I T M A N
50
Me encuentro entre la gente- Lléganme los recuerdos de
mi temprana vida, o del barrio y de la ciudad donde
viví, o de la nación,
Las recientes fechas, descubrimientos, invenciones, asociaciones,
autores viejos y nuevos,
Mi comida, vestidos, amistades, cuidados, cumplimientos,
deudas,
La real o ficticia indiferencia de algún hombre o mujer
amados,
Las dolencias de los míos, o de mí mismo, o las malas
acciones, o la carencia o la pérdida de dinero, o las
depresiones o las exaltaciones;
Batallas, los horrores de la guerra fratricida, la fiebre de
las noticias dudosas, los sucesos inciertos;
Estas cosas hasta mí llegan día y noche, y luego se apartan
de mí,
Pero no constituyen parte de Mí mismo.
Apartado estoy de tirones y empellones;
Permanezco alegre, complacido, compasivo, ocioso, íntegro;
Miro alrededor, erguido, o bien, apoyando un brazo sobre
mi impalpable aunque seguro apoyo,
Mirando, con la cabeza ladeada, en espera de lo que ha
de acontecer;
Metido dentro y fuera del juego, y contemplando maravillado
lo que ocurre.
Miro hacia atrás y me veo en lo días en que vagaba a
H O J A S D E H I E R B A
51
través de la niebla, acompañado por lingüistas y polemistas;
No tengo burlas ni argumentos- Miro y espero,
5
Creo en tí, alma mía- El otro que soy no debe rebajarse
ante ti;
Y tú no debes rebajarte ante el otro.
Acuéstate conmigo sobre la hierba- cállate;
No quiero palabras, ni música, ni ritmos- ni trajes, ni
lecturas, aunque sean lo mejor,
Sólo tu arrullo me agrada, el susurro de tu contenida voz.
Recuerdo cómo una vez que estábamos tendidos, durante
una transparente mañana de verano,
Apoyando tu cabeza de través sobre mis muslos, te volviste
gentilmente hacia mí,
Entreabriendo la camisa sobre mis pechos, hundiste la
lengua hasta mi desnudo corazón,
Y tendiéndote a lo largo de mi cuerpo, a él te adheriste
desde mis barbas hasta los pies,
Rápidamente se irguieron y se esparcieron en torno mío
la paz y la sabiduría, que superan a todos los argumentos
de la tierra;
Y sé que la mano de Dios es la promesa de la mía,
Y sé que el espíritu de Dios es hermano del mío,
W A L T W H I T M A N
52
Y que todos los hombres nacidos son mis hermanos, y las
mujeres mis hermanas y mis amantes,
Y que el germen de la creación es el amor,
Y son incontables los erectos o marchitos tallos que cubren
los campos;
Y las oscuras hormigas afanándose debajo de aquellos más
tiernos;
Y las musgosas costras que recubren las carcomidas vallas,
los montículos de piedras, el saúco, el gordolobo y el
eléboro.
6
Un niño preguntó: “¿Qué es la hierba?”, mostrándoseme
con sus manos colmadas;
¿Qué podía responderle? Yo ignoro, como él, qué es la
hierba.
Supongo que debe ser la bandera de mi índole, urdida con
la verde sustancia de la esperanza.
O bien barrunto que es el pañuelo del Señor,
presente abandonado adrede como un recuerdo,
Quizá el nombre del dueño aparece en uno de sus ángulos
para que viéndolo, nos preguntemos: ¿de quién es?
O bien adivino que la hierba misma es un niño, la tierna
criatura nacida de la vegetación.
O sospecho que es un uniforme jeroglífico,
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53
Y que quiere decir: La germinación es igual, tanto en las
zonas amplias como en las zonas estrechas,
Crecimiento entre los negros lo mismo que entre los
blancos,
Kanuck, Tuckahoe, Legisladores, Cuff, yo los acojo y los
recibo lo mismo.
Y ahora la hierba me parece que es la hermosa cabellera
intonsa que cubre las sepulturas.
Tiernamente quiero tratarte, rizada hierba;
Quizá eres la traspiración que exhala el pecho de los adolescentes;
Es posible que, de haberlos conocido, yo los hubiera amado;
Quizá provienes de los viejos, de las mujeres, o bien de las
criaturas prematuramente arrancadas del regazo materno;
Y que aquí eres tú el regazo materno.
Esta hierba es demasiado oscura para provenir de las blancas
cabezas de las ancianas madres;
Más oscura que las descoloridas barbas de los ancianos;
Oscura para provenir del borde tiemamente rojo de los
labios.
¡Oh! Después de todo, escucho muchas lenguas clamando.
Y me percato también de que no por nada ellas proceden
de lo alto de los labios.
W A L T W H I T M A N
54
Quisiera poder traducir las alusiones al mancebo muerto y
las muchachas,
Y las alusiones al anciano y a las madres, cuyos vástagos
les fueron arrebatados de sus brazos.
¿Qué piensas tú del destino del mancebo y del anciano?
¿Y qué piensas que fue de esas mujeres y de esos niños?
Ellos están vivos y bien en alguna parte;
El retoño más diminuto prueba que, en realidad, no existe
la muerte;
Y que, si alguna vez existió fue únicamente para engendrar
vida, que sólo aguardó el final para detenernos,
Y que cesó en el instante mismo de aparecer la vida.
Todo avanza hacia adelante y hacia arriba- nada perece;
Y la muerte es diferente de lo que algunos suponen, y más
venturosa.
7
Como algunos suponen, ¿es venturoso nacer?
Pero yo me apresuro a asegurarles a estos y aquellos que
es cosa tan venturosa como morir, y que esto lo sé
muy bien.
Agonizo con el moribundo y nazco con el recién nacido,
y no sólo estoy contenido entre mi sombrero y mis
botas;
Y examino múltiples objetos, y no encuentro dos que
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55
iguales, si bien cada uno es bueno;
Buena es la tierra, y las estrellas son buenas y sus satélites
son buenos.
Yo no soy la tierra, ni un satélite de este mundo;
Yo soy el camarada y el compañero de todos, justamente,
de todos esos que son tan inmortales e insondables
como yo mismo;
(Ellos ignoran cómo son inmortales, pero yo sí lo sé).
Cada especie para sí y para los suyos- para mí la vida,
macho y hembra;
Para mí esos que fueron muchachos y que amarán a las
mujeres;
Para mí el hombre arrogante y sensible cuando se siente
desdeñado;
Para mí la amada y la solterona- para mí las madres y
las madres de las madres;
Para mí labios que hayan sonreído, ojos que hayan derramado
lágrimas;
Para mí los niños y aquellos que niños engendran.
¡Desnúdate! Ante mí no eres culpable, ni estás gastado,
ni has sido descartado;
Yo veo a través del paño y de la burda tela, quiéraslo o no,
Y permanezco rodeándote, tenaz, empeñoso, infatigable;
y no es posible apartarme.
W A L T W H I T M A N
56
8
El pequeño duerme en su cuna;
Entreabro el cendal y lo contemplo largo rato, y silencioso
ahuyento las moscas con mi mano.
El mancebo y la doncella de sonrosadas mejillas trepan
hacia la frondosa loma;
Desde la cima los atisbo.
El suicida yace despatarrado sobre el ensangrentado suelo
de la alcoba;
Contemplo el cadáver con su enmarañada cabellera y observo
donde ha caído la pistola.
La charla en la calle, el tedioso ruido de los carros, el sordo
rumor de las suelas de las botas, la conversación de
los paseantes;
El pesado ómnibus, el cochero, ofreciéndose con interrogante
ademán, el golpeteo de los cascos de los caballos
sobre el empedrado;
Los trineos, el tintineo, gritos bromeando, el juego con las
bolas de nieve;
Los “hurrahs” para los favoritos populares, la furia de la
arrebatada multitud;
El paso de la encortinada litera, con un enfermo en su interior,
rumbo al hospital;
El encuentro de los enemigos, la súbita blasfemia, los golpes,
la caída;
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El gentío excitado el polizonte con su estrella, abriéndose
paso hasta el centro del tumulto;
Las impávidas piedras que reciben y devuelven infinitos
ecos;
Gruñidos de los ahitos o aullidos de los hambrientos;
Exclamaciones de preñadas que acuden a sus hogares y
pronto darán a luz;
Clamores que a veces brotan vibrantes y mueren luego
amordazados por el decoro;
Los criminales arrestados; desdenes; adúlteras ofreciéndose;
la aceptación, el rechazo con labios despectivos;
Yo pienso en todas estas cosas, en su apariencia y en su
resonancia;
Llego y me marcho.
9
Las amplias puertas del granero están abiertas y aguardan;
La hierba seca de la última siega colma el carromato
lentamente arrastrado;
La límpida luz juega sobre la tostada alfalfa y denuncia
los brotes aún verdes;
Las brazadas están apiladas ante el henchido pajar.
Yo estoy allí- Yo ayudo- He llegado tendido en lo alto
de la cargada carreta;
He sentido el grato traqueteo- una pierna encima de la
otra;
He saltado de través para recoger el trébol y la alfalfa,
W A L T W H I T M A N
58
Y he caído rodando, hecho un ovillo, llenos mis enmarañados
cabellos de briznas de la paja.
10
Solitario, lejos, cazo en las agrestes montañas,
Vagabundeando, maravillado de mi agilidad y de mi júbilo;
Al atardecer busco un refugio para pasar la noche,
Enciendo una hoguera y aso la pieza recién muerta;
Y me duermo sobre la hojarasca amontonada, con mi perro
y el fusil a mi vera.
El clíper yanqui ha soltado sus velas- corta la espuma y
se desliza;
Mis ojos reconocen la costa- me inclino sobre la proa o
gozoso grito desde el puente.
Los barqueros y los pescadores de almejas han madrugado
y se han detenido, aguardándome;
Metí los bajos de mis pantalones dentro de las botas y, a
tiempo, me reuní con ellos:
(Si nos hubieras acompañado hoy habrías compartido nuestra
cazuela de mariscos).
Asistí a la boda de un trampero, al aire libre, en el Far
West- la novia era una piel roja;
Su padre y sus amigos sentados la rodeaban, cruzadas las
piernas y fumando en silencio- calzaban mocasines
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y amplias y gruesas mantas pendían de sus hombros;
En la ribera aguardaba el trampero- cubierto enteramente
por las pieles- las frondosas barbas y los largos cabellos
protegían su cuello- y cogía a su novia por la mano;
Tenía ella largas las pestañas- desnuda la cabeza- las
rústicas trenzas descendían por sus muslos voluptuosos
hasta tocarle los pies.
El esclavo fugitivo llegó hasta mi casa y se detuvo ante
la puerta,
Escuché sus movimientos haciendo crujir las ramas secas;
Por la entreabierta puerta de la cocina lo vi vacilante y
extenuado,
Acudí hasta el tronco hacia el cual se había encaminado,
lo hice sentar y serenarse,
Luego le alcancé agua y llené un cubo para que lavara su
sudoroso cuerpo y sus magullados pies,
Y le di una alcoba contigua a la mía, y ropas gruesas y
limpias,
Recuerdo perfectamente sus azorados ojos mirando a uno y
otro lado,
Y recuerdo haber aplicado compresas sobre las lastimaduras
de su cuello y de sus tobillos.
Permaneció una semana conmigo hasta que, ya restablecido,
prosiguió su camino hacia el norte;
(Lo senté a mi lado en la mesa, y mi fusil estaba apoyado
en un rincón).
W A L T W H I T M A N
60
11
Veintiocho mancebos se bañaban cerca de la ribera;
Veintiocho mancebos, y todos tan camaradas;
Veintiocho años en la vida de una mujer y, todavía, tanta
soledad.
Ella posee la hermosa casa que se levanta en lo alto de
la costa;
Elegante y ricamente ataviada, espía detrás de las persianas.
¿Cuál de los muchachos le agrada más?
¡Ah! El más rústico de todos es hermoso para ella.
¿Hacia dónde acudes, señora? Porque yo te veo;
Chapoteas con ellos en el agua, y, sin embargo, permaneces
retraída en tu cuarto.
Bailando y riendo, a lo largo de la playa, llega ésta que es
la vigésimonovena bañista;
Los muchachos, empero, no ven a la dama, si bien ella los
ve y los desea.
Las barbas de los mancebos relucen empapadas, y el agua
chorrea por sus largos cabellos;
Hilillos de agua se deslizan por sus cuerpos.
Una mano invisible se desliza también por encima de sus
cuerpos,
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Y temblorosa desciende desde sus sienes y a lo largo de sus
torsos.
Los muchachos nadan de espaldas, los blancos vientres se
entregan al sol, no preguntan quién los abraza;
Ignoran quién suspira y sobre ellos se inclina pendiente y
combada como un arco;
Ni saben a quién salpican cuando se zambullen.
12
El muchacho carnicero se despoja de sus ropas de matadero,
o bien afila su cuchilla en el puesto del mercado;
Yo, que vagabundeo, festejo sus ocurrencias, mientras él
trajina y descuartiza.
Los herreros, tiznados y velludos sus pechos, rodean el
yunque;
Cada cual empuña su maza; todos descansan ahora, y el
fuego produce intenso calor.
Desde el portal lleno de escoria y ceniza, contemplo sus
movimientos;
El más leve de sus contorneos armoniza con el movimiento
de sus brazos macizos;
Levantan ahora sus mazas- las ciernen sobre el yunquey
las dejan caer de firme:
No se precipitan, cada cual golpea donde debe.
W A L T W H I T M A N
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13
El negro aguanta con firmeza las riendas de sus cuatro
caballos, la caja del carro vacila con el sacudón producido
por las cadenas de las varas;
El negro que conduce el carro a través del patio empedrado,
se mantiene firme y erguido, y apoya una de sus
piernas en el pescante;
Su camisa azul descubre el amplio cuello y el pecho, aflojándose
sobre su faja;
Serena y altiva su mirada, echa hacia atrás el sombrero
descubriendo la amplia frente;
El sol cae sobre sus crespos cabellos y su mostacho cae
sobre el negro de sus bruñidos y perfectos miembros.
Contemplo al pintoresco gigante, y lo amo- y no sólo en
esto me complazco;
Me marcho también con su atalaje.
En mí la contemplación de la vida constituye siempre un
deleite, y la acaricio insaciable, esté ella adelante o
en pos;
Reverente ante las capillas apartadas y humildes, sin desdeñar
nada ni a nadie;
Absorbiéndolo todo y también esta mi canción.
Bueyes que hacéis rechinar yugo y cadena, o que os detenéis
en la sombra, bajo la fronda, ¿qué expresan
H O J A S D E H I E R B A
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vuestros ojos?
Me parece que es mucho más que todo cuanto he leído en
mi vida.
Mis pisadas, durante mi prolongado y distante vagabundeo,
ahuyentan a los ánades, a los machos y a las hembras;
Levantan el vuelo juntos, trazando lentos círculos en el aire.
Pienso en el propósito de esos vuelos,
Y reconozco el sentido que para mí tiene el plumaje rojo,
amarillo y blanco,
Y considero que el verde y el violeta y la empenachada
cabeza tienen una intención,
Y no digo que la tortuga es indigna puesto que ella jamás
es otra cosa que una tortuga;
Y la corneja, que en el bosque nunca estudió la escala, para
mí trina bastante bien;
Y la mirada de la yegua baya pone en evidencia mi necedad
y la ahuyenta.
14
El ganso salvaje conduce su bandada a través de la noche
fría;
Ya.... honk, grita, y su graznido en mí repercute cual una
incitación;
(El orgulloso quizá no escuche, pero yo lo oigo atentamente;
Y alcanzo su propósito y su lugar allá en lo alto, en el
W A L T W H I T M A N
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cielo invernal).
El vivaz y veloz alce norteño, el gato adormilado sobre el
umbral, el vencejo, la aranata,
Las crías de la gruñidora cerda mamando de sus ubres,
La pollada de la pava y ésta con sus alas entreabiertas;
En ellos y en mí yo veo la misma vieja ley.
La presión de mi pie sobre la tierra levanta un centenar
de afectos;
Pero éstos desdeñan cuanto hago yo para expresarlos.
Enamorado estoy de todo cuanto germina en el aire libre,
De los hombres que viven entre el ganado, o que saborean
el aire del océano o de los bosques,
De los armadores y de los tripulantes de navíos, y de los
que empuñan hachas y mazos, y de los domadores de
potros;
Podría comer y dormir al raso en su compañía durante
semanas y semanas.
Lo vulgar y lo tosco, lo cercano y lo fácil, eso soy yo,
Acudo hacia mi destino y me ofrendo íntegro sabiendo
que siempre he de ganar;
Yo mismo me engalano para entregarme al primero que
quiera tomarme,
Sin preguntarle al cielo si sobre mí descenderá según yo
deseo,
Entregándome franca y eternamente.
H O J A S D E H I E R B A
65
15
La contralto canta junto al órgano del coro;
El carpintero desbasta su madero- la lengua de su cepillo
silba y deja escapar un loco balbuceo;
Los hijos casados y los que no lo están aún acuden al
hogar para la cena de Pascuas;
El piloto empuña la vara del timón- lo hace con brazo
vigoroso;
Erguido en su ballenera, el contramaestre se apresta con la
lanza y el arpón;
El cazador de patos avanza con silenciosos y cautelosos
pasos;
El diácono aguarda su ordenación con las manos cruzadas
ante el altar;
La hilandera retrocede y avanza siguiendo el compás del
susurro de su gran rueda;
El labriego, en el Primero de Año, abandona las varas de
su arado, y cuando pasea, contempla cómo han crecido
la avena y el centeno;
El lunático, finalmente, es conducido al asilo, pues su caso
ha sido confirmado;
(Ya no dormirá, como solía hacerlo, en el camastro, en la
alcoba de su madre);
El impresor de periódicos con sus grises cabellos y enjutas
mejillas trabaja junto a las cajas,
Da vueltas a su mascada de tabaco, al paso que sus ojos
recorren el borroneado manuscrito;
W A L T W H I T M A N
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Los deformados miembros yacen sobre la mesa del cirujano,
Cuando son amputados caen horriblemente en el cubo;
La muchacha cuarterona es vendida en pública subastay
el borracho cabecea junto a la estufa de la taberna;
El maquinista se remanga la camisa, el policía recorre su
distrito, el portero custodia su portal;
El joven maquinista guía el vagón del expreso (y, aunque
no lo conozco, lo amo);
El mestizo ajusta sus livianas botas para competir en la
carrera;
Viejos y jóvenes, apoyándose en sus rifles y otros sentados
en los troncos, se han reunido para la cacería de pavos
del Oeste,
Apartándose del grupo, el tirador se aposta y apunta a su
pieza;
Los grupos de inmigrantes recién llegados colman el muelle
o el malecón;
Mientras los motosos cavan en la plantación azucarera, el
capataz vigila desde su montura;
Suena el clarinete en la sala de baile, los caballeros acuden
a sus parejas, los bailarines se reverencian unos a otros;
El mancebo yace desvelado bajo la techumbre de cedro del
desván, y escucha con atención la música de la lluvia;
Los loberos colocan sus trampas en los arroyos que se vierten
en el Hurón;
La indígena, envuelta en su manta ribeteada de amarillo,
ofrece mocasines y bolsas de cuentecillas;
El perito husmea mientras recorre la exposición con sus
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ojos entornados, volviéndose hacia uno y otro lado;
En tanto que los marineros amarran el vapor, colocan la
planchada para que desembarquen los pasajeros;
La hermanita menor sostiene la madeja, mientras la mayor
forma un ovillo y se detiene a ratos para deshacer los
nudos;
La que cumplió un año de casada, ya se ha repuesto y es
feliz, pues su primogénito acaba de cumplir quince
días;
La rubia muchacha yanqui trabaja con su máquina de
coser, o en la hilandería;
La embarazada de nueve meses está en la sala de las parturientas,
su languidez y sus dolores han aumentado;
El empedrador se apoya en su pisón, el repórter vuela sobre
sus cuartillas, el pintor de muestras ejecuta rótulos con
letras azules y doradas;
El muchacho del canal corre a lo largo del camino de sirga,
el contable calcula en su escritorio, el zapatero encera
sus cordones;
El director marca el compás a la orquesta, y todos los ejecutantes
lo siguen;
El niño recibe el bautismo, el converso formula su primera
profesión de fe;
Se aprestan para la regata en la bahía- la carrera ha comenzado-
¡cómo brillan las blancas velas!
Apacienta su rebaño el pastor y grita a los animales cuando
intentan alejarse;
El mercachifle suda agobiado por el fardo de su mercancía
W A L T W H I T M A N
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(y el comprador regatea por unos céntimos);
La cámara y la placa están preparadas, la dama se apresta
para que tomen su daguerrotipo;
La novia desarruga su blanco vestido, el minutero avanza
lentamente;
El fumador de opio reclina su rígida cabeza y entreabre
los labios;
La prostituta pasa arrastrando su chal; su sombrero cae
sobre el vacilante y granujiento cuello;
La gente festeja sus obscenidades; los hombres se mofan haciéndole
guiños;
(¡Miserable! ¡Yo no festejo tus obscenidades ni me burlo
de ti!).
El presidente reúne al consejo, lo rodean los grandes secretarios;
En la plaza, cogidas del brazo, pasean tres majestuosas matronas;
La tripulación del pesquero estiba camadas de hipogloso en
la bodega;
La gente de Missouri atraviesa las llanuras, arreando sus
ganados y cargando sus bártulos;
Mientras el cobrador recorre el tren anunciándose con el
tintineo de las monedas;
Los carpinteros colocan los entarimados, los techadores
cubren los techos, los albañiles piden el mortero;
En fila, con sus artesas al hombro, avanzan los peones;
Las estaciones se suceden, la indescriptible multitud se
congrega, hoy Cuatro de Julio (¡Qué salvas de artillería
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69
y armas menores!).
Las estaciones se suceden, el labrador ara, siega el segador,
y el grano invernal cae sobre la tierra;
Allá, en los lagos, el pescador de pica mira y aguarda a
través del agujero abierto en la helada superficie;
El pionero hinca profundamente el hacha en los tocones
que inundan la llanura;
Los lancheros hacen alto a la hora del crepúsculo y atracan
con sus gabarras cerca de las plantaciones de algodón
y bajo los castaños;
El rastreador de coones los busca a través de las regiones
del río Colorado o las que baña el Tennesse, o a través
de las del Arkansas;
Brillan las antorchas en las sombras de Chattahoochee o
Altamahaw.
Los patriarcas se sientan para cenar con sus hijos y sus
nietos, y los biznietos los rodean;
En chozas de adobes, en tiendas de lona, duermen los tramperos
y cazadores luego de la diaria cacería;
La ciudad duerme, el campo duerme;
Los vivos duermen a su tiempo, los muertos duermen a su
tiempo;
El viejo marido duerme a la vera de su esposa, y el joven
esposo duerme con la suya;
Y todos éstos en su fuero interno anhelan venir hacia mí,
y yo en mi fuero exterior quiero acudir hacia ellos;
Y tal cual son ellos, así, más o menos, así soy yo;
Y cada uno de ellos, y de todos, y de mí, brota esta
W A L T W H I T M A N
70
canción a mí mismo.
16
Soy del anciano y del joven, del necio tanto como del
sabio;
Negligente con unos, siempre respetuoso con los otros,
Maternal tanto como paternal, un niño tan bien como un
hombre,
La sustancia de que colmado estoy es grosera y la sustancia
de esa sustancia es refinada;
Uno en la Gran Nación, la nación formada por muchas
naciones, donde las más pequeñas valen tanto como
las más grandes;
Un sureño tanto como un norteño- un plantador indolente
y hospitalario, junto al Oconee donde vivo;
Un yanqui resuelto a proseguir mi camino, dispuesto a comerciar,
con las articulaciones más flexibles del mundo
y con las articulaciones más sólidas del mundo;
Un kentuikano vagando por el valle del Elkhorn, enfundado
en mis polainas de piel de venado, un luisiano
o georgiano;
Un barquero en lagos y bahía, o al largo de las costasun
hoosier, badger, buckeye (uno de Indiana de
Wisconsin, de Ohío);
En mi hogar del Canadá, calzando raquetas para la nieve,
o instalado arriba, en los bosques, o con los pescadores
de Newfoundland (Terranova);
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71
En la flotilla de rompehielos, bordejando con los otros;
En mi hogar, en las colinas de Vermont, o en los bosques
del Maine, o viviendo en un rancho de Texas;
Camarada de los californianos camarada de las gentes
libres del Noroeste (enamorado de sus esbeltas proporciones),
Camarada de los jangaderos y de los carboneros- camarada
de los que estrechan las manos dando la bienvenida
e invitan a comer y beber;
Un aprendiz con los más simples, un maestro para los más
aventajados;
Un novicio principiante, empero con la experiencia de miriadas
de estaciones;
De cada color y de cada casta tengo yo algo, de cada rango
y cada religión;
Un labrador, mecánico, artista, caballero, marino, cuáquero;
Prisionero, iluso, pendenciero, leguleyo, médico, sacerdote;
Resisto cualquier cosa mejor que mi propia diversidad;
Aspiro el aire pero lo dejo en plenitud para los demás,
Y no estoy encaramado, ocupo siempre mi lugar.
(La polilla y las huevas de los peces están en su sitio;
Yo veo los soles brillantes, y aquellos que no alcanzo a
divisar están en su debido lugar;
Lo palpable ocupa su lugar, y lo impalpable está en su
sitio.)
W A L T W H I T M A N
72
17
Estos son realmente los pensamientos de todos los hombres
en todas las edades y en todos los pueblos- no son
originalmente míos;
Si ellos no son también tan suyos como míos, no son más
que nada, o casi nada;
Si ellos no son el enigma, y la clave del enigma, tampoco
son nada;
Si ellos no son tanto lo inmediato, como lo distante, nada
son.
Esta es la hierba que brota donde quiera que haya tierra,
y agua;
Este es el aire común que baña el globo.
18
Aquí estoy con música ruidosa- con mis clarines y mis
tambores,
No sólo ejecuto marchas para las victorias consagradasyo
ejecuto también marchas para los vencidos y para
los asesinados.
¿Habéis oído decir que está bien ganada la jornada?
Yo también digo que es bueno caer- que las batallas se
pierden con el mismo espíritu con que se ganan.
Yo redoblo y repico por los muertos;
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73
Soplo en mi clarín mis notas más vibrantes y más alegres
en loor de todos ellos.
¡Viva por los que cayeron!
¡Y por aquellos cuyas naves guerreras se hundieron en el
mar!
¡Y por aquellos mismos que en el mar perecieron!
¡Y por todos los generales vencidos! ¡Y por todos los hé
roes derrotados!
¡Y por los innúmeros héroes desconocidos, iguales a los
grandes héroes conocidos!
19
Esta es la comida de siempre- ésta es la carne para el
hambre natural;
Es la misma para el malvado tanto como para el justoyo
la dispongo para todos por igual;
Y quiero que nadie sea excluido,
La manceba, el parásito, el ladrón están igualmente invitados;
El esclavo de labios gruesos está invitado- el sifilítico
está invitado;
No habrá distingos entre ellos y el resto.
Esta es la región de una mano vergonzante- éste es el
olor de una flotante cabellera.
Éste es el contacto de mis labios con los tuyos- éste es el
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74
murmurio del deseo;
Éste es el reflejo de las profundidades insondables y el de
las alturas reflejadas en mi rostro;
Éste es el preconcebido anhelo de mezclarme con todos
para huir después..
¿Supones que aliento algún complicado designio?
Bien, lo tengo- como también lo tienen las lluvias durante
el cuarto mes, y lo tiene la mica adherida a las
rocas.
¿Me tienes por asombroso?
¿Es asombrosa la luz del día? ¿Lo es la primera estrella
roja que tiembla a través del ramaje?
¿Asombro yo tanto como ella?
Ya es hora de que hable confidencialmente;
Yo no lo haría con cualquiera, pero quiero confiar en ti.
20
¿Quién va allá, ansioso y tosco, místico desnudo?
¿Cómo es posible que extraiga mis fuerzas del buey con
cuya carne me alimento?
En realidad, ¿Qué es un hombre? ¿Qué soy yo? ¿Qué eres
tú?
Todo cuanto señalo como mío debes considerarlo tuyo;
H O J A S D E H I E R B A
75
De lo contrario pierdes tiempo escuchándome.
No lloriqueo como los que por ahí lloriquean,
Estos meses son vacuos, y la tierra sólo es cieno y suciedad;
Esta vida es un eterno mamar y vender, y nadie subsiste
hasta el final sino raído, apenado y desgarrado.
Sollozos y adulonerías obsecuentes con pólvora destínanse
a los veteranos inválidos- la conformidad para los
parientes de los desaparecidos del Cuatro de julio;
Llevo el sombrero como quiero, dentro o fuera de la casa.
¿Por qué he de orar? ¿Por qué abundaré en reverencias y
ceremonias?
Luego de escudriñar a través de los estratos, analizado
hasta un pelo, consultado con los doctores, y calculado
atentamente,
Yo he comprobado que lo mejor está en mis propios huesos
Entre todos me miro a mí mismo- ni más ni menos cual
si fuera un grano de cebada;
Y lo bueno o lo malo que digo de mí, también de ellos
lo digo.
Y sé que soy sólido y puro;
En mí convergen las cosas del universo en su perpetuo fluir;
Todo ha sido escrito para mí, y yo tengo que descifrar lo
W A L T W H I T M A N
76
que las escrituras significan.
Yo sé que soy inmortal.
Yo sé que la órbita que describo no puede medirse con el
compás del carpintero;
Yo sé que no pasaré como el círculo que en la noche traza
un niño jugando con un tizón encendido.
Yo sé que soy augusto.
Yo no turbo mi espíritu para que se vindique ni para que
lo comprendan;
Yo sé que las leyes elementales no tienen disculpa;
(Después de todo, yo reconozco que no soy más soberbio
que los cimientos sobre los cuales se levanta mi casa).
Existo tal cual soy- esto es suficiente;
Si algún otro en el mundo no se muestra enterado, de ello
me alegro;
Y si cada uno y todos están enterados, también me alegro.
Un mundo me contempla, el más inmenso para mí, y esto
soy yo mismo;
Y si llego a mi destino hoy, o dentro de diez mil, o diez
millones de años,
Puedo aceptarlo alegremente o esperar con la misma alegría.
La impronta de mis pies está marcada profundamente en
el granito;
H O J A S D E H I E R B A
77
Me río de lo que llamas disolución;
Porque conozco la magnitud del tiempo.
21
Yo soy el poeta del Cuerpo;
Yo soy el poeta del Alma.
Los placeres celestiales están conmigo y los tormentos infernales
también están en mí;
Los primeros, yo los injerto y los hago crecer en mí mismo
- y los segundos los traduzco a una nueva lengua.
Yo soy el poeta de la mujer así como el del hombre;
Y digo que es tan grande ser una mujer como ser un
hombre;
Y digo que no hay nada tan grande; como ser madre de
hombres.
Yo canto la canción de la expansión y del orgullo;
Nos hemos humillado y hemos impetrado bastante por
culpa de ellos;
Y declaro que el tamaño sólo es desarrollo.
¿Has sobrepasado al resto? ¿Eres el Presidente?
Es una bagatela- todos pueden llegar hasta allí, cualquiera
puede lograrlo.
W A L T W H I T M A N
78
Yo soy el que camina con la tierna y fecunda noche;
Invoco a la tierra y al mar, semiocultos por la noche.
Estréchame contra tu desnudo seno, ¡oh, noche!- ¡Estréchame,
noche magnética y sustentadora!
¡Noche de los vientos sureños! ¡Noche de las grandes
y raras estrellas!
¡Apacible y adormecida noche! ¡Enloquecida, desnuda
noche estival!
Sonríe, ¡oh tierra voluptuosa, con tu fresco aliento!
¡Tierra de los soñolientos y fluidos árboles!
¡Tierra de los moribundos crepúsculos- tierra de las montañas
con sus cumbres hundidas en la bruma!
¡Cristalina tierra bañada por la luna llena con su claridad
lechosa y azulada!
¡Tierra de las luces y sombras moteando la superficie del
río!
¡Tierra del límpido gris de las nubes, más límpidas y más
claras para regocijo mío!
¡Tierra de los lejanos y profundos barrancos!
¡Tierra colmada de manzanas en flor!
¡Sonríe, porque aquí está tu amante!
¡Pródiga, tú me has dado amor! ¡Por lo mismo, yo te doy
amor!
¡Oh, indecible y apasionado amor!
H O J A S D E H I E R B A
79
22
¡Tú, mar! Yo también a ti me entrego- yo barrunto lo
que tú significas;
Contemplo desde la playa tus corvos e incitantes dedos;
Creo que rehusas retirarte a menos que me acaricies;
Debemos realizar juntos un viaje, me desnudo- apresúrate
a conducirme lejos, hasta que pierda de vista la tierra;
Arrúllame, déjame adormecer sobre los muelles cojines de
tus ondas;
Empápame con tu humedad amorosa; puedo restituírtela.
¡Mar de las dilatadas y embravecidas lejanías!
¡Mar del aliento amplio y convulsivo!
¡Mar, sal de la vida! ¡Mar de las tumbas inesperadas
siempre abiertas!
¡Cómo gimes y te vuelcas en la tormenta! ¡Caprichoso y
fantástico mar!
Yo soy idéntico a ti, tengo igualmente una fase y todas
las fases.
Participo del flujo y del reflujo- encomio el odio y la
reconciliación;
Soy el testigo de la simpatía;
(¿Haré el inventario de las cosas de la casa y olvidaré la
casa que las contiene?)
No sólo soy el poeta de la bondad,- no declino ser también
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80
el de la perversidad.
Jofainas y navajas para mis pecas y mis greñas.
¿Qué significa esa algarabía sobre la virtud y el vicio?
El mal me impele y la reforma del mal me incita. Pero
permanezco indiferente;
Mi actitud no es ni la del inquisidor ni la del recusante;
Me limito a regar las raíces de todo cuanto crece.
¿Temes que alguna escrofularia brote entre la persistente
fecundidad?
¿Crees, acaso, que las leyes celestiales se encuentran aún en
gestación y pueden ser rectificadas?
Examino un platillo de la balanza y el otro platillo de la
balanza;
Las endebles doctrinas están sustentadas igualmente como
las doctrinas estables;
Los designios y realidades del presente se hallan despiertos
en los impulsos iniciales.
Este minuto llega hasta mí a través de un pasado secular.
Ninguno mejor que este instante presente.
Que en el pasado te hayas comportado bien, o te portes
bien ahora, es cosa que carece de importancia;
Ahora y siempre, lo maravilloso es que pueda haber un
hombre o villano o infiel.
H O J A S D E H I E R B A
81
23
¡Oh, el despliegue interminable de palabras seculares!
Y mi palabra es una palabra moderna, la palabra en-masse.
Palabra de la fe, que jamás engaña;
Hoy y mañana, ella es para mí siempre igual. Yo acepto
el tiempo, absolutamente.
Sólo esta palabra es intachable, sólo ella lo concluye y
acepta todo;
Esta mística y desconcertante maravilla todo lo completa
ella sola.
Acepto la realidad y no me atrevo a interrogarla;
El materialismo la impregna desde el comienzo hasta el
final.
¡Hurra por la ciencia positiva! ¡Qué viva la exacta demostración!
Búscame rodiolas mezcladas con ramas de cedro y de lilas;
Éste el lexicógrafo, éste es el químico, éste hace una
gramática para descifrar las inscripciones de los antiquísimos
cartuchos,
Estos marinos llevaron el navío a través de los mares
desconocidos y peligrosos;
Éste es el geólogo, éste trabaja con el escalpelo y éste es
el matemático.
W A L T W H I T M A N
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¡Señores! para vosotros los honores primeros;
Vuestras acciones son útiles y, empero, no constituyen mi
dominio.
(Por ellas yo no hago más que penetrar en un sector de
mi dominio).
Aquellos que apelan a las propiedades de ningún modo han
expresado mis palabras.
Sino más bien fueron aquellos que expresan la vida inexpresada,
la libertad y la liberación,
Y que no tienen en cuenta a los neutros y los castrados,
y que favorecen a los hombres y a las mujeres plenamente
provistos,
Y que golpean sobre el gong de la rebelión, y se mezclan
con los fugitivos, los complotados y los conspiradores.
24
¡Walt Whitman, yo soy un cosmos, un hijo del pujante
Manhattant!
Turbulento, corpóreo y sensual, glotón, bebedor y procreador;
Nada sentimental, ni por encima de los hombres y las
mujeres, ni de ellos apartado;
No más modesto que inmodesto.
¡ Quitad las cerraduras de las puertas!
¡ Quitad las puertas mismas de sus quicios!
H O J A S D E H I E R B A
83
El que el que a otro degrada, a mí me degrada;
Y todo cuanto se hace o se dice, al final, hacia mí vuelve.
A través de mi inspiración crece y se acrecienta, a través
de mí pasa la eléctrica corriente y se mueve la aguja
indicadora.
Yo prefiero la pretérita palabra original, entrego el signo
de la democracia;
¡Por Dios! No aceptaré nada que los otros no puedan
obtener en los mismos términos.
A través de mí resuenan las infinitas voces largo tiempo
enmudecidas;
Voces de interminables generaciones de prisioneros y de
esclavos;
Voces de prostitutas, y de seres deformes;
Voces de enfermos y desesperados, de ladrones y abortos;
Voces de siglos de preparación y acrecentamiento.
Y de los vínculos que ligan a las estrellas, y de las matrices
maternas y de la savia paterna,
Y de los derechos de aquellos a los que los otros pisotean;
De los deformados, triviales, negados, tontos, despreciados,
Vaho en el aire, escarabajos haciendo rodar sus bolas de
excremento.
A través de mí las proscriptas voces;
Voces de los sexos y de las concupiscencias, veladas voces
cuyos velos yo aparto;
W A L T W H I T M A N
84
Voces indecentes, por mis clarificadas y transfiguradas.
Yo no poso los dedos sobre mi boca;
Yo trato con la misma delicadeza tanto a las entrañas
como a la cabeza y el corazón;
La cópula para mí no es más fétida que la muerte.
Creo en la carne y en los apetitos;
Ver, escuchar, tocar, son milagros, y cada parte y cada
apéndice de mi cuerpo también es un milagro.
Divino soy interior y exteriormente, y santifico todo cuanto
toco o a mí me toca;
El olor de mis axilas es un aroma tan exquisito como la
plegaria;
Esta cabeza mía vale más que templos, biblias y que todas
las creencias.
Si rindo culto a una cosa más que a otra, entiendo que es
a la integridad de mi cuerpo, o a una cualquiera de
mis partes.
¡Traslúcida forma mía! ¡Eso serás!
Sombríos impetus y pausas, ¡eso serás!
Rígida cuchilla masculina, ¡eso serás!
Todo cuanto puede valorarse, ¡eso serás!
¡Tú, riqueza de mi sangre, lechoso licor, pálido extracto
de mi vida!
H O J A S D E H I E R B A
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Pecho que se estrecha contra otros pechos, ¡eso serás!
Mi cerebro, ¡eso serán tus ocultas circunvoluciones!
Raíz bañada por el iris del agua, temerosa codorniz, nidal
de los dobles huevos custodiados, ¡eso serás!
Enmarañado y crespo heno de la cabeza, barbas y muslos,
¡eso serás!
Savia goteando del arce, filamento del trigo viril, ¡eso serás!
Sol generoso, ¡eso serás!
Vapores iluminando y ensombreciendo mi rostro, ¡eso
serás!
Vosotros arroyuelo y rocío de sudor, ¡eso serás!
Vientos cuyos genitales dulcemente juguetones, contra mí
se frotan, ¡eso serás!
Amplios espacios musculares, ramas vivas del roble, vagabundeo
lleno de amor sobre mis sinuosos senderos,
¡eso serás!
Manos que he recogido, rostro que he besado, mortal que
una vez toqué, ¡eso serás!
Estoy enloquecido de mí mismo. ¡Hay tantas cosas en mí
y todo es tan delicioso!
Cada instante y todo cuanto acontece me estremece de
regocijo.
¡Oh! ¡Soy maravilloso!
No puedo decir cómo se doblan mis tobillos, ni de dónde
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86
proviene mi más insignificante deseo,
Ni la causa de la amistad que de mí emana, ni la causa
de la amistad que a mi vez, recojo.
Cuando llego hasta mi portal, me detengo para considerar
si esto puede ser una realidad;
Un dondiego matinal, en mi ventana, me satisface más que
toda la metafísíca que traen los libros.
¡Contemplar la aurora!
La débil claridad ahuyenta las diáfanas e inmensas sombras;
El sabor del aire es grato a mi paladar.
Impulsos del mundo en marcha, ingenuos escarceos, silencioso
brotar, fresca exudación.
Evasivas fugas hacia arriba y hacia abajo.
Algo que no logro distinguir yergue libidinosos dardos;
Oleadas resplandecientes de jugo inundan los cielos.
La tierra sostenida por el cielo, cotidiano término de su
conjunción;
El desafío, desde Oriente, se levanta en ese instante sobre
mi cabeza;
Y el sarcasmo burlón: ¡Mira si te conviertes en el amo de
todo esto!
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25
Deslumbrante y tremenda, ¡qué pronto la aparición del sol
me mataría
Si yo no lograra, ahora y siempre, expresar la aurora que
de mí emana!
Nosotros también nos elevamos deslumbrantes y tremendos
como el sol,
Nosotros hemos encontrado nuestro dominio, ¡oh, alma
mía!, en la calma y el frescor de la alborada.
Mi voz alcanza hasta donde mis ojos no distinguen,
Con la vibración de mi lengua circundo mundos y nebulosas
de mundos.
La palabra es la hermana gemela de mi visión, ella es
incapaz de medirse;
Ella me incita sin cesar y me dice sarcásticamente:
“Walt, ya tienes bastante, ¿por qué no comienzas a distribuir?”
Entonces yo no me dejaré tentar más; tú tienes muy en
cuenta la expresión.
¿Ignoras, ¡oh, palabra!, cómo bajo tus plantas las yemas se
repliegan sobre sí mismas?
Aguardando en las tinieblas, protegido de la helada;
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88
Retrocediendo el lodo ante mis gritos proféticos;
Me someto a las causas para valorarlas al final;
Mi sabiduría, esto es lo que en mí vive y está de acuerdo
con el sentido de las cosas,
Felicidad (que cualquiera, éste o aquel, parta en busca
de este día).
Mi mérito final está en rehusarte, me resisto a apartar de
mí lo que realmente, soy;
Circundo los mundos, pero jamás intento rodearme con
ellos;
Simplemente, contemplándote, colmo aquello que tú tienes
de más dulce y mejor.
Escritura o conversación no me manifiestan,
Porque yo llevo en mi rostro expresada la plenitud de mi
manifestación y la de todas las cosas;
Y con el silencio de mis labios confundo enteramente al
escéptico.
26
Ahora yo no haré más que escuchar,
A fin de insertar en mi canto aquello que escuche, para
permitirles a los puros su contribución.
Escucho el cantar sonoro de los pájaros, el murmullo del
trigal creciendo, el parloteo de las llamas, el crepitar
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de las astillas en la fogata donde preparo mis alimentos;
Escucho ese son que tanto amo, el sonido de la voz humana;
Escucho todos los sones que juntos corren, combinados,
confundidos, fundidos, persiguiéndose;
Sones de la ciudad y sones de extramuros, sones del día y
de la noche;
Los mancebos que conversan con aquellos que los aman, la
bulliciosa risa de los jornaleros durante su yantar;
Los bajos coléricos de la amistad en fuga, los débiles quejidos
de los enfermos;
El juez con sus manos cruzadas, sobre el estrado, y sus pálidos
labios pronunciando una pena de muerte;
El parloteo de los estibadores que vuelcan la carga sobre
los muelles, el estribillo de los marineros que levan el
ancla;
El tañido de las campanas de alarma, el grito de “¡fuego!”,
el rodar de las bombas de incendio pasando a toda
velocidad y los carros conduciendo las lanzas con sus
premonitorios tintineos y sus luces de colores;
El silbato de la locomotora, el sólido rodar del tren arrastrando
sus vagones;
La marcha lenta, ejecutada por la banda, al frente de la
columna de hombres avanzando de a dos en fondo,
(Y que acuden para velar a un cadáver, con las moharras
enlutadas por negro crespón).
Escucho el violoncelo (que es como el lamento sentimental
de un mancebo);
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90
Escucho el cornetín de pistones, que penetra rápidamente
en mis oídos,
Suscitando tiernas emociones en mis entrañas y en mi
pecho.
Escucho el coro, que es el de una gran ópera;
¡Ah! Esta sí que es música verdadera- he aquí la que me
satisface.
Un tenor, grande y fresco, como la creación, me colma;
La flexible curva de sus labios se expande y me llena hasta
el borde.
Escucho a la soprano ejercitándose (¿qué es mi trabajo
comparado con el suyo?);
La orquesta me hace girar dentro de una órbita más amplia
que la de Urano;
Me arranca ardores que hasta ahora yo ignoraba poseer;
Me transporta cual un navío, y yo, descalzo, chapoteo las
olas que indolentes besan mis pies;
Una granizada violenta y colérica me envuelve, y pierdo
mi aliento,
Sumido en el sueño de una morfina que es dulce como la
miel, mi garganta se sofoca en agonías mortales;
Y por fin vuelvo a incorporarme y percibo el enigma de los
enigmas,
Y esto es lo que llamamos Ser.
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91
27
Ser, bajo no importa qué forma, ¿qué significa?
(Damos vueltas y vueltas todos nosotros y siempre caemos
allí);
Si otra cosa no hubiera más desarrollada, ésta sería tanto
como la ostra en el interior de su insensible valva.
Mi valva no es insensible,
Ya me adelante o me detenga, en mi persona responden
instantáneos hilos conductores,
Se apoderan de todo objeto y lo conducen sin deformarlo
a través de mí.
Basta que yo me mueva, oprima, palpe con mis dedos, para
que al punto me sienta feliz;
Tocar con mi cuerpo el cuerpo de otro cualquiera, después
de todo, es lo único que puedo tolerar.
28
¿Es esto un contacto? Trémulo, siento en mí una nueva personalidad,
Llamas y éter se precipitan por mis venas,
Una leve extremidad de mi persona se yergue y arremete
acudiendo en mi ayuda,
Mi carne y mi sangre arrojan rayos para alcanzar aquello
que apenas de mí difiere;
Por todas partes los incitadores lascivos atesan mis miem
W A L T W H I T M A N
92
bros,
Estrujando la ubre de mi corazón para extraer las gotas
retenidas,
Obrando sobre mí de manera licenciosa, sin tolerar resistencia
alguna,
Por la fuerza me arrancan lo mejor que poseo,
Desabotonando mis ropas, reteniéndome por el desnudo
talle,
Se deleitan al ver mi confusión en medio de la calma del
sol y de los prados,
Apartando sin recato toda aparente sensatez,
Me sobornan para realizar un trueque, complaciéndose en
el roce de mi piel,
Sin consideración ni miramiento alguno para mis fuerzas
que se agotan, o mi malestar;
Apelan al resto del rebaño para que todavía se regocije un
instante,
Y luego todos, en un promontorio, reúnense para mofarse
de mí.
Los centinelas desertan de todas mis otras partes;
Me dejan inerme ante el sanguinario merodeador;
Acuden todos hacia las alturas para contemplar y precipitar
mi derrota.
Abandonado estoy por los traidores;
Apelo a diestra y siniestra, he perdido mi ánimo, y nadie
es tan traidor como yo;
H O J A S D E H I E R B A
93
Fui yo mismo empero, el que primero llegó al promontorio
y mis manos fueron las que me permitieron trepar
hasta allí.
¡Oh, vil contacto! ¡Qué haces! Mi aliento se ahoga en su
estrecha garganta,
¡Abre tus compuertas! tú eres demasiado para mí.
29
¡Ciego, amoroso, violento contacto! ¡Sinuoso contacto, embozado,
de aguzados dientes!
Entonces, ¿has sufrido tanto al abandonarme?
Despedida que sucede al arribo, perpetuo pago de un perpetuo
préstamo;
Rica deliciosa lluvia torrencial y recompensa aún más
deliciosa.
Los retoños, acumulándose, forman racimos, y se mantienen
gracias al sarmiento, prolífico y vital.
Boscajes de máscula esencia, dorados y en plenitud de
crecimiento.
30
Todas las verdades aguardan en todas las cosas;
No apresuran su nacimiento y no se resisten;
No necesitan del fórceps obstétrico del cirujano;
W A L T W H I T M A N
94
Lo insignificante es tan grande como cualquier otra cosa;
(¿Existe algo más insignificante o más importante que un
contacto?)
La lógica y los sermones jamás convencen;
El rocío nocturno penetra hondo en mi alma.
Sólo está probado aquello que se prueba a todo hombre y
toda mujer;
Sólo lo está aquello que nadie niega.
Un minuto y una gota de mi existencia serenan mi mente,
Creo que las motas de húmeda tierra se convertirán en
enamorados y en lámparas,
Y un compendio de compendios es la carne de un hombre
o de una mujer.
Y que equivale a una cumbre y a una flor del amor de uno
por el otro,
Y que de esta lección, sin cesar, emitirán ramas hasta que
ella se torne omnífica.
Y hasta que uno y todos nos regocijen, y hasta que nosotros
los regocijemos.
31
Yo creo que una hoja de hierba no es menos que la diaria
trayectoria de las estrellas,
Y que la hormiga también es tan perfecta, y un grano de
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arena, y el huevo del reyezuelo,
Y la reineta es una obra de arte comparada con lo más
grande,
Y la zarza trepadiza podría adornar los salones celestiales,
Y la menor articulación de mi mano menosprecia toda
mecánica,
Y la vaca que rumia con su cabeza gacha sobrepasa cualquier
estatua.
Y una sonrisa es un milagro suficiente como para conmover
a sextrillones de incrédulos.
Yo encuentro incorporados en mi gneis, carbón, músculos
de largos filamentos, frutos, granos, racimos comestibles,
Tengo mi cuerpo todo estucado, con imágenes de cuadrúpedos
y pájaros,
Y por buenas razones he distanciado lo que está detrás
de mí,
Pero que puede retornar en cuanto yo lo desee.
En vano la fuga o el miedo;
En vano las rocas plutónicas despiden su antiquísimo calor
para impedir que yo me aproxime;
En vano el mastodonte oculta su osamenta bajo el polvo;
En vano las cosas están a leguas de distancia y asumen múltiples
formas;
En vano el océano se repliega en sus cavernas y los
grandes monstruos en sus profundidades;
En vano el gallinazo busca un nido en el cielo;
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En vano la sierpe se desliza entre las plantas rastreras y el
ramaje de los árboles;
En vano el alce se oculta en las profundas y boscosas gargantas;
En vano el pingüino de afilado pico emigra al norte, hacia
el Labrador;
Y yo lo sigo prestamente, y trepo hasta el nido que está en
la grieta del acantilado.
32
Creo que podría volverme hacia los animales y convivir con
ellos, siempre que se muestren plácidos y reservados;
Yo permanezco contemplándolos largo, largo rato.
No se lamentan ni se quejan de su condición;
No permanecen despiertos en medio de la oscuridad ni lloran
sobre sus pecados;
No se amargan discutiendo, sobre sus obligaciones con
Dios;
Ninguno de ellos se muestra descontento, ninguno de ellos
enloquece por la manía de poseer cosas;
Ninguno se humilla ante otro, ni hacia su especie que vivía
hace millares de años;
Ninguno, sobre la tierra toda, se muestra respetable o desventurado.
Tal cual se manifiestan su parentesco yo los acepto;
Me traen indicios de mí mismo, testimoniándome claramenH
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te que estos indicios están en su poder,
Yo me pregunto de dónde extraen tales indicios;
¿Quizá pasé junto a ellos hace siglos y los he desdeñado,
dejándolos caer?
Yo mismo, que entonces avanzaba como ahora y como
siempre,
Recogiendo y manifestándose siempre más y con mayor
rapidez,
Infinito y omnipotente, pleno de todos y como todos lleno;
Sin mostrarme muy exclusivo con aquellos que suscitan mis
recuerdos,
He aquí uno al que he escogido y amo, y ahora estoy con
él en términos fraternales.
Una gigantesca belleza de padrillo lozano, que corresponde
a mis caricias,
La cabeza coronada por una frente altiva, despejada, entre
las orejas,
Los miembros lúcidos y ágiles, la cola cayéndole hasta el
suelo,
Los ojos chispeantes de cólera, las orejas finamente recortadas
y moviéndose flexibles.
Su belfo se dilata cuando mis talones lo oprimen;
Sus miembros bien forjados tiemblan de placer cuando,
luego de unas vueltas, regresamos.
Yo no te exijo más que un minuto, y luego te dejo en libertad,
¡padrillo!;
¿Para qué necesito de tu rapidez si yo en el galope te
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aventajo?
De pie o sentado, yo paso más rápido que tú.
33
¡Oh, viento arrollador! ¡Oh, espacio y tiempo! Ahora
reconozco que es verdad lo que había presentido;
Lo que había presentido cuando holgazaneaba sobre la
hierba;
Lo que había presentido mientras permanecía solo, tendido
en mi lecho,
Y luego cuando recorría la playa bajo las pálidas estrellas
del amanecer.
Mis amarras y mi lastre me abandonan, mis codos se apoyan
sobre los acantilados del mar;
Circundo las sierras, las palmas de mis manos cubren los
continentes;
Y avanzo con el ritmo de mi visión.
Cerca de las cuadrangulares casas de la ciudad, - en las
chozas de troncos de árboles, acampando con los leñadores;
A lo largo de caminos de portazo, a lo largo de la reseca
quebrada y atravesando el lecho del arroyuelo;
Desbrozando mi sembrado de cebollas o carpiendo mis hileras
de zanahorias y chirivías, atravesando las sabanas,
siguiendo los senderos de los bosques;
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Cateando, cavando en busca de oro, haciendo una incisión
alrededor de los troncos de los árboles del bosque recién
adquirido;
Abrasado hasta los tobillos por las arenas candentes, sirgando
mi barca a lo largo del río poco profundo;
Allí donde la pantera deambula y salta, amenazadora la
zarpa, donde el ciervo se vuelve enfurecido contra el
cazador;
Allí donde la serpiente de cascabel sobre una roca caldeada
por el sol, se desenrosca, o la nutria devora sus pescados;
Allí donde el caimán, con sus duras escamas, duerme cerca
de la charca;
Allí donde el oso pardo busca las raíces o los panales, o
donde el castor chapotea en el barro con su cola en
forma de paleta;
Por encima de los cañaverales de azúcar creciendo, por encima
de los algodoneros de amarillas flores, por encima
de los arrozales bajos y húmedos;
Por encima de la granja de puntiagudo techo, con su festoneada
galería y las pequeñas salientes de sus goteras;
Por encima de los nísperos japoneses, por encima de los
maizales de alargadas hojas, por encima del lino con
sus delicadas flores azules;
Por encima del alforfón blanco y tostado, tarareando y susurrando
allí con los otros;
Por encima del verde oscuro del centeno que produce sombreadas
ondulaciones al impulso de la brisa;
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Escalando las montañas, arrastrándome con precaución,
asiéndome de las ramas bajas y rugosas;
Siguiendo, en la hierba, el trillado sendero o la huella a
través de la hojarasca del matorral;
Allí donde la codorniz silba entre la fronda y los trigales;
Donde el murciélago vuela en las noches de julio, o el gran
escarabajo de oro, se abate en la oscuridad;
Donde el arroyo muestra las raíces del viejo árbol mientras
se desliza hacia el prado;
Donde el ganado, de pie, espanta las moscas con el temblor
de su piel;
Donde la sarta de quesos pende del techo de la cocina,
donde los morrillos están a horcajadas sobre el techo
del hogar en el que las telarañas caen desde las vigas
como festones;
Donde resuenan los martinetes de las fraguas, donde las
prensas hacen girar sus cilindros;
Donde el corazón humano palpita con terrible angustia bajo
las costillas;
Donde el globo en forma de pera flota en el aire (y yo mismo
floto y lo contemplo plácidamente desde abajo);
Donde la canoa de salvataje se desliza por la corredera, donde
el calor, en las revueltas arenas, incuba los huevos
de color gris pálido;
Donde la ballena nada con su cría inseparable;
Donde el barco de vapor arrastra en pos de sí un largo
penacho de humo;
Donde la negra aleta del tiburón se asoma cortando el
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101
agua;
Donde el brick a medias incendiado flota en las corrientes
desconocidas;
Donde las almejas colman el viscoso puente mientras los
muertos se pudren en la cala;
Donde la bandera de las muchas estrellas ondea al frente
de los regimientos
Mientras se aproximan a Manhattan por la estrecha y alargada
isla;
Bajo el Niágara, la catarata que cae como un velo sobre mi
rostro;
Sobre el umbral de una puerta donde el montante de dura
madera sobresale;
En la pista de carreras, o bien disfrutando de los picnis, o
bailando jigas, o jugando al base-ball;
En fiestas de hombres, con groseras bromas, irónicas licencias,
danzas violentas, borracheras, risas;
En el lugar de la sidrería, saboreando, la pulpa oscura y
azucarada de las manzanas, sorbiéndola a través de
una pajuela;
En el lugar donde mondan las manzanas, con deseos de
besar todos los rojos frutos que encuentro;
En las asambleas, en las fiestas sobre la playa, en las reuniones
amistosas, entre los grupos que deschalan el
maíz, levantando castillos en el aire;
Donde el sinsonte deja escuchar sus deliciosos gorjeos, cloquea,
grita, llora;
Allí, en el patio de la granja, donde la muela del trigo se
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102
levanta, donde aventan las pajas caídas, en el cobertizo
donde aguarda la vaca preñada;
Donde el toro avanza para cumplir su másculo cometido,
donde el potrillo se levanta sobre la yegua, donde el
gallo cubre a la gallina;
Donde pacen los novillos, donde los gansos tragan su comida
con leve temblor del gaznate;
Donde las sombras del ocaso se prolongan sobre la praderainmensa
y solitaria;
Donde las manadas de búfalos se deslizan y extienden por
todo el ámbito, cubriendo millas y millas cuadradas
Donde el colibrí chispea, donde se curva y enrosca el cuello
del cisne longevo;
Donde el martín-pescador se remonta, bordeando la ribera,
dejando escuchar su risa casi humana;
Donde las colmenas están alineadas sobre un banco gris
del jardín, semiocultas por las hierbas;
Donde las perdices de listado cuello se posan en el suelo
formando círculo, levantando sus cabecitas;
Donde los coches fúnebres llegan pasando por debajo de
las arcadas del cementerio;
Donde los lobos, en el invierno, aúllan en medio de las
blanca nevadas, entre los árboles cubiertos de carámbanos;
Donde la garza de amarilla cabeza, en la noche, se aproxima
a la charca para alimentarse con los cangrejitos;
Donde el chapoteo de los nadadores refresca el caluroso
mediodía;
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103
Donde la cigarra hace sonar su cromático caramillo en lo
alto del nogal que se asoma detrás del muro;
A través de los bosquecillos de limoneros y pepinos con su
entrelazada hojarasca de plata;
A través del salitral o de la amarillenta ciénaga, o bajo los
cónicos pinos;
A través del gimnasio, a través del encortinado salón, a
través de la oficina o de la sala de bailes populares;
Contento con el nativo y contento con el extranjero, contento
con lo nuevo y con lo antiguo;
Contento con la mujer fea y lo mismo con la hermosa;
Contento con la cuáquera que se despoja de su bonete para
charlar elodiosamente;
Contento con la canción entonada por el coro en la jaharrada
capilla;
Contento con las graves palabras del sudoroso predicador
metodista, seriamente impresionado en medio de la
reunión al aire libre;
Contemplando los escaparates de Broadway durante toda
la mañana, y aplastando mi nariz contra los cristales;
Vagando esa misma tarde, cara hacia las nubes, o siguiendo
el sendero a lo largo de la playa;
Con mis brazos izquierdo y derecho alrededor de las caderas
de dos amigos, y yo entre ambos;
Regresando a mi casa acompañado por el salvaje y silencioso
mancebo de las mejillas sumidas (que en pos de
mí cabalgó al caer la tarde);
Lejos de las poblaciones, estudiando las huellas de los aniW
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104
males o las improntas de los mocasines;
En el hospital, próximo a un lecho, brindándole la limonada
al afiebrado paciente;
Próximo al féretro, cuando todo está inmóvil, examinando
el cadáver a la luz de un cirio;
Arribando a todos los puertos para regatear o entregarme a
la aventura;
Precipitándome con la multitud moderna, tan airoso e inconstante
como cualquier otro;
Enfurecido contra el que odio; dispuesto a asestarle una
cuchillada en pleno furor;
Solitario a medianoche, en el fondo de mi morada, abandonado
por mis pensamientos desde hace mucho tiempo;
Paseándome por las antiguas colinas de Judea con el Dios
hermoso y amable a mi vera;
Presuroso, a través del espacio, apresurado a través del cielo
y de las estrellas;
Presuroso a través de los siete satélites y el gran anillo con
su diámetro de 80.000 millas;
Presuroso, a través de los meteoros engalanados con una
cola, y arrojando bolas de fuego como los otros;
Conduciendo el niño que crece en el vientre de la preñada
madre;
Entablando una querella, regocijándome, estableciendo un
plan, declarando mi amor, haciendo advertencias;
Reculando y avanzando, apareciendo y desapareciendo;
Tales son los caminos que recorro noche y día.
H O J A S D E H I E R B A
105
Visito los pomares y contemplo los frutos;
Contemplo los quintillones que han madurado y los quintillones
que están aún verdes.
Realizo estos vuelos dignos de un alma fluida y que todo
lo absorbe;
En mi carrera desciendo hasta las profundidades alcanzadas
por los plomos de la sonda.
Sostengo lo material y lo inmaterial;
No hay guardia que pueda retenerme, ni ley que me detenga.
Anclo mi embarcación sólo por unos instantes;
Mis mensajeros continuamente cruzan a lo lejos y regresan
trayéndome sus respuestas.
Voy en procura de las pieles de los osos polares y las focas,
penetrando los abismos con mi harpón, agarrándome
de las rocas frágiles y azuladas.
Trepo al trinquete;
Avanzando la noche, ocupo mi puesto en el nido de cuervo;
Navegamos por el mar Ártico, pleno de luz,
A través de la diáfana atmósfera abarco su maravillosa belleza;
Las enormes masas de hielo pasan ante mí y yo paso ante
ellas, y el escenario es llano en todas las direcciones.
W A L T W H I T M A N
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Las níveas cumbres de las montañas aparecen a lo lejos,
hacia ellas arrojo todo cuanto imagino;
(Nos aproximamos a un gran campo de batalla, en la que
pronto nos veremos envueltos;
Pasamos ante el colosal puesto avanzado del campamento,
lo hacemos con pasos pausados y con gran precaución).
O bien nos aventuramos a través de los suburbios de alguna
vasta y ruinosa ciudad;
Las ruinas y la destrozada arquitectura son más vastas que
cualquiera de las ciudades vivientes del globo.
Soy un compañero libre, acampo rodeado por el fuego de
los vivaques.
Desalojo del lecho al recién casado y me quedo con la
novia;
La estrecho toda la noche contra mis muslos y mis labios.
Mi voz es la voz de la esposa, el chillido cerca de la baranda
de la escalera;
Traen chorreando agua mi cuerpo de ahogado.
Interpreto el amplio corazón de los héroes,
El coraje del presente y de todos los tiempos;
Veo cómo el capitán contempla la gente desbordando del
navío náufrago que ha quedado sin timón, y la Muerte
alcanzándolos aquí y allá en plena tempestad;
Cómo él aprieta los puños y no se aparta una pulgada de
la borda, fiel durante días, fiel durante noches,
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Y cómo escribe, con gruesos caracteres, sobre un tablón:
“¡Tened valor, que no os abandonaremos!”;
Cómo navega con ellos y maniobra con ellos, durante tres
días, y sin querer abandonarlos;
Y cómo, al final, salva a los náufragos que iban a la deriva.
¡Qué aspecto tenían las mujeres desencajadas y con las
ropas flotantes cuando fueron arrancadas por las chalupas
de la tumba que las aguardaba!
¡Qué aspecto tenían los niños silenciosos, con sus rostros
prematuramente envejecidos, y los enfermos que izaban,
y los hombres sin afeitar, con los labios exangües!
Todo esto yo lo absorbo, es de mi agrado, lo hago mío;
Yo fui ese hombre, sufrí, y estuve allí.
El desdén y la serenidad de los antiguos mártires;
La madre de antaño, condenada por hechicera, quemada
sobre la hoguera ante la atónita mirada de sus hijos;
El esclavo perseguido, que desfallece en su huída, y se
apoya contra la empalizada, anhelante, sudoroso;
Los dolores candentes, que son como aguijones en sus piernas
y en su cuello, los mortíferos perdigones y las balas;
Todo esto lo siento y todo esto soy yo.
Soy el esclavo perseguido, retrocedo amenazado por los
dientes de los perros.
El infierno y la desesperación me atormentan, restalla
vuelve a restallar el fusil de los tiradores;
Me agarro de los barrotes de la empalizada, desangrándome,
W A L T W H I T M A N
108
debilitado por el sudor de mi piel;
Caigo sobre las hierbas salvajes y las piedras;
Los jinetes acucian a sus remisas cabalgaduras, aproximándose;
Los insultos alcanzan a mis oídos que zumban, y golpean
violentamente sobre mi cabeza con sus látigos.
Las agonías no me abandonan;
No le pregunto cómo se siente al hombre herido, yo mismo
soy, ese hombre herido;
Mis heridas tórnanse lívidas en tanto que, apoyándome en
mi bastón, observo.
Soy el bombero aplastado, cuyo esternón quedó roto;
Los muros al desplomarse me sepultaron entre sus escombros;
Calor y humo aspiré, he escuchado los lamentos desgarradores
de mis camaradas;
He escuchado el golpeteo distante de sus picos y de sus
palas;
Han apartado las vigas y me han levantado tiernamente.
Yazgo expuesto al aire nocturno, con mi ensangrentada
camisa, y todos, contemplándome, callan;
Después de tanto, yo no sufro más, estoy tendido, exhausto,
pero no me siento del todo desdichado;
Blancos y bellos son los rostros que me rodean, las cabezas
ya están despojadas de sus cascos;
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Los rostros de la multitud arrodillada desaparecen con el
resplandor de las antorchas.
Los que están distantes y muertos resucitan;
Son, como el cuadrante del péndulo, o se mueven cual si
fueran sus manecillas, yo mismo soy el péndulo.
Soy un artillero veterano, y recuerdo los bombardeos de
mi fuerte;
Aquí estoy nuevamente:
De nuevo el prolongado redoble de los tambores;
De nuevo el ataque de cañones, morteros;
De nuevo en mis atentos oídos la réplica del cañón.
Yo participo, veo y escucho todo;
Los gritos, los juramentos, el sordo rodar, los aplausos premiando
los disparos certeros;
La ambulancia que pasa lentamente y deja su rojizo reguero;
Los zapadores en busca de los destrozos, realizando las re
paraciones indispensables;
La caída de las granadas a través del hendido techo, el
abanico de la explosión;
El silbido de los miembros, cabezas, piedras, maderos,
hierros, arriba, en el aire.
De nuevo la estentórea voz de mi general moribundo, que
agita furiosamente su mano.
Boquea entre cuajarones de sangre y dice: “No penséis en
W A L T W H I T M A N
110
mí... Ocupaos de la trinchera”.
34
Ahora relataré lo que refirieron en Texas, en los días de
mi primera juventud;
(No hablaré de la derrota de Álamo,
Nadie escapó pana relatar la caída de Álamo,
Los ciento cincuenta que allí había, enmudecieron en
Álamo);
Este es el relato del asesinato perpetrado a sangre fría con
cuatrocientos doce hombres jóvenes.
Retirándose, habían formado cuadro, abroquelados en sus
bagajes;
Habíanle causado novecientas bajas al enemigo que ahora
los rodeaba, nueve veces el número de sus sobrevivientes,
tal el precio pagado por anticipado;
Su coronel estaba herido y agotadas las municiones;
Trataron para lograr una capitulación honrosa, recibieron
un pliego cerrado, entregaron sus armas y pasaron a
la retaguardia como prisioneros de guerra.
Eran la gloria de la estirpe de los rangers;
Sin igual para caballo, rifle, canciones, festines, galanteos,
Grandes, turbulentos, generosos, apuestos, arrogantes y
afectuosos,
Barbudos, quemados por el sol, vistiendo el cómodo uniH
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forme de los cazadores,
Ni uno de ellos pasaba de los treinta años.
En la mañana del segundo día de marzo fueron reunidos
por escuadrones y masacrados; ocurrió aquello en
los comienzos de una bella primavera;
La faena comenzó a las cinco y quedó a las ocho cumplida.
Ninguno obedeció la orden de arrodillarse;
Algunos intentaron una insensata y desesperada resistencia,
otros permanecieron de pie, rígidos y tensos;
Otros cayeron de inmediato, una bala en la sien o en el
corazón; los vivos y los muertos yacían mezclados;
Los que llegaban encontraban a sus camaradas heridos o
mutilados enterrados en el barro;
Algunos, agonizantes, intentaron huir;
Pero fueron ultimados a bayonetazos, o golpeados con las
culatas de los mosquetes;
Un muchacho que no tenía aún diecisiete años cogió a su
asesino y no lo soltó sino cuando otros dos asesinos
acudieron;
Los tres asesinos quedaron desgarrados y cubiertos por la
sangre del mancebo.
A las once comenzaron a quemar los cuerpos;
Esta es la historia del asesinato de los cuatrocientos doce
jóvenes rangers.
W A L T W H I T M A N
112
35
¿Quieres escuchar el relato de un combate naval de los
viejos tiempos?
¿Quieres saber quién fue el vencedor bajo la claridad de la
luna y las estrellas?
Escucha el relato, tal como me lo contó el padre de mi
abuela, que fue marino...
Nuestro enemigo- decía- no era ningún remolón a bordo
de su nave, te lo aseguro;
Tenía el arisco denuedo de los ingleses, porque no hubo
carácter más coriáceo ni más verdadero que aquel, no
lo ha habido ni lo habrá jamás;
Al caer la tarde llegó, enfilándonos horriblemente.
Nos trenzamos con él, enmarañadas las jarcias, casi tocándose
los cañones;
Mi capitán trincaba de firme, con sus propias manos.
Habíamos recibido algunas balas de dieciocho libras bajo la
línea de flotación;
En nuestra batería baja dos piezas de grueso calibre habían
estallado al primer cañonazo, matando y haciendo saltar
por los aires a cuantas las rodeaban.
Batalla entablada a la puesta del sol, batalla en tinieblas;
A las diez de la noche, en el plenilunio, nuestras vías de
agua iban en aumento, teníamos cinco pies en la cala,
según decían;
El capitán de armas libertó a los prisioneros encerrados en
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113
la cala de popa, dándoles oportunidad de salvarse.
Los centinelas no permitían aproximarse a la santabárbara;
Y, viendo tantas caras extrañas, ya no sabían en quién fiarse.
Nuestra fragata comenzó a incendiarse;
El enemigo preguntó si pedíamos cuartel;
Si arriábamos la bandera y dábamos fin al combate...
Entonces comencé a reír de contento, porque escuché la
voz de mi capitancito:
“No hemos arriado nuestros colores- gritó tranquilamente
- y ahora comenzaremos nuestra parte en la lucha”
Sólo tres cañones quedaban en uso;
Con uno el capitán apuntó al palo mayor del enemigo;
Los otros dos, bien cargados con metralla, silenciaron la
mosquetería enemiga y barrieron sus puentes.
Sólo las cofas secundaban al fuego de tan reducida batería,
especialmente desde el palo mayor.
Se mantuvieron bizarramente durante toda la acción;
No hubo ninguna tregua;
Las vías de agua pronto anularon las bombas y el fuego
avanzó hacia la santabárbara.
Una de las bombas fue arrastrada por un cañonazo, la gente
creyó que nos hundíamos.
El capitancito permanecía sereno;
W A L T W H I T M A N
114
No manifestaba ninguna prisa, su voz no era ni fuerte ni
débil;
Sus ojos fulguraban mucho más que nuestras linternas de
combate.
Y al filo de la medianoche, a la claridad de la luna, el enemigo
se rindió.
36
Prolongada y silenciosa avanza la noche;
Dos grandes cascos inmóviles en el seno de las tinieblas;
Nuestro acribillado navío va hundiéndose lentamente; nos
aprestamos para trasbordarnos al que hemos conquistado;
El capitán, en el alcázar con el rostro blanco como un sudario,
imparte fríamente sus órdenes;
Próximo está el cadáver del grumete que le servía en su
cabina.
El rostro mortal de un viejo lobo de mar, con sus largos
cabellos canos, y sus patillas recuadrándoselo;
Las llamas asoman arriba y abajo, a despecho de todo cuanto
contra ellas se hace;
Las roncas voces de dos o tres oficiales todavía aptos para
el servicio;
Los informes montones de cuerpos, y cuerpos aislados,
fragmentos de carne sobre los mástiles y perchas,
La cabullería cortada, pendientes los obenques, el leve enH
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115
trechocar de las suaves olas,
Negros e impasibles los cañones, restos de sacos de pólvora,
un olor penetrante,
Arriba, algunas estrellas grandes, silenciosas, luciendo lúgubremente;
El delicado aroma de la brisa marina, el relente de los juncos
que bordean la ribera, los mensajes de la muerte
confiados a los sobrevivientes,
El siseo del bisturí del cirujano, la mordedura de los acerados
dientes de la sierra,
Jadear, cloqueo, chapoteo de sangre que cae, grito breve
y agudo, luego el prolongado gemido que ensordece y
se extingue en un hilo;
Todas estas cosas: irreparables.
37
¡Oh, Cristo! ¡Me dominan!
¡Los enemigos acuden a las puertas conquistadas! ¡Estoy
dominado!
Encarno todas las presencias fuera de ley y todos los sufrimientos;
Me veo en la prisión cual si fuera otro hombre,
Y siento el dolor sordo y continuo.
Por mí los centinelas de los condenados, carabina al hombro,
montan la guardia;
Soy yo el que por la mañana liberan y encierran al llegar
W A L T W H I T M A N
116
la noche.
No hay un rebelde engrillado que marche a la cárcel al que
yo no siga junto a él engrillado, caminando a su lado;
(Soy yo el más malhumorado y el más silencioso, el sudor
cubre mis labios contraidos).
No hay un mancebo arrestado por robo al cual yo no acompañe,
para ser luego juzgado y condenado.
No hay colérico agonizante junto al cual yo no me encuentre
acostado cuando exhala su postrer suspiro;
Mi rostro está ceniciento, endurecidos mis tendones, la gente
de mí se aparta.
Los mendigos en mí se encarnan y yo me encarno en ellos;
Presento mi sombrero, sentado, la vergüenza en el rostro,
implorando la limosna.
38
¡Basta! ¡Bastal ¡Bastal ¡Estoy aturdido! ¡Apartaos!
De una o de otra manera, estoy aturdido ¡Apartaos!
Concededme una breve tregua, pues me abruman los golpes,
el sopor, el sueño, los bostezos;
Me veo al borde de un error habitual.
H O J A S D E H I E R B A
117
¡Si yo pudiera olvidar las bromas e insultos!
¡Si yo pudiera olvidar las lágrimas cayendo gota a gota y
los golpes de los garrotes y martillos!
¡Si yo pudiera contemplar con mirada indiferente mi propia
crucifixión y mi sangrienta coronación!
Ahora recuerdo;
Resumo la fracción que perduró mucho tiempo;
La tumba en la roca multiplica lo que le fue confiado a ella
o a no importa qué otras tumbas;
Los cadáveres resucitan, los heridos se curan, las vendas
vuelan lejos de mí.
Me adelanto nuevamente dotado del supremo poder, uno
más en procesión vulgar e interminable;
Avanzamos hacía el interior del país, y a lo largo de las
riberas, franqueando todas las fronteras;
Somos como veloces batallones avanzando sobre la tierra
toda;
Las flores que engalanan nuestros sombreros representan el
progreso de millares de años.
¡Discípulos! ¡Yo os saludo! ¡Adelante!
¡Continuad vuestras anotaciones, continuad vuestras preguntas!
39
El salvaje servicial y desenvuelto, ¿quién es?
W A L T W H I T M A N
118
¿Aguarda la civilización? ¿La ha superado y la domina?
¿Es acaso uno del sudoeste, criado al aire libre? ¿Un canadiense?
¿Viene de las tierras del Mississippi? ¿Iowa, Oregón, California?
¿De las montañas? ¿De la vida en las praderas o de las selvas?,
¿O es un marino procedente del mar?
Donde él acuda, hombres y mujeres lo acogen y desean;
Desean que él los ame, los toque, hable con ellos, permanezca
con ellos.
Procede ilegalmente, con la suavidad de los copos de nieve,
con palabras simples como la hierba, despeinada su
cabeza, risueño e ingenuo,
Sus pies caminan lentamente, tiene facciones vulgares, modales
y procedimientos comunes;
Todo esto, bajo formas nuevas, fluye de las yemas de sus
dedos;
Todo esto flota en el olor de su cuerpo y de su aliento, todo
esto vuela del fulgor de sus ojos.
40
Magnificencia del sol, yo no necesito de tu calor- ¡quédate
allá, arriba!
Tú sólo iluminas las superficies, yo violo las superficies y
también las profundidades.
H O J A S D E H I E R B A
119
¡Tierra! Tú pareces buscar algo que de mis manos proviene;
Dime, viejo corazón, ¿qué quieres?
¡Hombre o mujer! Yo quisiera expresar cuánto te amo, pero
no puedo;
Y quisiera expresar lo que hay en mí y lo que en vosotros
se oculta, pero no puedo;
Y quisiera expresar este sufrimiento, este palpitar de mis
días y de mis noches.
¡ Mirad! Yo no doy conferencias ni limosnitas;
Cuando algo doy, me doy integro.
¡Tú que estás allí, impotente, flojo de rodillas!
Aparta de tus mejillas el pañuelo hasta que yo te infunda
coraje;
Tiende las palmas de tus manos y abre tus bolsillos;
Yo no soy el que niega. Y yo obligo, pues poseo abundantes
recursos, me sobran;
Y todo cuanto tengo lo doy.
No pregunto quién eres, para mí eso carece de importancia;
No importa lo que hagas o lo que seas, yo te abrazo.
Ante el esclavo de la plantación de algodón o ante el que
asea los excusados, yo me inclino;
Sobre su mejilla derecha depositó el beso familiar,
Por mi alma juro que jamás renegaré de él.
W A L T W H I T M A N
120
En las mujeres fecundas engendro vástagos más fuertes y
más ágiles:
(Y hoy arrojo la simiente de más arrogantes repúblicas).
Hacia el moribundo acudo, haciendo girar el picaporte;
Arrojo las mantas al pie del lecho;
Y al sacerdote y al médico los mando a sus casas.
Cojo al hombre moribundo, levantándolo con voluntad
irresistible;
¡Oh, desesperado! ¡Aquí está mi cuello!
¡Por Dios, que no te marcharás! ¡Suspéndete de mí con
todas tus fuerzas!
Yo te insuflo un aliento poderoso, yo te levanto;
Todas las estancias de la casa las colmo yo con mi pujante
fuerza;
Los que me aman, se burlan de las sepulturas.
¡Duerme! yo y ellos velaremos toda la noche;
Ni la duda ni la enfermedad osarán poner sobre tí un dedo;
Yo te he abrazado y de aquí en adelante tú serás mio;
Y mañana, cuando despiertes, verás que es verdad cuanto
te digo.
41
Yo soy aquel que lleva la ayuda a los enfermos que anheH
O J A S D E H I E R B A
121
lantes yacen tendidos de espaldas;
Y a los hombres vigorosos que están de pie yo les alcanzo
una ayuda más necesaria.
Yo he escuchado todo cuanto se dice del universo;
Yo lo he escuchado desde hace muchos millares de años;
Es lo suficiente, tratándose de lo que, en realidad, es; pero,
¿acaso es todo eso?
Para magnificarlo y aplicarlo yo estoy aquí,
Desde el comienzo, supero a los eternos y prudentes mercachifles;
Yo mismo alcanzo las exactas dimensiones de Jehová,
Litografío a Cronos, Zeus su hijo y Hércules su nieto;
Realizo dibujos de Osiris, Isis, Baal, Brahama, Buda,
Aislado, en una carpeta, lo guardo a Manitú, lo tengo a
Alá adherido a una hoja, y en una estampa grabada
al Crucifijo;
Con Odin y Mexitli, el del rostro horrendo, y todos los
ídolos e imágenes;
Tomo a todos por lo que valen y no doy un centavo más;
Admito que vivieron y cumplieron su obra en sus días;
(Trajeron gusanos para los pichones implumes que ahora
deben abandonar el nido y volar y cantar por propia
cuenta);
Acepto los primeros esbozos deíficos a fin de perfeccionarlos
y entregarlos generosamente a cuanto hombre y
mujer encuentro;
W A L T W H I T M A N
122
Descubro tanto o más en el carpintero que levanta mi casa;
Elevo aún más altas pretensiones para aquel que tiene recogidas
las mangas de su camisa y maneja el escoplo,
el martillo;
No soy hostil con las revelaciones especiales, y estimo que
una voluta de humo o un simple pelo sobre el dorso
de mi mano, como todo, son tan curiosos e importan
lo mismo que cualquier revelación;
Los muchachos que manejan la bomba de incendio y las
escaleras de cuerda, para mí no son menos importantes
que los dioses de las antiguas guerras;
Reparo en sus voces que resuenan entre el estrépito de la
destrucción,
En sus miembros musculosos que pasan sanos y salvos sobre
los leños carbonizados, en sus frentes que de las
llamas surgen indemnes y sin heridas;
Junto a la mujer del obrero, con su hijo en el regazo, yo
intercedo por todo cuanto hombre ha nacido;
Estas tres guadañas que, en fila, silban en la época de la
cosecha, las empuñan tres robustos ángeles cuyas camisas
flamean en la cintura;
El monstruo y desdentado palafrenero rescata los pecados
pasados y por venir,
Vende todo cuanto posee, viaja a pie a fin de poder pagar
abogados para su hermano, y se sienta a su vera en el
banquillo del que juzgan por falsificación;
Aquello que estaba diseminado en la vastedad del espacio
está ahora alrededor mío, sobre la pértiga y ni siquiera
H O J A S D E H I E R B A
123
la colma;
El toro y el escarabajo sólo a medias han sido adorados;
Heno y basura son más admirables que cuanto fue soñado,
Lo sobrenatural ya no cuenta yo mismo aguardo la hora
en que seré uno de los seres supremos;
Próximo está el día en que haré tanto bien como los mejores,
y seré tan prodigioso como ellos;
¡Por mis testículos! He aquí que me convierto en un creador;
Yo mismo, aquí y ahora, sorprendo y colmo la matriz de
las tinieblas.
42
Un llamado en medio de la multitud;
Mi propia voz, rotunda, arrebatadora y definitiva.
Venid, hijos míos;
Venid, mis muchachos y muchachas, mis mujeres, mi familia
y mis íntimos;
Ahora el ejecutante acomete con todo vigor, y pasa a su
preludio en las lengüetas.
Acordes fácilmente escritos, ejecutados con ágil dedo- yo
escucho el tamborileo de su climax y de su final.
Mi cabeza gira sobre mi cuello;
Rueda la música, pero no desde el órgano;
Me rodea la gente, pero no son de mi casa.
W A L T W H I T M A N
124
Siempre el duro y resistente suelo;
Siempre los tragones y los bebedores, siempre el naciente y
declinante sol, siempre el aire y las incesantes mareas;
Siempre yo mismo y mis vecinos renovados, traviesos,
reales;
Siempre la vieja inexplicable pregunta, siempre esta espinosa
tuerca, este escozor y estas ansias;
Siempre el vejante ¡oh! ¡oh! hasta que descubrimos dónde
el pillo se oculta y lo hacemos salir!
Siempre el amor, siempre el sollozante líquido de la vida;
Siempre el pañuelo bajo la mandíbula del cadáver, siempre
el tablado de la muerte
Aquí y allá gente que avanza con dimes (monedas de diez
céntimos) sobre los ojos;
Los cerebros afanándose generosamente para nutrir la glotonería
de los vientres;
La gente comprando los billetes de entrada, tomándolos y
vendiéndolos, pero sin entrar jamás en la fiesta;
Muchos sudorosos, trabajando, aventando el grano, para
recibir luego, por todo pago, sólo la broza;
Algunos ociosos que todo lo tienen y son, sin embargo, los
que sin cesar reclaman el trigo.
Esta es la ciudad y yo soy uno de los ciudadanos;
Todo cuanto a los otros interesa, a mí también me interesa,
política, guerras, negocios, periódicos, escuelas.
El alcalde y los concejales, bancos, tarifas, embarcaciones,
H O J A S D E H I E R B A
125
factorías, valores, almacenes, bienes mobiliarios e inmobiliarios.
Esos hombrecitos que, numerosos, saltan ataviados con sus
cuellos y sus trajes coludos,
Yo sé muy bien quiénes son, (positivamente no se trata ni
de gusanos ni de pulgas).
Conozco a los dobles de mí mismo, - los seres más débiles
y los más superficiales son inmortales para mí;
Yo sé lo que hago y lo que digo, y lo mismo que a ellos les
aguarda;
Todo pensamiento que en mi vacila también vacila en ellos.
Conozco perfectamente mi propio egoismo.
Conozco mis omnívoras líneas y no es menester que yo escriba
menos que esas líneas.
Y yo acudo en busca de ti, quienquiera que seas, pues que
estás a mi mismo nivel.
No son palabras rituales las de este canto mío,
Mas se trata de formular preguntas bruscamente, arrojándolas
lejos y, empero, aproximando aún más las cosas.
He aquí el libro impreso y encuadernado- pero, ¿el impresor
y el muchacho aprendiz?
He aquí las fotografías bien tomadas, - pero, tu mujer o
tu amigo, ¿están cerca de ti y son reales entre tus
brazos?
W A L T W H I T M A N
126
He aquí el barco negro acorazado de hierro, sus potentes
cañones en sus torrecillas, - pero, ¿dónde el denuedo
del capitán y de los maquinistas?
He aquí en la casa platos, alimentos, muebles, - pero, ¿y el
amo y el ama, y la mirada acogedora que de sus ojos
llega?
He aquí el alto cielo, - pero, ¿qué hay aquí o en la puerta
vecina, o en el otro lado del camino?
He aquí los cantos y los labios de la historia, - pero, ¿y tú?
He aquí sermones, credos, teología, - pero, ¿el insondable
cerebro humano?
Y, ¿qué es la razón? ¿qué es el amor? ¿qué es la vida?
43
Yo no os desprecio en manera alguna, sacerdotes de todos
los tiempos, del universo entero;
Mi fe es la más grande de todas las fes y, al mismo tiempo,
la más pequeña de todas,
Incluye a los cultos antiguos y modernos, y a todo cuanto
se encuentra entre los antiguos y los modernos,
Ella cree que yo regresaré a la tierra luego de cinco mil años,
Espera las respuestas de los oráculos, honra a los dioses, saluda
al sol.
Hace un fetiche de la primera roca o del primer raigón,
practica la hechicería con bastones en el círculo de
los obis.
Ayuda al lama o al brahamán que limpia las lámparas de
H O J A S D E H I E R B A
127
sus ídolos,
Todavía, a lo largo de las calles, danza en la procesión fálica,
se extasía y permanece hierática en el bosque con
los gimnosofistas.
Bebe hidromiel en el cráneo convertido en copa, admirando
a los shastas y a los vedas, respeta el Corán,
Pasea el teokallis de los mexicanos, manchado con la sangre
derramada por la piedra y el cuchillo, y redobla en el
tamboril hecho con piel de serpiente,
Acepta los Evangelios, acepta al que fue crucificado, sabiendo
seguramente que es divino,
Se arrodilla en la misa o se yergue para la plegaria del puritano,
o se sienta pacientemente en el escaño de un
templo,
Delirio y espumajeo en mi crisis de locura, o aguardo semejante
a un muerto, hasta recobrar mi espíritu,
Contemplo a mi alrededor la calzada y el paisaje, o bien más
allá de la calzada y del paisaje,
Pertenezco a las vueltas del círculo de los círculos.
Perteneciendo a esta tropa centrípeta y centrífuga, giro y
hablo cual un hombre que deja sus recomendaciones
antes de emprender un viaje.
¡Oh, desanimados, desconfiados necios y excluidos!
Frívolos, remolones, atontados, coléricos, afectados, desanimados,
ateos,
Os conozco a cada uno de vosotros, conozco el mar de tormento,
de la duda, de la desesperación, de la increduliW
A L T W H I T M A N
128
dad.
¡Qué espuma arrojan las aletas de la ballena!
¡Cómo se retuercen, rápidas cual el rayo, entre espasmos y
chorros de sangre!
Quedaos tranquilas, ensangrentadas aletas de los desconfiados
y de los sombríos necios;
Ocupo mi lugar entre vosotros, lo mismo que entre no importa
quienes;
Es el pasado el que nos impulsa, a ti, a mí, a todos precisamente,
de la misma manera.
Y lo que aún no se ha experimentado y que de inmediato
vendrá para nosotros, para ti, para mí, para todos, será
precisamente de la misma manera.
Yo no sé qué es lo que hasta el presente no se ha experimentado,
ni lo que enseguida vendrá;
Pero yo sé que, a su turno, será suficiente y no podrá faltar.
Cada uno que pasa es contemplado, cada uno que se detiene
es contemplado, no hay uno al cual esto no le haga falta.
Pero no puede hacerle falta al mancebo que murió y fue
sepultado,
Ni a la joven que murió y fue sepultada a su vera,
Ni al tierno niño que echó una mirada a través de la puerta,
se retiró luego y nunca más fue visto,
H O J A S D E H I E R B A
129
Ni al anciano que ha vivido sin objeto, y lo siente con una
amargura peor que la hiel,
Ni al hombre que vive en la casucha, consumido por el ron
y el triste desorden,
Ni a los innúmeros muertos y náufragos,
Ni al kohoo, el pobre negro del Senegal, al que llaman basura
de la humanidad,
Ni a los que, como sacos, flotan simplemente, con la boca
abierta para que les caiga el sustento,
Ni a nada de lo que hay sobre la tierra o, más abajo, en las
tumbas más viejas de la tierra,
Ni importa que en las miríadas de astros, ni en las miríadas
de miríadas que los habitan,
Ni al presente, ni a la más ínfima brizna conocida.
44
Ya es hora de que me explique, - levantémonos.
Lo conocido, yo lo rechazo;
Yo impulso a todos los hombres y a todas las mujeres hacia
adelante, conmigo, hacia lo Desconocido.
El péndulo indica el instante pero, ¿qué es lo que indica la
eternidad?
Hasta ahora hemos agotado trillones de inviernos y de veranos;
W A L T W H I T M A N
130
Hay trillones ante nosotros, y trillones antes de ellos.
Los nacimientos nos han aportado riquezas variedad,
Y otros nacimientos nos aportarán riquezas y variedad.
Yo no digo que sea esto lo más grande y aquello lo más
pequeño;
Lo que colma su período y su lugar es igual a cualquier
otra cosa.
Hermano mío, hermana mía, ¿acaso la humanidad se ha
manifestado mortífera y celosa contigo?
Lo lamento por ti, pues ella no ha sido ni mortífera ni celosa
conmigo;
Todos conmigo se han mostrado gentiles, o no tomo en
consideración las lamentaciones;
(¿Qué puedo hacer yo con las lamentaciones?)
Yo soy un punto culminante de las cosas cumplidas,
Y soy el receptáculo de las cosas que vendrán.
Mis pies tocan el ápice de los ápices de las escalas;
Sobre cada peldaño hay brazadas de siglos, brazadas todavía
más grandes entre peldaño y peldaño;
Todo cuanto está abajo lo he recorrido dolorosamente y, sin
embargo, yo subo, yo subo.
Cuesta después de cuesta, los fantasmas ante mí se inclinan;
Lejos, hacia abajo, diviso la enorme Nada originaria, y sé
H O J A S D E H I E R B A
131
que yo mismo allá estaba;
Yo aguardaba, invisible, sin cesar, dormía envuelto por la
letárgica niebla,
Y esperaba mi momento, el fétido carbono no me ocasionaba
daño alguno.
Largo tiempo permanecí enclaustrado, oprimido, mucho,
mucho tiempo.
Inmensa fue para mí la elaboración,
Fieles desbordando amistad, los brazos que me anudaron.
Los ciclos transportaron mi cuna, remando remando, como
alegres bateleros
Para hacerme lugar, las estrellas permanecieron apartadas
en sus órbitas;
Irradiando su influjo para velar sobre lo que debía contenerme.
Antes de que yo naciera de mi madre, generaciones y generaciones
me guiaron:
Mi embrión jamás fue entorpecido, nada pudo anularlo.
Para él la nebulosa se convirtió en un orbe,
Los amplios y pesados estratos geológicos se acondicionaron
para que él reposara,
Abundantes vegetales le acordaron subsistencia,
Monstruosos saurios lo transportaron en sus fauces para depositarlo
luego con solicitud.
W A L T W H I T M A N
132
Todas las fuerzas fueron asiduamente utilizadas para completarme
y deleitarme;
Ahora, en este punto, permanezco erguido con mi alma robusta.
45
¡Oh, días de juventud! ¡Perpetuo impulso!
¡Oh, madurez, equilibrada, floreciente y plena!
Mis amigos me abruman,
Asedian mis labios, se agolpan en los poros de mi piel,
Me empujan a través de las calles y de los salones públicos
y acuden desnudos hacia mí en medio de la noche,
Durante el día gritan ¡Ahoy! desde las rocas de la ribera,
y se balancean y parlotean sobre mi cabeza,
Me llaman por mi nombre desde los prados floridos, desde
los viñedos, desde los bosquecillos frondosos,
Iluminan todos los instantes de mi vida,
Besan mi cuerpo con sus besos balsámicos,
Silenciosamente me estrechan con manos cordiales y me las
entregan para que las haga mías.
¡Vejez que soberbia te alzas! ¡Oh! ¡Bienvenida seas, gracia
inefable del ocaso!
Cada condición proclama no sólo lo que ella es, ella proclama
lo que cree ser y surge de ella misma,
H O J A S D E H I E R B A
133
Y la sombra silenciosa le proclama todo.
Abro mi escotillón en medio de la noche y contemplo las
constelaciones diseminadas a lo lejos.
Y todo cuanto alcanzo se multiplica tan hacia lo alto que
puedo comprobar que llega escasamente al borde de
las constelaciones más lejanas.
De más en más vastos, se expanden, se extienden, diseminándose
siempre,
Hacia afuera, hacia afuera, eternamente hacia afuera.
Mi sol tiene su sol, y alrededor de él gira obediente,
Con sus compañeros alcanza un grupo del círculo superior,
Y las órbitas acrecentadas forman manchas cada vez mayores
entre ellos.
No hay reposo, jamás puede haber reposo;
Si yo, tú, y los mundos, y todo cuanto se halla debajo y
encima de la superficie, en este instante fuéramos
depositados sobre una pálida sustancia flotante, a la larga
ello carecería de toda importancia;
Seguramente nos remontaríamos hasta donde estamos ahora
de pie,
Y seguramente iríamos mucho más lejos, y más lejos, más
lejos todavía.
Algunos cuatrillones de eras, algunos octillones de leguas
cúbicas,
W A L T W H I T M A N
134
No ponen en peligro el tiempo ni lo tornan impaciente;
No son sino porciones y todo no es más que una mera
porción.
Por muy distante que alcances a ver, más allá no encontrarás
sino espacio infinito;
Por muy lejos que puedas calcular, alrededor de eso no
encontrarás más que tiempo infinito.
Es verdad, mi cita ha sido concertada;
El Señor estará allí y aguardará mi llegada según un acuerdo
perfecto;
Y el gran Camarada, el amado fiel que vehemente anhelo,
allí estará.
46
Yo sé que poseo lo mejor del tiempo y del espacio, y que
jamás he sido medido y que jamás lo seré.
Realizo un viaje perpetuo, (¡vamos, escúchame!)
Mis señas son un gabán para la lluvia, buen calzado, y un
bastón tallado en el bosque;
Ninguno de mis camaradas se ha acomodado en mi silla;
Porque yo no tengo ni silla, ni templo, ni filosofía;
No conduzco a nadie a la mesa para comer, ni a la biblioteca,
ni a la banca;
Pero a cada hombre y a cada mujer de entre vosotros yo
los conduzco hasta una cima;
H O J A S D E H I E R B A
135
Mi mano izquierda rodeándoles el talle,
Mi mano derecha mostrándoles los paisajes y el camino real.
Ni yo ni otro ninguno puede recorrer este camino en tu
lugar;
Tú, sólo tú, debes recorrerlo
No es largo, está a tu alcance;
Quizá, sin percatarte, te hallas en él desde que naciste;
Quizá está en todas partes, en el mar y en la tierra.
Carga tu hato, hijo mío, yo me endosaré el mío, y apresuremos
nuestra partida,
En el camino encontraremos ciudades maravillosas y pueblos
libres.
Si estás fatigado dame los dos fardos, y apoya la palma de
tu mano sobre mi cadera,
Y llegado el momento, tú me rendirás el mismo servicio;
Porque una vez en marcha no nos detendremos más.
Hoy, antes del alba, trepé hasta la colina, y contemplé el
cielo lleno de estrellas,
Y le he dicho a mi espíritu: “Cuando dispongamos de esos
orbes, y disfrutemos del placer y del conocimiento de
todas las cosas que en ellos existen, ¿reposaremos y
seremos felices?”;
Y mi espíritu ha respondido: “No. Sólo alcanzaremos esa
cúspide para transponerla y continuar más allá”.
Tú también me interrogas y yo te escucho;
Te digo que no puedo responderte, que debes encontrar la
respuesta tú mismo.
Siéntate un instante, hijo querido;
W A L T W H I T M A N
136
Aquí tenemos bizcochos para comer y leche para beber;
Pero, desde el instante en que te duermas y te repongas entre
las suaves ropas, yo te daré un beso de despedida y
abriré la puerta para que luego te puedas marchar.
Durante largo tiempo has tenido sueños despreciables;
Ahora yo retiro la venda de tus ojos;
Debes habituarte a la claridad del día y de todos los instantes
de tu vida.
Durante largo tiempo has braceado tímidamente, teniendo
próxima una tabla, en el arroyo;
Ahora yo quiero que seas un nadador intrépido,
Que te zambullas en plena mar, te alejes, me hagas señas y,
riendo, avances contra la corriente.
47
Yo soy el maestro de los atletas;
Aquel que gracias a mí exhibe un torso más amplio que el
mío prueba la amplitud del mío;
Aquel que más me honra con mi estilo, con mi propio estilo
aprende a destruir al maestro.
Amo a los muchachos, aquel que en un hombre se convierte
no lo logra gracias a un poder innato sino por la obra
de su maestro,
Por lo regular es un mal sujeto y no un virtuoso obligado
por un compromiso o por el temor,
Ama a su buena amiga, con apetito como su bistec,
H O J A S D E H I E R B A
137
El amor no correspondido, o una señal despectiva, lo hieren
más que el tajante acero.
Es el primero en montar a caballo, luchar, tirar al blanco,
remar, entonar una canción o tocar el banjo,
Prefiere cicatrices y barba y rostro maculado por la viruela,
antes que todos los barbilindos,
Y aquellos que están bien curtidos antes que los que se
precaven del sol.
Yo enseño a apartarse de mí; sin embargo, ¿quién de mí
puede apartarse?
A partir de este instante yo te sigo, quienquiera que tú seas;
Mis palabras devorarán tus orejas hasta que tú las comprendas.
Estas cosas yo no las digo por un dólar, ni para matar el
tiempo mientras aguardo el barco;
(Eres tú quien habla tanto como yo, y yo hago el oficio de
tu lengua,
Ligada en tu boca, en la mía ella comienza a desatarse.)
Juro que no hablaré jamás del amor o de la muerte en el
interior de una casa,
Y juro que nunca más me revelaré como no sea a aquel o
a aquella que esté a solas conmigo al aire libre.
Si tú quieres comprenderme sube a las cumbres o desciende
a las playas;
El primer moscardón que llega equivale a una explicación,
W A L T W H I T M A N
138
una simple gotita o la marca nos dan la clave;
El mazo, el remo, la sierra de mano secundan mis palabras.
Ni la sala con los postigos cerrados, ni la escuela pueden
comulgar conmigo,
Pero lo rústicos y los pequeños lo harán mejor que ellos.
Ese joven artesano es el que más próximo a mí se halla, me
conoce bien;
El leñador que porta consigo su hacha y su cántaro, me
llevará con él durante todo el día;
El muchacho granjero, que labora en el campo, experimenta
bienestar nada más que con escuchar mi voz;
Sobre los barcos que bogan, mis palabras bogan; yo me adelanto
hasta los pescadores y los marineros, y los amo.
El soldado que acampa o que avanza es de los míos;
En medio de la noche, antes del inminente combate, muchos
son los que me buscan, y yo no los defraudo;
En la solemnidad de la noche (quizá la postrera para ellos)
los que me conocen, me buscan.
Mi rostro se frota contra el del cazador cuando él está acostado
solo, bajo su manta;
El carretero, al pensar en mí, no repara en el traqueteo de
su carro;
La madre joven y la anciana madre me comprenden;
La muchacha y la esposa dejan por un instante sus agujas
H O J A S D E H I E R B A
139
en reposo y olvidan donde están; ellas y todos quisieran
repetir lo que les he dicho.
48
Yo he dicho que el alma no es más que el cuerpo,
Y he dicho que el cuerpo no es más que el alma;
Y que nada, ni siquiera Dios, es más grande para cualquiera
que una partícula de sí mismo,
Y que cualquiera que marche un kilómetro sin simpatía,
avanza hacia sus funerales cubierto con su mortaja,
Y que tú o yo, sin un céntimo en el bolsillo, podemos adquirir
lo mejor que en la tierra existe,
Y que mirar con un solo ojo o mostrar una habichuela en
su vaina confunde la sabiduría de todos los tiempos,
Y que no existe trabajo o empleo que, siguiéndolo un hombre
joven, a la postre no lo convierta en un héroe,
Y que no hay objeto, por frágil que sea, que no sirva de
eje para la rueda del universo,
Y yo le digo a todo hombre y a toda mujer: que tu alma
se mantenga serena y tranquila ante un millón de universos.
Y yo le digo a la humanidad: no te muestres curiosa en
cuanto a Dios,
Yo, que tengo curiosidad por cada cosa, no manifiesto curiosidad
alguna en cuanto a Dios;
(No hay palabras suficientes para expresar hasta qué punto
W A L T W H I T M A N
140
estoy en paz con Dios y con la muerte.)
Yo escucho y contemplo a Dios en todo objeto, pero no lo
comprendo bajo ningún concepto,
Tampoco concibo que pueda existir algo más maravilloso
que yo mismo.
¿Por qué he de pretender que Dios es mejor que este día?
Algunas veces veo a Dios en cada una de las veinticuatro
horas del día, y también en cada instante;
En los rostros de los hombres y de las mujeres veo a Dios,
y en mi propio rostro cuando me contemplo ante el es
pejo;
Encuentro cartas de Dios abandonadas en las calles, y cada
una lleva la firma con el nombre de Dios,
Y yo las dejo donde están, porque sé que en cualquier lugar
donde yo vaya,
Con la misma puntualidad, otras cartas llegarán y llegarán.
49
Y en cuanto a ti, Muerte, tú, amargo beso de la inmortalidad,
es inútil que intentes alarmarme.
A tu labor incansable acude el comadrón;
Veo la mano avezada y veterana barajando, recibiendo, sosteniendo;
Me reclino cerca del umbral de las puertas elegantes y
acogedoras,
H O J A S D E H I E R B A
141
Y observo la salida, observo a los que acuden con su socorro
y también a los que huyen del peligro.
Y en cuanto a ti, Cadáver, creo que eres buen abono, pero
eso a mí no me ofende;
Yo huelo las blancas rosas creciendo y perfumando,
Alcanzo los florecidos labios, yo beso los senos bruñidos
como los melones...
Y en cuanto a ti, Vida, reconozco que eres el residuo de
muchas muertes;
(Sin duda, yo mismo he muerto antes diez mil veces.)
Yo os escucho murmurar allá, ¡oh, estrellas celestiales!
¡Oh, soles!- ¡Oh, hierbas de las tumbas!- ¡Oh, perpetuos
cambios y migraciones!
Si nada me decías, ¿qué puedo yo deciros?
De la turbia charca que duerme en el bosque otoñal,
De la luna que desciende por las abruptas pendientes en el
susurrante crepúsculo,
¡ Agitaos, chispas del día y de las tinieblas, agitaos entre
los negros troncos que en el lodo se hunden!
¡Agitaos con el gemebundo murmurio del seco ramaje!
Yo vengo de la luna, y vengo de la noche;
Percibo la siniestra claridad que en el mediodía reflejan
los rayos solares;
W A L T W H I T M A N
142
Y de la cuna grande o pequeña, yo desciendo hasta lo estable
y central.
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Está en mí.- No sé lo qué es, pero yo sé que en mí está.
Arrebatado y sudoroso, mi cuerpo ha recobrado la frescura
y la calma,
Duermo, duermo largo rato.
Yo no lo conozco. No tiene nombre. Es una palabra que
jamás fue pronunciada;
No está en ningún diccionario, ni como expresión, ni como
símbolo.
Se cierne sobre algo que es más que la tierra sobre la cual
yo me cierno;
Anunciando la creación, es como el amigo cuyo abrazo
me despierta.
Acaso yo pudiera decir más. ¡Esquemas!
Yo imploro por mis hermanos y mis hermanas.
¿Véis? ¡oh hermanos, oh hermanas míos!
No es el caos o la muerte,
Es la forma, la conjunción, el plan,
Es la vida eterna, es la Felicidad.
H O J A S D E H I E R B A
143
51
El pasado y el presente se desvanecen- los he colmado,
los he vaciado,
Y, para el futuro, me apresto a llenar mi próxima cuna.
¡Tú que allá en lo alto, escuchas! ¿Qué tienes que confiarme?
Mírame de frente mientras resoplo recorriendo el oblicuo
camino del atardecer;
(Habla honestamente, nadie más te escucha, y yo no permaneceré
ni un minuto más).
¿Acaso me contradigo?
Muy bien; me contradigo,
(Yo soy amplio, contengo las multitudes).
Yo me concentro en aquellos que están próximos, y
aguardo su paso, en el umbral.
¿Quién ha dado fin a la diaria jornada?
¿Quién fue el primero en terminar su comida?
¿Quién quiere pasear conmigo?
¿Quieres hablar antes de mi partida? ¿No estarás ya retrasado?
W A L T W H I T M A N
144
52
El halcón sobre mí se abate, acusándome, lamentándose
de mi parloteo y de mi pereza.
Yo también soy indomable, también yo soy intraducible;
Yo hago resonar mi bárbaro aullido sobre los techados del
mundo.
Sobre mí se retrasa el postrer fulgor del día;
Proyecta mi imagen, después de las otras, y es más verdadera
que otra cualquiera sobre las landas invadidas
por la sombra.
Me empuja hacia la bruma y el crepúsculo.
Como el aire me alejo, sacudo mi blanca cabellera hacia el
sol declinante;
Entrego mi carne a los remolinos, y la dejo marchar a la
deriva entre crestas de encajes
Me entrego al barro para renacer en la hierba amada;
Si todavía me amas, búscame bajo las suelas de tus zapatos.
Quizá no sepas lo que yo soy ni lo que yo significo,
Pero, de todas maneras, seré saludable para ti,
Y justificaré y fortaleceré tu sangre.
Si tú no me alcanzas con el primer golpe, ¡animate!
Si tú no me encuentras en un lugar, ¡búscame en otro!
He hecho alto en alguna parte para esperarte.
H O J A S D E H I E R B A
145
(1855-1881)
W A L T W H I T M A N
146
SALUT AU MONDE
El título se conserva en francés, según el original. Es el saludo del
mundo, el saludo mundial del poeta. El poema apareció en 1856, en la
segunda edición de Hojas de Hierba. Con él se completa el Canto a mí
mismo. Es la respuesta a la insistente pregunta: What do you hear,
Walt Whitman?... What do you see, Walt Whitman? ¿Qué escuchas,
Walt Whitman? ¿Qué ves, Walt Whitman? Las quince estrofas son
una larga enumeración de pueblos, países y hombres. En ellas está la
afirmación de la fraternidad de América para todos los pueblos del orbe.
“Veo la cualidad constructiva de mi raza... Veo los resultados de la
perseverancia y de la industriosidad de mi raza...”- dice Whitman. El
poeta estaba en la plenitud de su labor periodística y escribía entonces
para el Life Illustrated, semanario de vasta circulación, perteneciente a
Fowler y Wells, que se habían hecho cargo de la distribución de la primera
edición de Hojas de Hierba. Había recibido buenas críticas por su
libro, compensación de otras, como la de R. W. Griswold, tambíén detractor
de Poe, al que llamó monstruo. En la época de la publicación de
la edición de las Hojas de Hierba, con los notables agregados de Salut
au Monde!, Canto del hacha, Cruzando en el ferriboat de Brooklyn y
Canto al lejano horizonte, Whitman se retrató así, en la edición del 16
H O J A S D E H I E R B A
147
de agosto de Life Illustrated: “Alto, voluminoso, de rudo aspecto, vestido
con la indumentaria del maestro carpintero. Tez áspera y congestionada;
barba tupida, entrecana y enmarañada; ojos singulares, de un indefinido
color celeste y semitransparente, y con ese lánguido mirar que resulta
cuando el párpado cubre siempre a medias la pupila; andar indolente,
desenfadado. Así es Walt Whitman, el recio, arrogante y microcósmico
prosista y poeta, autor de esa incógnita mezcla de lodo y oro que es Hojas
de Hierba.”
W A L T W H I T M A N
148
SALUT AU MONDE!
1
¡Oh, toma mi mano Walt Whitman!
¡Tales maravillas desfilan! ¡Tales espectáculos y músicas!
¡Tales eslabones unidos sin fin, cada uno enganchando al
siguiente!
Cada uno respondiendo a todos, cada uno compartiendo la
tierra con todos.
¿Qué se prolonga en ti Walt Whitman?
¿Qué mares, que suelos exudan?
¿Qué climas, qué personas y qué ciudades se encuentran
aquí?
¿Quiénes son esos niños, los unos jugando, los otros soñolientos?
¿Quiénes son las muchachas? ¿Quiénes son las desposadas?
¿Quiénes son los ancianos que, en grupos, se marchan lentamente,
los brazos alrededor de los cuellos de unos y
otros?
¿Qué ríos son éstos? ¿Qué selvas y qué frutos aquellos?
¿Qué nombre tienen estas montañas que tan alto se elevan
entre las brumas?
¿Qué son las miríadas de alcobas colmadas de moradores?
H O J A S D E H I E R B A
149
2
En mí se ensancha la latitud, se prolonga la longitud;
Asia, África, Europa están al Este.- América tiene su lugar
en el Oeste.
Ciñendo el vientre de la tierra se arrolla el ardiente Ecuador,
Curiosamente, al norte y al sur, giran las puntas del eje,
En mí se encuentra el día más largo, el sol gira en órbitas
oblicuas, sin recogerse durante meses,
Tendido al mismo tiempo que yo, en el instante deseado,
el sol de medianoche aparece justamente por sobre el
horizonte, para ponerse de nuevo,
En mí: zonas, mares, cataratas, selvas, volcanes, archipiélagos.
Malasia, Polinesia, y las grandes islas de las Indias Occidentales.
3
¿Qué escuchas tú, Walt Whitman?
Yo escucho cantar al artesano y a la mujer del granjero
cantar,
Yo escucho en la lejanía el rumor de los niños, y el de los
animales en las primeras horas del día,
Yo escucho los desafiantes gritos de los australianos persiguiendo
al potro salvaje,
Yo escucho la danza española, con sus castañuelas, a la
sombra del castaño, al son del rabel y de la guitarra,
W A L T W H I T M A N
150
Yo escucho los continuos ecos procedentes del Támesis,
Yo escucho las fieras canciones francesas de libertad,
Yo escucho al botero italiano y su armonioso recitado de
añejos poemas,
Yo escucho las langostas en Siria cuando devoran el grano
y la hierba, y el turbión de sus voraces nubes.
Yo escucho la copla del copto, al ponerse el sol, cuando se
vuelca melancólicamente sobre el seno negro, venerable
y amplio de su madre el Nilo.
Yo escucho el gorjeo del mulatero mexicano, y las campanillas
de la mula,
Yo escucho al almuédano árabe lanzando su llamada desde
la torre de la mezquita,
Yo escucho a los sacerdotes cristianos ante el altar de sus
templos, yo escucho las respuestas del bajo y la soprano.
Yo escucho el grito del cosaco, y la voz del marino que zarpa
hacia el mar de Okotsk,
Yo escucho el jadear de la caravana de esclavos cuando prosigue
su marcha, mientras pasan las broncas escuadras
de a dos y de a tres, ligados por cadenas en los puños
y en los tobillos,
Yo escucho al hebreo que lee sus protocolos y sus salmos,
Yo escucho los mitos rimados de los griegos, y las vibrantes
leyendas de los romanos,
Yo escucho el relato de la vida divina y la sangrienta muerte
de Cristo, el hermoso Dios,
Yo escucho al hindú que enseña a su discípulo dilecto los
H O J A S D E H I E R B A
151
amores, las guerras, los adagios de poetas que los
escribieron hace tres mil años y que, intactos, nos han
sido transmitidos hasta este día.
4
¿Qué ves tú, Walt Whitman?
¿Quiénes son esos que tú saludas y que, uno después de
otro, te saludan?
Yo veo girar una inmensa y maravillosa esfera a través del
espacio,
Yo veo diminutas granjas, aldeas, ruinas, cementerios, cárceles,
usinas, palacios, cabañas, chozas de bárbaros,
tiendas de nómadas sobre la superficie,
Yo veo, de un lado, la parte sumida en las sombras, donde
duermen los dormidos, y del otro lado la parte iluminada
por el sol,
Yo veo el curioso y rápido cambio de la luz y de la sombra.
Yo veo los remotos países, tan reales y próximos para sus
habitantes como el mío lo está para mí
Yo veo las copiosas aguas,
Yo veo los picos de las montañas, veo en su extensión la
cordillera de los Andes,
Yo veo plenamente los Himalayas, Thian-Chan, Altai
Ghauts,
Yo veo los gigantescos pináculos de Elbruz, Kazbec, Bazard
W A L T W H I T M A N
152
jousi,
Yo veo los Alpes Sirios y los Alpes Cárnicos,
Yo veo los Pirineos, Balkanes, Cárpatos y, hacia el norte,
los Dovefields y, lejos del mar, el monte Hecla,
Yo veo el Vesubio y el Etna, los montes de la Luna y las
montañas Rojas de Madagascar,
Yo veo los desiertos de Libia, de Arabia y de Asia,
Yo veo los enormes e impresionantes icebergs árticos y antárticos,
Yo veo los océanos superiores y los inferiores, el Atlántico
y el Pacífico, el golfo de México, el mar del Brasil y
el mar del Perú,
Las aguas del Indostán, el mar de China v el golfo de Gui
nea,
Las aguas del Japón, la bella bahía de Nagasaki enclavada
entre montañas,
La extensión del Báltico, del Caspio, del golfo de Botnia,
las costas británicas, y el golfo de Gascuña,
El Mediterráneo resplandeciente de sol, y desde la una hasta
la otra de sus islas,
El mar Blanco y el mar alrededor de Groenlandia.
Yo veo a los marinos del mundo,
Algunos están en medio de las tempestades, otros en la noche,
en el cuarto de guardia,
Otros a la deriva, sin merced, otros atacados por enfermedades
contagiosas.
Yo veo a los veleros y a los vapores del mundo, unos agrupados
en los puertos, otros en el curso de sus travesías,
H O J A S D E H I E R B A
153
Otros doblan el cabo de las Tormentas, otros el Cabo Ver
de, otros los cabos de Guardafui, Bon o Bojador,
Otros la punta de Dondrah, otros franquean el estrecho de
Sonda, otros el cabo Zopatka, otros el estrecho de
Behring.
Otros el cabo de Hornos, otros navegan por el golfo de
México, o al largo de Cuba o Haití, otros por la bahía
de Hudson o la bahía de Baffin,
Otros franquean el Paso de Calais, otros penetraron en el
Wash, otros en el golfo de Solway, otros contornean
el cabo Clear, y otros el cabo de Zand’s End.
Otros atraviesan el Zuiderzée o el Escalda,
Otros van y vienen de Gibraltar o de los Dardanelos,
Otros valientemente abren en pleno invierno su ruta a través
de los témpanos del norte,
Otros descienden o remontan el Obi o el Lena,
Otros el Níger o el Congo, otros el Indus, el Bramaputra
o el Meking,
Otros esperan, con sus barcos bajo presión, para zarpar con
rumbo a los puertos de Australia,
Aguardan en Liverpool, Glasgow, Dublin, Marsella, Lisboa,
Nápoles, Hamburgo, Bremen, Burdeos, La Haya, Copenhague.
Aguardan en Valparaíso, Río de Janeiro, Panamá.
5
Yo veo los rieles de los ferrocarriles de la tierra,
W A L T W H I T M A N
154
Yo los veo en la Gran Bretaña, yo los veo en Europa,
Yo los veo en Asia y en África.
Yo veo los telégrafos de La tierra,
Yo veo los filamentos conductores de las noticias de las
guerras, muertes, pérdidas, ganancias, pasiones de mi
raza.
Yo veo las largas cintas de los ríos de la tierra,
Yo veo al Amazonas y al Paraguay,
Yo veo los cuatro grandes ríos de China, el Amur, el Río
Amarillo, el Yangze y el Perla (Sikiang).
Yo veo por dónde corre el Sena, y por dónde corren el
Danubio, el Loira, El Ródano y el Guadalquivir,
Yo veo lo meandros del Volga, el Dnieper, el Oder,
Yo veo al toscano descender por el Arno, y el veneciano a
lo largo del Po,
Yo veo al marino griego zarpar de la Bahía de Egina.
6
Yo veo el lugar del antiguo imperio de Asiria, y el de Persia,
y el de la India.
Yo veo la caída del Ganges por encima de las altas márgenes
del Saukara.
Yo veo el sitio donde la idea de la Deidad se encarnó por
avatares en humanas formas,
Yo veo los centros en que se sucedieron los sacerdotes sobre
la tierra, oráculos, sacrificadores, brahamines, saH
O J A S D E H I E R B A
155
beos, lamas, monjes, muftís, predicadores,
Yo veo a los druidas recorriendo los bosques de Mona y
veo el muérdago y la verbena,
Yo veo los templos de la muerte de los cuerpos de los dioses,
yo veo los antiguos símbolos.
Yo veo a Cristo comiendo el pan de Su última cena, en medio
de jóvenes y ancianos,
Yo veo el lugar donde el mancebo fuerte y divino, Hércules,
trabajó leal y largamente, y luego murió,
Yo veo el lugar de la rica e inocente existencia, y de la desdichada
suerte del hermoso hijo de la noche, el fornido
Baco.
Yo veo al floreciente Kneph, vestido de azul, la corona de
plumas sobre su cabeza,
Yo veo a Hermes, insospechado, moribundo, bienamado,
diciéndole al pueblo: No lloréis, por mí
No está aquí mi verdadera patria, he vivido desterrado de
mi verdadera patria, ahora regreso,
Regreso a la celestial espera donde cada uno regresará a su
turno.
Yo veo los campos de batalla de la tierra, en los que la
hierba crece entre las flores y el trigo,
Yo veo las rutas de las antiguas y las modernas expediciones.
Yo veo las innúmeras construcciones, venerables archivos
de acontecimientos ignorados, héroes, crónicas de la
tierra.
W A L T W H I T M A N
156
Yo veo los refugios de las sagas,
Yo veo los pinos y los abetos tronchados por los vientos del
norte,
Yo veo los bloques y los acantilados de granito, yo veo
verdes prados y lagos,
Yo veo los dolmenes funerarios de los guerreros escandinavos
Yo veo erigirse, sin reposo, altos montículos de piedras a
orillas de los océanos, a fin de que las almas de los
difuntos, cuando están cansadas de sus apacibles tum
bas, puedan elevarse por encima de ellas y contemplar
las agitadas olas, y sentirse rejuvenecidas por las tempestades,
la inmensidad, la libertad, la acción.
Yo veo las estepas de Asia,
Yo veo los túmulos de Mongolia, yo veo las tiendas de los
kalmucos y de los baskirios.
Yo veo las tribus nómadas con sus rebaños de bueyes y
vacas,
Yo veo las altiplanicies acribilladas de hondonadas, yo veo
las junglas y desiertos,
Yo veo el camello, el potro salvaje, la avutarda, la gruesa
cola del carnero, el antílope y el lobo en su cueva.
Yo veo las alturas de Abisinia,
Yo veo las manadas de cabras paciendo, y veo la higuera,
el tamarindo, el datilero,
Yo veo los trigales, y extensiones de verdura y oro,
H O J A S D E H I E R B A
157
Yo veo al vaquero brasileño,
Yo veo al boliviano escalar el monte Sorota,
Yo veo al gaucho cruzando las llanuras, yo veo al incomparable
jinete empuñando su lazo,
Yo veo sobre las pampas la persecución del salvaje para
obtener su corambre
8
Yo veo las regiones de la nieve y el hielo,
Yo veo al samoyedo de mirada penetrante y el finés,
Yo veo en su bote al cazador de focas esgrimiendo su lanza,
Yo veo al siberiano sobre su frágil trineo arrastrado por
perros,
Yo veo al cazador de marsoplas, veo las tripulaciones de
los balleneros sobre el Pacífico sur y el Atlántico norte,
Yo veo los acantilados, glaciares, torrentes, valles de Suiza,
- anoto los prolongados inviernos y el aislamiento.
9
Yo veo las ciudades de la tierra y, al azar, hago de mí una
parte de ellas,
Yo soy un parisiense genuino,
Yo soy un habitante, de Viena, San Petersburgo, Berlín,
Constantinopla,
Soy de Adelaida, Sidney, Melburne,
Yo soy de Londres, Mánchester, Bristol, Edimburgo, LiW
A L T W H I T M A N
158
merik,
Yo soy de Madrid, Cádiz, Barcelona, Oporto, Lyon, Bruselas,
Berna, Frankfort, Stuttgart, Turín, Florencia,
Yo vivo en Moscú, Cracovia, Varsovia, o al norte, en Cristianía
o Estocolmo, o en la siberiana Irkust, o en
alguna calle de Islandia,
Yo desciendo sobre todas estas ciudades, luego reanudo
mi vuelo.
10
Yo veo vapores exhalándose de inexplorados países,
Yo veo los tipos salvajes, el arco y la flecha, el veneno en
la astilla, el fetiche y el amuleto del obi.
Yo veo las ciudades africanas y asiáticas,
Yo veo Alger, Trípoli, Derne, Mogador, Timbuctú, Monrovia,
Yo veo los hormigueros de Pekín, Cantón, Benarés, Delhi,
Calcuta, Tokio,
Yo veo el krumano en su choza, el dahomeyano y el achanti
en las suyas,
Yo veo al turco fumar opio en Aleo,
Yo veo las pintorescas muchedumbres de Kiva y las de
Herat,
Yo veo Teherán, veo Mascate y Medina, y las arenas intermediarias,
yo veo las caravanas ayanzando trabajosamente,
Yo veo Egipto y los egipcios, yo veo las pirámides y los
H O J A S D E H I E R B A
159
obeliscos,
Yo veo la historia cincelada, los anales de los reyes conquistadores,
las dinastías grabadas sobre laja de areniscas o
bloques de granito,
Yo veo en Menfis las necrópolis conteniendo momias embalsamadas,
envueltas en bandas de lino, yacentes allí
desde muchísimos siglos,
Yo veo al tebano desposeído, sus ojos de grandes pupilas,
la cabeza ladeada, las manos cruzadas sobre el pecho,
Yo veo a todos los siervos de la tierra, trabajando,
Yo veo a todos los prisioneros en las prisiones,
Yo veo los defectuosos cuerpos de los seres vivientes,
El ciego, el sordomudo, idiotas, cojos, lunáticos,
Los piratas, ladrones, traidores, asesinos, los esclavizadores
de la tierra,
Los niños indigentes, y los ancianos y las mujeres indigentes.
Yo veo machos y hembras por doquier,
Yo veo la serena fraternidad de los filósofos,
Yo veo la constructividad de mi raza,
Yo veo los resultados de la perseverancia e industriosidad
de mi raza,
Yo veo rangos, colores, barbaries, civilizaciones, yo vivo
entre ellos, yo me mezclo indiscriminadamente,
Y yo saludo a todos los habitantes de la tierra
W A L T W H I T M A N
160
11
¡Tú, quienquiera que seas!
¡Tú, hija o hijo de Inglaterra!
¡Tú, el de las pujantes tribus eslavas e imperios! ¡Tú, ruso
de Rusia!
¡Tú, el de oscuro origen, negro, divina alma de africano,
grande, de hermosa cabeza, formas nobles y soberbio
destino, en los mismos términos que yo!
¡Tú, noruego! ¡Sueco! ¡Danés! ¡Irlandés! ¡Tú, prusiano!
¡Tú, español de España! ¡Tú, portugués!
¡Tú, francés, y francés de Francia!
¡Tú, belga! ¡Tú, de los Países Bajos, amante de la libertad!
¡Tú, de cuya cepa yo mismo provengo!
¡Tú, austríaco vigoroso! ¡Tú, lombardo! ¡Huno! ¡Bohemio!
¡Campesino de Styria!
¡Tú, vecino del Danubio!
¡Tú, obrero del Rhin, del Elba o del Weser! ¡Tú también,
obrera!
¡Tú, sardo, tú bávaro! Suavo! ¡Sajón! ¡Polaco! ¡Búlgaro!;
¡Tú, romano! ¡Napolitano! ¡Tú, griego!
¡Tú, diestro matador en las arenas de Sevilla!
¡Tú, montañés que vives sin ley en el Taurus o el Cáucaso!
¡Tú, pastor de caballos de Bukara, que miras pacer tus jumentos
y sementales!
¡Tú, persa, el del cuerpo hermoso, que saltas ágil sobre
veloz montura y arrojas flechas en el blanco!
¡Tú, chino y china de la China! ¡Tú, tártaro de Tartaria!
H O J A S D E H I E R B A
161
¡Tú, mujer de la gleba, subordinada a tu faena!
¡Tú, judío, peregrino de tus viejos días, a través de todos
los riesgos, a fin de hollar algún día el suelo sirio!
¡Tú, que con los otros judíos, en todos los países, aguardas
tu Mesías!
¡Tú, armenio pensativo, que meditas al borde de algún brazo
del Eufrates! ¡Tú, en contemplación entre las ruinas
de Nínive! ¡Tú, que has subido al monte Ararat!
¡Tú, peregrino de los pies gastados que desde lejos saludas
el resplandor de los minaretes de la Meca!
¡Tú, cheik que desde Suez a Bab-el-Mandeb, gobiernas tu
familia y tu tribu!
¡Tú, que el olivo cultivas y velas junto a tus frutos en la
campiña de Nazareth, de Damasco o del lago Tiberíades!
¡Tú, traficante del Tibet, sobre la vastedad del continente,
que penetras en las tiendas de Lhasa!
¡Tú, japonés o japonesa! ¡Tú, que vives en Madagascar,
Ceylán, Sumatra, Borneo!
¡Vosotros todos, continentales de Asia, África, Europa,
Australia, poco importa el lugar!
¡Vosotros todos, sobre las islas sin nombre de todos los
archipiélagos!
¡Y vosotros, los de los siglos venideros, cuando me escuchéis!
¡Y vosotros, cada uno, y en todos los lugares que yo no
especifico, pero que lo mismo incluyo!
¡Salud a todos! ¡Felicidades para todos, de mi parte y de
W A L T W H I T M A N
162
la parte de América!
Cada uno de nosotros, inevitable,
Cada uno de nosotros, ilimitado; cada uno de nosotros con
sus derechos de hombre o de mujer sobre la tierra,
Cada uno de nosotros participando de los designios eternos
de la tierra,
Cada uno de nosotros aquí, tan divinamente como sea posible
concebirlo.
12
¡Tú, hotentote que chasqueas tu lengua en el paladar! ¡Vosotras,
horadas motosas!
¡Vosotros, que sois la propiedad de los otros y que destiláis
gotas de sudor o gotas de sangre!
¡Vosotras, humanas formas con rostros insondables y
conmovedoramente brutales!
¡Tú, pobre negro koboo, al que los más viles entre los viles
miran desde arriba pese a todo tu resplandeciente
lenguaje y a tu espiritualidad!
¡Tú, enano de Kamtschaka, Groelandia, Laponia!
¡Tú, negro austral, desnudo, rojo, fuliginoso, con labios
prominentes, que te arrastras en procura de tu alimento!
¡Tú, cafre, bereder, sudanés!
¡Tú, beduino feroz, ignorante, inculto!
¡Vosotros, enjambres de la peste en Madras, Nankín, Kaubul,
Cairo!
¡Tú, tenebroso vagabundo del Amazonas! ¡Tú, patagón!
H O J A S D E H I E R B A
163
¡Tú, fidjiano!
Yo no prefiero más a los otros que a vosotros,
Yo no digo una sola palabra contra vosotros, por muy lejos
que estéis,
(Ya avanzaréis a mi lado cuando llegue la hora).
13
Mi alma se ha compadecido y decidido al dar la vuelta de
la tierra entera,
Yo he buscado iguales y amantes y los he encontrado dispuestos,
esperándome en todos los países,
Yo creo que alguna divina armonía me ha igualado con
ellos.
Vosotros, vapores, yo creo que me he elevado con vosotros,
alejándome hacia continentes lejanos, y he caído allá
por diversas razones,
Yo creo que con vosotros he soplado, ¡oh, vientos!
Vosotras, las aguas, con quienes he besado todas las riberas;
Yo he recorrido todo lo que han recorrido los ríos, y he
pasado por todos los estrechos del globo;
Me he establecido sobre las playas de las penínsulas y sobre
las rocas enclavadas en los acantilados para gritar
desde allí:
Salut au monde!
Todas las ciudades penetradas por la luz o el calor, yo mismo
las he penetrado,
También he volado hasta todas las islas donde los pájaros,
W A L T W H I T M A N
164
desplegando sus alas, han llegado.
Hacia todos vosotros, en nombre de América,
Levanto perpendicularmente la mano, yo hago la señal,
A fin de que permanezcáis viéndome siempre
Desde todos los hogares y refugios del hombre.
H O J A S D E H I E R B A
165
HIJOS DE ADÁN
(Children of Adam)
Esta serie de poemas, en los que W. W. celebra el amor físico, la
unión sexual, los impulsos y las delicias de la vida perpetuándose, fueron
incluidos en la tercera edición de Hojas de Hierba, en 1860. Su crudeza,
a la vez que su candor, suscitaron críticas injustas El tiempo lo ha
demostrado. Y de la pureza del gran poeta son testimonio los versos de
su Canto al cuerpo eléctrico: “Este hombre no sólo es un hombre, es el
padre de los que, a su vez, serán hombres.” ¿Qué poeta de todos los
tiempos puso el ardor y la emoción que volcó W. W. en su máscula esperanza,
en su vaticinio del hombre del futuro?
“Uno de los grandes méritos de W W.- dice Henry Seidel Canby,
en su imprescindible biografía del poeta (Walt Whitman, un americano)-
es el de haber rehabilitado la sexualidad como tema de la literatura;
pero no es menos cierto que él mismo sufría de su sexualidad. Había,
según la expresión de Kipling, demasiado ego en su cosmos. Siempre
habrá demasiado ego en él como para que pueda ser, cual lo deseaba,
representativo de la humanidad; mas en el 1840 y el 1850 parece haber
sido un hervidero de pasiones muy personales, las cuales, hasta que se
volcaron en Hojas de Hierba y ocuparon el lugar que les correspondía
W A L T W H I T M A N
166
como parte integrante de su personalidad poética, lo mantenían en un
estado de erotismo difuso que confundía tanto a sus lectores como a él
mismo. Cuando quedaron escritos los poemas de Hijos de Adán y Cálamo,
el erotismo, lo que llamaba perturbación, cesó casi por completo de
alimentar su poesía...”
H O J A S D E H I E R B A
167
HACIA EL JARDÍN DEL MUNDO
(To the garden the world...)
Hacia el jardín el mundo de nuevo asciende,
Potentes machos, hijas, hijos, presagiando
El amor, la vida de sus cuerpos, pensamiento y esencia.
Curioso contemplo allí mi resurrección luego del sueño,
Girando de nuevo en el límpido espacio,
Amoroso, maduro, todo para mí hermoso, todo pasmoso,
Mis extremidades y el fuego palpitante de que es motivo el
portentoso juego.
Éxito pues, asomo y penetrante destilo,
Satisfecho con el presente, satisfecho con el pasado,
Por mi lugar, o atrás de mí, Eva siguiéndome,
O al frente, y yo, lo mismo, de ella en pos.
W A L T W H I T M A N
168
DESDE LOS RÍOS ACORRALADOS Y DOLIENTES
(From pent-up aching rivers)
Desde los ríos acorralados que padecen,
Desde esta parte de mí mismo sin la cual yo nada sería,
Desde lo que yo estoy decidido a tornar ilustre, aunque me
encuentre solo entre los hombres,
Desde mi propia voz resonante, cantando al falo,
Cantando el himno de la procreación,
Cantando la necesidad de niños soberbios y, por lo mismo,
de soberbios adultos,
Cantando el impulso del músculo y la fusión en el abrazo,
Cantando el himno del compañero de lecho (¡oh, el irresistible
anhelo!)
¡Oh, para todos y para cada uno la recíproca atracción del
cuerpo!
Oh, para ti, quienquiera que seas, tu cuerpo recíproco! ¡Oh,
este cuerpo, más que todo el resto, objeto de tu propia
delectación!
Desde el hambre roedora que me devora noche y día,
Desde los instantes natales, desde los tormentos que, aun
H O J A S D E H I E R B A
169
cantándolos, avergüenzan,
Buscando una cosa que no he hallado aún, por más que
diligente la busco desde hace largos años,
Cantando el verdadero himno del espasmo del alma a la
ventura,
Renaciendo con la Naturaleza más ruda o entre los animales.
De esto, de ellos y de lo que con ellos mis poemas tratan,
De la fragancia de pomas y limones, del pareo de los pájaros,
De la humedad de los bosques, de la lengüetada de las olas,
El furioso asalto de las olas contra a playa, también lo
canto yo,
El preludio sonando suavemente, anticipo de la melodía,
La bienvenida proximidad, la visión del cuerpo perfecto,
El nadador nadando desnudo en el baño, o inmovilizado,
flotando sobre sus espaldas,
Las femeninas formas aproximándose; yo pensativo,
carne de amor trémula y doliente,
La divina lista para mí o para ti, o para cualquiera que la
componga,
El rostro, los miembros, la nomenclatura desde la cabeza
a los pies y lo que ella despierta,
El místico delirio, la locura amorosa, el total abandono,
(Escucha, reconcentrado y silencioso, lo que ahora musitaré
para ti.
Yo te amo, ¡oh!, tú que me posees enteramente,
¡Oh!, que tú y yo huyamos del resto y nos marchemos
W A L T W H I T M A N
170
inmediatamente, libres y sin ley,
Dos halcones en el aire, dos peces en el mar no tendrían
más ley que nosotros);
La furiosa tempestad me atraviesa, yo trémulo de pasión,
El juramento mutuo de inseparabilidad de nosotros dos,
de la mujer que me ama y que yo amo más que a mi
vida, pronunciando estas palabras:
(¡Oh!, de todo corazón yo arriesgo todo por ti,
¡Oh, déjame perder si es necesario!);
¡Oh, tú y yo! ¿Qué significa para nosotros lo que el resto
hace o piensa?
¿Qué son los otros para nosotros? Que sólo nos proporcionemos
alegría mutuamente, que mutuamente nos quedemos
exhaustos, si es preciso despojados,
Del maestro, el piloto al cual yo abandono el barco,
Del general que me comanda, comandándolo todo, del que
recibo órdenes,
Del tiempo que precipita el cumplimiento del programa (yo
hace rato que me he rezagado),
Del sexo, de la cadena y de la trama,
Del retiro más secreto, de los frecuentes suspiros en la soledad,
De las numerosas personas presentes, si bien la persona necesaria
se halla ausente,
Del suave deslizamiento de las manos sobre todo mi cuerpo
y de la penetración de tus dedos en mi cabellera y
mi barba,
Del prolongado beso detenido sobre la boca o el seno,
H O J A S D E H I E R B A
171
Del atenazante abrazo que me embriaga a mí y a cualquier
hombre, desfalleciéndolo con su exceso,
De lo que conoce el divino esposo, de la obra de la paternidad,
De la exultación, de la victoria y del alivio, del abrazo de
la compañera de lecho en la noche,
De los poemas en acción de ojos, manos, caderas y pechos,
De la unión con el brazo tembloroso,
De la adhesiva combadura y del clinch,
Del estar tendidos a lo largo, arrojando a los pies el cobertor,
Del que no quiere que me separe, y de quien, en manera
alguna, deseo apartarme,
(Un instante, ¡oh! tierno guardián, y yo regreso),
De la hora en que brillan las estrellas y gotea el rocío,
De la noche de donde yo surjo tomando impulso,
Yo te celebro, acto divino, y también a vosotros los hijos
por él engendrados,
Y a vosotros, fornidos ijares.
W A L T W H I T M A N
172
UNA MUJER ME ESPERA
(A woman waits for me)
Una mujer me espera, ella todo lo contiene, nada le falta,
Pero todo le faltaría si el sexo le faltara, o si le faltase el
semen del hombre verdadero que ella necesita.
El sexo todo lo contiene, cuerpos, almas,
Significados, pruebas, delicadezas, resultados, promulgaciones,
Cánticos, órdenes, salud, orgullo, el maternal misterio, la
leche seminal,
Todas las esperanzas, beneficios y dones, todas las pasiones,
amores, bellezas, delicias de la tierra,
Todos los gobiernos, jueces, dioses, camaradas del mundo,
Todos los que contenidos están en el sexo como parte de él
mismo y justificación de él mismo.
Sin vergüenza, el hombre que me agrada conoce y confiesa
las delicias de su sexo.
Sin vergüenza, la mujer que me agrada conoce y confiesa
las delicias del suyo.
H O J A S D E H I E R B A
173
Ahora, yo quiero apartarme de la mujer impasible,
Acudiré y permaneceré con aquella que me espera y con
las mujeres de sangre cálida y suficiente para mí,
Compruebo que ellas me comprenden y que nada me
rehúsan.
Compruebo que ellas son dignas de mí, yo sería el robusto
esposo de esas mujeres.
Ellas no me son en un ápice inferiores,
Ellas tienen el rostro curtido por el resplandor de los soles
el soplo de los vientos,
Ellas tienen las carnes con la vieja divina flexibilidad y su
pujanza,
Ellas saben cómo nadar, remar, cabalgar, luchar, cazar, correr,
golpear, retroceder, avanzar, resistir y defenderse
ellas mismas,
Ellas son fundamentales en su propio derecho, ellas permanecen
serenas, lúcidas, en pleno dominio de ellas
mismas.
Yo te estrecho entre mis brazos, mujer,
Yo no puedo dejarte marchar, yo quisiera hacerte bien,
Yo soy para ti y tú eres para mí, no sólo por la vibración
de nuestras carnes sino por la de los otros,
Envueltos, en ti duermen los más grandes héroes y bardos.
Y se rehúsan a despertarse y tocar otro hombre que no
sea yo.
Este soy yo, ¡oh, mujer! Yo trazo mi camino,
W A L T W H I T M A N
174
Yo soy severo, áspero, grande, indisuadible, pero yo te amo,
Yo no te ocasiono más mal que el que te es necesario,
Yo vierto en ti esa esencia de la que surgirán los hijos y las
hijas a la medida para estos Estados, yo te empujo con
mi pausado y rudo músculo,
Yo mismo me enlazo prepotente, y no escucho súplica alguna,
Yo no accedo a retirarme antes de haber depositado aquello
que tan largo tiempo ha estado acumulado en mí.
A través de ti derramo los aprisionados ríos de mí
mismo.
Y te colmo con un millar de años del futuro anticipado,
Yo te injerto los injertos de lo que es más caro para mí y
para América,
Las gotas que yo destilo en ti se convertirán en impetuosa
cosecha de muchachas ardientes y atléticas, de nuevos
artistas, músicos y poetas.
Los muchachos que contigo procreo procrearán a su vez
muchachos,
Yo requiero que hombres y mujeres perfectos surjan de
mis prodigalidades de amor,
Yo de ellos espero que se interpenetrarán con otros, como
yo y tú nos interpenetramos ahora,
Confío en los frutos de sus copiosas lluvias, así como confío
en los frutos de las copiosas lluvias que yo ahora en
ti vuelco.
Yo atisbaré las mieses amorosas que madurarán del nacimiento,
vida, muerte, inmortalidad que yo, tan
H O J A S D E H I E R B A
175
amorosamente, planto en ti.
W A L T W H I T M A N
176
ESPONTÁNEO SOY
(Spontaneous me)
¡Espontáneo soy, Naturaleza!
La amorosa jornada, el sol que se eleva, el amigo con el
cual soy feliz,
El brazo de mi camarada perezosamente apoyado sobre
mis hombros,
La colina con su cumbre blanqueada por las florecillas de
serbal,
La misma, en otoño, matizada de rojo, amarillo, parduzco,
púrpura y verde claro y oscuro,
La rica alfombra de hierba, animales y pájaros, la agreste
y escondida ribera, los manzanos silvestres, los guijarros,
Hermosos fragmentos de cascadas, negligentes líneas del
horizonte, una tras la otra, según mi pensamiento las
evoca,
Los poemas reales (pues que los que así llamamos sólo son
meras imágenes),
Los poemas de la intimidad en la noche, y de los hombres
H O J A S D E H I E R B A
177
que a mí se parecen,
Este poema entristecido, tímido y oculto, que yo siempre
llevo conmigo, y que todos los hombres llevan también,
(Reconozco de una vez para siempre, confieso que, en todo
lo que los hombres se me parecen, están en acecho
nuestros fornidos y másculos poemas),
Pensamientos amorosos, zumo de amor, aroma de amor,
amor complaciente, enredaderas amorosas, y trepadora
savia,
Brazo y manos amorosos, labios de amor, fálica tuerca del
amor, senos del amor, vientres estrujados y adheridos
unos con otros por el amor,
Tierra del casto amor, vida que sólo es vida después del
amor,
El cuerpo de mi amor, el cuerpo de la mujer que amo, el
cuerpo del hombre, el cuerpo de la tierra,
Dulces brisas mañaneras que soplan desde el sudeste,
El velludo abejorro silvestre, que murmura y vacila acuciado
por el deseo, agarra la espigada flor femenina y
curvándose sobre ella con sus amorosas y fuertes patas,
procura su deseo, hasta que trémulo, queda saciado,
La humedad de los bosques en las horas mañaneras,
Dos durmientes en la noche, estrechamente abrazados durante
el sueño, uno con un brazo sesgado alrededor, o
quizá más abajo, de la cintura del otro,
El perfume de las pomas, aromas de marchita salvia, menta
y corteza de abeto,
Los vehementes deseos del mancebo, el rubor y la turbación
W A L T W H I T M A N
178
cuando me confiesa en qué soñaba,
La hoja muerta voltejeando en espiral, para yacer contenta
e inmóvil en el suelo,
La contemplación de los hombres y de las cosas cuyos oscuros
aguijones me atormentan,
El inquietante aguijón mío, atormentándome como jamás
atormentó a nadie,
Los sensibles, embragados, orbiculares gemelos, cuyo recóndito
nido sólo los privilegiados palpadores alcanzan,
La vagabunda curiosidad de la mano por todo el cuerpo
vagando, la vergonzosa y remisa persuasión de la carne
allí donde los dedos consoladores se detienen y acucian
ellos mismos,
El límpido líquido en el interior del mancebo,
La roedura del remordimiento y la aflicción,
El tormento, la marea irritable que no admite reposo,
Lo mismo que yo siento, lo mismo que sienten los otros:
El mancebo que se ruboriza y enrojece, la joven que se ruboriza
y enrojece,
El mancebo que despierta en plena noche, la ardiente mano
procurando reprimir la que anhela dominarlo,
La mística noche amorosa, las raras y casi bienvenidas congojas,
visiones, sudores,
El latido golpeando a través de las palmas y los temblorosos
dedos anudados,
El mancebo todo colorado, con las mejillas arreboladas,
avergonzado, irritado,
La salmuera con que me cubre el amor del mar cuando
H O J A S D E H I E R B A
179
estoy tendido, complacido y desnudo,
El júbilo de los niños gemelos que juguetean sobre la hierba
al sol, la madre sin apartar de ellos su vigilante
mirada,
El tronco del nogal, la cáscara de las nueces, y la madurez
de las redondeadas nueces,
La continencia de los vegetales, pájaros, animales,
La consiguiente villanía de mi parte si me ocultara, por
considerarme indecente, mientras los pájaros y animales
jamás se ocultan ni se consideran indecentes,
La gran castidad de la paternidad frente a la gran castidad
de la maternidad,
El juramento de procreación que he formulado, ¡oh!, mis
adámicas y tiernas hijas,
La voracidad que me consume día y noche con su mordedura,
hasta que yo sature a la que engendrará los hijos
que ocuparán mi lugar cuando yo esté en el final.
El saludable consuelo, reposo, agrado,
Y este manojo que yo mismo he recogido al azar,
Que ya ha cumplido su misión,
Y al cual yo arrojo al aire negligentemente, para que caiga
donde pueda.
W A L T W H I T M A N
180
UNA HORA DE LOCURA Y DE PLACER
(One hour to madness and joy)
¡Una hora de locura y placer! ¡Oh, furia! ¡No me limites!
(¿Qué es lo que así me deja libre en medio de las tormentas?
¿Qué significan mis gritos entre relámpagos y vientos furiosos?)
¡Oh! ¡Beber los rústicos delirios más profundamente que
cualquier otro hombre!
¡Oh! ¡Los salvajes y tiernos dolores! (Yo los dejo para vosotros
hijos míos,
Os digo a vosotros, por muchas razones, ¡oh, novios y novias!)
¡Oh, someterme a ti, quienquiera seas, y tú, someterte a
mí, desafiando al mundo!
¡Oh, el regreso al Paraíso! ¡Oh, vergonzoso y femenino!
¡Oh, atraerte a mí, plantando en ti por primera vez los labios
de un hombre decidido!
H O J A S D E H I E R B A
181
¡Oh, el rompecabezas, triple nudo, profundo y negro charco,
por todos desatados e iluminado!
¡Oh correr donde, al final, hay espacio y aire suficiente!
¡Verse liberados de previos lazos y convencionalismos, yo
de los míos y tú de los tuyos!
¡Dar una nueva e inesperada muestra de despreocupación,
con lo mejor de la Naturaleza!
¡Sentirse con la boca libre de la mordaza!
¡Sentirse hoy y cualquier día sensible, tanto como ahora
yo lo soy!
¡Oh, cualquier cosa inesperada! ¡Cualquier cosa en éxtasis!
¡Escapar de la custodia de los otros, como de anclas y trabas!
¡Cabalgar libremente! ¡amar libremente! ¡saltar sin temor
al riesgo!
¡Cortejar a la destrucción con vituperios, con incitaciones!
¡Ascender, trepar hasta los cielos que el amor me indica!
¡Perderse, si es menester!
¡Alimentar el resto de la vida con una hora de locura y de
libertad!
¡Con una fugaz hora de locura y de placer!
W A L T W H I T M A N
182
¡OH HIMEN! ¡OH, HIMENEO!
(O Hymen! O Hymenee!)
¡Oh, himen! ¡Oh, Himeneo! ¿Por qué de tal manera me
atormentas?
¡Oh! ¿Por qué tan fugaz, es tu punzada?
¿Por qué no continúas? ¡Oh! ¿Por qué cesas, ahora?
¿Es porque sabes que, si sólo te detuvieras un instante,
sin duda me matarías?
YO SOY AQUEL
(I am he that aches with love)
Yo soy aquel a quien atormenta el amoroso anhelo;
Acaso, ¿no gravita la tierra? Acaso, toda la materia ¿no es
torturada y atraída por la materia toda?
Así el cuerpo mío es atraído por todos cuantos tropiezo o
conozco.
H O J A S D E H I E R B A
183
NATIVOS INSTANTES
(Native moments)
Nativos instantes- cuando llegáis a mi- ¡ah! ya estáis de
nuevo,
Dadme ahora únicamente libidinosos placeres,
Dadme la saturación de mis pasiones, dadme una vida rústica
y exuberante,
Hoy acompañaré a los amantes de la Naturaleza, y esta
noche también,
Yo estoy con aquellos que creen en los desenfrenados deleites,
Yo comparto con los jóvenes las orgías de la medianoche,
Yo bailo con los bailarines y bebo con los bebedores,
El eco resuena con nuestros indecentes gritos,
Yo escojo a cualquiera para que sea mi dilecto compañero,
El ha de ser rebelde, rudo, iletrado, él ha de estar condenado
por los otros a causa de sus faltas conocidas,
Yo no quiero seguir más tiempo con este papel, ¿por qué he
de separarme de mis camaradas?
¡Oh! ¡Vosotros, los rechazados! Yo, al menos, no os rechaW
A L T W H I T M A N
184
zo,
Yo me reúno libremente con vosotros, quiero ser vuestro
poeta,
Quiero ser para vosotros más que todo el resto.
H O J A S D E H I E R B A
185
TIEMPO HA QUE ATRAVESÉ UNA POPULOSA
CIUDAD
(Once i pass’d through a populous city)
Tiempo ha que atravesé una ciudad populosa, imprimiéndola
en mi mente para un futuro uso con su aspecto,
construcciones, costumbres, tradiciones,
Empero, ahora, de toda aquella ciudad, recuerdo, casualmente,
sólo una mujer que con su amor me retuvo,
Día tras día, noche tras noche, estuvimos juntos- todo lo
demás hace tiempo que lo olvidé,
Yo recuerdo, repito, sólo a aquella mujer apasionada por
mí,
De nuevo vagamos, nos amamos, otra vez nos separamos,
Otra vez me coge por la mano, no es preciso que yo parta.
Y la veo estrechándose contra mí, sus labios silenciosos,
tristes y trémulos.
W A L T W H I T M A N
186
CARA AL OESTE
(Facing west...)
Cara al oeste desde las costas de California,
Avizorando, infatigable, para saber quién todavía carece de
fundamento,
Yo, un niño, muy viejo, sobre las olas, con rumbo hacia la
casa de maternidad, la tierra de las migraciones, miro,
hacia lo lejos,
Miro más allá de las olas de mi mar del Oeste, el círculo
casi rodeado;
Para enfilar hacia el poniente desde el Indostán, desde los
valles de Kashmira,
Desde Asia, desde el norte, desde Dios, el sabio y el héroe,
Desde el sur, desde las floridas penínsulas y las islas de las
Especies,
Enriquecido, luego de errar, alrededor del mundo,
Ahora, cara al hogar otra vez, satisfecho y alegre,
(Pero, ¿dónde está lo que yo puse en movimiento hace
tanto tiempo?
Y, ¿por qué, no obstante, están sin fundamento?)
H O J A S D E H I E R B A
187
DIOSES
(Gods)
Amante divino y perfecto Camarada,
Que aguardas contento, invisible todavía, pero seguro,
Sé tú mi Dios.
Tú, tú, el Hombre Ideal,
Franco, diestro, hermoso, contento y amoroso,
Cabal de cuerpo y amplio de espíritu.
Sé tú mi Dios.
¡Oh, Muerte (en cuanto a la Vida, ella se basta a sí misma),
Que abres y franqueas la celeste morada,
Sé tú mi Dios.
Algo, algo poderoso, lo mejor que yo vea, conciba o conozca,
(Cuando rompa los lazos endurecidos, para liberarte a ti, ¡oh
mi alma!)
Sé tú mi Dios.
W A L T W H I T M A N
188
Todas las grandes ideas, las aspiraciones de la raza,
Todos los heroísmos, hazaña de fervoroso entusiasmo.
Sed vosotros mis Dioses.
¡Oh! Tiempo y Espacio,
¡Oh!, forma divina y maravillosa de la Tierra,
¡Oh!, mujer hermosa a la que yo vea o adore,
¡Oh!, luminoso orbe solar o estrella nocturna,
Sed vosotros mis Dioses.
(Junto al camino)
COMO ADÁN
(As Adam)
Como Adán, por la mañana, temprano,
Pasea fuera de la morada templada por el sueño,
Lo contemplo cuando, al pasar y escuchar mi voz, se aproxima,
Tocándome, tocando con las palmas de sus manos mi cuerpo,
Sin que mi cuerpo se resista.
H O J A S D E H I E R B A
189
CÁLAMO
(Calamus)
Los norteamericanos dan este nombre de Calamus a una diminuta
caña silvestre que crece en los pantanos. La incomprensión de un sector
del público y de algunos críticos de la época indujo a W. W. a titular así
a estos poemas breves que, en número de treinta y nueve celebran con
tono elevado y alusión indudable la camaradería del hombre por el hombre.
Como los Hijos de Adán, fueron agregados, en 1860, a las Hojas
de Hierba. Dice Pierre Messiaen que, en efecto, W. W. siempre buscó el
afecto viril, el secreto amor que está por encima de todo convencionalismo.
Este amor secreto es, además, la esencia de la democracia, el conocimiento
del misterio de las apariencias terrenales, la identidad más allá de
la tumba. Frances Winwar, en su Gigante Americano, agrega: “Eligió
la planta del cálamo aromático como su símbolo del afecto varonil, como
había elegido la hierba humilde, tupida, desparramada, para representar
las numerosas filas de la humanidad. Con frecuencia había visto crecer
al cálamo en manojos apretados, brizna contra brizna, cada una ayudando
a sostener a las otras como iguales unidos en el sostén común...”
Henry Seidel Canby, a su vez, expresa sin rodeos que “uno de los grandes
méritos de W. W. es el de haber rehabilitado la sexualidad como
W A L T W H I T M A N
190
tema de la literatura”. Y finalmente, como síntesis justificativa de este
hombre extraordinario que sufría evidentemente de su acendrada sexualidad,
recordemos la expresión de Rudyard Kipling: había demasiado
ego en su cosmos. Del conjunto de poemas extraerá el lector la
conclusión; pero sin olvidar que W. W. repetía e insistía: “Debo abarcar
plenamente el amor de todos los hombres y de todas las mujeres”. Y
esto sólo relega a lo anecdótico la aventura de Peter Doyle.
Cálamo, con Hijos de Adán, fue incluido en la tercera edición de
Hojas de Hierba, en 1860, que llevó 124 poemas en lugar de los 33
primitivos. Un año más tarde, el ataque al fuerte Sumter significaría un
decisivo cambio en la vida y en la obra del poeta.
H O J A S D E H I E R B A
191
EN LAS SENDAS NO HOLLADAS
(In paths untrodden)
En las sendas no holladas.
En los sembrados al margen de las represas,
Huyendo de la vida vana,
De todas las normas hasta hoy proclamadas, de los placeres
beneficios, conformidades,
De todo cuanto ofrendé para salvar mi alma,
Diáfanas ahora para mí las normas no proclamadas aún, tan
diáfanas como mi alma,
Cual el alma del hombre, yo hablo para regocijo de los camaradas,
Aquí estoy solo, frente a la estridencia del mundo,
Altisonante y hablando aquí con aromáticas palabras,
Sin rubor alguno (pues que en este lugar apartado puedo
dar respuestas que nadie osaría),
Fortalecido por la vida que en mí a manifestarse no se
atreve y que, sin embargo, palpita,
Resuelto hoy a no cantar otros cantos que los del másculo
afecto,
W A L T W H I T M A N
192
Proyectándolos a lo largo de esta vida sustancial,
Legando desde aquí tipos de atlético amor,
En el atardecer de este delicioso setiembre, en mis cuarenta
y un años,
Procedo para todos los que son o han sido jóvenes,
Confío el secreto de mis noches y días,
Celebro la necesidad de los camaradas.
H O J A S D E H I E R B A
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¿ERES LA NUEVA PERSONA ATRAÍDA POR MÍ?
(Are you the new person drawn toward me?)
¿Eres la nueva persona atraída por mí?
Para comenzar te prevengo: yo soy, sin duda, harto diferente
de lo que tú supones;
¿Supones que has encontrado en mí tu ideal?
¿Crees que es fácil convertirme en tu amante?
¿Crees que mi amistad ha de ser una pura satisfacción?
¿Crees que yo soy fiel y veraz?
¿No ves nada más detrás de esta fachada, de estas mis
maneras suaves y tolerantes?
¿Supones que avanzo por un terreno firme hacia el verdadero
hombre heroico?
¿No sospechas, ¡ah, soñador! que todo esto pueda ser quizás
una ilusión?
W A L T W H I T M A N
194
FRAGANTE HERBAJE DE MI PECHO
(Scented herbage of my breast)
Fragante herbaje de mi pecho,
Briznas de ti yo espigo, yo escribo a fin de ser mañana mejor
interpretado,
Briznas de las tumbas, briznas del cuerpo creciendo sobre
mí por encima de la muerte,
Perennes raíces, altas briznas, ¡oh!, el invierno no os marchitará
delicadas briznas,
Cada año florecéis nuevamente y allí donde seáis arrancadas
otra vez creceréis,
¡Oh! Yo no sé si muchos de los que pasan os descubrirán,
o aspirarán vuestro perfume, pero yo creo que algunos
lo harán,
¡Oh, espigadas briznas! ¡Oh, flores de mi sangre! Yo permito
que hable el corazón que está bajo vosotras,
¡Oh! Yo no sé qué queréis decir vosotras desde abajo, no
sois felices,
Frecuentemente sois tan amargas que no puedo soportarlo,
me quemáis y traspasáis.
H O J A S D E H I E R B A
195
Si bien sois para mí siempre hermosas, raíces tenuemente
coloradas, me hacéis pensar en la muerte,
La muerte es hermosa a causa de vosotras (en realidad, al
final, ¿qué es hermoso, excepto la muerte y el amor?).
¡Oh! Pienso que no es por la vida que entono aquí mi canto
de los amantes, yo pienso que, más bien, lo hago por
la muerte,
Por su serenidad, por su solemne crecimiento, elevándose
hasta la esfera de los amantes,
Muerte o vida, ambas me son indiferentes, mi alma declina
toda preferencia,
(No estoy seguro, pero la elevadísima alma de los amantes
siempre acoge a la muerte),
Verdaderamente, ¡oh, muerte! sospecho ahora que estas briznas
quieren decir con precisión lo mismo que tú,
¡ Creced más alto, queridas briznas, para que yo pueda veros!
¡Creced en mi pecho!
¡ Arrancad de lo recóndito del corazón el recelo!
¡No repleguéis así vuestros colorados tallos en las raíces, timidas
briznas!
¡No permanezcas tan vergonzoso herbaje de mi pecho!
Vamos, que estoy dispuesto a desembarazar este mi amplio
pecho, pues hace largo tiempo lo tengo sofocado y
oprimido;
Emblemáticas y caprichosas hojas, os abandono, que ahora
vosotras no me servís,
Yo quiero proclamar lo que tengo y afirmarlo yo mismo,
Yo quiero dirigirme sólo a mis camaradas, yo no quiero
W A L T W H I T M A N
196
pronunciar ningún llamado que no sea el de ellos,
Yo quiero provocar una inmortal repercusión a través de los
Estados.
Yo quiero dar un ejemplo a los amantes para que adquieran
permanente forma a través de los Estados,
A través de mí las palabras pronunciadas harán que la muerte
sea estimulante.
Entrégame, por consiguiente, tu tono, ¡oh muerte!, para que
yo pueda estar acorde contigo,
Entrégate a mí tú misma, para que vea que estás ahora en
mí por encima de todo, y que permanecéis inseparables
los dos: tú, amor, y tú, muerte,
No quiero que os engañéis más con lo que yo he llamado
vida,
Porque ahora estoy convencido de que representáis los propósitos
esenciales,
Que os ocultáis bajo estas tornadizas formas de vida, en
procura de razones que para vosotros existen,
Que os mostráis detrás de ellas para ser la realidad de lo real,
Que, detrás de la máscara de lo material, aguardáis pacientemente,
sin reparar en el tiempo,
Que quizás un día asumiréis el control de todo,
Que acaso vuestra disipación sólo es aparente,
Que quizá sois esto porque lo es todo, si bien no durará
mucho tiempo,
Porque vosotros duraréis mucho más.
H O J A S D E H I E R B A
197
CUALESQUIERA QUE SEÁIS LOS QUE AHORA
(Whoever you are holding me now in hand)
Cualesquiera que seáis los que ahora me tenéis de la mano,
Sin una sola cosa todo resultaría ocioso,
Yo os prevengo lealmente antes de que intentéis llevar más
lejos vuestra recriminación,
Yo no soy lo que suponéis, sino muy diferente.
¿Quién es el que aspira a ser mi discípulo?
¿Quién se siente candidato para mi afecto?
El camino es receloso, el resultado incierto, quizá nefasto,
Será preciso que renunciéis a todo, yo sólo aspiro a ser
vuestro único y exclusivo modelo.
Vuestro noviciado será prolongado y extenuante,
Toda vuestra pasada teoría de la vida y la conformidad
con las vidas que os rodean tienen que ser abandonadas,
Por consiguiente, abandonadme ahora, antes de que experimentéis
más adelante cualquier pesar, dejad caer vuestras
manos de mis hombros,
Dejadme y seguid vuestro camino.
De otro modo, en secreto, en algún bosque, a prueba,
W A L T W H I T M A N
198
O detrás de una roca, al aire libre,
(Pues que bajo el techo de la alcoba yo no surjo, ni aunque
esté acompañado,
Y en las bibliotecas yo permanezco cual un mudo, o un bobo,
o un nonato, o un muerto),
Pero, es muy posible, que, receloso, con vosotros en la cumbre
de una colina, ojo avizor, me cuide de cualquiera
que inopinadamente se aproxime,
O, es probable que, navegando con vosotros, o en la playa,
o en cualquiera isla tranquila,
Allí os permita posar vuestros labios sobre los míos
Con el prolongado beso del camarada, o el beso del flamante
esposo,
Porque yo soy el nuevo esposo y yo soy también el camarada.
O, si vosotros queréis, introduciéndome en lo profundo de
vuestros vestidos,
Allí podré sentir los latidos de vuestro corazón, o sobre
vuestra cadera detenerme complacido.
Llevadme cuando salgáis por tierra o mar,
Porque, de esta suerte, sólo tocaros será suficiente, lo mejor,
Y de esta suerte, tocándoos, yo quisiera en silencio dormir y
ser trasladado a la eternidad.
Pero estas hojas, observadlas con atención y leedlas con
riesgo,
Porque ni a estas hojas ni a mí nos comprenderéis,
Ellas os eludirán al principio y aplacarán mucho más tarde,
H O J A S D E H I E R B A
199
Yo, seguramente os rehuiré
En el preciso instante en que creáis incuestionablemente haberme
cogido,
¡ Mirad! Ya de vosotros he huido.
No escribí este libro por lo que en él he puesto,
Ni leyéndolo alcanzaréis su sentido,
Ni los que mejor me conocen son aquellos que más me admiran
vanagloriándose de conocerme,
Ni son los candidatos para mi amor (con excepción de unos
pocos) los que cantarán la victoria,
Ni mis poemas, sólo ocasionarán bien, quizá harán mal,
mucho mal,
Porque todo sería en vano sin eso que muchas veces acaso
podéis barruntar sin precisar, eso que yo sólo he sugerido;
¡Dejadme, entonces, y continuad vuestro camino!
W A L T W H I T M A N
200
PARA TI, ¡OH DEMOCRACIA!
(For you o democracy)
Sí, yo quiero hacer indisoluble el continente,
Yo quiero forjar la raza más espléndida que haya brillado
bajo el sol,
Yo quiero crear divinas tierras magnéticas,
Con el amor de los camaradas,
Con el amor de toda la vida de los camaradas.
Yo quiero implantar la camaradería tan frondosa como la
arboleda a lo largo de los ríos de América, al borde de
los grandes lagos, y por toda la superficie de las paraderas,
Yo quiero hacer inseparables a las ciudades, cada una pasando
su brazo alrededor del cuello de la otra,
Por el amor de los camaradas,
Por el amor viril de los camaradas,
Para ti este canto mío, ¡oh, Democracia!, para servirte,
ma femme!
H O J A S D E H I E R B A
201
Para ti, para ti yo he trinado estos cantos.
W A L T W H I T M A N
202
CANCIÓN A LA PRIMAVERA
(These i singing in spring)
Esta es mi canción de primavera para los amantes,
(¿Quién, sino yo, comprendería a los amantes y toda su
dicha y sus pesares?
¿Quién, sino yo, sería el poeta de los camaradas?)
Cosechando atravieso el jardín del mundo, pero presto franqueo
las puertas.
Ahora, a lo largo del borde de los estanques, otras veces
vadeándolos un poquito, sin temor a mojarme,
Ahora, por las defensas de los caminos de posta, donde las
viejas piedras provenientes de los campos linderos fueron
acumuladas,
(Silvestres florecillas, sarmientos e hierbajos crecen entre
las piedras y en parte la cubren sin obstruirme el paso),
Lejos, lejos en el bosque, o más tarde vagando durante el
verano, antes de decidir dónde he de ir,
Solitario, aspirando de la tierra el perfume, haciendo alto,
silencioso, aquí y allá,
Solo creía estar cuando, de pronto, una turba me rodeó,
H O J A S D E H I E R B A
203
Unos marchaban a mi lado y otros me seguían, y otros se
asían a mis brazos y mi cuello,
Ellos, los espíritus de mis amados amigos muertos o vivos,
llegaban ahitos, formaban un abigarrado tropel, y yo
en el medio,
Cosechando, repartiendo, cantando vago con ellos por allí,
Arrancando algo en prenda, arrojándolo a quienes se encuentran
junto a mí,
Aquí, lilas con una rama de pino,
Aquí, extraigo de mi bolso un puñado del musgo que en
Florida arranqué a un roble joven, del que pendía
en largo vellón,
Aquí, algunos claveles y hojas de laurel, y un manojo de
salvia,
Y aquí, donde yo salto a la playa, abandonando el agua,
(¡Oh! Fue aquí donde vi por última vez al que tiernamente
me ama, donde regresará para no separarse jamás de mí,
Y ésta, ¡oh! ésta será de aquí en adelante símbolo de camaradas,
esta raíz de cálamo lo será,
¡ Intercambiadla, mancebos, entre vosotros! ¡Que ninguno la
devuelva!)
Y ramitas de arce, y un manojo de naranjas silvestres y
castañas,
Y tallos de grosellero y ciruelos floridos, y el aromático
cedro,
Todo esto logro que me rodee cual una compacta nube de
espíritus,
Vagando, yo lo señalo o lo toco al pasar, o lo aparto lejos
W A L T W H I T M A N
204
de mí,
Indicándole a cada uno lo que debe tener, dando, a veces,
algo a cada uno;
Pero, aquello que he retirado del mar, depositándolo en
la playa, aquello lo reservo,
Quiero darlo sólo a los que me amen tanto como yo soy
capaz de amarlos a ellos.
H O J A S D E H I E R B A
205
CONTEMPLAD ESTE CURTIDO ROSTRO
(Behold this swarthy face)
Contemplad este curtido rostro, estos ojos grises,
Estas barbas, este blanco vellón intenso sobre mi pecho,
Mis oscuras manos y estos modales silenciosos y sin atractivos
que yo tengo;
Sin embargo, hay uno de Manhattan que acude siempre
cuando yo parto, y me despide posando sobre mis labios
el beso leve de un sólido amor,
Y yo mismo en el cruce de una calle o en el puente de un
navío le devuelvo el beso,
Nosotros observamos este saludo de camaradas americanos
en la tierra y en el mar,
Y somos nosotros estas dos naturales y despreocupadas personas.
W A L T W H I T M A N
206
NI AGITANDO SÓLO MI OPRIMIDO PECHO
(Not heaving from my ribb’d breast only)
Ni agitando sólo mi oprimido pecho,
Ni suspirando por la noche, indignado, descontento de mí
mismo,
Ni con estos profundos suspiros, mal reprimidos,
Ni con estos muchos juramentos y promesas rotos,
Ni con la empecinada y salvaje voluntad de mi alma,
Ni con el sutil sustento del aire,
Ni con este latir y machacar en mis sienes y pulso,
Ni con estas curiosas sístole y diástole interiores que un día
cesarán,
Ni con estos muchos deseos hambrientos que sólo expresan
las miradas,
Ni con los gritos, risas y desafíos míos cuando estaba solo
en lejanas tierras salvajes,
Ni con el ronco jadear entre los dientes apretados,
Ni con las sonantes y resonantes palabras, gárrulas palabras,
ecos y muertas palabras,
Ni con los murmullos de mis sueños mientras duermo,
H O J A S D E H I E R B A
207
Ni con los otros murmullos de esos increíbles sueños de
cada día.
Ni con los miembros y sentidos de mi cuerpo que continuamente
te cogen y te sueltan- no allí,
Ni con nada, ni con todo aquello, ¡oh tenacidad! ¡oh pulso
de mi vida!
Necesidad tengo de que existas y tú mismo te manifiestes
solamente en estos cantos.
W A L T W H I T M A N
208
EN ESTE MOMENTO...
(This moment yearning and thoughtful)
En este momento, sentado a solas, anhelante y pensativo,
Me parece que en otras tierras hay otros hombres también
anhelantes y pensativos,
Me parece que puedo mirar más lejos aún y divisarlos en
Germania, Italia, Francia, España,
Y lejos, más todavía, en China, o en Rusia, o en Japón, hablando
otros dialectos,
Y pienso que si me fuera posible conocer a estos hombres
con ellos me uniría, tal como lo hago con los hombres
de mi propia tierra,
¡Oh! Yo comprendo que nos convertiríamos en hermanos y
amantes,
Yo sé que llegaría a ser feliz con ellos.
H O J A S D E H I E R B A
209
CON LA TERRIBLE DUDA DE LAS APARIENClAS
(Of the terrible doubt of appearances)
Con la terrible duda de las apariencias,
Con la incertidumbre, después de todo, de que estemos alucinados,
Que quizá la confianza y la esperanza, después de todo, son
meras teorías,
Que quizá la identidad más allá de la tumba, después de
todo, sólo es una bella fábula,
Quizá las cosas que yo percibo, los animales, plantas, hombres,
montañas, las lucientes y floridas aguas,
Los cielos del día y de la noche, colores, densidades, formas,
quizá estas cosas (lo son, sin duda) no sean más que
simples apariencias, y lo real esté aún por ser conocido,
(¡Con cuánta frecuencia pienso que ellas, como dados, huyen
confundiéndome y burlándose de mí!
Con cuánta frecuencia pienso que nada conozco, que ningún
hombre conoce nada de ellas!),
Quizá pareciéndome que ellas son (ya que, sin duda, no
hacen más que parecer) desde mi actual punto de vista,
W A L T W H I T M A N
210
y podrían demostrarme (como al fin resultarían) que
no son nada de lo que aparentan, o nada de cualquier
modo, desde puntos de vista enteramente diferentes;
Para mí estas y otras cosas similares tienen una curiosa respuesta
en mis amantes, mis amigos queridos,
Cuando el que amo viaja conmigo o permanece largo rato a
mi lado asiéndome de la mano,
Cuando el aire sutil, impalpable, y el sentido que ni las palabras
ni la razón expresan, nos circundan y penetran,
Entonces, abrumado por el peso de una inaudita e indecible
sabiduría, yo me callo, y no pregunto nada,
No puedo formular la pregunta de las apariencias, o la de la
identidad más allá de la tumba,
Pero, avanzo o hago alto indiferente, pues yo estoy satisfecho,
El que me tiene asido de la mano, está plenamente satisfecho
de mí.
H O J A S D E H I E R B A
211
LA BASE DE TODAS LAS METAFÍSICAS
(The base of all metaphysics)
Y ahora, señores,
Esta palabra que deberá permanecer en vuestras memorias
y en vuestros espíritus,
Como base y como conclusión de todas las metafísicas.
(Así, como hablaría a los estudiantes el viejo profesor,
En la clausura de su concurrido curso.)
Luego de haber estudiado los sistemas antiguos y modernos,
el griego y el germánico,
Haber estudiado y enseñado a Kant, Fichte, Schelling y
Hegel,
Enseñado la filosofía de Platón, la de Sócrates, más grande
que Platón,
Y sobrepasado el estudio y la enseñanza de Sócrates y haber
meditado largamente sobre el divino Cristo,
Reveo hoy en mi mente estos sistemas griegos y germánicos,
Reveo todas las filosofías, todas las iglesias y doctrinas crisW
A L T W H I T M A N
212
tianas,
Pero, detrás de Sócrates veo claramente, y detrás del divino
Cristo veo
El adorable amor del hombre por su camarada, la atracción
del amigo hacia el amigo,
Del bien desposado marido y su mujer, de los hijos y padres,
De la ciudad por la ciudad y del campo por el campo.
H O J A S D E H I E R B A
213
SE QUE SE ME HA ACUSADO
(I hear it was charged against me)
Sé que se me ha acusado de intentar destruir las instituciones,
Pero realmente, yo no estoy a favor ni en contra de las
instituciones,
(En efecto, ¿qué tengo de común con ellas?, ¿qué puede
interesarme su destrucción?)
Sólo quiero establecer en el Manhattan y en cada ciudad
de los Estados Unidos, en el interior como en las costas,
Y en los campos y bosques y sobre cada quilla grande o
pequeña que muerde el agua,
Fuera de las enseñanzas, o preceptos, o probidades, o cualquier
otra argumentación,
La institución del dilecto amor de los camaradas.
W A L T W H I T M A N
214
ARCHIVEROS DEL FUTURO
(Recorders ages hence)
Archiveros del futuro,
Venid, voy a ocuparos bajo esta impasible apariencia, quiero
confiaros lo que tendréis que decir de mí,
Publicad mi nombre y exhibid mi retrato como el del más
tierno amante,
El retrato del amigo amante, a quien su amigo, su amante,
amó apasionadamente,
Que no está orgulloso de sus cantos, sino del inconmensurable
océano de amor que en él habla y al que liberó
derramándolo sin tasa,
Que frecuentemente realizaba solitarias caminatas, pensando
en sus queridos amigos, sus amantes,
Que, pensativo, lejos de aquel que amaba, pasaba largas
noches de insomnio y descontento,
Que conocía muy bien la mortificación, el mortificante temor
de que el amado, secretamente, pudiera mostrársele
indiferente,
Cuyos más felices días fueron aquellos lejanos en que, junH
O J A S D E H I E R B A
215
tos, por campos, bosques y montañas, cogidos de la
mano, estuvieron ambos apartados del resto de los
hombres,
Que, con frecuencia, cuando vagaban por las calles, echó el
brazo sobre el hombro del amigo, a la vez que éste
también sobre el suyo se afirmaba.
W A L T W H I T M A N
216
CUANDO REPASO LA FAMA CONQUISTADA
(When I peruse the conquer’d fame)
Cuando repaso la fama conquistada por los héroes y las victorias
de los poderosos generales, yo no envidio a los
generales,
Tampoco al presidente en la presidencia, ni al rico en su
mansión,
Pero, cuando me entero de la fraternidad de los amantes,
¡cómo estoy con ellos!
¡Cómo estamos juntos en la vida, entre los peligros y odios,
invariables, largo a largo,
En plena juventud, en la edad madura y en la vejez!
¡Cómo no desfallecemos y somos siempre afectuosos y fieles!
Entonces yo pienso y, precipitadamente, me alejo con la envidia
más amarga.
H O J A S D E H I E R B A
217
CUANDO SUPE AL CABO DEL DÍA
(When I heard at the close of the day)
Cuando supe al cabo del día cómo mi nombre había sido
recibido con aplausos en el Capitolio, la noche que
sobrevino no fue de felicidad para mí,
Y cuando anduve de jarana o cuando mis planes no se
cumplieron, no fui feliz,
Pero, el día en que abandoné el lecho al amanecer, con el
sentimiento de una salud perfecta, fresco, cantando,
aspirando el hálito del otoño en sazón,
Cuando vi a la luna llena descender pálida en el oeste para
desaparecer en la claridad de la mañana,
Cuando vagué solitario por la playa, desnudo me bañé,
con las olas frías y vi la salida del sol,
Y cuando pensé que mi amigo querido, mi amante, se aproximaba,
¡oh!, entonces fui feliz,
Entonces cada ráfaga fue más fragante y en todo aquel día
mi comida me sustentó más, y el hermoso día transcurrió
mejor,
Y el siguiente transcurrió con igual regocijo, y en el siguiente,
W A L T W H I T M A N
218
al anochecer, llegó mi amigo,
Y en la noche aquella, cuando todo estaba silencioso, escuché
el lento y continuo fluir del agua por la ribera,
Yo escuché el susurro del líquido en las arenas, cual si murmurara
congratulándome,
Porque aquel que yo más amo dormía tendido a mi vera,
bajo las mismas cobijas, en la fría noche,
En el silencio, al claror de la luna otoñal, su rostro vuelto
estaba hacia mí,
Y su brazo rodeaba mi pecho- y esa noche yo fui feliz.
UNA PROMESA A CALIFORNIA
(A promise to California)
Una promesa a California,
O al interior, a las grandes llanuras pastoriles, o al estuario
de Puget y Oregón;
Luego de permanecer en el este un momento, pronto hacia
vosotros me encaminaré, para quedarme y enseñaros el
sólido amor americano,
Porque conozco perfectamente la solidez del amor que hacia
vosotros siento, gentes del interior y los que habitáis
también a orillas del mar occidental;
Porque esos Estados se prolongan hacia el interior y hacia
el mar occidental,
Yo también lo deseo.
H O J A S D E H I E R B A
219
RAÍCES Y HOJAS SOLAMENTE
(Roots and leaves themselves alone)
Raíces y hojas solamente hay aquí,
Aromas llegados a los hombres y mujeres desde los silvestres
bosques y las riberas del mar,
Aleluyas y claveles de amor, dedos en el viento apretando
las viñas,
Barboteo, de la garganta de los pájaros ocultos entre el follaje
de los árboles cuando nace el sol,
Brisas de la tierra y del amor salidas de las vivientes riberas
hacia vosotros, ¡oh marineros! que estáis en el mar,
Bayas más que maduras y tiernos ramos de marzo, ofrendados
a los adolescentes que vagabundean por los campos
cuando el invierno ha declinado en su rigor,
Pimpollos de amor colocados frente a vosotros y en la intimidad
de lo que sois,
Pimpollos para ser deshojados según las antiguas tradiciones,
Si les proporcionáis el calor del sol se abrirán y tendrán
para vosotros forma, color, perfume,
W A L T W H I T M A N
220
Si convertidos en alimento y bebida, serán flores, frutos,
ramas y elevados árboles.
H O J A S D E H I E R B A
221
EL ARDOR DE LAS LLAMAS NO SE ELEVA NI SE
CONSUME
(Not heat flames up and consumes)
El ardor de las llamas no se eleva ni consume,
Las olas no aceleran su vaivén,
El aire delicioso y seco, el aire de la plenitud del verano, no
arrastra suavemente los blancos copos de miríadas de
semillas,
Impelidos, graciosamente movidos, para posarse donde
pueden
¡Oh, no! Ninguno de ellos, más que mis propias llamas,
consume y arde por su amor como yo por el mío;
¡Oh! Ninguno como yo con tanta prisa en ir y venir.
¿La ola no se afana constantemente en buscar algo sin lograrlo
jamás? ¡Oh! Lo mismo yo.
¡Oh! Ni copos, ni perfumes, ni altas nubes preñadas de lluvia
se ven arrastrados por los aires,
Nada más que mi alma es arrastrada a través de los aires,
Impelida hacia todas las direcciones, ¡oh, amor!, por la
camaradería, por ti.
W A L T W H I T M A N
222
¡ESCURRÍOS, GOTAS!
(Trickle drops!)
¡ Escurríos, gotas! ¡Dejad azules mis venas!
¡Oh, gotas mías! Escurríos, pausadas gotas,
Cándidas, de mí cayendo, gotead, sangrantes gotas,
De las heridas abiertas para liberaros de la que era vuestra
prisión.
De mi rostro, de mi frente y labios,
De mi pecho, en el cual yo me ocultaba,
Apresuraos hasta lo último, rojas gotas, gotas de la confesión,
Colorad cada página, colorad cada canto de los que yo canto,
cada palabra de las que yo pronuncio, sangrientas gotas,
Dejadlos que conozcan vuestro fuego escarlata, que brillen,
Saturadlos a todos de vosotras mismas, sonrojadlos y empapadlos,
Resplandeced sobre todo cuanto he escrito o escriba, sangrantes
llamas.
Dejad que todo se vea con vuestra luz, purpúreas gotas
mías.
H O J A S D E H I E R B A
223
CIUDAD DE ORGÍAS
(City of orgies)
Ciudad de orgías, paseos y regocijos,
Ciudad en medio de la que he vivido y cantado, y que un
día haré ilustre,
Ni tus pompas, ni tus cambiantes decorados, ni tus espectáculos,
me recompensan,
Ni las interminables hileras de tus casas, ni las embarcaciones
en tus muelles,
Ni las procesiones en tus calles, ni los brillantes escaparates
llenos de mercaderías,
Ni la conversación con personas instruidas, ni mi concurrencia
a saraos y fiestas;
Nada de esto, pero cuando yo paso, ¡oh, Manhattan!, tu
frecuente y rápido relampaguear ante mi vista ofrendándome
amor,
Ofrendándole una respuesta a mi amor- ésa es mi recompensa,
Amantes, perpetuos amantes, mi única recompensa.
W A L T W H I T M A N
224
HE VISTO EN LUISIANA CRECER UN ROBLE
(I saw in Louisiana a live-oak growing)
He visto en Luisiana crecer un roble,
Absolutamente solo, erguíase con el musgo pendiente de sus
ramas,
No tenía compañero alguno que creciera allí desplegando
sus joyantes ramas de un oscuro verdor,
Y su aspecto, rudo, inconmovible, fornido, me hizo pensar
en mí mismo,
Pero, me pregunté cómo podía desplegar sus alegres ramas
si estaba solitario, sin un camarada cerca, pues yo no
podía imitarlo,
Y rompí una de sus ramas, cubierta de hojas, envolviéndola
con un poco de musgo,
Y la llevé conmigo, y la he colocado en un rincón, en mi
cuarto,
No es necesario que yo la tenga allí para recordar los amigos
queridos,
(Pues que, últimamente no hago más que recordarlos),
Empero ella es para mí un curioso indicio, pues evoca en mí
H O J A S D E H I E R B A
225
el másculo amor;
Pese a todo, si bien este roble reluce allá en Luisiana, solitario
en un amplio claro del bosque,
Brindando joyantes hojas toda su vida, sin un amigo, sin
un amante a su lado,
Yo sé muy bien que no puedo imitarlo.
W A L T W H I T M A N
226
AQUÍ, LAS FRAGILÍSMAS HOJAS MÍAS
(Here the frailest leaves of me)
Aquí, las fragilísimas hojas mías y, no obstante, las más
vigorosas y perdurables,
Aquí oscurezco y oculto mis pensamientos, y yo mismo no
me atrevo a expresarlos,
Empero, ellas me ponen de manifiesto mucho más que todos
mis otros poemas.
H O J A S D E H I E R B A
227
A UN EXTRANJERO
(To a stranger)
¡Extranjero que pasas! ¿Sabes con cuánto anhelo te miro?
Tú has de ser el que yo buscaba, o la que buscaba (llegó
hasta mí como en un sueño),
Yo, en alguna parte, sin duda, he tenido una vida gozosa
contigo,
Todo revive desde el instante en que nos cruzamos: fluidez,
afecto, castidad, madurez,
Tú has crecido conmigo, conmigo has sido un niño, o una
niña,
He comido y he dormido contigo, tu cuerpo ha dejado de
ser sólo tuyo, y no he dejado que mi cuerpo fuera
exclusivamente mío,
Tú me das el placer de tus ojos, rostro y carne,
Cuando pases, en cambio, toma mis barbas, mi pecho, mis
manos,
No te diré una palabra,
Pensaré en ti cuando esté solo y cuando solo despierte en
la noche,
W A L T W H I T M A N
228
Estoy esperándote, pues yo no dudo que otra vez he de
encontrarte,
Estoy mirándote y trataré de no perderte.
H O J A S D E H I E R B A
229
SEPARANDO LAS HIERBAS DE LA PRADERA
(The prairie-grass dividing)
Separando las hierbas de la pradera, aspirando su perfume
singular,
Les pido una espiritual correspondencia,
Pido la más copiosa y estrecha camaradería entre los hombres,
Pido que se recojan las briznas de las palabras, de los actos,
de todos los seres,
Los que viven al aire libre, asoleados, toscos, lozanos, sustanciosos,
Los que tienen buen porte, erguidos, que avanzan con paso
desenvuelto e imponente, los que conducen y no siguen,
Los de incontenible audacia, los de carnes fragantes y lozanas,
puras e inmaculadas,
Los que miran indiferentes en plena cara a los presidentes y
gobernantes, como diciéndoles: ¿quiénes sois?,
Los que desbordan terrenas pasiones, simples, nunca apremiados,
jamás obedientes.
Los del corazón de América.
W A L T W H I T M A N
230
NOSOTROS, DOS MUCHACHOS,
ABRAZÁNDONOS
(We two boys together clinging)
Nosotros, dos muchachos, abrazándonos, mutuamente,
Sin separarnos jamás uno del otro,
Recorriendo juntos los caminos, realizando excursiones de
norte a sur,
Complaciéndonos en el vigor, ensanchando los codos, apretando
los dedos,
Armados y sin temor, comiendo, bebiendo, durmiendo,
amando,
Sin admitir más ley que la nuestra, navegando, soldadescos,
robando, amenazando,
Alarmando a los avaros, serviles y sacerdotes, tomando aire,
bebiendo agua, y bailando en los prados o en las playas,
Inquietando las ciudades, desdeñando la quietud, mofándonos
de las estatuas, disipando la debilidad,
Colmando nuestra aventura.
H O J A S D E H I E R B A
231
NADA DE MÁQUINA PARA ECONOMIZAR
TRABAJO
(No labor-saving machine)
Nada de máquina para economizar trabajo,
No he hecho ningún descubrimiento,
No estaré en condiciones de dejar en pos de mí ningún
legado abundante para fundar un hospital o una
biblioteca,
Ni la reminiscencia de ningún acto de coraje por América,
Ni un suceso intelectual o literario, ni un libro para un
anaquel,
Pero sí he dejado algunas canciones vibrantes a través
del aire,
Para camaradas y amantes.
W A L T W H I T M A N
232
A TRAVÉS DEL INTERSTICIO
(Through an interstice)
A través del intersticio de la puerta, el vistazo
De un grupo de obreros y cocheros en el bar, rodeando la
estufa, tarde ya en la noche invernal, y yo, arrinconado,
inadvertido por todos,
Fuera de un joven que me ama y al que yo amo, que silencioso
se aproxima sentándose a mi lado, con el propósito
de asirme por la mano
Durante un prolongado momento, en medio del bullicio, de
las idas y venidas, de las libaciones y de las blasfemias
y obscenas burlas;
Allí permanecemos los dos, satisfechos, felices de estar
reunidos, hablando poco, a veces hasta sin decimos
una sola palabra.
H O J A S D E H I E R B A
233
UNA HOJA
(A leaf)
Una hoja para los que están de acuerdo;
¡Vosotros, nativos viejos y jóvenes!
¡Vosotros en el Mississipi y en todos los brazos y afluentes
del Mississipi!
¡Vosotros, camaradas boteros y artesanos! ¡Vosotros, rústicos!
¡Vosotros, pares! ¡Y todas las procesiones avanzando a lo
largo de las calles!
Yo quiero confundirme entre vosotros y ser uno más entre
vosotros mientras avanzáis de acuerdo.
W A L T W H I T M A N
234
¡OH TÚ, AL QUE A MENUDO Y SILENCIOSO
ACUDO!
(O you whom I often and silently come.)
¡Oh, tú, al que a menudo y silencioso acudo donde te
encuentres, para poder permanecer contigo!
Mientras camino a tu lado, o cuando junto a ti me siento,
o cuando contigo permanezco en la misma estancia.
Poco conoces del sutil fuego eléctrico que por ti en mí arde.
TIERRA, MI SEMEJANTE
(Earth, my likeness)
Tierra, mi semejante,
Aunque aparezcas ahí tan impasible, amplia y esférica,
Yo sospecho ahora que eso no es todo;
Yo sospecho ahora que aquí algunas veces hay algo bravío,
que es preferible se manifieste,
Por cuanto un atleta se ha enamorado de mí, y yo de él,
Pero, frente a él, en algunos instantes, hay en mí algo fiero
H O J A S D E H I E R B A
235
y terrible que es preferible se manifieste,
Yo no me atrevo a decirlo con palabras, ni siquiera en estos
cantos.
W A L T W H I T M A N
236
HE SOÑADO EN UN SUEÑO
(I dream’ d in a dream)
He soñado en un sueño y veía una ciudad invencible bajo
los ataques de todo el resto de la tierra,
He soñado que ésta era la nueva ciudad de los amigos,
Nada era allí tan grande como la virtud del sólido amor,
que primaba sobre el resto,
Esto se comprobaba a cada hora en los actos de los hombres
de aquella ciudad,
Y en todas sus miradas y palabras.
A UN MUCHACHO DEL OESTE
(To a western boy)
Muchas cosas provechosas te enseño para que llegues a
ser discípulo mío;
Empero, si una sangre como la mía no circula por tus venas,
Si tú no eres escogido silenciosamente por los amantes y
silenciosamente no seleccionas a tus amantes,
H O J A S D E H I E R B A
237
¿Para qué servirá que llegues a ser uno de mis discípulos?
W A L T W H I T M A N
238
¿PARA QUE CREÉIS QUE TOMO MI PLUMA?
(What think you I take my pen?)
¿Para qué creéis que tomo mi pluma? ¿Para recordar?
¿El buque de guerra, perfecto modelo, majestuoso, que hoy
he visto pasar, mar afuera, bajo su velamen desplegado?
¿Los esplendores del pasado día? ¿El esplendor de la noche
que me envuelve?
¿O la vana gloria y el desarrollo de la gran ciudad que
ampliamente me rodea?- no;
Sino, meramente, para dos vulgares hombres a los que hoy
he visto en el muelle, entre la gente, compartiendo la
despedida de amigos queridos,
Uno, el que se quedaba, se colgaba del cuello del otro, y
apasionadamente lo besaba,
Entretanto, el que partía, estrechaba al otro fuertemente
entre sus brazos.
H O J A S D E H I E R B A
239
HACIA EL ESTE Y HACIA EL OESTE
(To the east and to the west)
Hacia el este y hacia el oeste,
Al hombre del Estado marítimo y al de Pensilvania,
Al de Canadá norteño y al sureño que yo amo;
Esos que con perfecta confianza se expresan como yo mismo,
pues los gérmenes están en todos los hombres,
Creo que el gran propósito de estos Estados es fundar una
suprema hermandad, exaltada, previamente desconocida,
Porque sospecho que ella aguarda, y ha aguardado
siempre, latente en todos los hombres.
ALGUNAS VECES, CON UNO QUE AMO
(Sometimes with one I love)
Algunas veces, con uno que amo, me lleno de cólera ante
la idea de que mi ilusión no me sea con amor correspondida,
W A L T W H I T M A N
240
Pero, ahora yo creo que no se trata de amor no correspondido,
sino que la compensación, de una u otra manera,
es efectiva;
(Yo amé a cierta persona ardientemente y mi amor no fue
correspondido,
Empero, yo he compuesto estos cantos).
H O J A S D E H I E R B A
241
ETERNO AMARRADO AL ANCLA, ¡OH, AMOR!
(Fast-anchor’d eternal o love!)
Eterno amarrado al ancla, ¡oh, amor¡ ¡Oh, mujer amada!
¡Oh, novia! ¡Oh, esposa! ¡Tu memoria es tan irresistible
que no alcanzo a expresarla!
Luego, separado, así como descorporizado o de nuevo nacido,
Etéreo, con la última realidad atlética, mi consuelo,
Yo asciendo, floto en las regiones de tu amor, ¡oh, hombre!
¡Oh, partícipe de mi andariega existencia!
ESTA SOMBRA, A MÍ SEMEJANTE
(That shadow my likeness)
Esta sombra, a mí semejante, vagando de un lado a otro,
intentando subsistir, locuaz, fisgoneando,
¡Cuántas veces yo mismo me veo, de pie, mirándola deslizarse!
¡Cuántas veces me pregunto y dudo si ella es realmente mi
W A L T W H I T M A N
242
imagen!
Pero, en medio de mis amantes y gorjeando estos cantos,
¡Oh! Jamás dudo si ella es realmente yo.
H O J A S D E H I E R B A
243
ENTRE LA MULTITUD
(Among the multitude)
Entre los hombres y mujeres de la multitud,
Percibo que, mediante secretos y divinos signos, uno me
escoge,
Desconociéndolos a todos, parientes, mujer, marido, hermano,
hijo, a cualquiera tan próximo como yo.
Algunos están desorientados, sólo uno no lo está- y ese
me conoce.
¡Ah, amante y perfecto semejante!
He querido que tú me descubrieras así, en tortuosos desmayos,
Y cuando yo te descubra quiero que ocurra de la misma
manera.
W A L T W H I T M A N
244
LLENO DE VIDA, AHORA
(Full of life now)
Lleno de vida ahora, compacto, visible,
Yo cuarenta años vividos, el año ochenta y tres de los
Estados,
Al hombre que viva a un siglo de aquí, o dentro de cualquier
número de centurias,
A ti, que no has nacido aún, te dirijo estos cantos.
Cuando leas esto, yo que ahora soy visible, me habré vuelto
invisible,
Entonces tú serás compacto, visible, y realizarás mis poemas,
volviéndote hacia mí,
Imaginando cuán dichoso sería yo si pudiese estar contigo
y ser tu camarada:
Haz como si yo estuviera contigo. (No lo dudes mucho,
porque yo estoy ahora contigo.)
(1860)
H O J A S D E H I E R B A
245
CUANDO LAS ÚLTIMAS LILAS ESTABAN EN
FLOR
(When lilacs last in the door-yard bloom’d)
1
Cuando las últimas lilas florecían en la portada
Y la gran estrella, en la noche, declinaba por el occidente
Yo enlutecí, y llevaré aún el duelo con la primavera que
siempre retorna.
Primavera que siempre retornas trayéndome una segura
trinidad,
La de las lilas que perennes florecen, la estrella que declina
al oeste.
Y el recuerdo de aquel que yo amo.
2
¡Oh, poderosa estrella del occidente caída!
¡Oh, sombras nocturnas! ¡Oh, noche desapacible llena de
W A L T W H I T M A N
246
lágrimas!
¡Oh, gran estrella desaparecida! ¡Oh, tenebrosa oscuridad
que a la estrella ocultas!
¡Oh, crueles manos que impotentes me retienen!
¡Oh, alma mía privada de recursos!
¡Oh, pujante nube envolvedora que te empeñas en dominar
mi alma!
3
En la portada, dando frente a la vieja morada de la granja,
cercano al muro blanqueado,
Yérguese el matorral de lilas que ha crecido elevando sus
hojas en forma de corazón y de un profundo verdor,
Con abundantes flores puntiagudas que se elevan delicadas,
con ese fuerte perfume que yo amo,
Con cada hoja que es como un milagro, y este matorral en
la portada,
Con flores delicadamente coloridas y hojas en forma de
corazón de verdor tan brillante,
Primavera florida de la que arranco un gajo.
4
En la ciénaga apartada y solitaria
Un tímido pájaro se oculta gorjeando una canción.
Solitario zorzal,
El ermitaño retirado, entregado a sí mismo, entona su
H O J A S D E H I E R B A
247
canción.
Canción de una sangrante garganta,
Canción de la vida derramada por la muerte (porque yo
lo sé bien, hermano querido,
Si no pudieras cantar, seguramente morirías).
5
Sobre el pecho de la primavera, la tierra, en medio de
las ciudades,
A través de los senderos y las viejas selvas,
allí donde, recientemente las violetas brotaban del suelo
y manchaban el gris de los escombros,
Entre la hierba en los campos, a cada lado de los senderos,
atravesando los prados interminables,
Pasando los trigales de amarillas puntas, cada grano clavando
su sudario en los campos anochecidos,
Pasando por delante de los manzanares floridos de blanco
y de rosado en los huertos,
Transportando un cadáver hacia allá, donde reposará en
la tumba,
Noche y día viaja un ataúd.
6
Ataúd que pasa a través de los senderos y las calles,
A través del día y la noche con la gran nube que ensomW
A L T W H I T M A N
248
brece al país,
Con la pompa de las banderas a media asta, con las ciu
dades enlutadas,
Con el espectáculo de los Estados, ellos mismos cual mujeres
de pie cubiertas de crespones,
Con la procesión larga y serpenteante y las antorchas en
la noche,
Con las innumerables antorchas encendidas, con el mar
silencioso de los rostros y las cabezas descubiertas,
Con la estación que aguarda, el féretro que llega, y los
sombríos rostros,
Con los fúnebres cánticos a través de la noche, con los
millones de voces que se elevan fuertes y solemnes,
Con las afligidas voces de los cánticos fúnebres alrededor
del ataúd,
Con las iglesias débilmente iluminadas y los órganos temblorosos,
allí por donde estas cosas tu viajas,
Con el tañido perpetuo de las campanas, que suenan, que
suenan,
Aquí, féretro que lentamente pasa,
Yo te ofrendo mi ramo de lilas,
7
(No es para ti, sólo es para uno solo,
Que yo he traído flores y verdes ramas a todos los féretros,
Porque, fresca como la mañana, es así como yo quisiera
entonar una canción para ti,
H O J A S D E H I E R B A
249
¡Oh, muerte límpida y sagrada!
Todo bajo ramos de rosas,
¡Oh, muerte! Yo te cubro íntegramente bajo rosas y lirios
prematuros,
Pero, sobre todo y desde ahora con lilas que florecen primerizas;
Copiosas yo las arranco, yo arranco las ramas de las matas,
Yo llego, cargados los brazos, derramándolas sobre ti,
Para ti y los féretros que son todos tuyos, oh, muerte!)
8
¡Oh orbe occidental bogando en el cielo!
Ahora yo sé lo que tú debías querer decir cuando hace un
mes yo me paseaba,
Cuando yo me paseaba en silencio en la noche transparente
y llena de sombra,
Cuando yo veía que tú tenías algo que decir cuando te
inclinabas hacia mí noche tras noche,
Cuando tú declinaste del cielo bien bajo como hacia mi
lado, mientras que todas las otras estrellas miraban.
Cuando vagamos juntos en la noche solemne, porque algo,
yo no sabía qué, me impedía dormir
Cuando la noche avanzaba y yo veía al borde del oeste,
cuán lleno de tristeza tú estabas,
Cuando yo estaba de pie sobre lo alto, en medio de la
brisa, en la noche fresca y transparente,
W A L T W H I T M A N
250
Cuando yo miraba por dónde tú habías pasado y te hallaba
perdido en la plenitud de la noche,
Cuando mi alma, insatisfecha en su turbación, se volcaba,
al mismo tiempo que tú, triste orbe,
Tú concluías tu curso, te hundías en la noche, y desaparecías.
9
Canta siempre allá, en la ciénaga,
Oh, cantor tímido y tierno, yo escucho tus notas, yo oigo
tu llamado,
Yo escucho, llego de inmediato, yo te comprendo,
Yo no me retraso sino un instante, porque la brillante estrella
me ha retenido
La estrella retiene a mi camarada que se marcha, y me
detiene.
10
¡Oh! ¿cómo gorjearé allá yo mismo por el muerto que he
amado?
Y, ¿cómo adornaré mi cántico para la grande y tierna alma
que se ha marchado?
Y, ¿cuál será mi perfume para la tumba del que amo?
Los vientos marinos soplan del Este al oeste,
Soplan desde el mar oriental y soplan del mar occidental,
H O J A S D E H I E R B A
251
hasta que se encuentran allá, reunidos en las praderas,
Con aquellos y con estos y con el soplo de mi cántico
Yo perfumaré la tumba del que amo.
11
¡Oh! ¿Qué suspenderé en los muros de la cámara?
Y, ¿cuáles serán los cuadros que colgaré en los muros
para adornar el sepulcro de aquel que amo?
Cuadros de la naciente primavera, y de las granjas y de
las moradas,
Con los atardeceres de abril al ponerse el sol y la niebla
gris, transparente y brillante,
Con las oleadas de amarillo oro viniendo desde el sol,
suntuoso e indolente al ponerse, encendiendo, expandiendo
el aire,
Con la fresca y suave hierba bajo el pie, y el follaje verde
y pálido de los árboles prolíficos,
A la distancia el brillo del arroyo, el seno de la ribera, con
una racha de viento aquí y allá,
Con las colinas alineadas cabe los ríos, a veces contemplando
el cielo, otras veces oscureciéndose,
Y la ciudad y con ella las moradas tan densas, y los manojos
de chimeneas,
Y todas las escenas de vida y los talleres, y los obreros
retornando a sus hogares.
W A L T W H I T M A N
252
12
He aquí, cuerpo y alma- esta tierra,
Mi propio Manhattan con sus campanarios, y las mareas
deslumbrantes y arrolladoras, y los navíos,
El variado y amplio suelo, el sud y el norte en la luz, las
riberas del Ohio y el deslumbrante Missouri,
Y siempre las praderas extendiéndose a lo lejos, cubiertas
de hierba y de maíz.
He aquí el sol más excelente, tan calmo y tan altivo,
El violeta y la púrpura con la brisa matinal que casi no
se siente,
La suave luminosidad, dulcemente nacida, inmensa.
El milagro extendiéndose y bañándolo todo, al cumplirse el
mediodía,
La tarde que llega deliciosa, la noche y las estrellas bienvenidas,
Todo esto luciendo sobre mis ciudades, envolviendo hombre
y tierra.
13
Canta siempre, canta siempre, tú, tordo,
Canta en las chacras, en los rincones lleva tu canto a los
matorrales,
Más allá de la sombra, entre los cedros y los pinos.
H O J A S D E H I E R B A
253
Canta siempre, hermano querido, gorjea tu canto gangoso,
Recio cántico humano, como la voz del extremo dolor.
¡Oh, canto fluido y libre y tierno!
¡Oh, canto fiero y flexible para mi alma! ¡Oh, cantor maravilloso!
Sólo a ti escucho yo; mientras la estrella me retiene, al
bien pronto se marchará...
Empero, por el momento, con su penetrante perfume las
lilas me retienen.
14
Ahora, mientras estoy en la plenitud del día y miro ante mí,
Hacia el final del día con su luz y los campos primaverales
y los granjeros preparan sus cosechas,
En el vasto e inconsciente paisaje de mi país con sus lagos
y bosques,
En la celestial belleza etérea, luego de los vientos turbulentos
y los huracanes,
Bajo la bóveda del cielo del atardecer que pronto pasa y
las voces de niños y mujeres,
Las marcas de los innúmeros movimientos, y yo contemplaba
los navíos navegando,
Y el estío aproximándose con riquezas,
y los campos activados por el trabajo,
Y las infinitas casas separadas unas de las otras, cada cual
viviendo su vida, con sus comidas y sus pequeños deW
A L T W H I T M A N
254
talles de la vida diaria,
Y las calles, con su palpitar incesante, y las ciudades encerradas;
y he aquí que, de pronto, volcándose sobre
todas estas cosas y entre todas estas cosas, envolviéndome
con el resto,
Apareció la noche, apareció la larga ruta negra,
Y reconocí a la muerte, al pensamiento de la muerte, y al
conocimiento sagrado de la muerte.
15
Entonces, con el conocimiento de la muerte marchando
próximo, a mi vera,
Y yo en medio, como entre camaradas, y como estrechando
las manos de camaradas,
Avancé hacia la noche que oculta, que acoge, que jamás
habla,
Hasta las riberas de los arroyos, hasta el sendero cercano
a la ciénaga en la oscuridad,
Hasta los solemnes y umbríos cedros, y hasta los pinos
semejantes a espectros, y tan tranquilos.
Y el cantor, tan tímido con los otros, me acogió,
El tordo grisáceo, que yo conocía, nos recibió a los tres
camaradas,
Y entonó la canción de la muerte, y un poema para aquel
a quien yo amo.
H O J A S D E H I E R B A
255
Desde los refugios profundos y solitarios,
De los cedros perfumados y los pinos semejantes a espectros
y tan tranquilos,
Llegó la canción del pájaro.
Y el encanto de la canción me sobrecogió
Mientras que yo retenía como con mi mano a mis camaradas
en la noche,
Y cuando la voz de mi espíritu se ponía de acuerdo con
la canción del pájaro:
16
Ven, amable y tranquilizadora muerte,
Ondula alrededor del mundo, llegando,
llegando, con serenidad
En el día, en la noche, para todos, para cada uno,
Tarde o temprano, delicada muerte.
Loado sea el insondable universo,
Por la vida y la alegría, y por los objetos todos y la curiosa
sabiduría
Y por el amor, el tierno amor- ¡Loado, loado sea!
Por los brazos con que estrecha la muerte en sus fríos
abrazos.
Sombría madre que se desliza y aproxima siempre con dulces
pasos,
W A L T W H I T M A N
256
¿Ha entonado alguien para ti un cántico de íntegra bienvenida?
Entonces, yo lo entono para ti, glorificándote por encima
de todas las cosas,
Yo te traigo un cántico para la hora en que, verdaderamente,
tú debes llegar, llegar indefectiblemente.
Aproxímate, poderosa libertadora;
Cuando esto acontezca, cuando tú a ellos los hayas arrebatado,
yo cantaré alegremente a los muertos,
Perdidos en el océano amante y flotante que es el tuyo
Bañados por el oleaje de tu felicidad, ¡oh, muerte!
De mí, hacia ti, alegres serenatas,
Danzas propongo para saludarte, ornamentos y festines
para ti,
Y los espectáculos del paisaje descubiertos, y el alto y
dilatado cielo que te corresponden,
Y la vida y los campos, y la inmensa y meditabunda noche.
La noche silenciosa bajo innumeras estrellas,
Las riberas del océano y la bronca ola murmurante cuya
voz yo conozco,
Y el alma volviéndose a ti, ¡oh, muerte! inmensa y bien
velada,
Y el cuerpo cobijándose con reconocimiento, cerca de ti.
Por encima de las copas de los árboles, yo hago flotar hacia
H O J A S D E H I E R B A
257
ti un cántico
Por encima de las olas que suben y bajan, por encima de
miríadas de campos y de amplias praderas,
Por encima de ciudades apretujadas, y los muelles y los
ferrocarriles hirviendo multitudes,
Yo hago flotar con alegría hacia ti ¡oh, muerte!
17
De acuerdo con mi alma,
Bullicioso y fuerte, el tordo gris proseguía su canción
Colmando la noche con las puras notas meditabundas que
se iban expandiendo,
Bullicioso entre los pinos y los cedros oscuros,
Claro entre el frescor húmedo y el perfume de las ciénagas,
Y con mis camaradas allá en la noche.
Empero mi vista que se refugiaba en mis ojos cerrados
Abrióse de pronto a panorámicas visiones.
18
Y a un costado vi los ejércitos,
Y vi como en sueños silenciosos centenares de banderas de
guerra
Conducidas a través del humo de las batallas, y perforadas
por los proyectiles las vi,
W A L T W H I T M A N
258
Y conducidas de aquí y de allá, a través del humo, y desgarradas
y sangrientas,
Y finalmente, nada más que algunos jirones abandonados
en las astas (y todo envuelto por el silencio)
Y las astas quebradas y rotas.
Vi los cadáveres de las batallas, miríadas de cadáveres,
Y los blancos esqueletos de los jóvenes, yo los vi,
Y vi los despojos y despojos de todos los soldados caídos
en la guerra,
Pero yo vi que ellos no eran como se les creía,
Estaban ellos mismos plenamente en reposo, no sufrían más,
Los vivientes quedaban y sufrían, la madre sufría,
Y la esposa y el niño y el camarada melancólico sufrían,
Y los ejércitos que quedaban, sufrían.
19
Fugitivas las visiones, fugitiva la noche
Fugitivos, abandonando el contacto de las manos de mis
camaradas,
Fugitiva la canción del pájaro ermitaño y la canción concordante
con mi alma,
Canción victoriosa, canción derramada por la muerte, sin
embargo canción que cambia y varía siempre,
En tanto que bajas y plañideras, y no obstante claras, las
notas suben y descienden, inundando la noche,
Descienden tristemente, desvaneciéndose, poniendo en
H O J A S D E H I E R B A
259
guardia y poniéndose en guardia, y por consiguiente es
tallando nuevamente de regocijo,
Cubriendo la tierra y colmando la extensión del cielo,
Tal cual ese salmo vibrante que en medio de la noche yo
escuché viniendo desde lejos;
Fugitivo, yo os dejo lilas de las hojas en forma de corazón,
Yo os dejo allá, junto a la puerta, floreciendo, retornando
con la primavera.
Yo interrumpo mi cántico para ti
Mi mirada hacia ti al oeste, da la cara al oeste, comulgando
contigo,
¡Oh!, camarada luminoso con un rostro plateado en la noche.
20
Y empero contemplando a todos y cada una, estas cosas
recubiertas por la noche,
La canción, el maravilloso canto del tordo,
Y el cántico acorde con el suyo, el eco despertado en mi
alma,
Y la estrella luminosa y declinante en el rostro pleno de
tristeza,
Y los que me tenían y me retenían la mano y se aproximaban
cuando el llamamiento del pájaro escuchaban,
Camaradas míos y yo en medio de ellos, - y guardar para
siempre el recuerdo del muerto que yo tanto amaba,
W A L T W H I T M A N
260
Para el alma más querida, la más sabía de todos mis días y
países, - y esto por el caro amor de él,
Las lilas y la estrella y el pájaro enlazados con el canto de
mi alma,
Allá, entre los perfumados pinos y los cedros sombríos y
confusos.
(1865-6-1881)
H O J A S D E H I E R B A
261
OH, CAPITÁN, MI CAPITÁN
(O capitaine! Mon capitaine!)
¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha concluido,
El barco ha sorteado todos los escollos, el precio que pedimos
lo hemos ganado,
El puerto está a la vista, escucho las campanas, todo el
mundo se exulta,
Mientras que las miradas siguen la firme carena, el
valiente y audaz navío.
Pero, ¡oh corazón, corazón!
¡Oh, las sangrientas gotas rojas,
Allí sobre el puente donde yace mi capitán,
Tendido, helado y muerto.
¡Oh, capitán! ¡Mi capitán! Levántate y escucha las campanas;
Levántate; para ti la bandera se ha izado;
para ti el clarín resuena,
W A L T W H I T M A N
262
Para ti los ramos y las coronas encintadas,
para ti los muelles colmados de gente,
Es a ti al que aclama la multitud movediza, volviendo
hacia ti sus rostros encendidos:
¡Mira, capitán! ¡Padre querido!
¡Yo paso mi brazo debajo de tu cabeza!
Es como una pesadilla que sobre el puente
Tú permanezcas helado y muerto.
Mi capitán ya no responde; sus labios están pálidos e
inmóviles,
Mi padre no siente más mi brazo, no tiene pulso ni energía.
El barco está anclado, sano y salvo, su viaje ha concluido,
terminado.
De la espantosa travesía el barco regresa vencedor; cumplida
su misión;
Exultad, ¡Oh, riberas!, y sonad, ¡oh, campanas!,
Pero yo, con paso vacilante,
Abandono el puente donde descansa mi Capitán,
Yacente, muerto y helado.




Fin


Cosmos
" Quién contiene a la diversidad y es la Naturaleza
quién es la amplitud de la tierra y la rudeza y sexualidad de la tierra
y la gran caridad de la tierra, y también el equilibrio
quién no ha dirigido en vano su mirada por las ventanas de los ojos
o cuyo cerebro no ha dado en vano audiencia a sus mensajeros
quién contiene a los creyentes y a los incrédulos
quién es el amante más majestuoso
quién, hombre o mujer, posee debidamente su trinidad de realismo
de espiritualidad y de lo estético o intelectual
quién después de haber considerado su cuerpo
encuentra que todos sus órganos y sus partes son buenos
quién, hombre o mujer, con la teoría de la tierra y de su cuerpo
comprende por sutiles analogías todas las otras teorías
la teoría de una ciudad, de un poema
y de la vasta política de los Estados
quién cree no sólo en nuestro globo con su sol y su luna
sino en los otros globos con sus soles y sus lunas
quién hombre o mujer, al construir su casa
no para un día sino para la eternidad
ve a las razas, épocas, efemérides, generaciones.
El pasado, el futuro, morar allí, como el espacio
indisolublemente juntos. "
Walt Whitman
* CuaNDo Leí EL LiBRo...
Cuando leí el libro, la célebre biografía,
me dije: «¿Es esto entonces lo que el autor llama una vida de hombre?
¿Escribirá alguien así mi vida, una vez muerto yo?
Como si algún hombre conociera realmente algo de mi vida,
cuando de hecho a menudo yo mismo pienso que poco o nada se de mi vida,
salvo vagas nociones, débiles y difusas imágenes,
que persigo para poder exponer aquí.
--- Volver arriba ---
* Me CeLeBRo Y Me CaNTo A Mí MiSMo...
Me celebro y me canto a mí mismo.
Y lo que yo asuma tú también habrás de asumir,
pues cada átomo mío es también tuyo.
Vago al azar e invito a vagar a mi alma.
Vago y me tumbo sobre la tierra,
para contemplar un tallo de hierba.
Mi lengua, cada molécula de mi sangre formada por esta tierra y este aire.
Nacido aquí de padres de cuyos padres nacieron aquí y
cuyos padres también aquí nacieron.
A los treita y siete años de edad, gozando de perfecta salud,
comienzo y espero no detenerme hasta morir.
Que se callen los credos y las escuelas,
que retrocedan un momento, conscientes de lo que son y
sin olvidarlo nunca.
Me brindo al bien y al mal, me permito hablar hasta correr peligro.
Naturaleza sin freno, original energía.
--- Volver arriba ---
* ¡OH CaPiTáN, Mi CaPiTáN...!
¡Oh Capitán, mi Capitán!
Terminó nuestro espantoso viaje,
El navío ha salvado todos los escollos,
Hemos ganado el codiciado premio,
Ya llegamos a puerto, ya oigo las campanas, ya el
pueblo acude gozoso,
Los ojos siguen la firme quilla del navío resuelto y audaz,
Mas ¡oh corazón, corazón, corazón!
¡Oh rojas gotas sangrantes!
Mirad, mi Capitán en la cubierta
Yace muerto y frío.
¡Oh Capitán, mi Capitán!
Levántate y escucha las campanas,
Levántate, para tí flamea la bandera,
para tí suena el clarín,
Para tí los ramilletes y guirnaldas engalanadas,
para tí la multitud se agolpa en la playa,
A tí llama la gente del pueblo,
a tí vuelven sus rostros anhelantes,
¡Oh Capitán, padre querido!
¡Que tu cabeza descanse en mi brazo!
Esto es sólo un sueño: en la cubierta
Yaces muerto y frío.
Mi Capitán no responde,
sus labios están palidos e inmóviles,
Mi padre no siente mi brazo, no tiene pulso, ni voluntad,
El navío ha anclado sano y salvo;
Nuestro viaje, acabado y concluido,
Del horrible viaje el navío victorioso llega con su trofeo,
¡Exultad, oh playas, y sonad, oh campanas!
Mas yo con pasos fúnebres,
Recorreré la cubierta donde mi Capitán
Yace muerto y frío.
--- Volver arriba ---
* CoMo ADáN AL AMaNeCeR...
Como Adán al amanecer,
Salgo del bosque fortalecido por el descanso nocturno,
Miradme cuando paso, escuchad mi voz, acercaos,
Tocadme, poned la palma de vuestra mano
sobre mi cuerpo cuando paso,
No tengáis miedo de mi cuerpo.
--- Volver arriba ---
* MiRa EL MaR INFiNiTo...
Mira el mar infinito.
Sobre su pecho sale a navegar un navío
que despliega sus velas, incluidas las de gavia.
Su pendón ondea en lo alto mientras aumenta
su velocidad de manera majestuosa.
Debajo, las olas rivalizan,
rodean al barco, apiñándose,
con brillantes movimientos circulares y espuma.
--- Volver arriba ---
* Yo TRaNQuiLo, SeReNaMeNTe PLaNTaDo...
Yo tranquilo, serenamente plantado ante la Naturaleza,
amo de todo o señor de todo, sereno en medio de las cosas irracionales.
Imbuido como ellas, pasivo, receptivo, y también silencioso como ellas,
conocedor de que mi ocupación, mi pobreza, mi notoriedad
y mis debilidades son menos importantes de lo que creía,
hacia el mar mexicano, en el Manhattan o en el Tennessee, o lejos en el norte o tierra adentro,
hombre de río u hombre de montes o de granjas de estos estados, ribereño del mar o de los lagos de Canadá,
Yo, dondequiera que viva mi vida, quiero hacer frente a las contingencias
y encarar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes
y los rechazos, como lo hace el animal.
--- Volver arriba ---
* CReo Que UNa BRiZNa De HieRBa...
Fragmento de "Hojas de Hierba"
Creo que una brizna de hierba no es inferior a la jornada de los astros
y que la hormiga no es menos perfecta ni lo es un grano de arena...
y que el escuerzo es una obra de arte para los gustos más exigentes...
y que la articulación más pequeña de mi mano es un escarnio para todas las máquinas.
Quédate conmigo este día y esta noche y poseerás el origen de todos los poemas.
Creo en tí alma mía, el otro que soy no debe humillarse ante tí,
ni tú debes humillarte ante el otro.
Retoza conmigo sobre la hierba, borra el freno de tu garganta.
(...)
Creo que podría retornar y vivir con los animales, ellos son tan plácidos y autónomos.
Me detengo y los observo largo rato.
Ellos no se impacientan, ni se lamentan de su situación.
No lloran sus pecados en la oscuridad de un cuarto.
No me fastidian con sus discusiones sobre sus deberes hacia Dios.
Ninguno está descontento. Ninguno padece la manía de poseer objetos.
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante los antepasados que vivieron hace milenios.
Ninguno es respetable o desdichado en toda la faz de la tierra.
Así me muestran su relación conmigo y yo así lo acepto.
(...)
No pregunto quién eres, eso carece de importancia para mí.
No puedes hacer ni ser más que aquello que yo te inculco.
--- Volver arriba ---
* CóMo ESTáN PRoViSToS De Lo NeCeSaRio...
Cómo están provistos de lo necesario sobre la tierra, manifestándose a intervalos,
cúan queridos y terribles son para la tierra,
cómo se avezan a sí mismos y a los demás; qué paradójico parece su tiempo,
cómo la gente repara en ellos sin conocerles,
cómo hay algo de inexorable y permanente en el destino de ellos,
cómo cada época escoge mal sus objetos de adulación y recompensa,
y cómo el mismo precio inexorable ha de pagarse aun por la misma compra.
--- Volver arriba ---
* Yo SoY AQueL A QuiéN AToRMeNTa...
Yo soy aquel a quien atormenta el deseo amoroso,
¿No gravita la Tierra? ¿no atrae la materia,
atormentada a la materia?
Así mi cuerpo atrae a los cuerpos de todos aquellos
a quienes encuentro o conozco.
--- Volver arriba ---
* QuieN CoNTieNe A La DiVeRSiDaD...
(Cosmos)
Quién contiene a la diversidad y es la Naturaleza
quién es la amplitud de la tierra y la rudeza y sexualidad de la tierra
y la gran caridad de la tierra, y también el equilibrio
quién no ha dirigido en vano su mirada por las ventanas de los ojos
o cuyo cerebro no ha dado en vano audiencia a sus mensajeros
quién contiene a los creyentes y a los incrédulos
quién es el amante más majestuoso
quién, hombre o mujer, posee debidamente su trinidad de realismo
de espiritualidad y de lo estético o intelectual
quién después de haber considerado su cuerpo
encuentra que todos sus órganos y sus partes son buenos
quién, hombre o mujer, con la teoría de la tierra y de su cuerpo
comprende por sutiles analogías todas las otras teorías
la teoría de una ciudad, de un poema
y de la vasta política de los Estados
quién cree no sólo en nuestro globo con su sol y su luna
sino en los otros globos con sus soles y sus lunas
quién hombre o mujer, al construir su casa
no para un día sino para la eternidad
ve a las razas, épocas, efemérides, generaciones.
El pasado, el futuro, morar allí, como el espacio
indisolublemente juntos.
--- Volver arriba ---
* ¡OH Yo, ViDa...!
¡Oh yo, vida! todas estas cuestiones me asaltan,
Del desfile interminable de los desleales,
de ciudades llenas de necios,
De mí mismo, que me reprocho siempre pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?.
De los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
De los malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
De los años vacíos e inútiles de los demás,
yo entrelazado con los demás,
La pregunta ¡Oh, mi yo! la triste pregunta triste que
vuelve: ¿qué hay de bueno en todo esto?
Respuesta:
Que estás aquí, que existe la vida y la identidad,
Que prosige el poderoso drama y que, quizás,
tú contribuyes a él con tu rima.
--- Volver arriba ---
* MieNTRaS ReCoRRo PLaYaS Que No CoNoZCo...
Mientras recorro las playas que no conozco
mientras escucho la endecha
las voces de los hombres y mujeres náufragos
mientras aspiro las brisas impalpables que me asedian
mientras el océano, tan misterioso,
se aproxima a mí cada vez más
yo no soy sino un insignificante madero abandonado por la resaca,
un puñado de arena y hojas muertas
y me confundo con las arenas y con los restos del naufragio.
¡Oh! desconcertado, frustrado, humillado hasta el polvo,
oprimido por el peso de mi mismo
pues me he atrevido a abrir la boca
sabiendo ya que en medio de esa verbosidad cuyos ecos oigo
jamás he sospechado qué o quién soy
a no ser que, ante todos mis arrogantes poemas
mi yo real esté de pie, impasible, ileso, no revelado
señero, apartado, escarneciéndome con señas y reverencias burlonamente amables
con carcajadas irónicas a cada una de las palabras que he escrito
indicando en silencio estos cantos y, luego, la arena en que asiento mis pies.
Ahora sé que nada he comprendido, ni el objeto más pequeño
y qué ningún hombre puede comprenderlo.
La naturaleza está aquí a la vista del mar
aprovechándose de mí para golpearme y para herirme
porqué me he atrevido a abrir la boca para cantar.
(...)
Bajad, aguas del océano de la vida,
ya volveréis en la pleamar,
no ceses en tus gemidos, vieja madre cruel
llora sin término por tus hijos abandonados
pero no temas no me niegues
no susurres con voz tan ronca y colérica contra mí
cuando te toco o me aparto de ti.
Os amo tiernamente a tí y a todos
hago provisión para mí y para esta sombra que nos mira
y nos sigue a mí y a lo que me pertenece.
Yo y lo mío, hileras de hierba, pequeños cadáveres,
espuma blanca como la nieve, burbujas.
Ved cómo de mis labios muertos mana el fango al fin
ved cómo los colores del prisma relucen y se agitan
manojos de paja, arenas, fragmentos
puestos a flote por muchos humores contradictorios
por la tempestad, la calma, las tinieblas
las olas embravecidas, pensativos, un hálito, una lágrima salobre
una salpicadura de agua o fango
arrojados igualmente desde las fermentaciones insondables del abismo
uno o dos capullos marchitos, desgarrados igualmente
flotando sobre las olas a la deriva
igualmente para nosotros aquella endecha sollozante de la Naturaleza
nos acompaña el clangor de las trompetas e las nubes
nosotros, caprichosos, traídos aquí no sabemos de dónde
tendidos ante tí, tú allí arriba, caminas o te sientas
quienquiera que seas, también nosotros yacemos náufragos a tus pies.
WALT WHITMAN
POEMAS

Versión de Armando Vasseur
F. Sempere y compañía, Editores
VALENCIA

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Esta Casa Editorial obtuvo Diploma de Honor y Medalla de Oro en la Exposición Regional de Valencia de 1909 y Gran Premio de Honor en la Internacional de Buenos Aires de 1910.
Imp. de la Casa Editorial F. Sempere y Comp.a—Valencia

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Á MI HIJO HELIOS


Armando Vasseur

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Walt Whitman

Los poemas cuya adaptación castellana ofrezco á mis lectores fueron escritos entre los años 1854-1888. La primera edición de las Hojas de hierba , en modesto in octavo, no pasaba de cien páginas. El mismo Whitman, en su condición de antiguo tipógrafo, compuso su propia obra [1] .

El poeta, que naciera en Long Island—isla sítuada frente á Nueva York—el 31 de Mayo de 1819, tenía entonces treinta y cinco años.

Estimulado por los ensayos de Émerson, había soñado muchas veces en una forma lírica—capaz de descender á los más nimios detalles cotidianos y de remontarse á todas las plentitudes espirituales—, sin caer en la prosa ni en la poética tradicionales.

Era un anhelo análogo al que describe Baudelaire en el prólogo de sus Poemas de prosa . La diferencia radica en los distintos temperamentos con que uno y otro tentaron su realización.

Cláusulas de ritmo clásico, y sobria adjetivación en el francés; frases grandilocuentes, redundantes y bárbaras en el americano.

Dicha forma no parecía tener más precedentes que ciertas jaculatorias de misales, algunas páginas aisladas de Chateaubriand, las sentencias de Kempis, los axiomas de los grandes

Note (1): Leaves of Grass (Nueva York), Broklin 1855.

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pensadores franceses—Pascal y La Rochefoucauld—, rápidos y musicales como versos, y sobre todo, los versículos de la Biblia, y de los fragmentos de himnos órificos y védicos [1] , tal como circulan en las traducciones de los idiomas modernos.

La «gran Idea» que Whitman se había forjado acerca de cómo debía ser el cantor de la democracia, no podía ser proyectada sobre las generaciones del nuevo mundo, después de deformarse á lo largo de las estrechísimas cañerías poéticas en boga.

Había que comenzar por romper los moldes de la métrica medioeval. Había que revolucionar el antiguo régimen de las retóricas, á fin de dar al intelecto americano la libertad de creación y de expresión, como otros le habían dado ya la libertad política y civil.

Para lograrlo era menester renunciar á la tradición poética europea; hacer tablarrasa de sus temas y de sus musiquillas verbales; volver á lo más antiguo, á lanzarse en lo desconocido...

Walt Whitman, guiado por su extraordinario instinto poética remontó á las fuentes mismas de los grandes Evangelios, verdaderas canciones de cuna de las razas.

«El bardo de la democracia», según él se consideraba, no era un poeta más . Debía ser el evangelista del Continente en formación, creador de valores nuevos, héroe, profeta y compañero de los hombres. Guía de los guías, consolador de los afligidos, pánico de los despotas, maravilla de los niños, encanto de los jóvenes, amigo de las esposas, consejero de los padres, glorificador de la vida y de la muerte.

Para él, vivir no es conservarse, según entendía Schopenhauer, ni defenderse para no perecer, como postula Darwin. Vivir es desarrollarseñno á expensas de los demás y de sí—como diría Nietzsche un cuarto de siglo después, sino de

Note (1): Algunos poemas de W. Whitman parecen escritos por la misma mano que grabara El Bhaghavat Glizta . En otros se manifiesta como una reencarnación de Kalidassa .

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sí. Y ya que la vida individual arraiga en un substrátum egolátrico tanto más absorbente cuanto más imperiosa es la personalidad—hacer de suerte que el altruísmo—, ilumina sus más sórdidas profundidades.

Walt Whitman llevaba en sí el afán de vida y de amor que Wágner encarnó en Sigfrido. Su genio floreció en plena juventud el grano de sabiduría que Fausto cosechara en la vejez: amar la vida sobre las imágenes de ella que se marchitan entre las hojas de los libros.

Preferir la sonrisa de la hija del guardián á los tesoros ocultos en los sótanos bancarios.

Proyectar de sí formidables amaneceres de soles para regocijo de las humanidades presentes y futuras.

Después de haber estudiado á los más grandes maestros de las edades, anhelar que ellos pudieran venir á su vez á estudiarle. Manifestarse en todo como un Dios.

Acertar con la forma literaria adecuada al tono y á los múltiples sentidos de su «buena nueva» era empresa antes la cual empalidecían todas las Hércules.

Cuarenta años transcurrieron, densos, eléctricos, antes que Whitman moldeara definitivamente las intuiciones torrenciales y con frecuencia contradictorias de su genio.

Cuarenta años de luchas con el verbo y el ritmo, de variantes y de refundiciones incesantes.

Diez ediciones de las Hojas de hierba vieron la luz en vida de Whitman. Á cada nueva edición el libro crecía, se transformaba, tornábase de más en más monumental. Pero siempre era el mismo libro .

La idea niveladora, el amor por los hombres comunes, el ennoblecimiento de todas las variedades del profanum vulgus , la pasión de la Naturaleza y de la libertad humana, el culto

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religioso del trabajo manual, estallando en himnos á todos los oficios, la apoteosis del sensualismo fecundo y de la belleza física, centellean en sus poemas como la espada del Arcángel á la entrada del Paraíso perdido de Milton.

La música sinfónica que solivanta sus versículos es comparable á la de los más potentes acordes de Wágner.

Ciertos pasajes de algunos de sus cantos sobrepujan en brío y en trascendencia á los más próceres de todos los timepos. Sólo Nietzsche en el poema de Los siete sellos alcanza la altura y el vuelo líricos del yanqui.

Á pesar de su silencio al respecto, más de una vez he creído reconocer simientes de las Hojas de hierba reverdeciendo en las faldas de la montaña de Zaratustra.

Los poemas de Walt Whitman eran conocidos en Alemania antes de 1868. El poeta Freiligrath había ya publicado un estudio acerca del aeda democrático en la Allgemeinen Zeitung .

Nietzsche por esos días se hallaba en Léipzig. Aun no había sido nombrado profesor de filología en Bale (1869). Su primera obra, El origen de la tragedia , aprareció en 1872; la Gaya Ciencia , en 1882; Aurora en 1886; y la primera parte del Zaratustra la escribió en 1883. Las cuatro partes conocidas de dicha epopeya aparecieron de 1883 á 1886.

Según el plan de Nietzsche inserto en la edición de sus Obras póstumas (t. XII), el Zaratustra debía constar de seis partes. El capítulo final de la sexta parte corta del modo más completo el viejo nudo de sus contradicciones.

En él, Zaratustra anuncia á los hombres congregados á su alrededor que la lucha de clases ha concluído, lo propio que la moral de los dominadores. Afirma que en ese plano de la evolución, la especie humana tiene una sola tabla y un solo ideal. Tras reiterar su esperanza en la aparición del Superhombre, proclama su nueva fe: que la vida volverá á comenzar [1] . En seguida les pregunta: ¿Queréis todo eso una vez

Note (1): Es la famosa idea del Retorno que Nietzsche creía haber sido el primero en imaginar (1881). Antes que él, Kievldeergaard había escrito: El que desea recomenzar, ese es un hombre. W. Whitman, veinte años antes, repite la misma idea, con leves variantes, en distintos poemas.

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más? Todos contestan: ¡Sí! Y Zaratustra muere de alegría. En este extraño desenlace parécese percibir más la influencia del numen democrático de Whitman, que la del gran Fichte, de Hölderlin y de Émerson, autores predilectos de su juventud.

El cosmos yanqui era, en su vida y en su naturaleza, lo que el poeta germano había soñado ser: la fuerza y la dulzura, la belleza y el desinterés.

Walt Whitman ejerció de enfermero voluntario durante la guerra de Secesión. En los hospitales de Wáshington contrajo la enfermedad que minando su organismo titánico degen eró en treinta años de parálisis.

Nietzche fué también enfermero durante la guerra francoprusiana (1870-71). Á las emociones de esa época y al abuso ulterior de cloral se atribuye la demencia que idiotizó sus últimos años.

Ambos son, á mi juicio, los líricos máximos del siglo pasado. El alemán, con las limitaciones que le imponía sus criticismo filosófico y las complejidades de su gran cultura clásica. El yanqui con los deslumbramientos de su trascendentalismo religioso y las ingenuidades de su augusta autodidaccia.

Aquél,concentrado y explosivo, á semejanza de los inflamables de los arsenales prusianos; éste, desbordante y por momentos monótono, como las cataratas de su patria.

Á su lado, Hugo, Leconte de Lisle, Swimburne, Carducci, Junqueiro, Rapisardi, parecen poetas regionales. Poetas, en el sentido más convencional y europeo de la palabra.

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La influencia de W. Whitman es ya universal. Traducidas al italiano, al alemán, al francés, al castellano , sus imágenes y sus cópulas de adjetivos conservan el relieve primitivo. El verslirismo moderno es uno de los tantos efectos de su obra.

Mætterlinck y Verhaeren en Bélgica; Rapisardi; D'Annunzio, los «futuristas» en Italia; Laforgue, Viele Griffin y los «poetas sociales» en Francia; Miers, Rossetti, Carpenter, en Inglaterra; Unamuno, y quizá Alomar, en España; Darío y Lugones en América, le deben diversas y profundas sugestiones.

Yo podía haber seguido silenciosamente tan ílustres ejemplos sin exponerme á pasar por tradittore ...

Me ha parecido más original correr este último albur...

¿Qué importa el individuo si quien guía es espíritu?

Canta el poeta.

¡Bendita sea la tempestad de su arte, si logra airear la atmósfera literaria hispanoamericana, tan recargada de emanaciones gallináceas!

A. VASSEUR.

San Sebastián, Febrero 1912.

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Detrás de todo Adiós se oculta, en gran parte, el saludo de un Comienzo nuevo.

Para mí, el Desarrollo, la Continuidad, la Inmortalidad, la Transformación constituyen los temas y las significaciones capitales de la Naturaleza y de la Humanidad.

Walt Whitman.

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POEMAS



En el mar, sobre las naves

En el mar, sobre naves alveoladas de camarotes,
El azul sin límites se extiende por doquiera,
Con los vientos que silban y la música de las ondas, de las
grandes imperiosas ondas;
O bien, en alguna barca solitaria, llevada sobre el denso
mar,
O gozoso y lleno de fe, desplegando sus blancas velas,
En el barco que hiende el éter entre la espuma relampa-
gueante del día, ó de noche, bajo las innumerables estrellas,
Quizá será leído por marineros jóvenes ó viejos, como un
recuerdo de la tierra,
En plena concordancia con mi fin.

«He aquí nuestros pensamientos, los pensamientos de los
que navegan,
No es sólo la tierra, la tierra firme la que aparece,
En este libro—podrán decir entonces—
También se extiende y arquea la cúpula del cielo; senti-
mos el ondulante puente debajo de nuestros pies,
Sentimos la larga pulsación, en movimiento eterno del re-
flujo y de la ola,
Los acentos de misterio invisible, las vegas y vastas su-
gestiones del mundo oceánico, las sílabas líquidas que se
derraman,
El olor, el ligero crujimiento del cordaje, el melancólico
ritmo,
La perspectiva ilimitada, el horizonte fosco y lejano están
aquí
En este poema del Océano.»

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No titubees, pues, ¡oh libro! cumple tu destino,
Tú que no eres sólo un recuerdo de la tierra;
Tú que también eres como una barca solitaria, hendiendo
el espacio, hacia un fin que ignoro, y no obstante llena de fe.

Navega tú también en conserva, con cada navio que na-
vega,
Llévales mis cariños (para vosotros, queridos marineros, los
he encerrado en cada una de estas hojas);
¡Marcha bien, libro mío! Despliega tus blancas velas, mi
pequeña barca, sobre las ondas imperiosas,
Prosigue tu cántico y tu marcha, lleva de mi parte,
Sobre el gran azul ilimitado de los mares,
Este canto, para todos los marineros, y para todas sus
naves.



Á una locomotora

¡Tú serás el motivo de mi canto!
¡Tú, tal como te presentas en este instante, entre las borras-
ca que avanza, la nieve que cae el día de invierno que de-
clina,
Tú, con tu armadura, tu doble y cadenciosa palpitación y
tu convulsivo latir;
Tu cuerpo negro y cilíndrico, tus cobres brillantes como el
oro, tu acero límpido como plata;
Tus pesadas barras laterales, tus bielas paralelas, cuyo
vaivén anima tus flancos á modo de lanzaderas;
Tu jadeo y tu gruñir rítmicos, que ora se agrandan, ora
decrecen á la distancia;
Tu gran reflector fijando en medio de tu negro frontal;
Tus oriflamas de vapor que flotan, largas y pálidas, ligera-
mente purpuradas;
Las densas nubes negras que vomita tu chiminea;
Tu osatura bien ligada, tus resortes y tus válvulas, el vér-
tigo de tus ruedas temblorosas;
La procesión de vagones que te sigue obediente,
A través de la tempestad ó de la calma, ora rápidas, ora
lentas, corriendo sin desfallecer.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 17] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Tipo del mundo moderno—emblema del movimiento y de
la potencia—pulso de continente;
Ven á secundar á la musa, á amalgamarte en esta es-
trofa, tal como ahora te contemplo,
Con la borrasca y las ráfagas que tratan de rechazarte y
la nieve que cae;
Con la campana que haces resonar para advertir tu paso
durante el día,
Y por la noche, con las mudas linternas en tu frente osci-
lante.

¡Belleza de voz feroz!
Rueda á través de mi canto con toda tu música salvaje,
Con tus linternas oscilantes en la noche,
Con la risotada de tus locos silbatos que retumban desper-
tándolo todo á semejanza de temblores de tierra;
Nada más completa que la ley que te rige, ni más recta (á
pesar de sus curvas) que la vía que sigues:
(La bonachona dulzura no es para ti, ni el lloriqueo de las
arpas, ni las tonterías de los pianos),
Tus trinos de penetrantes gritos, las rocas y las colinas te
los devuelven,
Los lanzas más allá de las vastas praderas á través de los
lagos.
¡Hacia los cielos libres, desenfrenados, gozosos y fuertes!



Chispas emergidas de la rueda

En este barrio de la ciudad donde la multitud circula todo
el día
Me aproximo á un grupo de chicuelos que, apartado un
tanto del tráfico, miran algo que rodean.
Contra el borde de la acera, donde terminan las losas
Un afilador, con un cuchillo entre las manos,
Inclinando sobre la piedra, afirma atentamente el acero
contra ella, en tanto como el pie y la rodilla
La hace girar rápidamente, con un movimiento igual,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 18] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Mientras se desprenden, en abundante lluvia de oro,
Las chispas que emergen de la rueda.

¡Cómo me cautiva y me conmueve esta escena con todos los
detalles que la componen!
El viejo afilador de faz triste y menton anguloso, con su
ropa usada y su largo delantal de cuero,
Yo mismo, con mis efluvios y mi fluidez, fantasma que
flota extrañamente, en este instante, detenido y absorto,
El grupo (un punto perdido en el vasto maremágnum que
circula),
Los chicuelos atentos y recogidos, el sordo rumor altanero,
persistente de la calle,
El ronco y sofocado chirriar de la piedra que gira, la hoja
de acero, ligeramente apoyada,
Esparciendo, proyectando á ambos lados, en minúsculas
cascadas de oro,
Los relámpagos que emergen de la rueda.



Desbordante de vida, ahora

Desbordante de vida, ahora, densa y visible,
en el año cuarenta y uno de mi existencia, en el año
ochenta y tres de estos Estados,
A alguien, que vivirá dentro de un siglo, en cualquier nú-
mero de siglos,
A vos, que aun no habéis nacido, dedico estos cantos es-
forzándome por alcanzaros

Cuando leáis esto, yo que ahora soy visible me habré tor-
nado invisible;
Entonces seréis vos, denso y visible, quien se dará cuenta
de mis poemas, quien se esforzará en alcanzarme,
Imaginándoos cuán feliz serías si me fuera dado estar á
vuestra era, y convertirme en vuestro camarada;
Que sea, pues, como si estuviera á vuestro lado. (No creáis
demasiado que no estaré entonces á vuestro lado.)

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Canto de la vía pública

A pie, con el corazón ligero, huello a la vía pública;
Franco y salubre el mundo se dilata ante mi;
El largo camino de tierra bruna que diviso, se extienda
hasta donde me plazca ir.

En adelante no esperaré más la suerte; yo mismo seré la
suerte.
En adelante, no lloriquearé más, no tendré más necesidad
de nada.
Estoy harto de las dolencias que huelen á cuartos cerra-
dos, de bibliotecas y de críticas fastidiosas;
Alegre y fuerte recorro la vía pública.

La tierra, y basta.
No deseo que las constelaciones estén más próximas.
Sé que están muy bien allá donde están,
Sé que ellas bastan á aquellos á quienes pertenecen.

(También por aquí llevo conmigo mi antigua y venturosa
carga.
Sí; llevo los hombres y las mujeres, los llevo conmigo don-
dequiera que vaya.
Juro que no me es posible abandonarlos.
Estoy lleno de ellos y quiero saturarlo á mi vez.)

Tú, vía por la que me encamino, paseando las miradas á
mi alrededor, no creo que seas lo único que hay por aquí:
Creo que aquí existen igualmente muchas cosas invisibles.

He aquí la lección profunda de la aceptación, sin preferen-
cias ni repulsas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 20] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Los negros de cabezas lanudas, los criminales, los enfer-
mos, los incultos uo son rechazados;
La mujer que alumbra, la corrida en busca del médico, el
mendigo que anda, el ebrio que titubea, el grupo de obreros
con sus carcajadas;
El adolescente que escapa, el carruaje del ricacho, el dan-
dy, la pareja prófuga,
El hombre matinal que anda por los mercados, el carro fú-
nebre, la mudanza del que se ausenta para la ciudad, la parti-
da de la ciudad;
Todo eso pasa, y yo también paso indistintamente;
Nada puede ser prohibido,
Todo es aceptado, todo me es simpático y agradable.

¡Tú, aire que me brindas al aliento para hablar!
¡Vosotros, objetos que pecáis del estado difuso y dais for-
ma á cuanto quiero decir!
¡Tú, luz que me envuelves á mí y á lo demás, en tus deli-
cadas ondas iguales para cada cual!
¡Vosotros, senderos trazados por los pasos en los altibajos
irregulares al borde de las rutas!
Creo que estáis penetrados de invisibles existencias.
(¡Me sois tan queridos!)
¡Vosotras, embaldosadas avenidas de las ciudades! ¡¡Vos-
otros, sólidos bordes de las aceras!
¡Vosotros, bancos! ¡Vosotras, estacas y maderas de los
muelles!
¡Vosotras, urnas guarnecidas de madera en las que se en-
cajan las chatas fluviales! ¡Vosotros, naves á lo lejos!
¡Vosotras, hileras de casas! ¡Vosotras, fachadas
sembradas de ventanas!
¡Vosotros, pórticos y puertas! ¡Vosotros, techos y enre-
jados!
¡Vosotras, ventanas cuyos vidrios transparentes dejarían
ver tantas cosas!
¡Vosotras, piedras grises de las calzadas interminables!
¡Vosotras, pisoteadas encrucijadas!
De cuantos os han hollado creo que algo habéis conserva-
do en vosotros, y ahora querréis comunicármelo en secreto;
Con vivos y con muertos habéis poblado vuestra impasible
superficie; los espíritus de unos y de otros ahora quierrían ma-
nifestarme su presencia y amistad.
A la derecha y á la izquierda se extiende la tierra

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 21] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El cuadro es viviente, cada una de sus partes se muestra
en la mas clara luz.
Dócilmente la música suena allí donde se la llama, y calla
donde no;
Gozosa es la voz de la ruta común, fresco y alegre es el
sentimiento de la ruta.

¡Oh gran ruta que recorro! ¿eres tú quien me dice: No me
abandones?
Dices: No te inquietes.
¡Si me dejas te perderás!
Dices: ¡Ya estoy pronta,
Me siento hollada por todos y nadie me contesta; fíate
en mí!

¡Oh vía pública!—te contesto—; no tengo miedo de abando-
narte, y sin embargo te amo.
Me manifiestas mejor de lo que yo mismo puedo manifes-
tarme;
Serás para mí más que mi poema.

Pienso que todas las acciones heriocas fueron concebidas
en pleno aire, lo propio que todos los libres poemas.
Pienso que yo mismo podría detenerme y realizar mi-
lagros.
Pienso que amaré todo lo que encuentre por la ruta, y que
cualesquiera que me mire me amará.
Pienso que cuantos veo deben ser forzosamente felices.

A partir de ahora me liberto de los límites y de las reglas
imaginarias.
Iré donde me plazca, seré mi señor total y absoluto.
Escucharé á los otros, examinaré atentamente lo que
dicen.
Me detendré, escrutaré, aceptaré, meditaré
Y suavemente, con una irresistible voluntad, me sustraeré
á los compromisos que quisieran detenerme.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 22] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Aspiro grandes bocanadas de espacio,
El Este y el Oesto son míos, el Norte y el Sur son míos.

Soy más grande y mejor de lo que había imaginado,
No sabía que atesorara en mi tantas buenas cosas.

Todo me parece admirable,
Puedo repetir sin cesar á los hombres y á las mujeres:
Me habéis hecho tanto bien, que querría devolveros otro
tanto;
Quiero absorber fuerzas nuevas á lo largo de la ruta para
mí y para vosotros,
Quiero, á lo largo de mi ruta, dar lo mejor de mi á las mu-
jeres y á los hombres.

Quiero esparcir entre ellos una nueva felicidad y una ru-
deza nueva;
Si alguien me rechaza, no por ellos me turbaré;
Quienquiera que me acepte, ese ó esa, será bendito y me
bendecirá.

Si ahora se presentaran un millar de hombres perfectos,
eso no me sorprendería.
Si ahora se presentaran un millar de mujeres de cuerpo
admirable, eso no me asombraría.
Porque ahora descubro el secreto que preside la formación
de individuos superiores.
Es desarrollarse en pleno aire, comer y dormir en com-
pañía de la tierra.

Aquí hay sitio para la manifestación de un gran perso-
nalidad.
(Semejante destino se apodera del corazón de toda la raza
de los hombres.)
La fuerza y la voluntad que difunde, sumergen las leyes,
rechazan las autoridades y los argumentos coligados contra
ella.)

Aquí se pone á prueba la sabiduría.
La sabiduría no se pone á prueba en las escuelas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 23] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

La sabiduría no puede ser transmitida por el que la posee
al que no la posee.
La sabiduría es del resorte del alma, no es susceptible de
prueba, ella misma es su propia prueba.
Se aplica á todos los grados, objetos, cualidades, y perma-
nece satisfecha,
Es la certidumbre de la realidad y de la inmortalidad de
las cosas, es la excelencia de las cosas;
Hay algo en el móvil espectáculo del mundo que la hace
emerger del alma.

Ahora analizo las filosofías y las religiones:
Pueden parecer muy buenas en las salas de conferencias,
Y sin embargo, no significar nada bajo las vastas nubes,
frente al paisaje y á las aguas corrientes.
Aquí es donde nos damos cuenta;
Aquí es donde el hombre siente sus concordancias,
Comprende lo que en sí encierra;
El pasado, el futuro, la majestad, el amor.
Si eso suena á hueco en vosotros, es porque vosotros es-
táis vacíos de ello.

Lo único que nutre es la simiente oculta en el corazón de
cada objeto.
¿Dónde está el que arrancará la suya para vosotros y
para mí?
¿Dónde está el que desenvolverá la estratagemas y deshará
las envolturas para vosotros y para mí?

Aquí es donde los afectos se manifiestan; no son prepara-
dos de antemano; sobrevienen de improviso.
¿Sabéis lo que es ser amados, por extranjeros, cuando
pasáis?
¿Conocéis la elocuencia de las pupilas que se vuelven para
miraros?

Aquí se expande el alma.
La expansión del alma emana de lo interno, á través de
portales enguirnaldados de follajes provocando incesantes
cuestiones.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 24] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¿Por qué estos ímpetus? ¿Por qué estos pensamientos en
las tinieblas?
¿Por qué existen hombres y mujeres hechos de tal suerte
que cuando se hallan á mi lado el sol dilata mi sangre?
¿Por qué cuando me abandonan, mis llamas de alegría de-
clinan blandas y chatas?
¿Por qué hay árboles debajo de los cuales nunca me paseo
sin que amplios y melodiosos pensamientos desciendan so-
bre mi?
(Estoy por creer que quedan suspendidos de esos árboles
invierno y verano, y dejan caer siempre sus frutos cuando yo
paso.)
¿Qué es, pues, lo que intercambio tan repentinamente con
los extranjeros?
¿Con ese cochero, cuando me siento á su lado en el pes-
cante?
¿Con ese pescador que arroja su anzuelo ó su red en la
ribera, cuando pasando á su lado me detengo á contemplarle?
¿Qué es lo que hace que me sienta libremente abierto á la
simpatía de un hombre o de una mujer?
¿Qué es lo que hace que estén libremente abiertos á mi
simpatía?

La expansión del alma es la felicidad; aquí está la feli-
cidad.
Creo que llena el aire, que permanece en perpetua espera,
En este momento fluye en nosotros, ya rebosamos de ella.

Aquí se expande el imperio fluido de la simpatía.
El fluido carácter de la simpatía que crea la franqueza y la
suavidad del hombre y de la mujer.
(Las hierbas manatiales no germinan más frescas ni más
suaves cada día, desde el fondo de sus raíces, que la frescura
y la suavidad con que ella surge por sí, continuamente.)

Presto los fluidos de la simpatía hacen trasudar de amor á
los jóvenes y á los viejos,
Hace filtrar gota á gota este encanto que se ríe de la belle-
za y de los talentos.
Suscita el deseo trémulo y doloroso del contacto.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 25] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Vamos! Quienquiera que seáis, ¡en marcha conmigo!
Viajando á mi lado encontraréis lo que nunca fatiga.

La tierra, jamás fatiga. La tierra es ruda, taciturna, in-
comprensible al principio.
La Naturaleza es ruda é incomprensible al principio;
No os descorazonéis; continuad. Las cosas divinas siem-
pre yacen ocultas.
Yo os juro que las cosas divinas ocultas en su seno, son
más bellas que lo pueden decirlo las palabras.

¡Vamos! No debemos hacer alto aquí,
¡Por más gratas que sean las reservas aquí acumuladas, por
más deleitosa que sea esta residencia, no podemos quedarnos;
Por resguardado que sea este puerto, por más calmosas
que parezcan sus aguas, no debemos echar el ancia aquí;
Por halagüeña que fuere la hospitalidad que nos brinden,
no podemos aceptarla más que de paso.
¡Vamos! Grandes serán las tentaciones,
Pero más grandes deberán ser los móviles que nos esti-
mulen.
Navegaremos mares inhollados y salvajes.
Iremos donde soplen los vientos, donde se estrellen furio-
samente las ondas, y el velero del yanqui vuele con todas
sus velas desplegadas.

¡Vamos! Con potencia y con libertad, con la tierra y con
los elementos.
Con salud, con osadía, con entusiasmo, con orgullo y con
curiosidad;
¡Vamos! ¡Saltemos por encima de las fórmulas, clérigos materialistas
de ojos de murciélagos.
El cadáver putrefacto obstruye el paso;
No esperemos más para sepultarlo.

¡Vamos! ¡Más oídme antes!
El que viaja conmigo ha menester una sangre óptima,
gallardía y perseverancia.
Nadie ose acompañarme en la prueba si no posee coraje y
salud,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 26] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

No se arriesguen los que han gastado lo mejor de sí;
Sólo pueden venir los que poseen un cuerpo puro y re-
suelto.
Los enfermos, los alcohólicos, los podridos por el mal ve-
néreo no serán de los nuestros.

¡Yo y mis iguales no convencemos con argumentos, con
comparaciones ni con estrofas rimadas.
Convencemos con nuestra presencia!

¡Escuchad! Quiero ser sincero con vosotros;
No os ofrezco los fáciles premios del pasado, os brindo los
rudos premios del presente,
Los días que viviréis serán así:
No acumularéis lo que se llama riqueza,
Dispersaréis con mano pródiga cuando ganéis con vuestro
sudor ó vuestros méritos,
Apenas llegados á la ciudad, á la tierra prometida, apenas
instalados en una y otra á vuestro agrado, un ímpetu irresis-
tible os esforzará á abandonarlas.
Entonces, y siempre, oiréis las risas sarcásticas y las san-
grientas burlas de los sedentarios y de los que queden detrás;
Si notáis algunos gestos de cariño, sólo contestaréis con
apasionados besos de adiós.
¡No permitiréis que os retengan algun os abran y tien-
dan los brazos con amor!

¡Vamos! ¡Junto con los grandes compañeros, para conver-
tirnos en uno de ellos!
También ellos siguen la ruta,
Los hombres, esbeltos y admirables; las hembras, majes-
tuosas,
Que aman los mares tranquilos lo mismo que las olas tem-
pestuosas,
Que han navegado sobre tantas naves, y recorrido tan-
tas leguas de tierra firme,
Los viajeros de remotos países, los frecuentadores de leja-
nísimas moradas,
Que confían en los hombres y en las muejres, observan las
ciudades, y los laboriosos solitarios,
Los que se detienen á contemplar las hierbas silvestres,
las flores, y las conchas playeras,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 27] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Los que bailan en las bodas, abrazan á la desposada, acari-
cian tiernamente á los niños, y por momentos hacen de ayos,
Los soldados de la rebelión, los contempladores de las
fosas recién abiertas, los que ayudan á bajar la ataúd;
Que viajan durante estaciones y años consecutivos,
Estos curiosos amigos, cada uno de los cuales emerge del
que le ha precedido,
Andando, con los diversos aspectos de ellos mismos, como
con otros tantos compañeros,
Andando, desde el fondo de su primera edad latente, é
inconsciente,
Andando, con su juventud, con su virilidad barbuda é
impertérrita.
Andando, con su femenilidad, amplia, insuperada, feliz,
Andando, con su vejez sublima de hombre ó de mujer,
Veréz calmosa, dilatada, llena de la augusta majestad del
universo,
Vejez que avanza libremente como soliviantada por la de-
liciosa y próxima libertad de la muerte.

¡Vamos! Hacia lo que no tiene fin, ni tuvo principio,
A sufrir lo indecible en la laxitud de los días y en el repo-
so de las noches,
A anegarlo todo en la ruta que engloba los contrastes y
los obstáculos, en los días y en las noches del viajar,
A resumirlos en cada nueva etapa, en partidas para más
grandes viajes,
A no ver ni saber de cosa alguna que podáis alcanzar y
ultrapasar,
A no concebir tiempo, por lejano que sea, que no os sea
dado vivir y preterizar,
A no alzar ni bajar nuestras miradas sobre ruta alguna
que no se extienda para que la holléis,
Que por larga que sea no se extienda para que la finalicéis,
A no ver existencia, sea la de Dios ó de quienquiera, que
vosotros no podáis realizar,
A no contemplar posesión que no podáis poseer, á disfru-
tar de todo sin trabajo ni compra, gozando de la fiesta sin
sustraer un adarme de ella,
A elegir lo mejor de la granja del colono, de la elegante
villa del rico, de las castas alegrías de los desposados, de las
frutas de los vergeles, de las flores de los jardines,
A llevar con vosotros las multitudes de las ciudades que
atravesaréis,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 28] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Los edificios, las calles, los monumentos, las ruinas,
A asir el espíritu de los hombres en el fondo de sus cere-
bros, á medida que os crucéis con ellos, y los cariños en el
fondo de su corazón,
A llevaros vuestros amigos á lo largo de la ruta, á pesar de
que ellos permanezcan estacionarios donde los halléis,
A considerar el universo mismo com o una ruta, una uni-
versidad de rutas, de rutas para las almas migradoras.

El origen de todo arranca del viaje de las almas:
Todas las religiones, todas las cosas sujetas á la pesantez y
á la gravitación, las artes y los gobiernos,
Todo lo que fué y es, en este globo ó en cualquiera otro
globo,
Se oculta en escondrijos y en rincones, ante la procesión
de las almas desfilando por las grandes rutas del universo

Todos los demás viajes y progresos no son sino el emblema
y la contraseña del viaje de las almas por las grandes rutas
del universo.

¡Siempre vivos! ¡Adelante siempre!
Graves, orgullosos, melancólicos, escarnecidos, locos, tur-
bulentos, débiles, descontentos,
Desesperados, altivos, amorosos, enfermos, aceptados y
rechazados por los hombres,
¡Todos van! ¡Van! ¡Yo sé que van; lo que ignoro es dón-
de van!
¡Sé que van hacia lo mejor!
¡Hacia algo grande!
¡Quienquiera que seáis, salid fuera!
¡Hombre ó mujer, avanzad!
No debéis quedaros á dormir ó á tontear en casa, aunque
la hayáis construído con vuestras manos, ó la hubieran cons-
truído para vos.

¡Salid de los umbrosos retiros! ¡Salid de entre los corti-
najes!
Es inútil que protestéis, lo sé todo, y os lo manifiesto.
Mirad dentro de vosotros los estragos del reposo:

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 29] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

A través de las risas, de las danzas, de las comidas y de
las cenas populares
Debajo de los trajes, de los ornamentos, de las caras lava-
das y teñidas.
Mirad, silenciosos, ocultos, el disgusto y la desesperación
Ni marido, ni mujer, ni amigo, son bastante seguros para
escuchar la confesión;
Un otro yo, un doble de cada cual es el que, á pasos furti-
vos, ocultando y disimulando su ser,
Anda amorfo y sin voz por las calles de las ciudades, cor-
tés y dulzón en los salones,
En los vagones de los ferrocariles, en los vapores, en las
reuniones públicas,
En las casas de los hombres y de las mujeres, en la mesa,
y en el lecho, por todos lados:
Se presenta correcto, sonriente, el talle erguido, con la
muerte en el pecho y el infierno debajo del cráneo,
Bajo las sábanas finas, y los guantes, bajo las cintas y las
flores artificiales,
Respetuoso de las costumbres, mudo respecto de su per-
sona,
Hablando de todo en sociedad, pero jamás de sí.

¡Vamos! ¡A través de las luchas y de las guerras!
No podemos abandonar la conquista de la meta.

¿Habláis del éxito de las pasadas luchas?
¿Qué es lo que ha tenido éxito? ¿Vosotros? ¿Vuestra nación?
¿La Naturaleza?
Escuchadme bien: la esencia de las cosas y las empresas es
tal, que á pesar de todo éxito recogido, sea éste cual fuere,
deben surgir otras cosas y otras empresas, engendradoras de
mayores esfuerzos.

Mi vocación es vocación de batalla; mi canto es toque de
clarín. Yo engendro rebelión activa.
El que venga conmigo debe venir bien armado.
¡El que venga conmigo tendrá á menudo por compañeros
el hambre, la pobreza, la enemistad y el abandono!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 30] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Vamos! ¡La ruta se abre ante nosotros!
Es segura, yo la he recorrido, mis pies la han probado cui-
dadosamente:
¡Que nada os detenga!
¡Queden las cuartillas vírgenes sobre el escritorio, y el libro
sin abrir en su anaquel!
¡Queden las herramientas en el taller! ¡Quede el dinero sin
ser ganado! ¡Quede la escuela en su sitio! ¡No hagáis caso de
los gritos de maestro!
¡Que el predicador predique en el púlpito! ¡Que el abogado
abogue en el tribunal! ¡Que el juez interprete la ley!

¡Camarada! ¡He aquí mi mano! Te doy me cariño, más pre-
cioso que el oro,
Te doy mi ser por completo, en vez de prédicas ó de leyes.
¿Quieres darte á mí? ¿Quieres venir á viajar conmigo?
¡Seguiremos juntos y unidos tanto como duren nuestras
vidas!



Ciudad de orgías

Ciudad de orgías, de baladas y de alegrías,
Ciudad, algún día ilustre porque yo he vivido y cantado
en tu seno,
No son tus pompas, tus cambiantes cuadros ni tus espectá-
culos, los que me pagan mis cantos,
Ni las interminables hileras de tus edificios, ni las naves
de tus muelles,
Ni los desfiles en tus avenidas, ni las vidrieras llenas
de mercaderías,
Ni el conversar con personas instruídas, ni asistir á fiestas
y saraos.
No. Nada de eso. Pero cuando paso, ¡oh Mannahatta! el fre-
cnente y rápido relámpago de los ojos que me brindan afecto,
Que se cruzan con mis relámpagos,
Eso me alegra y me satisface.
Amigos, un perpetuo cortejo de amigos, basta para que
me sienta retribuido, pagado.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 31] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




El himno que canto

El himno que canto
Hecho de contradicciones lo consagro á la nacionalidad.
Dejo en él el germen de la rebeldía. (¡Oh derecho latente
á la insurrección! ¡Oh el inextinguible, el indispensable
fuego!)



Una marcha en las filas

Una marcha en las filas con el enemigo que nos asedia,
por una ruta desconocida.
Atravesamos un bosque espeso en cuyas tinieblas se apaga
el ruido de los pasos;
Nuestro ejército ha tenido grandes pérdidas en un comba-
te, y el resto marcha sombriamente en retirada;
Pasada la noche, vislumbramos el resplendor de un edifi-
cio débilmente iluminado;
Llegamos á un espacio descubierto en mitad del bosque,
en el que hacemos alto, junto al edificio de pequeñas luces.
Es una grande y vieja iglesia, construída en la encrucijada
de los caminos, ahora transformada en hospital.
Penetro un instante en ella y veo un espectáculo que so-
brepuja todos los cuadros y todos los poemas;
Sombras del negro más intenso, más opaco, aclaradas
apenas por bujías y lámparas portátiles que llevan de un lado
á otro,
Y por una gran antorcha fija de resina que proyecta fan-
tásticas llamas rojas y nubes de humo;
A su resplandor percibo vagamente grupos de formas hu-
manas amontonadas de trecho en trecho, unas extendidas en
el suelo, otras sobre los bancos de la iglesia;
A mis pies percibo más distinctamente un soldado, casi un
niño que agoniza desangrándose (ha recibido un balazo en el
abdomen).

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 32] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Restaño sumariamente la sangre (el muchacho tiene el
rostro blanco como un lirio).
Luego, antes de irme, abarco la escena de una ojeada, con-
tengo de absorberla íntegra,
Las caras, la variedad de los grupos, las actitudes que
desafían toda descripción, la mayoría de los yacentes sumer-
gidos en la sombra, algunos muertos,
Los cirujanos en tren de operar, los enfermeros con las
luces, relentes de éter mezclados con olor de sangre,
Los montones de víctimas y los montones de cuerpos en-
sangrentados que llenan la iglesia y el atrio,
Unos acostados sobre las losas, otros sobre las tablas, y
camillas;
Algunos sudando su agonía en los espasmos de la muerte,
De rato en rato, un gemido ó un grito, los médicos que
llaman ú ordenan en alta voz,
Los pequeños instrumentos de acero relucen al paso de
las antorchas,
Todo eso lo vuelvo á ver al releer este canto, reveo los
cuerpos, aspiro aquel olor;
De pronto oigo fuera la voz de los jefes: Formar filas, for-
mar filas;
Antes de salir me inclino hacia el niño que agoniza, sus
ojos se abren y me sonrie á medias;
Después cierra los ojos, los cierra serenamente, y yo me
lanzo á las tinieblas,
Para ocupar mi puesto, y marchar, marchar siempre bajo
la noche, en las filas que avanzan,
Para seguir hollando la ruta desconocida.



Apartando con las manos la hierba de las praderas

Apartando con la mano la hierba de las praderas y respi-
rando su olor característico.
Le pido concordancias espirituales;
Le pido el más copioso y estrecho compañerisno entre los
hombres,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 33] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Le pido que se eleven las briznas de hierba de las palabras,
de los actos, de los individuos,
Los del aire libre, rudos, asoleados, francos, nutricios,
Los que siguen su camino, con el torso recto, que avanzan
con libertad y autoridad, los que preceden en vez de seguir,
Aquellos á quienes anima una audacia indomable, cuya
carne es fuerte y pura, limpia de manchas,
Los que miran negligentemente en pleno rostro á los
presidentes y á los gobernadores como para decirles: ¿Quién
sois?
Aquéllos, llenos de una pasión nacida de la tierra, los sim-
ples, los despreocupados, los insumisos,
Los de la América interior.



Ciudad de los navíos

¡Ciudad de los navíos!
¡Oh los navíos negros! ¡Oh los navíos indómitos!
¡Oh los espléndidos vapores y los veleros de afilada proa!
¡Ciudad de los éxodos!
Pues aquí concluyen todas las razas
Aquí todos los países de la tierra colaboran.
¡Ciudad del mar! ¡Ciudad de los flujos precipitados y cam-
biantes!
¡Ciudad en la que las mareas pulsan sin cesar, entrando y
saliendo en torbellinos sembrados de remolinos y de espuma!
¡Ciudad de los muelles atestados de almacenes y de merca-
derías!
¡Ciudad de las fachadas gigantes de mármol y de hierro!
¡Ciudad altiva y apasionada!
¡Ciudad fogosa, loca, extravagante!

De pie, ¡oh ciudad!
¡Tú no has sido hecha para la paz solamente; recuerda tu
verdadero destino, de guerrera!
No tengas miedo.
No te sometas á otros modelos que los tuyos, ¡oh ciudad!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 34] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Mírame. ¡Encárname como yo te he encarnado!
No he rechazado nada de lo que me has ofrecido;
Lo que has adoptado, yo lo he adoptado! Buena ó mala,
jamás te discuto, amo todo lo tuyo, no condeno nada,
Canto y celebro todo lo que posees,
Pero no canto más la paz:
En paz he cantado la paz, pero ahora el tambor de guerra
es mi instrumento,
Y la guerra, la roja guerra es el encanto que voy cantando
por tus calles, ¡oh ciudad!



En las praderas

Declina la tarde en las praderas,
La comida ha terminado, el fuego encendido á ras de tie-
rra arde apenas,
Fatigados, los inmigrantes duermen envueltos en sus
mantas,
Me paseo solo, deteniéndome de tanto en tanto á contem-
plar las estrellas,
Paréceme que jamás las he comprendido como en estos
instantes.

Ahora me nutro de inmortalidad y de paz,
Admiro la muerte, y erifico las proposiciones.

¡Qué riqueza! ¡Qué espiritualidad! ¡Qué condensación!
El mismo hombre, y la misma alma de siempre, las mis-
mas aspiraciones de siempre, y la misma conformidad.

¡Pensaba que no hubiera nada más espléndido que el día,
hasta que he visto las maravillas de la noche!
Creía en la suficiencia de nuestro Orbe, hasta el momento

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 35] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

en que en medio del más puro silencio emergieron millones
de orbes desconocidos.

Ahora, mientras me anegan los grandes pensamientos del
espacio y de la eternidad, quiero elevarme á su altura,
Ahora me siento en contacto con las vidas de otros mun-
dos, que acaso han llegado al mismo desarrollo que las vidas
de la tierra.
En contacto con las vidas que aguardan la hora de igua-
larnos, ó con los que han sobrepujado las vidas de la tierra,
A partir de esta noche, los tendré tan presentes como mi
propia vida.
A las vidas de la propia tierra, tan desenvueltas como la
mía, les espera la hora de alcanzar análoga graduación.

Ahora veo que á semejanza del día, la vida no puede mos-
trármelo todo.
Ahora comprendo que debo esperar lo que me revelará la
muerte.



Á ti, vieja causa

¡A ti; vieja causa!
Tú, buena causa, incomparable, ferviente,
Tú, dulce idea, austera, implacable,
Inmortal, á lo largo de las edades, de las razas, de las re-
giones,
Después de una guerra extraña y cruel, una gran guerra
hecha por ti.
(Creo que todas las guerras de los tiempos pasados y todas
las guerras futuras serán declaradas y hechas por ti.)
Estos cantos son para ti, para tu eterno avance.

(Una guerra declarada, ¡oh soldados! no sólo por ella misma,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 36] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

sino por muchas, muchísimas cosas disimuladas detrás de
ella,
La silenciosa espera, y que ahora van á manifestarse en
este libro.

¡Oh, tú, orbe hecho de innumerables orbes!
¡Tú, principio fervoroso! ¡tú, germen latente, preciosamen-
te oculto! ¡tú, centro!
Alrededor de tu idea la guerra gira
Con todo su violento y furioso juego de causas.
(Con vastas consecuencias que surgirán dentro de tres mil
años.)
Estos versos son para tu gloria,
Pues mi libro y la guerra son lo mismo.
Yo y mis poemas nos hemos amalgamado en ti, en tu es-
píritu,
Y lo propio que la lucha gira alrededor de tí....
Tal como una rueda sobre su eje, este libro, inconsciente
de sí,
Gira alrededor de tu idea.



Imperturbable

Imperturbable, afirmándome cómodamente en la Natura-
leza,
Amo de todo ó señora de todo, pérpendicular en medio de
las cosas irracionales,
Impregnado como ellas, pasivo, receptivo, silencioso como
ellas,
Reconociendo que mi empleo, la pobreza, la notoriedad,
la felicidad, los crímenes son menos importantes de lo que
creía.
Yo que estoy en los parajes del golfo de México, ó en el
Manhata ó en el Tennessee, al Norte extremo ó en el in-
terior,
Minero ó pioner de los bosques, haciendo la vida de cual-

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 37] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

quiera de los cultivadores de esos Estados, ó del litoral, ó de
los lagos, ó del Canadá,
En no importa qué lugar donde viva mi vida, sean cuales
fueren las contingencias,
Sabré afrontar la noche, las tempestades, el hambre, el ri-
dículo, los accidentes, los fracasos, como hacen los árboles y
los animales.



Una extraña velada transcurrida en el campo de batalla

¡La extraña velada transcurrida en el campo de batalla!
Cuando tú, hijo y camarada mío, caíste á mi lado, ese día,
No te dirigí más que una mirada á la que tus caros ojos
contestaron con otra mirada que no olvidaré jamás,
Y la mano que trataste de levantar del suelo en que yacías
apenas si rozó la mía;
En seguida avancé en la batalla, donde la lucha continuaba
con iguales probabilidades,
Hasta que, relevado de mi puesto algo tarde en la noche,
pude volver al fin al sitio donde tú habías caído,
Y te encontré helado en la muerte, camarada querido, ha-
llé tu cuerpo, hijo e los besos dados y recibidos (jamás vuel-
tos á dar sobre esta tierra),
Descubrí tu faz á la luz de las estrellas (singular era la
escena). El viento nocturno pasaba fresco y ligero;
Largo, largo tiempo pasé allí velándote, mientras á mi al-
rededor el campo de batalla se extendía confusamente;
Velada prodigiosa, deliciosa velada, allí, en la noche que-
da y perfumada,
Ni una lágrima cayó de mis ojos, ni un suspiro profundo
exhaló mi pecho; largo, largo tiempo te contemplé.
Luego, extendiéndome á medias sobre la tierra, me mantu-
ve á tu lado, con el menton hundido entre las manos,
Pasando horas suaves, horas inmortales y místicas, conti-
go, camarada querido,
Sin una lágrima, sin una palabra;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 38] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Velada de silencio, de ternura y de muerte, velada por ti,
mi hijo y mi soldado,
En tanto que allí arriba los astros pasaban en silencío, y
otros hacia al Oeste subían insensiblemente;
Suprema velada por ti, valiente hijo (no te pude salvar,
tan pronto fué tu muerte,
Vivo te amé rodeándote fielmente de todas mis solicitu-
des; creo que volveremos á vernos seguramente);
Y cuando se iban las últimas sombras de la noche, en el
momento preciso en que apunta el alba,
Envolví á mi camarada en su manta, enrollé bien su
cuerpo,
Replegando cuidadosamente la manta por debajo de la ca-
beza, y cuidadosamente bajo los pies,
Y allí bañado en el sol levante, deposié á mi hijo en su
fosa toscamente abierta,
Terminando así mi extraña velada en el campo de batalla
envuelto en sombras,
Velada por el camarada muerto repentinamente, velada
que jamás olvidaré, ni cómo, al apuntar el día,
Levantándome de la helada tierra y envolviendo cuidado-
samento al soldado en su manta,
Lo sepulté allí donde cayera.



Un roble en la Luisiana

He visto un roble que crecía en la Luisiana:
Erguíase enteramente solo, y el musgo pendía de sus
ramas,
Crecía alí, sin ningún compañero, desplegando sus hojas
verde-obscuras.
Su aspecto de rudeza, de inflexibilidad, de vigor, me hizo
pensar en mí mismo,
Pensé cómo podría desplegar hojas tan alegres á pesar de
su soledad, sin tener á su lado un solo amigo
(Yo sé que no podría imitarlo);
Discurriendo así, rompí una de sus ramas, conservando
las hojas y el musgo que pendía de ella,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 39] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Luego, al alejarme, la llevé conmigo hasta mi alcoba, don-
de la coloqué visiblemente.
(No es que haya menester de su presencia para acordarme
de mis amigos;
En estos últimos tiempos no hago más que pensar en
ellos.)
Sin embargo, esta rama constituye para mí un símbolo
precioso, me hace pensar en el afecto viril;
A pesar de todo, y aunque este roble fructifica, allá en la
Luisiana, completamente solo en un amplio espacio descu-
bierto,
Proyectando año tras año sus alegres hojas, sin tener jun-
to á él un amigo, un tierno camarada,
Comprendo y reconozco que no podría imitarlo.



Pensamiento

Pienso en los que han alcanzado altas posiciones,
Ceremonias, riqueza, saber y demás ventajas.
(Para mí todo lo que han alcanzado se desprende de ellos,
excepto los resultados que dichas ventajas tienen para su
cuerpo y para su alma.
De modo que frecuentemente se me aparecen descarnados
y desnudos,
Y en vez de enaltecer, cada cual escarnece á los otros ó se
escarnece á sí mismo ó á sí misma,
Y en cada uno de ellos, el corazón de la vida, es decir, la
felicidad, está llena del infecto excremento de los gusanos,
Y con frecuencia, estos hombres y estas mujeres pasan,
Sin saberlo, ante las verdaderas realidades de la vida ilu-
minados por engañosas apariencias,
Atentos á lo que les impone la costumbre, y nada más,
Semejantes á sonámbulos dormidos, que andan tristes y
precipitados por las tinieblas.)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 40] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Silenciosa y paciente, una araña

Silenciosa y paciente, una araña,
Aislada en un pequeño promontorio, yo la veía,
Explorar el vasto espacio que la rodeaba,
Proyectando fuera de ella filamentos, filamentos, fila-
mentos,
Que devanaba y tejía infatigablemente.

Tú también, ¡oh alma! allí donde te hallas,
Oprimida, aislada, en los infinitos océanos del espacio,
Meditas sin cesar, te aventuras, buscas las esferas para
unirlas,
Hasta que el puente que has menester esté construído.
Hasta que el ancla dúctil arraigue firmemente,
Hasta que el hilo virginal que proyectas fuera de ti, se en-
ganche en algún lado, ¡oh alma mía!



Cuadro

Cuadro visto de una ojeada á través de un resquicio.
Un grupo de operarios y cocheros congregados alrededor
de una estufa en la sala de un bar, una tarde de invierno al
anochecer, y yo también, sentado en un rincón, inadvertido;
Un joven que me quiere y yo estimo se aproxima en
silencio, y viene á sentarse á mi lado, contento de estrechar
mi mano,
Largo rato, en medio del ruido de las idas y venidas, de
las libaciones, de los juramentos, de las chanzas,
Quedamos allí, los dos, satisfechos, felices de estar juntos,
hablando poco, y á veces no pronunciando una palabra.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 41] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Este polvo fué antaño un hombre

Este polvo fué antaño un hombre,
Suave, simple, justo y resuelto, bajo cuya prudente mano,
Frente al crimen más abominable conocido en la historia
de todos los países y de todas las edades,
Se salvó la unión de estos Estados.



A los Estados

A los Estados, ó á cualquiera de entre ellos, ó á una ciudad
cualquiera de los Estados, le digo: Resiste mucho, obedece
poco,
Una vez admitida la obediencia sin protesta, es la servi-
dumbre total.
Una vez esclavizada totalmente, ninguna Nación, Estado
ó Ciudad de la tierra volverá á reconquistar su libertad.



España (1873-1874)

De los negros flancos de enormes nubes,
Entre los escombros del mundo feudal y los esqueletos
amontonados de los reyes,
De ese antiguo osario que es la Europa entera de las mas-
caradas hechas povlo,
Catedrales derrumbadas, palacios desmigajados, tumbas
levíticas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 42] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¡Mirad! He aquí que aparecen las rejuvencidas facciones
de la Libertad,
He aquí que aparece el mismo rostro inmortal. (Una visión
rápida como el rostro de tu madre ¡oh América!
Un relámpago significativo como el de una espada,
Luce hacia ti.)

No creas que te olvidamos, madre nuestra;
¿Has quedado largo tiempo atrás?
¿Las nubes van á cerrarse de nuevo sobre ti?
¡Ah! pero ya te has mostrado á nosotros, en persona,
Ahora te conocemos,
Dejándote entrevar nos has dado una prueba infalible,
¡De que allí como en todos lados aguardas tu hora!



A un historiador

Vos que ilustráis el pasado,
Que habéis explorado lo externo, la superficie de las razas
la vida que se deja ver,
Que habéis considerado al hombre como la criatura de la
política, de las colectividades, de los gobiernos y de los sa-
cerdotes;
Yo, habitante de los Alleghanjo, considerándolo tal como
en sí mismo, en sus propios derechos,
Tomando el pulso de la vida que raramente se ha dejado
ver (la gran altivez del hombre, en sí propio),
Cantor de la personalidad, esbozando lo que aun está por nacer,

¡Proyecto la historia del futuro!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 43] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




La Morgue

A las puertas de la Morgue en la ciudad,
Como anduviera ocioso tratando de aislarme del tumulto,
Me detuve curioso.
¡Vedla, pues! Esta resaca de paria,
Una pobre ramera muerta que acaban de traer.
Depositan allí su cadáver, que nadie ha reclamado, yacen-
te sobre el húmedo suelo de ladrillos.
La mujer divina; su cuerpo,
No veo más que su cuerpo,
No miro más que eso,
Esa estancia ayer desbordante de pasión y de belleza, no
veo más que eso;
Ni el silencio tan glacial, ni el agua que fluye de la cani-
lla, ni los olores cadavéricos me impresionan,
¡Sólo la estancia, esa prodigiosa estancia, esa delicada y
espléndida estancia, esa ruina!
Esa inmortal estancia, más suntuosa que todas las hileras
de edificios construídos y por construir!
O que el Capitolio de blanco domo rematado por una ma-
jestuosa estatua,
O que todas las viejas catedrales de flechas altivas;
Esta pequeña estancia es más que todo eso, pobre estancia,
estancia desesperada,
Bella y terrible despojo—alojamiento de un alma—, alma
ella misma;
Casa que nadie reclama, casa abandonada
Acepta un soplo de mis labios trémulos,
Acepta una lágrima que vierto en tanto me alejo pensan-
do en ti,
Estancia de amor difunta, estancia de locura y de crimen,
deshecha en polvo, triturada,
Estancia de vida, antaño llena de palabras y de risas,
Mas ¡ay! pobre estancia, ya estabas muerta por entonces;
Desde meses, desde años atrás, eras una casa amueblada
resonante, pero muerta, muerta, muerta.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 44] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Como meditaba en silencio

Como meditaba en silencio,
Considerando mis poemas, deteniéndome largamente en
ellos,
Un Fantasma de rostro desconfiado se levantó ante mí
Terrible de belleza, de edad y de potencia,
El genio de los poetas del antiguo mundo.
Que mirándome con ojos de llama,
Señalando su índice sendos cantos inmortales,
Me dijo con voz amenazante: «Qué cantas tú?
¿No sabes que no hay más que un solo tema para los bardos
inmortales?
¿El tema de la guerra, la fortuna de los combates,
La creación de verdaderos soldados?»

«Sea—respondíle entonces—;
Yo también, sombra altanera, canto de guerra, una guerra
más larga y más grande que otra alguna
Que contenía en mi libro, con suertes diversas,
Con marchas adelante y retiradas, con victorias diferidas
é inciertas,
(Sin embargo la victoria me parece segura, ó casi segura
al fin), teniendo el mundo por campo de batalla;
Guerra de vida y muerte, para el cuerpo y para el alma
eterna,
Oíd: yo también he venido para cantar el canto de los
combates,
Yo también, por encima de todo, suscito bravos soldados.»

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 45] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




¡Oh capitán! ¡Mi capitán!

¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha ter-
minado,
La nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el
anhelado premio,
Próximo está el puerto, ya oigo las campanas y el pueblo
entero que te aclama,
Siguiendo con sus miradas la poderosa nave, la audaz y
soberbia nave;
Mas ¡ay! ¡oh corazón! ¡mi corazón! ¡mi corazón!
No ves las rojas gotas que caen lentamente,
Allí, en el puente, donde mi capitán
Yace extendido, helado y muerto.

¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Levántate para escuchar las
campanas.
Levántate. Es por ti que izan las banderas. Es por ti que
suenan los clarines.
Son para ti estos búcaros y esas coronas adornadas.
Es por ti que en las playas hormiguean las multitudes,
Es hacia ti que se alzan sus clamores, que se vuelven sus
almas y sus rostros ardientes.
¡Ven, capitán! ¡Querido padre!
¡Deja pasar mi brazo bajo tu cabeza!
Debe ser sin duda un sueño que yazgas sobre el puente.
Extendido, helado y muerto.

Mi capitán no contesta, sus labios siguen pálidos é in-
móviles,
Mi padre no siente el calor de mi brazo, no tiene pulso ni
voluntad,
La nave, sana y salva, ha arrojado el ancla, su travesía ha
concluído.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 46] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¡La vencedora nave entra en el puerto, de vuelta de su es-
pantoso viaje!
¡Oh playas, alegraos! ¡Sonad, campanas!
Mientras yo con doloridos pasos
Recorro el puente donde mi capitán
Yace extendido, helado y muerto.



Allá á lo lejos...

Allá á lo lejos en una isla de maravillosa belleza,
Una antigua madre, acurrucada sobre una tumba, solloza
su dolor;
Antaño reina, hogaño tendida en tierra, lívida y hara-
pienta,
Sus viejos cabellos blancos caen en desorden alrededor de
sus espaldas,
A sus pies yace inútil un arpa real, muda desde hace
tiempo,
También ella hace mucho tiempo que yace allí muda,
Llorando sus esperanzas y sus herederos sepultados;
Su corazón es el más henchido de dolor que haya sobre la tierra

Porque es el más henchido de amor.

Oye un palabra, antigua madre.
No permanezcas más tiempo acurrucada allí sobre la tierra
glacial, con la frente en tus rodillas.
No continúes allí, bajo el velo de tus viejos cabellos blan-
cos en desorden;
Sábelo de una vez: el que lloras no está encerrado en esa
tumba,
Fue una ilusión, el hijo que amas no había muerto en rea-
lidad,
El amo no había muerto, ha resucitado joven y robusto en
otra región;
Mientras tú te lamentabas allí, sobre su tumba, junto á tu
arpa caída en tierra,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 47] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El que lloras se ha evadido, soliviantado de su tumba.
Los vientos le empujaban, y la mar le conducía,
Y hoy, con su sangre renovada y en flor,
¡Se mueve en un país nuevo!



Dadme vuestro espléndido sol

Dadme el espléndido y silencioso sol asaeteando en el total
deslumbramiento de sus rayos.
Dadme el jugoso fruto de otoño, recogido maduro y rojo
en el vergel,
Dadme un campo donde la hierba crece lujuriosa,
Dadme un árbol, dadme los racimos en el parral,
Dadme el maíz y el trigo nuevos, dadme los animales que
se mueven con serenidad, y enseñan la conformidad,
Dadme estas tardes de absoluto silencio que se espacían
sobre las antiplanicies al Oeste del Mississipi, en las que pue-
da elevar los ojos hacia los astros,
Dadme un jardín con magníficas flores, que perfumen la
aurora donde pueda pasearme tranquilo,
Dadme un hijo que me enorgullezca; dadme, muy lejos y
apartado del mundo, una vida doméstica y campestre,
Dejadme gorjear para mí solo, llenar de cantos espontá-
neos mi voluntaria reclusión,
Dadme la soledad, dadme la Naturaleza, restitúyeme, ¡oh
Naturaleza! tus sanas primitividades.

Sí; necesito que todo eso me sea dado (harto de sobreexci-
tación incesante y torturado por la lucha guerrera),
Pido sin cesar que me sea dado eso, lo pido á gritos que
emergen de mi corazón,
Y sin embargo, á pesar de reclamarlo sin descanso, per-
manezco atado á mi ciudad,
Los días se suceden y los años pasan, ¡oh ciudad! y siempre
piso tus calles,
Me tienes encadenado, por mucho tiempo, rehusas dejarme
partir,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 48] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Acordándome, sin embargo, el hacer de mí un hombre sa-
ciado, enriqueciendo mi alma con los millones de rostros que
constantemente me brindas.
(Ahora veo lo que deseaba huir, resisto á mis gritos, los
rechazo, veo que mi alma pisotea lo que más reclamaba.)

Guardad vuestro espléndido y silencioso sol,
Conserva tus selvas, ¡oh Naturaleza! y los recodos apaci-
bles á orillas de los prados.

Guarda tus campos de trébol y de centeno, tus campos de
maíz y tus vergeles,
Guarda los campos floridos donde zumban las abejas sep-
tembrales;
Dadme los rostros y las calles.
¡Dadme los fantasmas que desfilan incesantes é lo largo de
las aceras!
Dadme los ojos incontables.
¡Dadme los camaradas y los amigos á millares!
Que todos los días se renueven.
¡Que cada mañana mis manos estrechen nuevas manos
amigas!
Dadme espectáculos semejantes.
¡Dadme las calles de Manhattan!
¡Dadme Broadway, con los soldados que desfilan!
¡Dadme la sonoridad de las trompetas y de los tambores!
(Los soldados que desfilan por compañías, por regimentos.
Unos que parten ardientes y despreocupados,
Otros que han concluído su servicio y vuelven á las filas,
jóvenes y no obstante viejos, caminando sin fijarse en nada.)
¡Dadme las riberas y los muelles, con su pesada franja de
negras naves!
¡Oh! ¡que todo eso sea para mí! ¡Oh, la vida intensa, llena
hasta desbordar y diversa!
¡La vida de los teatros, de los cafés, de los music-halls ,
de los hoteles enormes para mí!
¡La cantina del barco á vapor!
¡La multitud de los excursionistas!
¡Las procesiones nocturnas al resplandor de las antorchas!
La brigada de densas filas que parte para la guerra seguida
de furgones militares en los que se amontonan sus provi-
siones;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 49] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Gentes de todas layas y procedencias, en oleadas mundia-
les, con voces fuertes, con pasiones y espectáculos imponentes,
Las calles de Manhattan con su potente palpitación, con
tambores que redoblan como ahora,
El coro rumeroso y perpetuo (el resbalar y el chis-chás de
los fusiles, la vista misma de los heridos)
¡Las olas de Manhattan con su coro turbulento y músical!
Los rostros y los ojos de Manhattan, dádmelos todos para
mi.



Hijos de Adam

Yo, el poeta de los Cantos Adámicos,
Desbordante de vida; fálico, poseedor de potentes y origi-
nales riñones, perfectamente puro,
Indestructible, inmortal, retorno á través de las edades.

Ahora recorro el nuevo Edén, el gran Oeste de mi raza,
evoco sus capitales,
Mientras me abandono á mi delirio. Anunciando la venida
de cuanto es engendrado;
Ofreciendo estos Cantos, ofreciéndo yo mismo,
Bañando en el sexo mi ser y mis himnos,
Retoño de mi semen.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 50] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Canto de la bandera, al amanecer


El Poeta

¡Oh! un canto nuevo, un canto libre,
Que flamee, flamee, flamee con sonidos y voces
siempre diversas,
Con la voz del viento y los redobles del tambor,
Con la voz de la bandera, la voz del niño, la voz del mar
y la voz del padre,
Un canto que vuleve á ras de tierra, se cierna en los aires,
Descienda á la tierra en que se hallan el padre y el niño,
Torne á los altos aires donde ambos vuelven sus ojos,
Para ver flamear la bandera al apuntar la aurora,

¡Palabras! ¡Libros hechos con palabras! ¿Qué sois?
Nada más que palabras: para oir y para ver
Debéis salir al aire libre en el que elevo mi canto,
Porque allí debo cantar
Con la bandera y el pendón flameantes.

Tejeré las cuerdas y las retorceré;
El deseo del hombre y el deseo del niño,
Sí, los entrelazaré, infuniéndoles vida;
Introduciré en él la punta relampagueante de las bayo-
netas,
Haré silbar las balas y las granadas,
(Y proyectándolo en torno y á lo lejos, como un símbolo y
una amenaza del futuro,
Gritaré, con estridor de trompetas: ¡De pie, y atención!
¡Atención, y de pie!)
Bañaré en ondas de sangre mi poema, lo llenaré de volun-
tad y de alegría,
Y en seguida lo lanzaré al espacio por que rivalice
Con la bandera y el pendón flameantes.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 51] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




El Pendón
¡Sube, sube, bardo! ¡oh bardo!
¡Sube, sube, alma, oh alma!
Sube, sube, tierno y querido niño,
Ven á volar conmigo, entre las nubes y los vientos, á go-
zar conmigo en la infinita luz.



El Niño
Padre, ¿qué es esa cosa, allá en el cielo, que me hace
señas
Con sus largos dedos?
¿Qué es lo que está diciendo?



El Padre
Eso que ves en el cielo es poca cosa, hijo mío,
No dice nada. Mira, más bien, chiquillo,
Esos objetos deslumbradores en las casas vecinas,
Mira cómo se aren las agencias comerciales,
Mira los vehículos repletos de mercaderías, que comienzan
a circular por las calles,
¡Oh, eso, eso sí que es precioso! ¡Cómo se trabaja por po-
seerlo!
¡Cuán envidiadas son tales cosas en toda la tierra!



El Poeta
Fresco, en su púrpura rosada, el sol se eleva,
El mar ondula en el azúl lejano, cabalgando sobre sus
amplias vías,
El viento avanza sobre el mar soplando hacia la tierra,
El vasto y gallardo viento que sopla incansable del Oeste
ó del Sudoeste,
Y que patina tan levemente sobre las aguas levantando
espumas de una blancura láctea,
Más, no soy el mar ni el rojizo sol,
Ni el viento con su risa de jovencilla,
Ni el inmenso viento que fortifica, ni el viento que fustiga,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 52] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Ni el espíritu que continuamente fustiga al cuerpo, hasta
el terror y la muerte,
Sino aquel que viene invisible, y canta, canta, canta,
Que balbucea en los ríos, desciende sobre las maravillas
de la tierra.
Que las aves de los bosques admiran por las mañanas y
por las tardes,
Que las arenas de la playa conocen y las sonantes ondas,
Lo propio que esa bandera y ese pendón
Que allá en lo alto flamean, flamean.



El Niño
¡Oh padre! Esa cosa está viva—está llena de gentes—, tiene
hijos,
Me parece que ahora mismo habla á sus hijos,
Yo la oigo—ella me habla—. ¡Oh, qué maravilla!
¡Cómo se dilata—y se despliega y revolotea—, oh pa-
dre mío!
Y es tan amplia, que cubre todo el cielo.



El Padre
Calla, calla, loco hijo mío.
Lo que dices me llena de angustia, me desagrada mucho.
Mira donde miran los demás, te repito; no te entretengas
en lo alto,
Con las banderas y los pendones.
Admira más bien la calzada ciudadosamente barrida y la
solidez de los muros de las casas.



La Bandera y el Pendón
Habla el niño, ¡oh bardo! en nombre de Manhattan,
A todos nuestros hijos, ¡oh bardo! del Sur y del Norte de
Manhattan,
Conságranos este día, por encima de todo; muéstranos
señoreando todo, sin que sepamos la causa de ello,
¿Pues qué otra cosa somos sino pedazos de tela, sin
más uso
Que el de flamear al viento?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 53] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




El Poeta
Yo siento y veo algo más que pedazos de tela,
Siento la marcha de los ejércitos, oigo el grito del cen-
tinela,
Oigo el jubiloso clamor de millones de hombres. ¡Oigo la
Libertad!
Oigo resonar las trompetas y redoblar los tambores,
Yo mismo, en instantáneo ímpetu, me levanto y vuelo,
Vuelo con las alas del pájaro
marino, y como desde una cumbre dirijo mis miradas hacia
bajo:
Yo no niego los preciosos resultados de la paz, veo ciuda-
des populosas con incalculables riquezas.
Veo granjas innúmeras; veo campesinos trabajando en sus
campos ó en sus granjas,
Veo obreros en sus labores, veo por todos lados edificios en
construcción,
Veo hileras de vagones que ruedan á lo largo de las vías
férreas, arrastrados por locomotoras,
Veo los almacenes, las estaciones de Boston, de Baltimore,
de Charleston, de Nueva Orleáns.
Veo á lo lejos, en el Oeste, el inmenso dominio de los ce-
reales; me cierno un momento sobre él;
Vuelo hacia las selvas del Norte, explotados por su madera;
luego á las plantaciones del Sur, luego hacia California;
Abarcando simultaneamente todo el Continente, veo las
ganancias incalculables, las multitutdes ocupadas, los salarios
ganados,
Veo la identidad formada por treinta y ocho espaciosos y
soberbios Estados (Y muchos otros en el porvenir),
Veo fortalezas en las costas portuarias, veo las naves que
entran y salen;
Y sobre todas estas cosas (¡Sí! ¡Sí!) mi pequeño y sutil
pendón, alargado en forma de espada,
Asciende vivamente en señal de guerra y de desafío—ahora
mismo lo han izado las drizas—,
Al lado de mi larga bandera azul, al lado de mi bandera
estrellada,
Como persiguiendo la paz por todos los mares y los conti-
nentes de la tierra.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 54] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




La Bandera y el Pendón
Todavía más fuerte, más alto, más sonoro, ¡oh bardo!
¡Difúndete en el espacio y en el tiempo!
Que nuestros hijos no crean que sólo significamos riqueza
y paz,
También podemos ser, si lo queremos, terror y estrago—y
tales somos ahora—
Ahora no somos ninguno de estos espaciosos y soberbios
Estados (ni cinco ni diez)
No somos los mercados, los depósitos ni los bancos de la
ciudad,
Somos todo eso y lo demás; la tierra inmensa y bruna,
Y las minas que existen debajo de ella, son nuestras,
Nuestras son las ondas de los mares, y los ríos ínfimos y grandes,

Nuestros los campos que riegan las cosechas y los frutos,
Nuestras las bahías, los canales, y las naves que entran
y salen—sobre todo eso—.
Sobre el dominio que se extiende á nuestra sombra, sobre
los tres ó cuatro millones de millas cuadradas, sobre las ca-
pitales,
Sobre los cuarenta millones de almas (ahora pasan de cien
millones). Sí, ¡oh bardo! en la vida y en la muerte,
Nosotros, realmente nosotros, flotando, supremos aquí, en
la altura,
No sólo en el presente, sino por millones de años,
Enviamos este canto al alma de un pobre y pequeño niño.



El Niño
¡Oh padre mío! Las casas no me dicen nada.
Nunca tendrán valor á mis ojos; yo no amo ni quiero el
dinero;
Lo que yo querría es subir allá arriba, padre querido, estar
cabe la bandera que amo.
Querría ser ese pendón; es menester que lo sea.



El Padre
Me llenas de angustia, hijo mío;
Ser ese pendón sería un destino demasiado espantoso,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 55] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Ignoras lo que significa en el día de hoy y eternamente;
Significa no ganar nada; arriesgarlo y osarlo todo,
Significa destacarse en la vanguardia de las batallas, ¡y en
que batallas! ¿Qué tienes tú que ver con todo eso?
¿Con las pasiones demoníacas, con las carnicerías y la
muerte prematura?



La Bandera
Entonces lo que yo canto son los demonios y la muerte.
Lo acojo, lo quiero todo en mi canto, sí, todo, pendón de
guerra en forma de espada;
Un placer nuevo y extáctico, y el afán que los niños bal-
bucean,
Mezclarlo á los rumores de la pacífica tierra y á las mare-
jadas del Océano,
Y las negras naves que combaten envueltas en ciclones de
humareda,
Y el frío glacial del lejano, lejanísimo Norte, y el zumbido
de los cedros y de los pinos,
Y el redoble de los tambores, y el paso marcial de los sol-
dados,
Y el sol que diluvia sus quemantes rayos,
Y las olas que se estrellan en las playas de mi costa occi-
dental, y las que avanzan sobre mi costa oriental,
Y todo lo que se extiende entre ambas costas, y mi Missis-
sipi, de eterna corrinete, con sus curvas y sus cascadas,
Y mis campiñas del Illinois, y mis campos de Kansas, y
mis vegas de Missouri,
Y el Continente, afirmando su identidad sobre todo, sin
olvidar un átomo.
¡Oh canto mío, difúndete como un torrente! Sumerge bajo
las ondas de todo, y del producto de todo, lo que interroga y
lo que canta,
Funsiona, acapara, exige devóralo todo:
Ya no hablamos con tiernos labios ni consonidos musi-
sicales,
Ya no más persuasivos; irrumpimos guerramente en las
tinieblas,
Croando como cuervos en el viento.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 56] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




El Poeta
Mis miembros y mis arterias se dilatan; al fin se manifies-
ta el motivo de mi canto:
Bandera tan vasta que surges de la noche, yo te canto
altanera y resuelta,
Yo me escapo del reducto en que durante tanto, tanto tiempo
he esperado, ciego y sordo,
Mi oído y mi lengua me han sido restituídos (un pequeño
niño me ha iluminado),
Oigo de lo alto, ¡oh pendón de guerra! en tu irónico lla-
mado
Gritar: ¡Insensato! ¡Insensato! Sin embargo, yo te canto,
¡oh bandera!
En verdad, no eres las casas pacíficas, ni todo ó parte de
su prosperidad. (Si es necesario te daremos cada una de estas
casas para que las destruyas.
Si no meditas la destrucción de estas casas preciosas que se
alzan tan sólidas, llenas de bienestar, construídas á fuerza de
tanto dinero,
¿Entonces pueden levantarse en toda su solidez?
Ni una hora, á menos que tú también flamees dominadora,
por encima de ellas y de todos.)
¡Oh bandera! no eres dinero precioso, ni producto de los
trabajos industriales, ni grato alimento material,
Ni las mercancías acumuladas, ni las que son descargadas
de los vapores en los muelles,
Ni las soberbias naves impulsadas á vela ó á vapor, que van
á los países remotos en procura de cargamentos,
Ni las máquinas, ni los carruajes, ni el comercio, ni las
ganancias,
Eres tal como yo te quiero, tal como te veré en adelante
(Surgiendo, del seno de la noche, con tu racimo de estr-
llas, de estrellas que aumentan sin cesar),
La que divide el alba, corta el aire, acaricia el sol y mide
el cielo
(Percibida y amada apasionadamente por un pobre y pe-
queño niño,
En tanto otros trabajan ó conversan, afanosamente predi-
cando el eterno aborro, ¡el ahorro!)
¡Oh tú, señor de la altura, ¡oh pendón tú que ondulas como
una sierpe crujiendo tan extrañamente,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 57] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Tú, que imperas donde no llega la mano, tú que solo eres
una idea;
Tú, por quien, á pesar de ello, se lucha tan encarnizada-
mente, corriendo el albur de una muerte sangrienta!
¡Oh pendón querido!—¡Tan querido!—¡Y tú, bandera que
anuncias el día con tus estrellas raptadas á la noche!
Objeto invalorable, sin precio, imán de los ojos, por enci-
ma de todo, y exigiéndo todo (poseedor absoluto de todo),
¡Oh bandera! ¡Oh pendón!
Yo también abandono todo lo demás. Por grande que sea
El resto, no es nada. Las máquinas, las casas, no son nada.
No las veo.
Sólo te veo á ti, ¡oh pendón guerrero! ¡Oh bandera tan am-
plia, surcada de listas! Solo te canto á tí,
¡Flameando al viento, allá en la altura!



¡Pioners! ¡Oh pioners!

Vamos, hijos presurosos...
Seguidme en orden, aprestad vuestras armas,
¿Tenéis vuestras pistolas? ¿Lleváis afiladas vuestras hachas?
¡Pioners! ¡Oh pioners!

No podemos arrastrarnos aquí,
Tenemos que seguir, queridos, tenemos que sostener el
choque de los peligros,
Nosotros, las jóvenes, razas musculosas, nostotros, sobre
quienes cuentan los demás,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Vosotros, los jóvenes, los mocetoues del Oeste,
Tan impacientes, tan ávidos de acción, tan desbordantes
de fiereza viril y de amistad,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 58] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Os veo distintamente, mocetones del Oeste, alargar el
paso en la vanguardia,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¿Las razas mayorazgas se han detenido?
¿Debilitadas, interrumpen su lección, llenas de fastidio,
allende los mares?
Nosotros seguimos la eterna empresa, cargamos con el
fardo y la lección,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Dejamos atrás todo el pasado,
Desembocamos en un mundo nuevo y mayor, un mundo
diverso,
Incólumes y fuertes nos apoderamos de este mundo, mun-
do de labor y de marcha,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Desprendemos destacamentos al paso doble,
Cuesta abajo, por los desfiladeros y hacia las cumbres de
los arduos montes;
Conquistadores, nos apropiamos todo, osando, si arries-
gándonos á medida que hollamos las rutas desconocidas,
Pioners! ¡Oh pioners!

Vamos talando las selvas primitivas,
Remontamos los ríos, atormentamos la tierra, abrimos
minas, profundamente,
Deslindamos la vasta superficie, removemos la tierra
virgen,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Somos los hijos del Colorado,
De los picos gigantescos, de las grandes sierras, de las al-
tiplanices;
De las minas y de los barrancos; venimos de seguir la
pista de la caza,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

De Nebraska, de Arkansas,
Surgimos de la raza del Centro, del Missourí. La sangre
del Continente se ha mezclado en nuestras venas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 59] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Estrechamos las manos de todos los camaradas, los del Me-
diodía y los del Norte,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¡Oh raza irresistible y sin reposo!
¡Oh raza querida en vosotros todos! ¡El tierno amor que le
inspiráis tortura, mi corazón!
Me lamento y, sin embargo, me regocijo en los transpor-
tes de amor que me inspiráis todos vosotros,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Llevad bien alta la poderosa madre, la soberana,
Haced ondular bien alto la delicada soberana, por encima
de todos alzad la soberana estrella (inclinaos todos),
Llevad bien alto la soberana aquilina y guerrera, la sobe-
rana austera, impasible, armada,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Escuchad, hijos míos, mis osados hijos:
Por las multitudes que talonean nuestra retaguardia, jamás
habremos de detenernos ni titubear,
Allá á lo lejos, detrás nuestro, los millones de fantasmas
de las edades nos contemplan con ojos severos, y nos em-
pujan,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Siempre más lejos avanzan nuestras compactas filas,
Siempre nos llegan refuerzos; la vida colma rápidamente
los vacíos que nos hace la muerte;
A través de batallas y de derrotas avanzamos sin detener-
nos jamás,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¡Oh, morir yendo adelante!
¿Algunos de nosotros están por dejarse caer para morir?
¿Ha sonado su hora?
Entonces, la muerte que nos cuadra la encontraremos en
marcha, seguros de que el vacío que dejaremos será breve,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Todas las pulsaciones del mundo
Oídlas batir al unísono de nosotros, batir con el movi-
miento del Oeste;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 60] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Aislados ó agrupados, avanzando al paso doble en la van-
guardia, todos van con nosotros,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Los esplendores diversos y frondosos de la vida,
Todas las figuras y todos los espectáculos, todos los obre-
ros en su obra,
Todos los marinos y todos los continentales, todos los
amos y todos los esclavos,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Todos los infortunados que aman el silencio,
Todos los prisioneros en las prisiones, todos los justos y
todos los malos,
Todos los alegres, todos los dolorosos, todos los vivos y
todos los muertos,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Yo también, con mi alma y con mi cuerpo,
Iremos, curioso trío, escogiendo y vagando por nuestra
ruta,
Recorriendo estas riberas, entre las sombras, mientras
nos asedian las apariciones,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¡Mirad, el orbe rodante que hiende el espacio!
Ved, alineados, alrededor los orbes fraternales, los soles y
los planetas,
Todos los días deslumbradores, todas las noches místicas,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Esos nos pertenecen, están con nosotros,
Todos laboran en la obra primordial y necesaria, en tanto
detrás de ellos los que les seguirán aguardan, embrionarios:
Y somos nosotros los que vamos á la cabeza de la proce-
ción del día, somos nosotros los que abrimos el camino para el viaje,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¡Oh vosotros, hijos del Oeste!
¡Oh vosotros, los jóvenes y los mayores!
¡Oh vosotras, las madres y las esposas!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 61] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Jamás debéis ser separadas, en nuestras filas marcharéis
unidas,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¡Rápsodas latentes en las praderas!
(Bardos amortajados de otros países, podéis reposar en paz,
vuestra obra está acabada),
Pronto os oiré venir cantando, pronto os levantaréis para
marchar con nostoros,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

Ni las deleitosas dulzuras,
Ni los cojines, ni las bestias de carga, ni la paz estudiosa,
Ni la riqueza segura y enervante, ni las dichas incoloras
son para nosotros,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¿Los golosos Trímalciones se divierten?
¿Los dormilones ahítos dormitan? ¿Han cerrado y atranca-
do sus puertas!
No importa, sean para nosotros la dura pitanza y la fraza-
da sobre la tierra,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

¿Ha cerrado la noche?
¿Fué demasiado penosa la última jornada?
¿Nos hemos detenido en mitad de la ruta, desalentados,
dejando caer la cabeza?
Entonces os concedo una hora fugitiva para hacer alto y
descansar, una hora de olvido,
Pioners! Oh pioners!

Hasta que con un estallido de clarines
Lejos, muy lejos, retumbe el llamado del alba, ¡oíd! Altí-
simo y claro le oigo resonar,
¡Pronto! ¡A la vanguardia del ejército!
—¡Pronto! De un salto ocupad vuestras filas,
¡Pioners! ¡Oh pioners!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 62] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Imágenes

He encontrado un vidente.
Que desdeñaba los matices y los objetos de este mundo,
Los campos del arte y del saber, los placeres, los sentidos.
Para buscar imágenes.

No pongas más en tus cantos—me dijo—
La hora ni el día enigmáticos, los segmentos ni las partes
yuxtapuestas,
Pon, ante todo, como una luz para el resto, y un himno
de introducción para los demás,
El canto de las imágenes.

Siempre el obscuro comienzo,
Siempre el crecimiento, la vuelta íntegra del circulo,
La cumbre siempre y el derrumbe final (para resurgir fa-
talmente),
¡Imágenes! ¡Imágenes!

Siempre la mudanza,
Siempre la materia que cambia, se desmigaja y se rein-
tegra,
Siempre los talleres, las fábricas divinas,
Que engendran las imágenes.

¡Ved! yo ó vosotros,
Mujer ú hombre, Estado, conocido ó desconocido;
Nosotros que parecemos construir riqueza compacta, fuerza
y belleza,
En realidad no construímos más que imágenes.

La apariencia que se desvanece,
La substancia de un sueño de artista, ó de los largos estu-
dios del sabio,
Los esfuerzos del guerrero, del mártir, del héroe,
Se reducen á plasmar su imagen.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 63] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


De toda vida humana
(Las unidades, reunidas, controladas, sin omitir un pensa-
miento, una emoción, un acto),
El conjunto grande ó pequeño se halla recapitulado, adi-
cionado,
En su imagen.

La vieja, viejísima impulsión,
Asentada sobre las antiguas cumbres, lo propio que en las
más altas y nuevas.
Levantadas por la ciencia y el análisis modernos,
Coincida en la vieja, viejisima impulsión: las imágenes.

El mundo actual y nuestro,
La América atareada, suparabundante, confusa, en tor-
bellinos,
En sus masas y en sus individuos existe únicamente para
manifestar
Las imágenes actuales.

Estos, y los del pasado,
Los de los países desapercibidos, de todos los reinos de los
reyes de ultramar,
Conquistadores de antaño, cruzados antiguas, periplos de
los viejos marinos.
Son imágenes que se unen.

La densidad: la fecundidad, las fachadas,
Los estratos de las montañas, los terrenos, las rocas, los
árboles gigantes
Que han nacido y desaparecerán en tiempos remotos,
Viven largo tiempo sólo para dejar
Imágenes eternas.

Exaltado, arrobado, en éxtasis,
Lo visible no es más que la matriz de sus natales,
Poseído de una tendencia cíclica al plasmar, plasmar toda-
vía, plasmar siempre,
La colosal imagen de la tierra.

Todo el espacio, todo el tiempo
(Los astros, las espantosas perturbaciones de los soles,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 64] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Que se inflan, se desploman, acaban realizando su destino
largo ó breve),
No estén más que llenos de imágenes.

Las miríadas silenciosas,
Los océanos infinitos donde confluyen los ríos,
Las inumerables identidades libres y distintas como la
vista,
Las verdaderas realidades, son las imágenes.

No este el mundo,
Ni estos los Universos: son ellos los Universos,
El sentido y el fin, la permanente vida de la vida;
Ellos, las imágenes, las imágenes.

Más allá de tus lecciones, sabio profesor
Más allá de tu telescopio ó de tu espectroscopio, observa-
dor sagaz,
Más allá de todas las matemáticas,
Más allá de la cirugía y de la anatomía del médico,
Más allá del químico y de su Química,
Están las entidades de las entidades: las imágenes.

Móviles y no obstante fijas,
Persistirán siempre, como siempre fueron y son,
Llevando el presente al porvenir infinito,
Las imágenes, las imágenes, las imágenes.

El profeta y el bardo
Continuarán en las regiones siempre más elevadas,
Como los mediadores del mundo moderno
Y de la Democracia, interpretando para ambos,
Dios y las imágenes.

Y tú, alma mía
Tus dichas, tu incesante inquietud, tus exaltaciones,
Tu aspiración ampliamente satisfecha al fin, te preparan
de nuevo para recibir
Tus compañeras, las imágenes.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 65] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Tu cuerpo permanente,
El cuerpo oculto dentro de tu cuerpo,
La única razón de ser de la forma que eres, el yo real,
Es una visión, una imagen.

Tus propios cantos no están en tus cantos,
No hay acentos únicos para cantar, ninguno existe por
si solo.
Resultan del conjunto, y se elevan al fin, cerniéndose
Como la redonda y plena imagen de un Orbe.



Pensamientos

Pienso en la opinión pública,
En el mandato pronunciado, tarde ó temprano, con voz
serena y fría (¡cuán impasible! ¡cuán segura y última!)
En el Presidente, con el rostro pálido preguntándose en
secreto: ¿Qué dirá al fin el pueblo?
En los jueces frívolos, en los diputados, en los goberna-
dores, en los alcaldes corrompidos, en todos los que conclu-
yen por ser descubiertos;
En los clérigos, gruñendo y lloriqueando (pronto serán
abandonados por todos),
En el declinar, año tras año, del respeto religioso, de las
sentencias emanadas de los funcionarios, de los códigos y de
las escuelas,
En la elevación cada vez más alta, más fuerte y más vasta
de las intuiciones de los hombres y de las mujeres, en la ele-
vación del sentimiento de la alta estima de Sí mismo y de la
Personalidad,
Pienso en el verdadero Nuevo Mundo, en las Democracias
resplandecientes en su totalidad,
En la política, en los ejércitos, en las marinas que se ajus-
tan á ellas,
En su irradiación solar, en su luz inherente, superior á
todas las demás,
Envolviéndolo, saturándolo, reverdeciéndolo, transfigurán-
dolo todo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 66] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Hacia el Edén

Prisioneras, dolorosas, perlas líquidas,
Substancias de mi ser sin la cual no sería nada,
He resuelto glorificaros y lo haré, aunque quede solo entre
los hombres;
Voz mía retumbante, arranca de tu mayor profundidad
El canto del falo, el canto de la procreación.

Canta la necesidad de engendrar hijos espléndidos—y por
ellos—de espléndidos adultos.
Canta la erección del músculo y la fusión de los seres;
Canta el canto de la compañera de lecho (¡oh, el irresisti-
ble impetu!
¡Oh, para todos, sin excepción, la ansiedad del cuerpo com-
plementario!
¡Oh, para vos, quienquiera que seáis, vuestro cuerpo com-
plementario!
¡Ese cuerpo que os embriaga, que os enloquece, sobre todas
las cosas de la tierra!)

Hambre roedora que me devora noche y día,
Momentos genésicos, angustias que avergüenzan, salgo de
vosotros para cantaros;
Busco algo que todavía no he encontrado, aunque lo he
buscado asiduamente durante años.

Canto el verdadero canto del alma, caprichoso aventurero,
renazco en la Naturaleza más brutal, ó entre los animales,
De ella y de ellos, y de lo que concuerda con ellos, saturo
mis poemas;
Del aroma de las pomas y de los limones,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 67] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

De la cópula de las aves, de la humedad de los bosques, del
abalanzamiento de las ondas,
Del furioso abalanzamiento de las ondas hacia la tierra:
Sí; todo eso llena mi canto.

Modulo ligeramente la overtura, repaso en un preludio los
motivos del canto.
La felicidad de estar juntos, la visión del cuerpo perfecto,
El nadador desnudo en el agua ó flotando inmóvil, de
espaldas,
La forma femenina que se aproxima, y yo, que estoy allí,
pensativo, con mi sexo que se estremece y me daña;

He aquí la divina lista, para mí, para vos, para cual-
quiera:
El rostro, los miembros, todo el cordaje, desde la cabeza á
los pies, junto con las armonías y las disonancias que despier-
ta la menor pulsación;
El delirio místico, la locura de amor, el abandono total.
(¡Escuchad en silencio, atentamente, lo que ahora os su-
surro:
¡Os amo, me poseéis por completo!
¡Ah si pudiéramos huir juntos de la multitud, irnos lejos,
muy lejos, libres de desenfrenados!
Dos halcones en el cielo, dos peces nadando en el mar no
serían más desenfrenados que nosotros!)

La tempestad pulsa mis nervios y mis arterias; tiemblo de
pasión.
El juramento de no separarnos jamás, de amaros más que
mi vida, os lo juro.
¡Lo arriesgo todo, todo lo abandono por vos!
¡Si es necesario perderme, que me pierda!

¡Vos y yo! ¿Qué nos importa lo que hacen ó piensan los
demás?
¿Qué es para mí el resto del mundo?
¡Que nos baste con gozarnos mutuamente, aspirarnos y
fundirnos!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 68] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Sexo en cuya acción se maridan la cadena y la trama.
El aislamiento, los frecuentes suspiros que se exhalan en
la soledad.
Todas las personas que os rodean y la ausencia de la que
más habéis menester,
El suavísimo roce de sus manos á lo largo de mi cuerpo,
sus dedos que se hunden en mi barba y en mi cabellera;
Los interminables besos en la boca y en los senos,
La presión del sacro cuerpo á cuerpo que me embriaga y
me llena de desfallecimiento,
La divina faena del esposo, la obra maestra de la pater-
nidad,
La victoria, el reposo y los abrazos á vuestra compañera
en la noche,
Los poemas en acción de los ojos, de las manos, de las ca-
deras y de los pechos,
Las temblorosas presiones de los brazos,
El cuerpo que se arquea y se agarra en la angustia del
goce,
El contacto de costado, la mano que de nuevo extiende las
mantas sobre el lecho;
Ella, que no quiere dejarme partir. Y yo que tampoco
deseo irme
(Espérame un instante, amada mía, volveré en seguida.)
Es la hora en que las estrellas brillan, en que cae el rocío,
La hora en que huyo rápidamente de la noche y de la
amada,
Para celebrarte, acto divino, para celebraros, robustos
riñones,
Y vosotras, proles ingentes, sembradas con amor.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 69] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Excelsior

«Cuál es el que ha ido más lejos? Porque yo he resuelto ir
más lejos;
¿Cuál es el que ha sido más justo? Porque yo he resuelto
ser el hombre más justo de la tierra;
¿Cuál es el que ha sido más prudente? Porque yo he resuel-
to ser el más prudente;
¿Y cuál ha sido el más feliz? Paréceme que soy yo. No creo
que nadie haya sido más feliz que yo;
¿Y cuál es el que lo ha prodigado todo? Porque yo he pro-
digado sin cesar lo más precioso de mí;
¿Y cuál ha sido el más altivo? Porque yo creo ser el más
altivo de los vivientes—¿no soy hijo de una gran capital,
cuyas enhiestas techumbres rozan los cielos?
¿Y cuál ha sido el más audaz y leal? Porque yo he resuelto
ser el más audaz y leal del Universo;
¿Y cuál es más benévolo? Porque yo he resuelto prodigar
más benevolencia que los demás;
¿Y cuál ha gozado y correspondido al afecto del mayor nu-
mero de amigos? Porque yo he gozado y correspondido como
el que más al afecto apasionado de innumerables amigos;
¿Y cuál es el que posee un cuerpo intachable y enamorado?
Porque no creo que exista alguien que posea un cuerpo más
perfecto ni más enamorado que el mío;
¿Y cuál el que concibe los más vastos pensamientos? Por-
que yo he resuelto sobrepujar los más vastos pensamientos;
¿Y cuál es el que ha escrito los himnos más adecuados á la
tierra y al porvenir? Porque me siento arrebatado por un loco
deseo—hasta el éxtasis—de crear los himnos más gozosos para
todas las tierras.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 70] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Á Uno que fué crucificado

Querido hermano, mi espíritu se une al tuyo,
No te apenes si muchos de los que te cantan hossannas no
te comprenden,
Yo que no te canto ni te adoro, te comprendo;
Con verdadera alegría te recuerdo ¡oh compañero! y al
recordarte te saludo lo propio que á los que aparecieron antes
que tú, y á los que vendrán después de mí,
Para todos laboremos el mismo surco, transmitiendo la
misma heredad y la misma cosecha,
Nosotros, la pequeña falange de los iguales, indiferente á
los países y á las edades;
Nosotros, que abarcamos todos los continentes, todas las
castas, todas las teologías;
Nosotros, los humanitarios, los discernidores, el fiel de la
balanza de los hombres comunes;
Nosotros, los que avanzamos en silencio en medio de las
disputas y de las afirmaciones, sin rechazar las personas ni
las ideas;
Escuchamos sus vocinglerías y sus tumultos, asaltados por
sus divisiones, sus celos, sus diatribas,
Envueltos, por momentos, en los círculos voraginosos de
sus comparsas.
No obstante, rebeldes á todo yugo, avanzamos libremente
por toda la tierra, la recorremos de Norte á Sur, de Este á
Oeste, hasta imprimir nuestro imborrable sello en el tiempo
y en todas las épocas,
Hasta que saturemos de nosotros el tiempo y las edades, á
fin de que los hombres y las mujeres de las futuras razas se
sientan y se confiesen hermanos y amigos como nosotros lo
somos.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 71] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Del canto de mí mismo

Me celebro y me canto.
Lo que me atribuyo también quiero que os lo atribuyáis,
Pues cada átomo mío también puede ser de vosotros, y lo
será.

Poeta, invito mi alma al canto,
Mientras huelgo y paseo contemplando una brizna de hier-
ba estival.

Mi lengua, cada molécula de mi sangre emanan de esta
tierra, de este aire,
Nacido aquí, de padres cuyos abuelos y bisabuelos tam-
bién nacieron,
A los treinta y siete años de edad, en perfecta salud, co-
mienzo estos himnos con la esperanza de continuarlos hasta
en la muerte.

Otorgo un armisticio á los credos y á las escuelas,
Los considero un momento á cierta distancia, consciente
de lo que son y de lo que significan, sin olvidarlo nunca;
En seguida me brindo como un asilo al bien y al mal, dejo
que tomen la palabra todos los azares,
La desenfrenada Naturaleza con su energía original.

La atmósfera no es un perfume, no sabe á esencias, es in-
odora,
Mi boca la aspira en vitales sorbos; la adoro locamente
como á una amada:
Iré al declive donde comienza el bosque, me quitaré las
ropas, me desnudaré,
Para gozar su contacto.

Pláceme la humedad de mi propio aliento,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 72] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Los ecos, las ondulacionss, el vago zumbar de los mur-
murios silvestres, la raíz de amor, los filamentos de seda, los
zarcillos y las cepas de las viñas,
Mi inspiración y mi respiración, el latir de mi víscera, la
sangre y el aire que acarrean mis pulmones,
El olor de las hojas verdes y de las hojas secas, el de las
negruzcas rocas á lo largo de la costa, el olor del heno alma-
cenado en los pajares,
El sonido de mi voz cuando aulla palabras y las arrojo en
los remolinos del viento,
Algunos besos á flor de labios, algunos abrazos, pecho á
pecho,
El vaivén del sol y de la sombra sobre los árboles cuando
las brisas mecen sus ramajes,
La alegría de la soledad entre las muchedumbres arbóreas
de los bosques ó en las apreturas multitudinarias de las calles,
La sensación de la salud, el himno de mediodía, mi can-
ción matinal al levantarme de la cama y encontrarme de nuevo
frente al sol.

¿Creíais que os bastarían cien hectáreas de tierra?
¿Creíais que toda la tierra era demasiado?
¿Hace mucho tiempo que estáis aprendiendo á leer?
¿Habéis sentido orgullo al penetrar el sentido de mis poe-
mas?

Quedaos un día y una noche conmigo; poseeréis la esencia
de todos los poemas.
Poseeréis todo lo bueno que existe en la tierra y en el sol
(también existen otros millones de soles),
Yo no quiero que continuéis recibiendo las cosas de segun-
da ó de tercera mano, ni que miréis con mis ojos ni que recibáis las
cosas como dádivas mías,
Quiero que abráis los oídos á todas las voces, que os im-
presionen por su propia virtud y según vuestra naturaleza.

He oído lo que narraban algunos juglares, historias de
comienzos y de fines:
Yo no hablo del comienzo ni del fin.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 73] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Nunca han habido otros comienzos que los que presencia-
mos cada día.
Más juventud ni más vejez que la hay en la actualidad;
Nunca habrá más perfección que la de nuestros días,
Ni más cielos ni más infiernos que los que existen en la
actualidad.

Impulsión, más impulsión, siempre impulsión,
La impulsión es la incesante procreadora del mundo.

Los iguales emergen de la sombra, y se desarrollan com-
plementarios,
Siempre la substancia y la multiplicación, el sexo siempre;
Siempre un tejido de identidades, y de diferenciaciones:
Siempre la concepción, la preñez y el parto de la vida.

Es inútil refinar; cultos é incultos lo comprenden por igual.

Límpida y suave es mi alma, igualmente límpido y suave
todo lo que no es mi alma.

Si faltara uno de los dos, faltarían los dos,
Lo invisible se prueba por lo visible,
Hasta que éste se haga invisible, y sea probado á su vez.

Todas las épocas se han esforzado en valorar «lo mejor» y
y en distinguirlo de «lo peor»;
Como conozco la absoluta justeza y constancia de las cosas,
permanezco silencioso en medio de las discusiones, luego voy
á bañarme y á admirar mi cuerpo.

Bien venido sea cada uno de mis órganos y de mis atribu-
tos, y los de todo hombre puro y cordial;
Ni una pulgada de mi ser, ni un átomo son viles,
Ninguno de ellos debe serme menos familiar que los demás.

Me siento feliz. Veo, bailo, río, canto;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 74] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Cuando mi acariciante y afectuoso camarada, que ha dor-
mido
A mi lado toda la noche, se aleja á pasos furtivos al
amanecer,
Dejándome canastos llenos de blancas lencerías que ale-
gran la casa con su abundancia,
¿Retardaré mi aceptación y mi cariño, preocupado en saber
en seguida, céntimo á céntimo á céntimo,
El valor exacto de ambos, y cuál de los dos resultará ga-
nancioso?

Mi yo real, inaccesible á los tirones y á las sacudidas,
Gózase en su unidad, satisfecho, compasivo, ocioso,
Mira mirar el mundo por debajo, ora erguido, ora apoyado
en un sostén seguro, aunque impalpable;
Deduce lo que será de lo que es, mira todo con curiosos
ojos,
Mezclando al juego y á la vez fuera de él, observándolo y
maravillándose.

Veo detrás de mí el tiempo en que erraba en la niebla
entre verbosos y discutidores:
Ya no derrocho burlas ni objeciones, observo y espero.

Creo en tí, alma mía; el otro hombre que soy no debe hu-
millarse ante ti,
Como tú no debes humillarte ante el otro.

Ven á soñar conmigo sobre la hierba, vuelca en mis oídos
los desbordamientos de tu garganta;
No he menester palabras, músicas, rimas ni conferencias,
así fueran las mejores.
Me basta únicamente con tu arrullo, con las confidencias
y las sugestiones de tu voz.

Recuerdo una mañana límpida de estío tendidos sobre las
hierbas;
Posaste la cabeza en medio de mis rodillas, volviéndote
dulcemente hacia mí,
Entreabriste mi camisa, hundiendo tu lengua, pecho aden-
tro hasta el corazón;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 75] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Luego te alargaste adhiriéndote toda desde mi barba hasta
los pies.

En seguida se esparcieron sobre mí la paz y la sabiduría
que sobrepujan todos los argumentos de la tierra;
Supe que la mano de Dios era una promesa para la mía,
Supe que el espíritu de Dios era hermano del mío;
Que nada desaparece; todo es progreso y desarrollo,
Y morir es muy distinto de lo que todos suponen y más
feliz.

¿Alguien ha pensado que nacer era una ventura?
Me apresuro á manifestarle que morir es tan venturoso.
Lo sé.

Yo agonizo con los moribundos y nazco con los que nacen,
Mi yo no está contenido por completo entre mis zapatos y
mi sombrero;
Examino la multiplicidad de los objetos, no existen dos
iguales, y cada cual es bueno.
Buena es la tierra, los astros son buenos, y cuanto les
acompaña es bueno.

Yo no soy una tierra ni lo accesorio de una tierra,
Soy el camarada de las gentes todas, tan inmortales é in-
sondables como yo.
(Ellos ignoran su inmortalidad, pero yo la conozco, la sé.)

El niño duerme en su cuna,
Entreabro la muselina y le miro un rato, luego silencioso
espanto las moscas con la mano.

El joven y la joven de empurpuradas mejillas se alejan por
la espesura del ribazo,
Desde lo alto, mi curiosa mirada los acompaña.

El suicida yace extendido sobre el piso ensangrentado de
la habitación,
Observo los destrozados cabellos del cadáver, veo el sitio
donde ha caído el revólver.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 76] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Amo ir solo de caza por las soledades y las montañas
Errar caprichosamente, maravillado de mi ligereza y de mi
alegría;
Cuando llega el anochecer elijo un retiro para pernoctar;
Enciendo fuego, aso la caza recién muerta
Y me adormezco sobre un montón de hojas, con mi perro
y mi fusil al lado.

El esclavo fugitivo se aproximó á mi choza, deteniéndose
en el umbral,
Por la entreabierta puerta de la cocina, lo vi tambalearse
y sin fuerzas:
Fuí hacia el tronco de árbol en que se había sentado, lo
cogí entre mis brazos, y lo llevé adentro;
Así que le hube inspirado confianza, llené un cubo de agua
para su cuerpo sudoroso y sus pies desgarrados,
Luego lo conduje á un cuarto contiguo del mío, y le di
ropas limpias y abrigadas,
Recuerdo perfectamente el deslumbramiento de sus ojos,
y su actitud embarazada,
Recuerdo haberle aplicado cataplasmas en las desgarra-
duras de su cuello y de sus tobíllos;
Una semana pasó á mi lado, hasta restablecerse y poder
emigrar hacia el Norte,
Comía conmigo en mi mesa, en tanto mi escopeta yacía en
un rincón.

Veintiocho jóvenes se bañan en el río,
Veintiocho jóvenes, todos ellos compañeros y amigos;
Y ella, con sus veintiocho años de vida femenina, tan tris-
temente solitaria!

La casa de ella es la más hermosa de la ribera;
De la bella que elegantemente vestida observa á los bañis-
tas á través de los visillos de su balcón.

¿A cuál de ellos amará la bella?
¡Ah! el menos hermoso de todos es magnífico para ella.

¿Dónde vais así, señora? ¡Aunque permanecéis oculta en
vuestro cuarto noto que os sumergís allá, en el agua!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 77] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Os veo avanzar por la ribera, danzando y riendo, hermosa
bañista;
Los otros no la ven, mas ella los ve, cada vez más inflama-
da de amor.

Las barbas y los cabellos de los jóvenes relucen con el agua
que los empapa;
Una mano invisible se pasea sobre sus cuerpos,
Desciende temblorosa de sus sienes y de sus pectorales.

Los jóvenes nadan de espaldas, sus blancos vientres se es-
ponjan al sol; no preguntan quién los abraza tan estrecha-
mente,
Ignoran quién suspira y se inclina sobre ellos, suspensa y
encorvada como un arco.
¡Los jóvenes no saben á quién salpican con vapor de
agua!

Bueyes que hacéis sonar andando el yugo y la cadena, ó
que reposáis á la sombra de los follajes, ¿qué es lo que expre-
san vuestros ojos?
Parécenme expresar más que todas las líneas impresas que
he leído en mi vida.

Amo todo lo que se desarrolla al aire libre;
Los hombres que guardan tropas y rebaños, los que nave-
gan por los océanos, los que viven en plena selva,
Los que construyen y los que tripulan naves, los que ma-
nejan el hacha y la azada, los que doman potros y los que
cazan búfalos.
Me complazco en su compañía, semanas tras semanas.

Llego con potentes músicas, entre el estruendo de mis
trompetas y de mis tambores,

No sólo ejecuto marchas para los vencedores consagrados,
también las ejecuto para los vencidos y las víctimas.

Muchas veces habréis oído decir lo hermoso que es obtener
las ventajas de cada jornada,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 78] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¡Yo os digo que también es hermoso sucumbir, que las ba-
tallas se pierden en la misma intención en que son ganadas!

Mi tambor redobla en loor de los muertos,
Para ellos mi trompeta avienta sus notas más retumbantes
y gozosas.

¡Loor á los que cayeron!
¡Loor á aquellos cuyas guerreras naves se hundieron bajo
las olas!
¡Loor á cuántos se hundieron en los mares!
¡Loor á los generales vencidos en todas las batallas y á
todos los seres muertos!
¡Loor á los innumerables héroes desconocidos, iguales á los
más famosos y sublimes héroes!

¿Quién va ahí? Hambriento, grosero, desnudo y místico,
¿Cómo es posible que extraiga fuerzas del buey que como?

¿Qué es un hombre, después de todo? ¿Qué soy? ¿Qué sois?

Cuanto refiero á mí mismo, quiero que vos también os lo
atribuyáis,
Si no hubiera equivalencia entre vos y yo, sería inútil que
me leyerais.

Yo no lloriqueo como los que van lamentándose por el
mundo,
Que el tiempo y la nada son sinónimos, que la tierra no es
más que podredumbre.

Tropel gemebundo y rampante, raza de valetudinarios y
de ortodoxos que buscan la cuadratura del círculo:
Cuanto á mí, llevo mi sombrero según me place, dentro
como fuera.

¿Orar? ¿Para qué? ¿A quién? Mi cabeza no está hecha para
reverencias ni mi boca para zalemas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 79] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Sé que soy un inmortal.
Sé que la órbita que describo no puede ser medida con el
compás de un carpintero.
Sé que no me desvaneceré como el círculo de fuego que un
niño traza en la noche con un tizón ardiente.

Sé que soy angusto,
No torturo mi espíritu para defenderlo ni para que me
comprendan,
Sé que las leyes elementales jamás piden perdón,
(Después de todo no me juzgo más soberbio que el nivel
en que se asienta mi casa.)

Existo tal cual soy, eso me basta,
Si nadie lo sabe, eso tampoco amarga mi satisfacción,
Y si lo saben todos, igual es mi satisfacción.

Lo sabe un mundo—el más vasto de los mundo para mí—,
que soy yo mismo.
Y llegaré á mis fines, hoy mismo, ó dentro de diez mil
años, ó después de diez millones de años.
Puedo aceptar ahora mi destino con corazón alegre, ó es-
perar con igual alegría.

Grantítico es el pedestral en que se apoya mi pie;
Yo me río de lo que llamáis disolución,
Conozco la amplitud del tiempo.

Soy el poeta del Cuerpo y el poeta del Alma,
Los placeres del Cielo me acompañan las
torturas del Infierno:
He multiplicado en mí el injerto de los primeros,
Los segundos los traduzco en un idioma nuevo.

Soy el poeta de la mujer tanto como el poeta del hombre,
Digo que la grandeza de la mujer no es menor que la
grandeza del hombre,
Digo que nada hay más grande que la madre de los hom-
bres.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 80] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Canto el himno de la expansión y del orgullo.
Demasiado hemos implorado y bajado la frente.
Muestro que la grandeza no es sino desarrollo.

¿Habéis sobrepujado á los demás? ¿Sois Presidente?
Es una bagatela, cada cual debe ir más allá de eso, avan-
zar siempre.

Soy el que camina en la dulzura de los anocheceres.
Lanzo mis gritos á la tierra y al mar semienvueltos por la
noche.

¡Ciñete fuertemente á mí, noche de desnudos senos!
¡Ciñete fuertemente, noche magnética y nutricia!

¡Noche de vientos del Sur, noche de los grandes astros!
¡Noche silenciosa que me guiñas, noche estival, loca y
desnuda.

¡Sonríe, tierra voluptuosa de frescos hálitos!
¡Tierra de árboles adormecidos y vaporosos!
¡Tierra del sol poniente, tierra de montañas cuyas cumbres
se pierden en la bruma!
¡Tierra de la cristalina lechosidad tenuemente azulada del
plenilunio!
¡Tierra de los rayos y de las sombras, que nievan las ondas
del río!
¡Tierra del gris límpido de las nubes, más brillante y claro
en homenaje á mi admiración!
¡Tierra curvada hasta perderse de vista, tierra fértil cu-
bierta de pomaredas!
Sonríe, pues tu amante se aproxima.

Pródiga, me has brindado tu amor. ¡Por eso te ofrendo
el mío!
¡Oh Amor, indecible y apasionado!

¡Oye, oh mar! Igualmente me abandono á ti, adivino lo
que quieres decirme,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 81] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Desde la playa veo tus encorvados dedos que me llaman,
Paréceme que rehusas alejarte sin haberme acariciado.

Tenemos que hacer juntos un paseo; aguarda que me des-
vista;
Llévame pronto hasta perder de vista la tierra,
Méceme en tus muelles cojines, desvanéceme en el colum-
pio de tus ondas,
Salpícame de amoroso líquido, yo haré lo mismo, contigo.

Mar de desplegadas olas,
Mar que respiras con un jadeo largo y convulsivo,
Mar de la sal de la vida y de las tumbas que ninguna pala
abre (y no obstante, siempre prontas),
Que ruges y te abalanzas en las tempestades, mar capri-
choso y adorable;
¡Yo soy consubstancial á ti, yo también soy de una sola
faz y tengo todas las fases!

Soy el poeta del bien, pero no rehuso ser también el poeta
del mal.

¿Qué pretende significar toda esa charlatanería acerca del
vicio y de la virtud?
El mal me impulsa, la reforma del mal me impulsa, pero
yo permanezco indiferente,
Mi actitud no es la de un censor ni la de un reprobador,
Yo riego las raíces de todo lo que crece.

Que se hayan conducido bien en el pasado, ó que se con-
duzcan bien actualmente, nada tiene de asombroso:
El prodigio perpetuo consiste en que pueda haber un hom-
bre bajo ó un impío.

¡Desenvolvimiento infinito de las palabras en los tiempos!
La mía es una palabra moderna: la palabra ¡multitud!

Mi palabra supone una fe inextinguible, siempre veraz.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 82] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Que se realice aquí ó en el porvenir, me es indiferente.
Me confio al Tiempo sin temor,

El solo es puro, perfecto, redondea y completa todo.
Sólo esta maravilla desconcertante y mística lo comple-
ta todo.

Acepta la Realidad, no la discuto,
Comienzo y termino impregnándome de materialismo.

¡Hurra la Ciencia positiva! ¡Viva la demostración exacta!
En su honor que traigan y entrelacen ramas de pino, de
cedro y de floridas lilas:
He aquí el lexicógrafo, he aquí el químico, he aquí el lin-
gúista, descifrador de antiguas inscripciones,
Estos marinos han guiado su nave á través de mares des-
conocidos, sembrados de escollos,
Este es el geólogo, aquél maneja el escalpelo, estotro es
matemático.

¡Señores míos, científicos ilustres, los primeros honores os
corresponden!
Los hechos que citáis, las observaciones que traéis, son
útiles; sin embargo, no son de mi dominio,
¡Mediante ellos no hago más que entrar en una parte de mi
dominio!

Las palabras de mis poemas no evocan las propiedades re-
conocidas de las cosas.
Evocan la vida no catalogada, la libertad, la emancipación.
No se preocupan de los casos neutros y determinados, fa-
vorecen á los hombres y á las mujeres potentamente organi-
zados.
Redoblan los tambores de la rebelión, se unen á los prófu-
gos, á los que se confabulan y á los que conspiran.

Yo soy Walt Whitman, un cosmos, un hijo de Manhat-
tan [1]

Note (1): Nombre indigena de la isla en que se asienta Nueva York.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 83] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Turbulento, carnívoro, sensual, que come, que bebe, que
procrea.
(No un sentimental, no uno de esos seres que se creen
por encima de los hombres y de las mujeres, ó apartado de
ellos.)
Yo no soy modesto ni inmodesto.

¡Destornillad las cerraduras de las puertas!
¡Destornillad las puertas de sus encajes!
El que rechaza á un hombre cualquiera, me rechaza.
Todo lo que se hace ó se dice concluye por rebotar con-
tra mí.

A través de mí, como por un desfiladero, pasa la inspiración,
Pasan á través de mí la corriente y la aguja indicadora.

Yo transmito la contraseña de las edades, enseño el Credo
de la democracia;
¡Pongo por testigo al Cielo! Nada aceptaré que los demás
no puedan aceptar en las mismas condiciones.

Suben de mis profundidades múltiples voces milenaria-
mente mudas.
Voces de interminables generaciones de prisioneros y de
esclavos,
Voces de enfermos y de desesperados, de ladrones y de de-
crépitos.
Voces de los ciclos de preparación y de crecimiento,
De los hijos que unen á los astros del pecho de las madres
y de la savia de los padres.
Voces de las encrucijadas, de las cárceles, de los manico-
mios, de los hospicios y de los cuarteles,
Voces de los imbéciles, de los despreciados, de los hu-
mildes.
Voces vagas como disueltas en invernales neblinas, voces
de los escarabajos, del oprobio y del crimen.

Suben de mis profundidades las voces prohibidas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 84] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Las voces de los sexos y de las concupiscencias, cuyo velo
entreabro.
Voces indecentes, bramidos primordiales, gritos locos que
yo clasifico y transfiguro.

Yo no pongo el dedo sobre mi boca.
Trato con la misma delicadeza las entrañas que la cabeza
ó el corazón.
A mis ojos la cópula no es más grosera que la muerte.

Creo en la carne y en sus apetitos.
Ver, oir, tocar, son milagros; cada partícula de mi ser es
un milagro.
Tanto por fuera como por dentro soy divino,
Santifico lo que toco, y cuanto me toca,
El olor de mis axilas es más puro que la plegaria,
Mi cabeza es más que las iglesias, las biblias y los credos.

Cuando subo la escalinata de mi puerta suelo detenerme
para preguntarme si eso es cierto,
Una campanilla que azulea en mi ventana me satisface
más que toda la metafísica de los libros.

¡Contemplar el amanecer!
La tenue, tenuísima claridad desvanece las sombras inmen-
sas y diáfanas,
El sabor del aire place á mi paladar.

Deslumbrador, formidable, el surgimiento del sol me ma-
taría súbitamente
Si ahora, y en todo momento, yo no pudiera proyectar fue-
ra de mí un sol levante.

También nosotros somos deslumbradores y formidables
como el sol,
Hemos hallado lo que necesitábamos, ¡oh alma mía! en la
calma y la frescura del alba.

Escucho el canto de la mágica «soprano». (¿Qué es mi obra
comparada con la suya?)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 85] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

La orquesta me arrebata más allá de la órbita de Urano,
Suscita en mí locos ardores cuya existencia ignoraba,
Me hacen volar sobre el mar cuyas ondas indolentes rozan
mis pies,
Una granizada aguda y furiosa me asaetea, pierdo la res-
piración,
Me siento sumergido en un baño de morfina que sabe á
miel, mi tráquea se estrangula mortalmente,
Al fin, me siento libertado para sentir el enigma de los
enigmas,
Yo lo que llamamos ser.

Creo que una brizna de hierba no es inferior á la jornada
de las estrellas,
Que la hormiga es tan perfecta como ellas, y un grano de
arena, y el huevo del reyezuelo,
Y el renacuajo es una obra maestra comparable á las más
grandes,
Y la zarza trepadora podría ornar el salón de los cielos,
Y la coyuntura más ínfima de mi mano desafía toda la
mecánica,
Y la vaca que rumía con la cabeza gacha sobrepuja cual-
quiera estatua.
Y un ratón es un milagro capaz de conmover sextillones
de incrédulos.

Podría ir á vivir con los animales, tanto me place su cal-
ma y su indolencia;
Permanezco horas enteras contemplándolos.

No se amargan ni se lamentan por su destino,
No permanecen despiertos en las tinieblas llorando sus
pecados,
No se descorazonan con disputas acerca de sus deberes
para con Dios,
Ninguno se muestra descontento, la manía de poseer no
los enloquece,
Ninguno se arrodilla ante otro ni ante alguno de sus con-
géneres muerto hace millares de años,
Ninguno de ellos vive con respetabilidad , ninguno exhibe
su infortunio á la curiosidad del mundo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 86] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Así me prueban su parantesco conmigo, y como tal los
acepto,
Me traen testimonios de lo que soy, me demuestran clara-
mente que poseen los más altos valores.

Al anochecer, subo al trinquete, renuevo la guardia que
vela en el nido del cuervo.
Navegamos por el mar ártico, hay luz suficiente para
orientarnos,
A través de la atmósfera traslúcida mi vista abarca la pro-
digioaa belleza que me rodea,
Pasan ante mis ojos enormes moles de hielo, el paisaje es
visible en todas las direcciones,
En la lejanía se destacan las cumbres blanquísimas de las
montañas; hacia ellas peregrinan los caprichos de mi imagi-
nación,
Nos acercamos á un gran campo de batalla en el cual
pronto tendremos que combatir,
Pasamos ante las colosales vanguardias del ejército, pasa-
mos prudentemente en silencio;
O bien, avanzamos por las avenidas de alguna gran ciudad
en ruinas,
Los bloques de piedra y los derruídos monumentos sobre-
pujan todas las capitales vivientes de la tierra.

Soy un libre enamorado, acampo junto á la hoguera que
alegra el vivac del conquistador,
Arrojo del lecho al marido y ocupo su puesto al lado de la
esposa.
Toda la noche la oprimo ardientemente entre mis muslos
y mis labios.

Comprendo el vasto corazón de los héroes,
El coraje moderno y los corajes pretéritos,

El desdén y la calma de los mártires,
La madre de antaño condenada por bruja y quemada sobre
haces de leña seca, á la vista de sus hijos,
El esclavo, perseguido como una presa, que cae en mitad
de su fuga, todo tembloroso y sudando sangre,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 87] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Las municiones asesinas que la asatean como agujas las
piernas y el cuello,
Todo eso lo siento y lo sufro como él.

Cambio de agonías como de vestimentas.
No pregunto al herido qué es lo que siente, yo mismo me
convierto en el herido,
Sus llagas se ponen lívidas en mi cuerpo, mientras lo ob-
servo apoyando en mi bastón.

Soy el bombero con el pecho hundido bajo los escombros,
Los muros al derrumbarse me han cubierto por completo.
Respiro humo y fuego, oigo los angustiosos rugidos de
mis camaradas,
Oigo el chocar lejano de sus picas y de sus palas,
Ya llegan hasta mi encierro, y me levantan suavemente.

Estoy extendido en el suelo con mi camisa roja, todos
callan á mi alrededor,
No sufro ni me desespero á pesar de mi agotamiento,
Bellas y blancas son las personas que me rodean, con sus
cabezas libres del casco,
El grupo arrodillado se desvanece con la luz de las an-
torchas.

Ahora narraré el asesinato de cuatrocientos doce jóvenes
guerreros asesinados alevosamente.
Copados por fuerzas enemigas nueve veces mayores que
las suyas, formaron un cuadrado, emparapetándose detrás de
sus bagajes;
Ya habían muerto á más de novecientos enemigos,
Cuando cayó su coronel y quedaron sin municiones;
Entonces parlamentaron, obteniendo una capitulación dig-
na, firmada por los jefes respectivos,
En seguida entregaron sus armas y siguieron á sus vence-
dores como prisioneros de guerra.

Eran la flor de la raza, la gloria de los montaraces de
Texas,
Eran incomparables para cabalgar potros, para lizar, can-
tar, divertirse, cortejar las jóvenes,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 88] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Bellos, turbulentos, amables, generosos, altivos,
Barbudos, asoleados, vestidos con el típico traje de los
cazadores,
Ninguno de ellos tenía más de treinta años.

En la mañana del segundo domingo, á principios de un
admirable verano, fueron conducidos por destacamentos y ase-
sinados en masa.

Ninguno obedeció á la orden de ponerse de rodillas,
Unos hicieron un esfuerzo desesperado y furioso, otros se
mantuvieron firmes, inmóviles;
Algunos cayeron á la primera descarga, herido en las
sienes ó en el corazón; vivos y muertos yacían juntos,
Los mutilados se escondían en el barro y los compañeros
que iban llegando los percibían extendidos allí,
Unos pocos medio muertos trataban de huir rampando,
Estos fueron ultimados á bayoneta limpia ó á culatazos;
Un valiente que no tenía diez y siete años cogió á su ase-
sino y tuvieron que acudir dos más para arrancarlo de sus
manos.
Los tres quedaron con sus ropas en jirones, empapados
con la sangre del niño.

A las once comenzaron á quemar los cuerpos:
Tal era la historia del asesinato de cuatrocientos doce jó-
venes.

¿Quién es ese salvaje desbordante y cordial?
¿Es de los que están á la espera de la civilización, ó habién-
dola sobrepujado la dominan?

¿Es nativo del Sudoeste es uno de aquellos cuya infancia
transcurriera al aire libre? ¿Es un canadiense?
¡Viene de la región de Mississipi? ¡Del Yowa, del Oregón
ó de California?
¿De las montañas, de las praderas, de los bosques?
¿Es un marino que ha recorrido los mares?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 89] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Vaya donde vaya, hombres y mujeres lo acogen con sim-
patía,
Desean que los ame, los toque, les hable, y viva con ellos.

Su conducta es tan arbitraria como la de los copos de nieve,
sus palabras tan sencillas como las hierbas, su caballera, sin
peinar, rey de la risa y de la sinceridad,
Su lento andar, sus rasgos ordinarios, sus maneras ordi-
narias lo propio que sus emanaciones,
Estas emergen del extremo de sus dedos en formas nuevas,
Flotan en el aire que le rodea, con el olor de su cuerpo y
de su aliento, y también irradian de sus miradas.

¿Queréis que os describa un combate naval de los pasados
tiempos?
¿Queréis saber quién victorioso á la luz de la luna y
de las estrellas?
Oíd la historia tal como me fuera narrada por el padre de
mi abuela.

No eran cobardes, no, los tripulantes de la fragata enemi-
ga (me decía)
Su obstinado y aguerrido coraje era el de los ingleses
(No existe coraje más rudo ni más firme, nunca ha existido
ni existirá coraje mayor);
Era el anochecer cuando el buque enemigo nos saludó con
el primer cañonazo.

Nos abordamos en seguida, las vergas de los buques se
entrecruzaron, los cañones llegaron á tocarse,
Mi capitán tomó parte en la lucha como el más audaz de
sus subalternos.

Los cañonazos del enemigo nos abrieron varias vías por
debajo de la línea de flotación,
Dos cañones del primer puente de nuestra fragata esta-
llaron al romper el fuego, matando á los que se hallaban á su
alrededor.

Así continuó el combate durante el crepúsculo y luego en
las tinieblas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 90] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

A las diez de la noche, bajó el plenilunio, nuestras vías de
agua iban en aumento (ya teníamos más de cinco pies),
El capitán de armas hizo subir á los prisioneros encerra-
dos en la cala de popa, para que se salvaran según pudieran.

Ahora los que circulan por las pasadizos, cerca de la Santa
Bárbara, son detenidos por los centinelas;
Estos, al ver tantas caras extrañas, ya no saben de quién
fiarse.

Nuestra fragata arde por varios sitios,
El enemigo nos grita: ¿Os entregáis?
¿Arriáis la bandera?

Suelto la risa al oir la voz de mi capitán que contesta á toda
voz: ¡No! ¡No la arriamos!
¡Ahora comenzaremos nosotros!

No nos quedan más que tres cañones:
Con uno, nuestro capitán apunta al palo mayor de la fra-
gata enemiga,
Los otros dos, cargados de metralla, barren los puentes, y
hacen callar su mosquetería.
Desde las cofas, algunos tiradores secundan el fuego de
nuestra pequeña batería,
Su tiroteo continúa durante toda la acción.

Ni un instante de tregua:
Las vías de agua vencen las bombas, el incendio avanza
hacia los polvorines,
Un cañonazo hace estallar una de nuestras bombas de
agua;
Todos creen que nos hundimos.

El pequeño capitán conserva su serenidad,
No se apresura, su voz es la misma de siempre,
Sus ojos nos vierten más luz que las linternas de combate.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 91] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Hacia las doce de la noche, bajo los rayos de la luna, se nos
rindieron.

La media noche se extiende inmensa y silenciosa.
Dos grandes cascos yacen inmóviles en las tinieblas,

Nuestra fragata se hunde lentamente, hacemos los pre-
parativos por pasar á la que hemos conquistado,
En el extremo de la popa el capitán imparte sus órdenes
fríamente, con el rostro blanco como un sudario,
Junto á él yace el cadáver de un niño de nuestra tripu-
lación,
Y la cara muerta de un viejo lobo de mar con sus largos
cabellos blancos y las guías de sus bigotes cuidadosamente
rizadas.
Las llamas se asoman pro todos lados,
Se oyen las voces de dos ó tres oficiales, atentos á su con-
signa,
Se ven montones de cadáveres y cuerpos, aislados pedazos
de carne y miembros esparcidos,
Cordajes rotos, aparejos que se balancean, y el ligero en-
trechocar de suaves ondas

Los cañones, negros é impasibles, restos de paquetes de
pólvora, un tremendo olor á carne quemada y á polvora.
Algunas grandes estrellas que brillan en la altura silencio-
sas y como enlutadas,
La brisa que llega en suaves hálitos, el relente que sabe á
los juncos marinos y á los prados que bordean la ribera, los
supremos mensajes confiados á los sobrevivientes,
El rechinamiento de la sierra del cirujano, los dientes de
acero que hieuden los tejidos vivos y los huesos:
Respiraciones silbantes, cloqueos agónicos, charcos sangui-
nolentos, la sangre que fluye á chorros, gritos instantáneos y
locos, largos y melancólicos gemidos:
Todo eso se ve y se oye: todo eso es un combate naval,
todo lo irreparable.

Sol insolente y glorioso, no tengo necesidad de tu calor,
Suspende tu trayectoria,
Tú solo iluminas las superficies, yo ilumino las superficies
y las profundidades,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 92] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¡Tierra! parece que buscas algo entre mis manos.
Dime, vieja coqueta: ¿qué quieres de mí?

Detrás de esa puerta alguien agoniza.
Yo entro en su habitación, tiro los cobertores al pie del
lecho, expulso al médico y al sacerdote.

Cojo entre mis brazos al moribundo, lo incorporo con irre-
sistible voluntad.
¡Desesperado—le digo—, he aquí mi cuello,
Dios me es testigo de que no quiero que muráis!
¡Suspendeos de mí, con todo vuestro peso!
Os dilato con un soplo formidable,
Lleno toda la habitación de fuerzas guerreras,
Fuerzas de cuantos me aman y resisten las atracciones de
la tumba.

¡Dormid! ¡yo y mis amigos os velaremos hasta el alba!
No temáis, la muerte no se atreverá á rozaros con sus alas.
Os he cogido entre mis brazos, sois mío;
Cuando despertéis mañana, comprobaréis la verdad de lo
que os digo. ¡Dormid!
¡Mirad! no os ofrezco sermones ni pequeñas caridades
Me doy yo mismo cuando doy.

No pregunto quién sois, ni lo que hacéis ó habéis hecho,
Nada podéis hacer, nada podéis ser, exceptuando lo que yo
encierre en vosotros.

Doy un beso familiar en la mejilla del esclavo que laborea
en las plantaciones de algodón y en la del obrero que limpia
las letrinas.
Juro en mi alma que jamás renegaré de ellos.

Busco las mujeres aptas para la maternidad.
Pláceme hacerles grandes y vivaces hijos.
(Siembro en ellas la substancia de futuras y arrogantísi-
mas Repúblicas.)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 93] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


He leído cuanto se ha escrito sobre el Universo,
Sé, por haberlo oído hasta saciarme, cuanto se ha dicho
desde hace millares de años,
No es muy malo para lo que es... pero ¿es eso todo?

Vengo para magnificar y para realizar,
No me opongo á las revelaciones especiales,
Considero que una espiral de humo, ó un vello del dorso
de mi mano es tan admirable como cualquiera revelación,
Los bomberos, enfocando las bombas ó subiendo por sus
escalas, no me parecen inferiores á los dioses guerreros de la
antigüedad,
Es estercolero, las inmundicias, me resultan más prodigio-
sas que todo lo que se sueña,
Lo sobrenatural no lo es más que de nombre;
Yo mismo espero la hora en que seré uno de los seres su-
premos,
Día vendrá en que yo haré tanto bien como los más gran-
des, en que los igualaré en maravilla,
¡Vedme! Desde ya me convierto en un creador,
Desde ya integro el seno misterioso de la sombra.
Estos innumerables y buenos hombrecillos que trotan á
mi alrededor, metidos en sus cuellos y en sus trajes coludos
Sé muy bien quienes son (no son gusanos ni pulgas),
Reconozco en ellos á mis iguales, el más débil y vacío es
tan inmortal como yo,
Lo que hago y digo les atañe igualmente,
Cada idea que relampaguea en mí, relampaguea igual-
mente en ellos.

Sé perfectamente hasta dónde llega mi egolatría,
Sé lo omnívoros que son mis versos, no dejo por ello de
escribirlos;
¡Quienquiera que seáis, mi anhelo sería elevaros á mi
propio nivel!

Yo no he hecho mi poema con las palabras de la rutina,
Lo he hecho como una brusca interrogación, abalanzándo-
me más allá de las cuestiones, á fin de ponerlas al alcance de
todos;
He aquí un libro impreso y encuadernado; pero ¿y el ti-
pógrafo? ¿y el aprendiz de la imprenta?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 94] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

He aquí fotografías admirables; pero ¿y vuestra mujer
ó vuestro amigo, opreso entre vuestros brazos?
He aquí una negra nave, acorazada de hierro, con sus po-
tentes cañones sobres sus torrencillas; pero ¿y el coraje del
capitán y de los mecánicos?
He aquí las casas con las mesas puestas de sus comedores
en la hora de la comida; pero y ¿el señor y la señora de la
casa, y las miradas que irradian sus ojos?
He aquí el cielo; pero ¿y lo que hay debajo de él, en esta
puerta, en la de enfrente y al extremo de la calle?
La historia está llena de santos y de sabios; mas ¿y vos-
otros?
Está llena de sermones, de credos, de teologías; mas ¿y
el insondable cerebro humano?
Y finalmente, ¿qué es la razón? ¿qué es el amor? ¿qué es la
vida?

Sacerdotes de todos los tiempos, de toda la tierra, yo no
os deprecio,
Mi fe es la más vasta y tenue de las fes—es como la cauda
de un cometa—, abarca todos los sistemas y las inmensida-
des zodiacales,
Abarca los cultuos antiguos y los cultos modernos y todos
los que fueron entre los antiguos y los modernos.
Creo que volveré sobre el haz de la tierra despuús de pasa-
dos cinco mil años.
Espero las respuestas de los oráculos, honro á los dioses,
saludo al sol,
Convierto que en fetiche la primera roca ó el primer tronco
que encuentro á mi paso, realizo encantamientos con anillos
mágicos;
Ayudo al lama ó al bracmán á preparar los lampadarios de
sus altares,
Me incorporo á las procesiones fálicas, ó gimnosofistas,
trenzando bailes litúrgicos á lo largo de los caminos,
Vivo en la austeridad y en el éxtasis, en medio de los
bosques,
Bebo el hindromiel en copas craneanas, admiro los Shastas
y los Vedas, reverencio el Corán,
Me paseo en el teokallis manchado con la sangre de los
sacrificios, redoblando un tambor hecho con una piel de ser-
piente;
Acepto los Evangelios, acepto al que fué crucificado, sé,
sin duda alguna, que es divino,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 95] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Me arrodillo durante la misa, ó me levanto para acompa-
ñar en la oración de los puritanos, ó permanezco frecuente-
mente sentado en un banco de la Iglesia,
Deliro y espumarajeo en un acceso de demencia, ó espero
como muerto á que mi espíritu despierte,
Paseo mis miradas sobre las losas y por el paisaje, ó más
allá de las losas y del paisaje,
Soy uno de los que avanzan por el círculo de los círculos.

Ha llegado la hora de que me explique. ¡Levantémonos!
Dejo de lado todo lo conocido,
¡Adelante! ¡Hacia lo desconocido! ¡Os proyecto á todos,
hombres y mujeres, como piedras de la honda de mi pro-
pio yo!

¿El reloj marca la hora? mas ¿qué es lo que marca la
Eternidad?
Hasta ahora hemos agotado trillones de inviernos y de
veranos,
Aun nos quedan trillones por agotar, y después de esos,
trillones y trillones más.

Los germinales nos han traído riquezas y diversidades,
Otros nacimientos nos traerán nuevas riquezas y diversi-
dades nuevas.

Yo no llamo grande á esto ni pequeño estotro,
Lo que llena su período y ocupa su lugar es igual á cual-
quiera otra cosa.

Soy una cumbre de cosas realizadas y soy el receptáculo
de todo lo que será.

A medida que me elevo, los fantasmas se inclinan detrás
de mí,
Lejos, muy lejos, en lo más profundo, percibo el enorme
vacío primordial, sé que he pasado por él,
Sé que he esperado, permanente é invisible, adormecido
en litúrgicas brumas,
He dado tiempo al tiempo, sin que me dañara el fétido
carbono,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 96] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Infinidades de infinidades he permanecido latente, estre-
chamente comprimido, esperando.

Inmensos han sido los preparativos de mi desarrollo,
Fieles y amigos han sido los brazos que me han sostenido.

Ciclos de edades han columpiado mi cuna, remando, reman-
do siempre como gozosos bateleros;
Las estrellas se han abierto á mi paso, en sus órbitas
procesionales,
Han preservado en alumbrarme, velando las latencias de
mi porvenir.

Ya existía, antes de nacer en molde humano,
Para que mi embrión se trocara en ser consciente,
La nebulosa se había cuajado en un orbe:
Los estratos geológicos se apilaron unos sobre otros,
Las generaciones de vegetales, clorofiliaron la atmósfera,
¡Y los saurios monstruosos lo transportaron en sus fauces,
depositándolo delicadamente!
Todas las fuerzas han actuado continuamente para mi
perfección y mi encanto,
Y ahora estoy aquí, con mi alma potente.

Mi sol tiene su sol, á cuyo alrededor gira dócilmente.
Gira con sus camaradas en un círculo superior,
Y mayores sistemas giran alrededor de astros más grandes
que contienen pequeñas manchas;
No hay reposo, no lo habrá jamás:
Si yo, vosotros y los mundos y cuanto existe dentro y
sobre ellos quedáramos reducidos á una pálida y fletante ne-
blina, eso no tendría importancia á la larga.
Volveríamos seguramente al estado actual,
¡Iríamos seguramente á las lejanías donde vamos, y des-
pués más lejos, siempre más lejos!

Sé que soy superior al tiempo y al espacio, sé que nunca
he sido medido, que no lo seré jamás.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 97] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Soy el vagabundo de un eterno viaje (¡venid á escuchar-
me todos!)
Me reconoceréis en mi blusa impermeable, en mis recias
botas y en mi bastón, cortando en los bosques,
Ninguno de mis amigos se arrellana en mi sillón,
No tengo sillón, ni iglesia, ni filosofía,
No llevo á nadie al hotel, á la biblioteca ni á la Bolsa,
Conduzco á todos, hombres y mujeres, á la cumbre de un
montículo,
Allí, enlazando con la mano izquierda el talle de mi acom-
pañante,
Le muestro, con la diestra, paisajes, continentes, y la ruta
abierta para todos.

Hoy, antes del amanecer, subí una colina y contemplé el
estrellado cielo,
Y dije á mi espíritu: Cuando hayamos abarcado todos los
orbes y saboreado el placer y la ciencia de todas las cosas que
contienen, ¿nos sentiremos colmados y satisfechos?
Y mi espíritu contestó: No, habremos alcanzado esas al-
turas para sobrepujarlas y continuar nuestra marcha . [1]

Oigo bien los problemas que me planteáis ahora.
En verdad os digo que no puedo contestaros; vosotros mis-
mos debéis encontrar y daros la respuesta.

Soy el maestro de los atletas.
Aquel que, por mi enseñanza, muestra un pecho más ancho
que el mío, prueba la amplitud de mi pecho,
Honra más mi estilo el que estudiándolo aprende á des-
truir al profesor.

Enseño á los demás á apartarse de mí, y sin embargo,
¿quién podría apartarse de mií?
En adelante, quienquiera que seáis, seguiré vuestros pasos,
Mis palabras clavarán sus aguijones en vuestras orejas,
hasta que las comprendáis.

Note (5): «El que quiere el retorno vital—dice Kierkegaard—ese es un hombre.» Y el Zaratustra de Nietzsche agrega: Si esa ha sido la vida, viva mosla una vez más.— (A.V.)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 98] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Ninguna sala de herméticas ventanas, ninguna escuela
como no sea al aire libre, pueden comulgar conmigo,
Más fácilmente que ellos lo consiguen los vagabundos y
los niños.

El obrero joven es el más íntimo de mis íntimos, el que
mejor me conoce,
El leñador que lleva su hacha y su cántaro también me
llevará con él,
El mancebo que trabaja en los campos siente una sensa-
ción de bienestar al arrullo de mi voz,
Mis palabras zarpan con los vapores, nostálgicas de todos
los mares,
Amo pasar los días con los pescadores y los lobos del mar.

Digo que el alma no es más que el cuerpo,
Digo que el cuerpo no es más que el alma.
Nada, ni el mismo Dios, es más grande para cada cual que
su propio ser,
Digo que quienquiera que anda doscientos metros sin sim-
patía, marcha envuelto en un sudario á sus propios funerales,
Y yo, vosotros, sin tener un céntimo en el bolsillo pode-
mos adquirir lo más precioso de la tierra,
Y mirar con los ojos ú observar una habichuela en su
vaina, confunde la ciencia de todos los tiempos,
Digo que no existe oficio ni empleo en cuyo desempeño el
que se obstina no pueda convertirse en un héroe,
Mi objeto, por vil ó endeble que parezca, que no pueda
trocarse en eje de la rueda universal;
Y digo á cualquier hombre, á cualquier mujer: «¡Que vues-
tra alma conserve su serenidad, el dominio de sí misma ante
un millón de universos!»

Y digo á la humanidad: «No seáis curiosos respecto de Dios.
Yo que tengo tantas curiosidades, no tengo ninguna acer-
ca de El.»
(Ningún lujo verbal podría expresar mi tranquilidad en lo
que atañe á Dios y á la muerte.)

Oigo y veo á Dios en cada objeto.
No obstante, confieso mi infinita incomprensión de Dios.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 99] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Y lo que comprendo menos todavía, es qué es lo que podría
ser más prodigioso que yo mismo.

¿Por qué he de tener deseo de ver á Dios mejor de lo que
actualmente le veo?
Veo algo de Dios en cada una de las veinticuatro horas, y
actualmente le veo?
Veo algo de Dios en cada una de las veinticuatro horas, y
también en cada minuto,
Veo á Dios en el rostro de los hombres y en el de las mu-
jeres, y en los espejos cuando reflejan mi faz,
En las calles y en los campos, por todos lados, encuentro
cartas que Dios ha dejado caer.
Cartas firmadas con su nombre y su rúbrica, que dejo
donde las hallo, porque sea cual fuere el rumbo de mis pasos,
sé que otras y otras llegarán puntualmente hasta mí, por los
tiempos de mis tiempos.

Cuanto á ti, ¡oh Muerte! y tú, amargo abrazo de la cambian-
te materia, es inútil que tratéis de alarmarme.

¡Oh Vida! no ignoro que eres el residuo de incalculables
muertos.
(Yo mismo, antes de nacer esta vez, seguramente ya había
muerto más de diez mil veces.)

¿Qué murmuráis en las lejanías? ¡Oh estrellas de los cielos!
¡Oh soles! ¡Oh hierbas de las fosas! ¡Oh perpetuas transferen-
cias y desarrollos!
Si vosotros calláis, ¿cómo podría yo decir algo?

Vosotros los que me escucháis, ¿tenéis algo que decirme?
Miradme á la cara en tanto aspiro la fluida caricia del
anochecer.
(Habladme sinceramente, nadie nos escucha, no puedo es-
perar más que un minuto.)

¿Estoy en contradicción conmigo mismo?
De acuerdo, es verdad que me contradigo.
(Soy vasto, contengo multitudes.)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 100] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


El gavilán desciende como un dardo hasta rozar mis gue-
dejas; me acusa de facundia y de pereza.

Y soy tan montaraz como él, y tan inexplicable;
Hago repercutir mis salvajes ladridos por encima de los
tejados del mundo.

Los últimos resplandores del día se ofrecen á mis ojos,
Proyectan mi imagen tras de las otras—tan verdadera
como la que más—en el desierto invadido por la sombra,
Me empujan mimosamente hacia la bruna y el crepúsculo.

Me alejo como el aire, sacudo mi cabellera blanca hacia el
sol poniente.
Arrojo mi carne á los remolinos, la dejo aventarse en es-
pumosas fibras.

Me doy al barro para renacer en las hierbas que amo,
Si en adelante queréis volverme á ver, buscadme bajo las
suelas de vuestros zapatos.

Nunca sabréis lo que soy ni lo que significo.
Sin embargo, para vosotros yo seré la salud,
Purificaré y fortificaré vuestra sangre.

Si no podéis alcanzarme en seguida, no os descorazonéis;
Si no me halláis en un punto, buscadme en otro,
¡Yo estoy en algún lado, esperándoos!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 101] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Canto del hacha



I

Arma de forma bella, arma desnuda y pálida,
De cabeza extraída de las entrañas de la madre,
Cuya carne es de madera, y el hueso de metal, con tu úni-
co miembro de tu labio único.
Tu hoja gris azulosa crecida en la hornaza calentada al rojo,
tu mango nacido de una ínfima simiente que se sembró,
Reposas entre la hierba que te rodea,
Arma que se tira, y en la que uno se apoya.

Formas potentes y atributos de formas potentes, oficios,
espectáculos y rumores viriles.
Larga serie variada y emblemática, jirones de música,
Dedos de organista mariposeando sobre las teclas del gran
órgano



II

Bienvenidos todos los países, cada uno según su naturaleza:
Bienvenidos los países del pino y de la encima,
Bienvenidos los países del limonero y de la higuera,
Bienvenidos los países del oro,
Bienvenidos los países del trigo y del maíz, bienvenidos
los de la uva.
Bienvenidos los países del azúcar, y del arroz,
Bienvenidos los países del algodón, los de la papa blanca
y de la batata,
Bienvenidas las montañas, las pampas, los arenales, las
selvas, las praderas,
Bienvenidas las tierras fértiles, que bordean los ríos, las
planicies, las brechas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 102] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Bienvenidos los partizales desmesurados, bienvenidos la
tierra fecunda de los vergeles, el lino, la miel, y el cáñamo,
Pero tan bienvenidos sean los demás países de dura faz,
Tan ricos como los países del oro, del trigo y de los frutos,
Países de minas, países de rudos y viriles minerales,
Países de la hulla, del cobre, del plomo, del estaño y del
cinc.
Países del hierro, países de la materia de que es hecha el
hacha.



III

Junto á la pila de madera hay una bola contra la cual está
apoyada el hacha.
A su lado se eleva la choza silvestre: una viña trepa por
encima de la puerta, un pequeño espacio ha sido talado para
trocarlo en jardín,
El golpeteo irregular de la lluvia sobre las hojas, hase
apaciguado después de la tempestad.
Una lamentación gemebunda se deja oir por intervalos re-
cordando la del mar;
Piensan en naves cogidas por la tempestad, tumbadas de
costado, con sus mástiles rotos,
Se recuerdan las enormes vigas de las cortijos de otros
tiempos,
Las imágenes y las narraciones que describen las travesías
aventureras de hombres, de familias y de bienes,
Se imagina su desumbarque, la fundación de nuevas co-
lonias,
La navegación de los que buscaron una nueva Inglaterra
y la descubrieron; sus comienzos,
Los establecimientos de Arkansas, del Colorado, de Otta-
wa, de Willamette,
Los lentos progresos, la carne flaca, el hacha, la carabina,
la bolsa de cuero para las travesías á caballo;
Y luego la belleza de todos los seres aventureros y audaces,
La belleza de los montaraces y de los leñadores con sus
claros rosros incultos,
La belleza de la independencia, de la partida, de las accio-
nes que no se apoyan más que en ellas mismas,
El desdén del americano por los decretos y las ceremonias,
la impaciencia ilimitada ante toda coerción,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 103] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

La libre tendencia del carácter el relámpago á través de
los tipos tomados al azar, la solidificación;
El carnicero en el matadero, los hombres á bordo de las
goletas, el almadiero, el pioner,
Los leñadores en sus cuarteles de invierno, el alba en los
bosques, los ribetes de nieve en las ramas de los árboles, y de
tanto en tanto el ruido seco de un crujimientos;
Vuestra propia voz que suena clara y gozosa, la alegre can-
ción, la vida natural en los bosques, el fuerte trabajo de cada
jornada;
El fuego que llamea al anochecer, el gusto delicioso de la
comida, la conversación, la cama hecha con ramas de pino, y
la piel de oso.

El empresario de construcciones trabajando en las ciuda-
des ó en cualquier lado,
El trabajo preparatorio del garlopaje, de la escuadría, del
aserramiento, del amojonamiento;
El montaje de las vigas que se colocan en su sitio, posán-
dolas regularmente,
El ajustamiento de las grandes vigas, en las entalladuras,
según el modo con que fueron preparadas,
Los martillazos, las actitudes de los obreros, las flexiones
de sus miembros;
Inclinados, de pie, á horcajadas en las vigas, claveteando,
agarrados á los postes y á los tirantes,
Sosteniéndose con un brazo mientras el otro maneja el
hacha,
Los entarimadores que ajustan las maderas del piso para
clavetearlas después,
Sus aposturas, al abatir de arriba abajo sus armas contra
las planchas,
Los ecos de sus golpes retumbando en el edificio vacío.

El enorme almacén que construyen en la ciudad y que ya
está muy adelantado,
Los seis carpinteros, dos en medio y dos en cada extremi-
dad, llevando con precaución sobre sus espaldas un gran trozo
de madera que servirá de travesaño;
Los equipos enfilados de albañiles con la llana en la diestra,
elevando rápidamente el largo muro que ya mide sesenta
metros desde la fachada al fondo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 104] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Sus espaldas que suben y bajan con agilidad, el continuo
chischás de las llanas sobre los ladrillos,
Los ladrillos, asentados unos tras otros con una destreza
tan segura, y fijados con un golpe de mango de la llana,
Las pilas de materiales, el mortero, las mezclas de cal y
arena continuamente batidas por los operarios;
Los obreros que hacen los mástiles en los astilleros, en en-
jambre de los aprendices, ya hombres hechos,
El vaivén balanceado de sus hachas para tallar el cuadrado
trozo de madera y redondearlo en forma de mástil,
El breve y seco crujido de acero, entablando al sesgo el
pino,
Los copos, color manteca, que vuelan en grandes astillas
ó en cintas,
El movimiento flexible de los brazos jóvenes y musculosos
y de las caderas dentro de las blusas,
El constructor de muelles, de puentes, de escolleras, de
diques, de almadías, de rompeolas,
El bombero de las ciudades, el incendio que estalla de
pronto en el barrio más poblado,
La llegada de las bombas, los gritos roncos, los hombres
que avanzan rápidos y osados.
El vigoroso mandato transmitido por los clarines, el des-
plegamiento en línea de carga, los brazos que suben y bajan
para traer el agua,
Los chorros finos, espasmódicos, de un blanco azuloso, la
colocación de los ganchos y de las escaleras con sus accesorios,
El estrépido de las paredes que se minan y de los techos
que se derrumban si el fuego arde debajo,
Los rostros iluminados de la multitud que observa, la clari-
dad violenta y las sombras espesas.

El forjador en su forja y el que usa el hierro después de él;
El que fabrica el hacha grande ó pequeña, el que la suelda
y el que la templa,
El que sopla sobre el acero frío y prueba su filo pasándolo
por el pulgar,
El que da forma al mango y la fija sólidamente en su en-
garce;
Las siluetas procesionales de los que se han servido de ella
en el pasado;
Los artistas primitivos y pacientes, los arquitectos y los
ingenieros,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 105] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El edificio asirio y el edificio de Mizra perdidos en las
lejanías,
Los lictores romanos precediendo á los cónsules,
El antiguo guerrero de Europa con su hacha, en los com-
bates,
El arma enhiesta, los hachazos que resuenan sobre el casco
que cubre la cabeza del enemigo;
El alarido de muerte, el cuerpo de pronto ablandado que se
desploma, el amigo y el enemigo que se precipitan,
Los vasallos insurreccionados que se aprestan al asedio
resueltos á conquistar sus libertades,
La fortaleza intimada á rendirse, la puerta asaltada, la
truega y el parlamento.

El saqueo de una ciudad antigua,
Los mercenarios y los partidarios que se precipitan furiosa-
mente en el desorden,
Rugidos, llamas, sangre, borracheras, locura delirante,
El pillaje de los tesoros en las casas y en los templos, los
gritos de las mujeres abrazadas por los bandidos,
Las pillerías y las depredaciones de los que marchan detrás
de los ejércitos, los hombres que corren, los ancianos que se
lamentan,
La guerra infernal, la crueldades de la fe,
La lista de todos los hechos y de todas las plabras, justas
ó injustas, prohibidas bajo pena de muerte,
El poder de la personalidad justa ó injusta.

¡Músculo y corazón para siempre!
Lo que vigoriza la vida vigoriza la muerte,
Y los muertos progresan tanto como progresan los vivos,
Y el porvenir no es más cierto que el presente;
Pues la rudeza de la tierra y del hombre contiene tanto
Como la delicadeza de la tierra y del hombre,
Y nada perdura excepto las cualidades del individuo.

¿Qué es, pues, lo que vosotros creéis que perdura?
¿Creéis que una gran ciudad subsiste?
¿O un estado manufrcturero desbordante de productos? ¿O
una constitución elaborada? ¿O los vapores más sólidamente
construídos?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 106] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¿O los hoteles de granito y de hierro? ¿O no importa qué
obras maestras hechas por ingenieros? ¿O los fuertes, ó los
armamentos?

¡Quitad de ahí! Esas cosas no deben ser amadas por sí
mismas,
Ellas llenan un momento; por ellas es que bailan los dan-
zantes y los músicos ejecutan;
El cortejo pasa, todo eso entretiene y satisface segura-
mente,
Todo eso resulta negocio y ganancia, hasta que irradia un
relámpago de desafío.

Una gran ciudad es la que posee los hombres y las mujeres
más grandes,
Aunque no poseyera más que algunas chozas miserables,
aun sería la más grande de las ciudades del mundo.

El lugar donde se eleva una gran ciudad no es aquel que
Posee extensos muelles, almacenes de carga y descarga, ma-
nufacturas y pirámides de productos,
Ni el lugar donde incesantemente se saluda nuevos foras-
teros, ni donde se levan anelas para los que parten,
Ni el lugar de los más altos y regios edificios, y de los co-
mercios en los que se trafica con los productos de todas las
demás partes del mundo,
Ni el lugar de las mejores escuelas y bibliotecas, ni el
lugar donde el dinero abunda más,
Ni el lugar donde la población es más numerosa.

Allí donde se levanta la ciudad que posee la raza más
musculosa de bardos y de oradores,
Allí donde se eleva la unidad que es adorada por ellos, y
que en gratitud los adora y los comprende,
Allí donde no existe monumento alguno erigido á los hé
roes si no en las palabras y en los actos de la comunidad,
Allí donde la economía ocupa su lugar y la prudencia el
suyo,
Allí donde los hombres y las mujeres dan poca importan-
cia á las leyes,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 107] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Allí donde la esclavitud desaparece, y el amo de esclavos
desaparece,
Allí donde el pueblo se subleva instantáneamente contra
la imprudencia eterna de los elegidos,
Allí donde los hombres y las mujeres se abalanzan á ellos,
Como el océano, al silbido de la muerte, desencadena sus olas
impetuosas,
Allí donde la autoridad exterior nunca entra mas que pre-
cedida por la autoridad interna,
Allí donde el ciudadano es siempre la cumbre y el ideal,
donde el presidente, el alcalde, el gobernador y sus secuelas
son agentes asalariados,
Allí donde á los niños se les enseña á ser ellos mismos su
propia ley, á no contar más que con sus solas fuerzas,
Allí donde la igualdad de alma impera en los negocios,
Allí donde las especulaciones espirituales son estimuladas,
Allí donde las mujeres andan por las calles en procesiones
públicas al igual de los hombres;
Allí donde se eleva la ciudad de los amigos más fieles,
Allí donde se eleva la ciudad de la fuerza de los sexos,
Allí donde se eleva la ciudad de los padres más sanos,
Allí donde se eleva la ciudad de las madres de cuerpos más
bellos,
¡Allí se levanta la Gran Ciudad!

¡Cuán miserables resultan los argumentos frente á un ges-
to de desafío!
¡De qué modo el florecimiento material de las ciudades se
encoge ante la mirada de un hombre ó de una mujer!

Todo aguarda ó se descalabra hasta que aparece un ser
fuerte;
Un ser fuerte es la prueba de la raza y de las posibilidades
del Universo,
Hombre ó mujer, cuando aparece, las materialidades se es-
tremecen de respetuoso temor,
Cesan las disputas sobre el alma,
Las viejas costumbres y las formulas viejas son confron-
tadas para renovarlas ó abandonarlas

¿Qué objeto tiene ahora vuestra búsqueda del dinero?
¿Para qué os podría servir ahora?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 108] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

¿Qué significa vuestra respetabilidad?
¿Qué valen, ahora, vuestra teología, vuestra enseñanza,
vuestra sociedad, vuestras tradiciones, vuestros códigos?
¿Dónde están ahora argucias respecto del alma?

Un estéril paisaje recubre el mineral; no lo hay más rico
á despecho de su mísera apariencia;
He aquí la mina, he aquí los mineros,
He aquí el fuego de la forja, la licuación se opera, los for-
jadores están en sus puestos con sus tenazas y sus martillos,
Lo que siempre ha servido y sirve siempre, el hierro,
está pronto.

Nada ha servido mas útilmente que el hierro: ha servido
á todos.
Ha servido á los griegos, de lengua elegante é inteligencia
sutil, y antes de los griegos
Ha servido para construir edificios que han durado más
que todos,
Ha servido a los hebreos, á los persas, á los indús de los
tiempos más remotos,
Ha servido á los que construyeron chozas de tierra en los
bordes de Mississipi, ha servido á aquellos cuyos restos repo-
san en la América Central,
Ha servido á los templos bretones levantados en los bos-
ques, sobre las llanuras, con sus pilares sin desbastar, y á
los druidas,
Ha servido á las hendiduras artificiales, vastas, altas, si-
lenciosas, que se ven en las nivosas colinas de Escandinavia,
Ha servido á los que, en tiempos imposibles de conjetu-
rar, grabaron sobre muros de piedra esbozos del sol, de la
luna, de las estrellas, de las naves, de las ondas del Océano,
Ha servido para abrir las rutas por donde irrumpieron los
godos, ha servido á las tribus pastorales y á las nómadas.
Ha servido á los lejanos celtas, ha servido á los osados pi-
ratas del Báltico,
Ha servido antes que á todos á los hombres venerables é
inocentes de la Etiopia.
Ha servido para fabricar los timones de las galeras de pla-
cer y los de las galeras de combate,
Ha servido para todas las grandes obras de la tierra y para
todas las grandes obras del mar,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 109] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Ha servido en los siglos medioevales y antes de los siglos
de la Edad Media.
No sólo ha servido para los vivos, entonces como ahora,
también ha servido para los muertos.

Veo al verdugo de Europa,
Se yergue enmascarado, vestido de rojo, con sus piernas
enormes y fuertes brazos desnudos,
Y se apoya sobre una pesada hacha.

(¿Cuál es el último de los que habéis hendido, verdugo de
Europa?
¿De quién es esa sangre que os moja y os pringa tanto?)

Veo el claro poniente de los mártires,
Veo descender los fantasmas de los cadalsos,
Fantasmas de señores difuntos, de soberanos descoronados,
de ministros acusados, de reyes caídos,
Rivales, traidores, envenenadores, jefes deshonrados, y
otros más.

Veo á los que, en todos los países, han muerto por la buena
causa,
Rara es su simiente; sin embargo, la cosecha no se
grará jamás.
(¡Guay de vosotros, oh reyes extranjeros, oh clérigos! La
secha no se perderá jamás, yo os lo aseguro.)

Veo el hacha completamente lavada de la sangre que la
cubría.
El hierro y la mancha están purificados,
No hacen correr más la sangre de los nobles de Europa, no
tronchan más los cuellos de las reinas.

Veo al verdugo que se retira por inútil.
Veo el cadalso desierto y enmohecido, no veo más al hacha
junto al tajo,
Veo, enorme y amistoso, el emblema de la potencia de mi
raza, la más grande de las razas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 110] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

(¡América! No me jacto de mi amor por ti,
Tengo lo que tengo.)

¡El hacha rebota!
La compacta selva tiembla de resonancias fluidas,
Ruedan y se prolongan, se elevan y cobran formas:
Choza, tienda, embarcadero, jalones,
Balancín, carreta, pico, tenazas, alfajía,
Balaustrada, horquilla, artesón, palote, paleta de locero,
tablero mural, rueda dentada,
Ciudadela, cielorraso, café, academia, órgano, sala de ex-
posición, biblioteca,
Cornisa, celosía, pilastra, balcón, ventana, torrecilla,
pórtico,
Azada, rastrillo, horquilla, lápiz, carruaje, bastón, sierra,
garlopa, mazo de madera, cala, mango de prensa,
Silla, cuba, esfera, mesa, ventanilla, ala de molino, marco,
piso,
Caja, cofre, instrumento de cuerda, navio, armadura de
edificio y todo lo demás,
Capitolio de los Estados y Capitolio de la nación hecha
de Estados,
Largas, imponentes ringleras de edificios flanqueando las
avenidas,
Hospicios para huérfanos, para pobres, para enfermos,
Vapores y veleros de Manhattan, peregrinos de todos los
mares.

¡Las formas se alzan!
Formas de todas las cosas para las cuales sirve el hacha, y
de los que se sirven de ella y de cuanto les rodea,
Los que talan los bosques y los que arrastran sus despojos
hasta Penobscoto Kennebec,
Los que habitan en cabañas en media de las montañas de
California ó junto á los pequeños lagos ó en el Columbia,
Los que habitan al Sur, en las riberas del Gila, del Río
Grande, las reuniones cordiales, los tipos y las diversiones.
Los que habitan á lo largo del San Lorenzo, ó al Norte, en
el Canadá, ó en los parajes del Fellwostone, los que habitan
en las costas y á lo largo de las costas;
Pescadores de focas, balleneros, marinos de las regiones
árticas acostumbrados á abrirse paso entre los témpanos.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 111] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Las formas se alzan!
Formas de manufacturas, de arsenales, de fundiciones, de
mercados,
Formas de durmientes, de rieles unánimes,
Formas de travesaños de puentes, de vastas armaduras, de
vigas, de arcos,
Formas de flotillas de chalanas, de remolcadores, de barcos
hendiendo canales, lagos y rios,
Los astilleros naveles, las dársenas, á lo largo de los mares
del Levante y del Poniente, y tantas bahías y zonas retiradas,
Las carlingas de roble, las bordas de pino, la raíz de alerce
para las curvas,
Los barcos mismos sobre sus cascos, las hileras de anda
mios, los obreros trabajando dentro y fuera del casco,
Sus herramientas esparcidas por todos lados, el ancho tala-
dro, la barrenilla, la azuela, los pernos, el cordel, la escuadra,
el escoplo, el cepillo de carpintero.

¡Las formas se alzan!
La forma que se mide, asierra, cepilla, junta, pinta,
La forma del féretro en el que la muerte será acostada con
su sudario,
La forma que se ha destacado en columnas, en columnas
de cama, en las columnas del techo de la desposada,
La forma de la pequeña pila, la forma de la báscula, la
forma de la cuna del infante,
La forma del piso de la casa familiar donde conviven cor-
dialmente los padres y los hijos,
La formas del techo de la mansión donde habitan el hombre
y la mujer, jóvenes y felices, el techo que recubre la pareja
recién desposada,
El techo que resguarda la comida gozosamente preparada
por la casta esposa, y gustada gozosamente por el esposo
casto, con la alegria de haber concluido bien la jornada.

¡Las formas se alzan!
La forma del lugar en que se halla de pie el prisionero, en
la sala del tribunal, y de los que están sentados,
La forma del mostrador del bar sobre la que se apoyan el
joven alcoholista y el borracho viejo,
La forma de la escalera vergonzosa é irritada al contacto
de los pies que se esquivan bajamente,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 112] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

La forma del silencioso canapé donde se ha ocultado la
miseria de la pareja adúltera,
La forma de la mesa de juego, con sus ganancias y sus
pérdidas diabólicas,
La forma de la tarima junto á la horca, para el asesino ya
juzgado y condenado, y el asesino que sube á ella, con el
rostro huraño y los brazos liados,
La autoridad á un lado en compañía de sus asesores, al
otro lado la multitud silenciosa, pálida de contenida emoción,
y la cuerda que se balancea.

¡Las formas se alzan!
Formas de puertas dando paso franco á todas las entradas
y las salidas,
La puerta que abre y cierra tras sí, apresurada y palpintan-
do al amigo, largo tiempo separado del amigo,
La puerta que deja pasar la buena ó la mala nueva,
La puerta por donde el hijo abandonó la casa lleno de con-
fianza en sí,
La puerta por la que entró, después de una larga y escan-
dalosa ausencia, enfermo, consumido, despojado de su pureza
y sus recursos.

La forma se alza por sí misma, el alma
Está menos protegida que nunca; sin embargo, más prote-
gida que nunca,
Las ordinarieces y las manchas entre las cuales se mueve
no la tornan grosera ni sucia,
Cuando pasa conoce los pensamientos, nada le queda oculto,
Por ello no es menos previsora ni menos amistosa,
Es la más amada, sin excepción, no tiene por que temer ni
nada teme,
Los juramentos, las disputas, las canciones entrecortadas
de hipos, las palabras injuriosas no la ofenden ni las oye,
cuando ella pasa,
Ella es silenciosa, está llena de sí misma, nada de ello le
ofende,
Acepta eso como lo aceptan las leyes de la Naturaleza, ella
es fuerte,
También ella es una ley de la Naturaleza, y no hay ley
más poderosa que ella.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 113] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Las formas capitales se levantan!
Formas de la total Democracia y coronamiento de los siglos,
Formas eternamente proyectadas de otras formas,
Formas de ciudades viriles y violentas,
Formas de amigos y de constuctores de hogares alrededor
de la tierra,
¡Formas que abarcan la tierra y abarcadas por toda la
Tierra!



Mira tú que reinas victoriosa

Ahora que reinas victoriosa sobre las cumbres,
Desde las cuales contemplas, con poderosa frente, el
mundo
(El mundo, ¡oh Libertad! que inútilmente conspirara con-
tra ti),
El mundo, cuyos innumerables sitios y asaltos resistieras;
Ahora que culminas, dorada por el sol deslumbrador,
Ahora que avanzas con augustos pasos, sana, suave, fuerte
y floreciente,
En estas horas supremas para ti
Mira lo que te ofrezco:
No es un poema de continental orgullo, ni un himno exta-
siado y triunfal,
Te traigo un búcaro de estrofas, conteniendo las tinieblas
nocturnas y las llagas arrasadas de sangre.
Y los salmos de los muertos.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 114] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




A un burgués

¿Qué es lo que pretendéis de mi? ¿Versos acaramelados?
Buscáis en mi obra las lánguidas y plácidas estrofas caras
á los burgueses?
¿Os ha parecido tan difícil seguiurme hasta aquí?
Pues bien: habéis de saber que no he cantado hasta ahora
ni cantaré jamás de modo que podáis seguirme y compren-
derme
(Yo he nacido de los mismos elementos que han engendra-
do la guerra; para mí el redoble de los tambores es una mú-
sica inefable, adoro el himno fúnebre y marcial,
Que acompaña con su lenta lamentación y sus convulsivos
sollozos los funerales del oficial);
¿Qué significa para un hombre como vos, un poeta como yo?
Dejad, dejad mis cantos:
Id á que os arrullen con lo que podéis comprender: aires de
baile y tonadillas de piano:
Yo no arrullo ni columpio á nadie, por lo mismo no po-
dréis comprenderme jamás.



Año que tiemblas y vacilas ante mí

¡Año que tiemblas y vacilas ante mí!
El viento de tu estio fué bastante cálido; sin embargo, el
aire que respirábamos me pareció de hielo,
Una densa sombra se interpuso entre el sol y yo para en-
tenebrecerme;
¿Tendré que trocar mis triunfantes cantos? me dije á mí
mismo.
¿Tendré que aprender á cantar los fríos himnos fúnebres de
Los vencidos?
¿Y los salmos sombríos de la derrota?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 115] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Canto del Poeta

Escuchad, pues, mi romanza matinal, publico los signos
del Poeta:
Voy cantando de sol á sol por las granjas y las ciudades
que se encuentran á mi paso.

Un joven se me aproxíma, trayéndome un mensaje de su
hermano.
¿Cómo es posible que este joven conozca el sí y el cuándo
de su hermano?
Decidle que me mande los sinos que lo caracterizan.

Y me pongo frente á frente del joven, y cojo su diestra en
mi siniestra y su siniestra en mi diestra,
Y respondo por su hermano y por todos los hombres, y por
el que contesta por todos-el Poeta--, y envío estos augurios:

El es el que todos esperan, él es el que todos acatan,
Su palabra es decisiva y final,
El es el que aceptan, aquel en quien todos se bañan y en
quien se vislumbran como envueltos en luz;
El se sumerge en ellos como ellos se sumergen en él.

Las mujeres admirables, las más soberbias naciones, la
leyes, los paisajes, las gentes, los animales,
La profunda tierra y sus atributos, lo mismo que el Océano
y sus remolinos (así publico mi romanza matinal),

Todos los goces y los bienes, y el dinero y cuanto se ad-
quiere con dinero, él lo posee,
Las mejores granjas que otros abonan y siembran penosa-
mente, es él quien las cosecha;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 116] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Las ciudades más imponentes y lujosas que otros proyectan
y edifican, él es quien las habita;
Nada hay para nadie más que para él, toda cosa próxima
ó lejana es para él; los vapores distantes,
Los espectáculos y los cortejos que pasan por la tierra
perpetuamente, si son para alguien, son para él.

Establece las cosas en sus actitudes,
Con amor y plasticidad hace amanecer el día dentro de si,
Fija el tiempo, los recuerdos, los parientes, los hermanos,
las hermanas, el ambiente, los oficios, la politica, de tal guisa
que los demas ya no puedan envilecerlas ni dominarlas.

El es el Contestador;
A todo lo que puede contestarse contesta, á lo que no puede
contestar, enseña cómo no puede contestarse.

Un hombre es una intimación, un desafío.
(En vano trataríais de esquivaros; ¿no oís sus burlas y
sus risas? ¿No oís sus crónicos ecos?)

Libros, amistades, filosofías, sacerdotes, acción, placer,
orgullo, van y vienen en todos sentidos esforzándose en satis-
facernos,
El es el que enseña en qué consiste y dónde se halla la sa-
tisfacción, el que enseña lo que va y viene en todo sentido.

Cualquiera que sea el sexo, la estación ó el lugar, puede ir
fresco, dulce, sin miedo, hacia los hombres, tanto de día como
de noche,
Posee el salvoconducto de los corazones, y la respuesta
que anhelan las manos ansosas asidas al aldabón de las
puertas.

Es el universal bienvenido, el gran río de la belleza no es
mejor acogido en parte alguna, ni más universal que él,
Es el que alegra el día y el que bendice la noche.

Toda existencia tiene su idioma, todas las cosas tienen su
idioma y su lenguaje,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 117] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El resuelve todas las lenguas en la suya, y la entrega á
los hombres; cualquier hombre puede traducirla y traducirse
igualmente;
Una parte no contradice la otra, él ve cómo se concilian,
es el conciliador.

El día de recepción en casa del Presidente, dicele con se-
renidad: ¿Cómo está usted, amigo?
Y al paria encorvado sobre su hoz en las plantaciones de
cañas de azucar, le dice: Buen día, hermano;
Y ambos lo comprenden y saben que habla como debe
hablar,

Se pasea con perfecta desenvoltura por el Capitolio,
Circula entre los miembros de Congreso, y un diputado
dice á otro: Ved aparecer á nuestro igual.

Los artesanos lo consideran artesano,
Los soldados presumen que es un soldado, los marinos
creen que ha hecho vida de mar,
Los escritores lo toman por un escritor,
Los artistas, por un artista,
Los leñadores reconocen que podría ser una de los suyos;
Cualquiera que sea la obra, es el que debe realizarla ó el
que ya la ha hecho,
Cualquier que fuera la nación, podría encontrar en ella
hermanos y hermanas.

Los ingleses creen que su origen es inglés,
Los judíos opinan que es judío, los rusos que es ruso,
todos lo tienen por allegado, ninguno por extranjero.

En el café lleno de viajeros, si mira á alguien, éste lo con-
sidera de los suyos,
Italianos y franceses, alemanes, españoles é insulares cu-
banos, cada uno de ellos lo juzga compatriota suyo;
El mecánico, el marinero, sean de los grandes lagos ó del
Mississipí, del San Lorenzo ó del Sacramento, del Hudson ó
del estrecho de Paumanok, lo creen de su oficio y de su
región.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 118] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


El gentilhombre de pura sangre reconoce su sangre per-
fecta,
El blasfemo, la ramera, el furioso, el mendigo, se recono-
cen en sus maneras cuando él da en imitarlos;
Ennoblece sus personas, transfigura sus abyecciones.

Medito en las indicaciones y en las concordancias del
tiempo;
Entre los filósofos, la maestría se mide según la potencia
de la salud, el más sano es el más sabio, maestro de maestros.
El tiempo avanza siempre dando lugar á nuevas formas,
Lo que revela al Poeta, es el grupo de entusiastas canto-
res que le rodea,
Las palabras de los cantores son las horas ó los minutos
de la luz y de la sombra, pero las palabras del creador de
poemas son la totalidad de la sombra y de la luz;
El creador de poemas establece la justicia, la realidad, la
inmortalidad;
Su hímnica visión y su poderío, abarcan todas las cosas y
las razas humanas.
Constituye la gloria y la esencia de las cosas y de las
razas.

Los cantores no crean, sólo el poeta es creador,
Los cantores son acogidos con agrado, son comprendidos
en seguida, aparecen con frecuencia;
Raro es el día y más raro aún el lugar en que nace el crea-
dor de poemas, el Contestador;
A pesar de todos sus nombres insignes, semejante día no
amanece en cada siglo ni en cada período de cinco siglos.

Los cantores de los momentos sucesivos de los siglos sue-
len poseer nombres ilustres, pero el de cada uno de ellos es
un nombre de cantor;
Cantor de los ojos, cantor de las orejas, cantor de las ca-
bezas, cantor de las elegancias, cantor de las noches, cantor
de los salones, cantor de amores, cantor de fantasías y de
otras cosas.

Entretanto, como en todos los tiempos, las palabras de los
verdaderos poemas permanecen inexpresadas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 119] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Las palabras de los verdaderos poemas trascienden la dis-
tracción y el agrado de los auditorios;
Los poetas verdaderos no son los esclavos de la belleza,
Son los reyes augustos de la belleza;
Su verbo acuña las tres grandezas, la de los hijos, la de
los padres y la de las madres;
Las palabras de sus poemas son el coronamiento de los
heroísmos, el jubileo de la ciencia.

Instinto divino, amplitud de visión, salud, potencia corpo-
ral, aislamientos, razón legisladora,
Alegría, bochorno, solaz, pureza atmosférica, tales son al-
gunas de las palabras de sus poemas.

En el creador de poemas, en el Contestador, existen sub-
yacentes el marino, el viajero, el constructor, el geómetra,
el químico, el anatomista, el psicólogo y el artista; todas estas
variedades típicas existen subyacentes en el creador de poe-
mas, en el Contestador.

Las palabras de los verdaderos poemas os dan más que
muchos poemas,
Os brindan elementos para que vosotros mismos concibáis
poemas, religiones, política, guerra, paz, conducta, historia,
ensayos vida cotidiana y lo demás;
Equilibran las jerarquías, los colores, las razas, los credos
y los sexos,
No se esfuerzan por alcanzar la belleza, es ésta la que se
esfuerza en merecerlos,
Nostalgia de sus palabras, languideciente de amor, la be-
lleza sigue sus huellas gozosa y apresurada.

A pesar de preparar para la muerte, no son una conclu-
sión, sino un comienzo,
A nadie conducen á término alguno, no lo dejan en un
estado de satisfacción y de plenitud;
Aquel de quien se apoderan lo arrebatan con ellos al abis-
mo para contemplar la eclosión de los astros, para revelarle
el mundo de las significaciones,
Para volar con absoluta fe, para recorrer los infinitos cír-
culos y arrojar para siempre,
Como sidéreos lastres, todas las formas de quietud.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 120] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Inscripción para una tumba


Á Gorge Peabody, que legó diez y siete millones y medio de dólars para diversas fundaciones; muerto en 1870.

¿Qué podremos cantar en loor del que yace acostado en
esta tumba?
¿Qué tabletas, que epitafio suspenderemos debajo de tu
nombre, oh millonario?
Ignoramos la vida que has vivido,
Fuera de los años que has pasado traficando, mezclado con
corredores y agiotistas,
Lejos del heroísmo de la guerra y de la gloria.

Silenciosa mi alma,
Con las pupilas bajas, meditaba en una suerte de espera,
Apartándose de todos los modelos de heroísmo y de todos
los monumentos de los héroes.

Entonces, á través de las perspectivas interiores,
Surgieron en una fantasmagoría (como las auroras borea-
les en la noche)
Cuadros fugaces como la llama, escenas incorpóreas, visio-
nes proféticas y espirituales.

En uno de ellos aparecía en una calle de una ciudad el
alojamiento de un obrero;
Era al anochecer, la vivienda resplandecia de limpieza, los
picos de gas ardían en la pureza del aire;
Veíase la alfombra pulcramente barrida y el fuego en la
cocina ardiendo alegremente,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 121] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

En otra vivienda realizábase el sagrado drama del alum-
bramiento,
Una madre venturosa alumbraba felizmente en niño per-
fecto.

En aquélla, alrededor de un abundante desayuno,

Estaban sentados un plácido matrimonio en compañía de
sus hijos.

En otra visión, eran procesiones de niños, de á dos, de
á tres,
Encaminándose por distintas calles y caminos y senderos,
Hacia una escuela rematada por una gran cúpula.

En otra, un trio admirable:
Una abuela, con su hija y su nieta, unidas tanto por el
cariño como por la sangre, estaban sentadas
Conversando y cosiendo.

En otra, en una sucesión de imponentes salas,
Forradas de libros, de revistas, de diarios, de cuadros y de
objetos de arte,
Grupos de estudiantes, de obreros jóvenes y ancianos, de
modales honestos y coridales,
Leían ó conversaban

Así fueron desfilando ante mi todos los espectáculos de la
vida obrera:
Los de la ciudades y los de los compos, los de las mujeres,
los de los hombres y los de los niños,
Sus necesidades satisfechas, matizadas de sol, y de alegría;
Los matrimonios, las calles, las manufacturas, las granjas,
las casas y las habitaciones amuebladas,
El trabajo y la fatiga, el baño, el gimnasio, los patios de
recreo, las bibliotecas, los colegios,
El escolar, niño ó niña, en marcha hacia la inistrucción,
Los cuidados prodigados á los enfermos; calzado para los
descalzos, padres para los huérfanos,
Alimentos para las hambrientos, techo y cama y afecto para
los desamparados.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 122] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

(Intenciones perfectas y divinas cuya realización detallada
correspondería á la humanidad.)

Hombre que yaces en esta tumba,
Por ti nacieron en mi mente esas escenas;
Bienhechor prodigioso, que igualas á la tierra en munifi-
cencia y en amplitud,
Cuyo nombre es como un continente con montañas, con
fértiles llanuras y corrientes de aguas.

No sólo á orillas de nuestras ondas, ¡oh ríos! debe perdurar
su nombre
No sólo entre tus riberas, ¡oh Connecticut!
Ni entre las tuyas, viejo Támesis, con toda la vida que
hormiguea en ellas.

Ni por las tuyas, Potomac, que riegas la tierra que hollara
Wáshington, ni por las tuyas, Patapsco,
Ni por las del Hudson, ni por las del interminable Mis-
sissipí;
No sólo entre vuestras riberas debe perdurar su nombre,
Sino más allá de los océanos, hasta donde mi inspiración
proyecta su memoria.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 123] - - - - - - - - - - - - - - - - - -



SEGUNDA PARTE



Canto de la Exposición

(¡Ah, qué poco caso se hace del que trabaja!
Sin embargo, su labor lo aproxima en secreto á Dios:
A El, el amoroso obrero á través del espacio y del tiempo.)

Después de todo, no se trata de crear ni de fundar sola-
mente,
Se trata de acarrear de muy lejos lo que ya fuera hallado,
De imprimirle nuestro carácter, nuestra propia personali-
dad ilimitada y libre.
De infundir una llama religiosa y vital en la materia turbia
y grosera,
De obedecer, lo mismo que de mandar, de seguir más bien
que guiar.
De no rechazar ni destruir, sino fundar, aceptar y reha-
bilitar;
Tal es lo que enseña el Nuevo Mundo,
Aunque aun sea muy poca cosa el Nuevo, y más grande,
¡Oh, cuánto más grande y más antiguo el Viejo Mundo!

De largo tiempo atrás la hierba ha crecido,
De largo tiempo atrás la lluvia ha venido cayendo,
De largo, muy largo tiempo atrás el globo está girando.

¡Ven, oh musa! emigra de Grecia y de Jonia;
Deja tus añejas rapsodias excesivamente admiradas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 124] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Da al olvido la historia de Troya, la cólera de Aquiles, los
afanes de Eneas y los viajes de Ulises.
Pon Se alquila por mudanza en las rocas de tu nevado
Parnaso,
Haz lo propio en Jerusalén sobre la puerta de Jaffa y en el
monte Moriak,
Pon Se alquila en los muros de los castillos de Alemania,
de Francia, de España, y en los Museos de Italia:
Y vente al más vasto, activo y nuevo de tus dominios: un
grande, virgen imperio te espera y te llama.

Respondiendo á nuestro anhelo,
O más bien á un deseo largo tiempo incubado,
Unido á una natural é irresistible gravitación,
¡Hela aquí, que viene! Oigo el frou-frou de su falda,
Respiro la deliciosa y adorada fragancia de sus hálitos,
Admiro su andar divino, sus ojos curiosos abarcando la
inmensidad de esta escena.

¡Ella, la Reina de las Reinas! ¿Será posible que tus templos
antiguos, tus clásicas esculturas no hayan podido retenerte?
Que ni las sombras de Virgilio y de Dante, ni las miríadas
de recuerdos, de poemas, de amadas compañías de antaño
hayan podido magnetizarte y suspender tus pasos,
Que Ella lo haya abandoado todo y ahora esté aqui.

Permitidme ¡oh amigos! que os lo diga:
Yo la veo claramente aunque vosotros no la percibáis,
Es el mismo espíritu inmortal de la tierra,
La encarnación de la actividad, de la belleza, del heroísmo,
Que habiendo agotado la serie de sus temas primitivos
Viene hacia nosotros impulsada por todas sus evoluciones;
Sus temas antiquísimos sirven de ornamento de sus temas
actuales:
Ya se ha extinguido; sepultada en los tiempos su voz que
cantaba sobre la fuente de Castalia.
Mudos yacen los carcomidos labios de la Esfinge de Edipo,
silenciosas todas aquellas seculares ininteligibles tumbas.
Acabaron para siempre las epopeyas de Asia, desaparecie-
ron los guerreros de Europa y el canto primitivo de las
musas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 125] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Enmudeció para siempre la inspiración de Calíope, muer-
tas vacen Clío, Melpómene, Talía;
Ya no resuena el gallardo ritmo de Una y de Oriana,
concluída es la búsqueda del Santo Graal;
Jerusalén es sólo un puñado de cenizas arrojadas al viento
dispersas.
Las marejadas guerreras de los cruzados son como fantas-
mas de media noche que se desvanecen antes del alba;
Amadís, Tancredo, han desaparecido, Carlomagno, Rolan-
do, Oliverio, ya no existen
De Palverino y el Orco no quedan sino sus nombres; dor-
midas yacen las torres que se reflejaban en las aguas del Usk;
Arturo y sus caballeros hnse desvanecido, Merlino, Lance-
loto y Galahael, disueltos en el aire como vapor.
¡Muertos! ¡Muertos! Lejano y para siempre muerto ese
mundo un día tan potente, ahora vacio, inanimado, mundo
fantasma;
Ese extraño mundo, tan deslumbrador, tan desenfrenado,
con sus leyendas y sus mitos originales.
Con sus reyes soberbios, sus sacerdotes, sus guerreros feu-
dales y sus cortejadas castellanas,
Ahora yace en la criptas de las catedrales con sus coro-
nas, sus armaduras, sus tocas y sus joyeles;
Sus blasones son las páginas de púrpura de Shakespeare,
Y su canto fúnebre la suave y melancólica poesía de
Tennyson.

Dejadme repetiros ¡oh amigos! que aunque vosotros no la
percibáis, yo veo á la ilustre emigrada (verdad es que ha
viajado y cámbiado indeciblemente, si bien continúa siendo
la misma de siempre)
Dirigirse hacia nosotros, rumbo á esta cita, á través del
tumulto de las multitudes,
Del estrépito de las maquinarias, del agudo silbar de las
locomotoras,
Sin espantarse ni desconcertarse ante los acueductos, los
gasómetros y los abonos artificiales,
Sonriente y bienaventurada, con la clara intención de de-
tenerse.
¡Hela aquí, que se instala entre la batería de cocina!

¿Mas qué digo? ¿no estoy á punto de olvidar mi gen-
tileza?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 126] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Permite que te presente á la Extranjera (acaso para otra
cosa vivo y canto yo), ¡oh Columbia!
Bienvenida seas tú en nombre de la Libertad, ¡oh inmortal!
Unid vuestras manos,
Y á partir de este instante honraos como amorosas her-
manas.

¡Tú, oh Musa, nada temas! Nuevos días y vidas nuevas te
acogen, te circundan,
Una raya insólita, original en sus singularidades, te rodea;
Y sin embargo, es la misma antiqísma raza humana, la
misma dentro y fuera.
Son los mismos corazones, los mismos rostros, los mismos
sentimientos, las mismas aspiraciones,
El mismo viejo amor, la misma belleza y los mismos usos.

No formulamos censuras coutra ti, Viejo Mundo, ni en rea-
lidad nos separamos de ti;
(¿Querría un hijo separase de su padre?)
Mas volviendo las miradas á tu pasado, recorriendo tus
trabajos y tus grandezas, viéndote construir y crear á lo largo
de las edades.
Sentimos ahora la voluntad de construir y de crear.

Más soberbia que las tumbas de Egipto,
Más bella que los templos de Grecia y de Roma,
Más altiva que la catedral de Milán con sus estatuas y su
flecha,
Más pintoresca que los torreones del Rhin,
Pensamos edificarte, desde este día, por encima de todas
esas antigüedades,
No una tumba más, sino tu Gran Catedral, ¡oh Industria!
La Gran Catedral de las invenciones prácticas y de la vida.

Como en una lúcida visión,
Al par de mi canto veo elevarse el nuevo prodigio;
Complázcome en detallar sus múltiples pisos y secciones.

Alrededor de un palacio más bello y más amplio que todos
los de las pasadas épocas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 127] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

(Moderna maravilla de la Tierra que sobrepuja las siete de
la Historia.)
Surge majestuoso piso tras piso, con sus fachadas de hierro
y de cristal
Alumbrando al sol y al cielo con las variedades de sus ma-
tices, bronceado, lila, púrpura, azul, verde mar, carmesí,
Con su cúpula dorada sobre la que deberán flotar bajo tu
bandera, ¡oh Libertad!
Los pendones de los Estados y las banderas de todos los
pueblos,
Y una pléyade de palacios esplendorosos, algo más peque-
ños, haciendo las veces de diadema.

A lo largo del interior de sus muros se exhibirán todos los
objetos y los utensilios inventados por el humano ingenio;
No sólo el mundo de los trabajos, de los oficios y de los
productos habrá de exponerse allí, también los obreros del
mundo deberán estar representados.

Allí podréis seguir en todos sus cursos,
Y diligentes transformaciones, los grandes alumbramien-
tos prácticos de la civilización;
Allí, ante vuestros ojos, la materia mágicamente cambiará
de forma;
El algodón será cosechado como en su propio campo,
Luego, secado, limpiado, desgranado, embalado, hilado y
tejido,
Veréis á los operarios usar todos los métodos, desde los
más antiguos á los modernos,
Veréis todas las variedades de cereales, la fabricación de
las harinas y la cocción del pan;
Veréis los minerales brutos de California y de Nevada fluir
y refluir por las cañerías, hasta trocarse en lingotes,
Veréis el arte del tipógrafo y aprenderéis á componer,
Observaréis con estupor la prensa Hoe, cuando giran sus
cilindros proyectando las hojas impresas con un movimiento
rápido y continuo;
La fotografía, el modelo, el reloj, la aguja, el clavo serán
hechos ante vosotros,
En vastos y tranquilos «halls» un magnífico museo des-
arrollará la lección inacabable de los minerales,
En otos, las maderas, las plantas, las vegetaciones;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 128] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

En otros, los animales, la vida de los animales, sus des-
arrollos y sus metamorfosis.

Un majestuoso Oratorio será la Sala de Música;
Otos serán dedicados á las diversas Artes, la Enseñanza
y las Ciencias, tendrán los suyos.
Ninguna será olvidada, todas habrán de ser estimuladas y
honradas.

(¡Oh América! Estos palacios serán tus Pirámides y tus
Obeliscos,
Tu faro de Alejandría, tus jardines de Babilonia,
Tu templo de Olimpia.)

Los hombres y las mujeres, ¡tan innumberables! que no tra-
bajan,
Vendrán aquí á rozarse con los que laboran tanto,
Para ambos será el provecho, para ambos la gloria:
Provecho y gloria para todos,
Para ti, ¡oh América! ¡Parati, Musa inmortal!

¡Allí habitaréis vosotras, potentísimas matronas!
Allí, en vuestros más vastos dominios, más ilimitados que
todos los de antaño,
Y de allí—para que los ecos los dilaten allende los más
remotos siglos—
Cantaréis en cantos diversos y altivos los novísimos temas;
Cantos de paz y de fecundo esfuerzo; cantos de la vida del
pueblo, coreados por los propios pueblos,
Engrandecidos, iluminados, impregnados de paz, de segura
y entusiasta paz.

¡Basta de temas guerreros! ¡Basta de guerras!
¡Desaparezcan de mi vista, para nunca más verlos, los ten-
dales de cadáveres mutilados y ennegrecidos!
Aquel desenfrenado infierno ávido de sangre, propio de
tigres selváticos y de lobos hambrientos, antes que de seres
racionales,
Sustitúyelos con tus fructíferas campañas, ¡oh Industria!
Con tus ejércitos y tus máquinas impertérritas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 129] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Con tus estandartes de humo desplegados al viento,
Y el alto y clarísimo resonar de tus clarines.

¡Basta de fábulas antiguas!
Basta de novelas, de protagonistas y de dramas copiados
de las cortes extranjeras,
Basta de versos de amor azucarados de rimas, de intrigas
y aventuras de ociosos,
Propias de los banquetes nocturnos en los que los danzan-
tes se deslizan á los adormecedores acordes de la música;
Insanos placeres, extravagancias y deleites de los menos,
Sofocados por los perfumes, las libaciones, el color y las
lumiarias de los deslumbrantes plafones.

En homenaje vuestro, ¡oh verecundas y sanas hermanas!
Alzo mi voz reclamando para los poetas y para el Arte
temas más puros y grandiosos:
Temas que exalten la realidad y el presente,
Que enseñen á los hombres del pueblo la gloria de su des-
tino y de sus oficios cotidianos,
Que canten la canción de la actividad y de la química de
la vida,
Que aconsejen á todos, sin excepción, las labores manua-
les: labrar, escardar, sembrar, cuidar los árboles, los frutos,
las legumbres, las flores,
Velar para que cada hombre haga algo en realidad, lo mis-
mo que cada mujer,
Manejar el martillo y el serrucho (la sierra de doble
mango),
Estimular sus aficiones de carpintero, de modelador, de
pintor decorativo,
De sastre, de sastra, enfermero, palafranero y comisio-
nista,
Inventar alguna pequeña cosa ingeniosa, para simplificar
el lavado, la cocina, la limpieza,
No ser esclavo de la vieja rutinaria creencia que reputa
deshonrosa la «ayuda propia» en tales faenas.

Yo te traigo, ¡oh musa! todas las actualidades de esta
tierra, todos los oficios, todas las grandes ó infimas fun-
ciones.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 130] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

El trabajo, el sano trabajo, que hace sudar infinito, sin
reposo;
La viejas, las viejas cargas prácticas, los intereses y las
alegrías,
La familia, la parentela, la infancia, el marido, la mujer,
El bienestar de los hogares, la casa misma y todos sus
pertenencias,
El alimento y su conservación, la química inclusive,
Todo lo que contribuye á formar al hombre y á la mujer
de la clase media, fuerte, íntegro, de sangre pura, el indivi-
duo perfecto y longevo.
Cuanto lo ayuda á orientar su vida hacia la salud y la fe-
licidad y plasma su alma.
Para la eterna vida real del porvenir.

Y con todo ello, con todos los modernos vínculos, con los
descubrimientos y las comunicaciones internacionales,
Ofresco á tus ojos el vapor, los grandes expresos, el gas
el petróleo,
Verdaderos triunfos de nuestro tiempo, el cable trasatlán-
tico,
La vía férrea del Pacífico, el canal de Suez, los túneles del
monte Cenis, del Gottardo, del Hoosac, el puente del Broo-
klin.
Toda la tierra convertida en un hormiguero de vías férreas
y de derroteros navales, á través de todos los mares,
Y nuestra propia esfera, este mundo astronómico y su
bullir cotidiano.
Y tú, ¡oh América!
Por altos que se yergan tus hijos, tú te alzas más alta to-
davía, tú imperas por encima de todos,
Con la Victoria á tu izquierda y la Ley á tu derecha,
Tú, Unión, que todo lo contienes, que fusionas, absorbes
y toleras todo,
Tú eres la que yo canto ahora y siempre.

Tú también, tú eres un mundo,
Con todas tus regiones, inmensas, múltiples, diversas,
lejanas,
Transformadas por ti en una sola existencia, con una sola
lengua mundial.
Y un solo destino común.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 131] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Y con el encanto que infundes á tus convencidos minis-
tros del trabajo,
Yo evoco y encarno mis temas, y los hago desfilar ante ti.

Mira, pues, ¡oh América! (Mira tú también, inefable hués-
ped y hermana),
He aquí que para ambas avanzas tus aguas y tus tierras;
Mirad! Los campos y los granjas, las selvas y las monta-
ñas lejanas,
Avanzan en procesión;
El mismo mar viene hacia nosotros,
Mira las naves que hienden el tropel ilimitado de sus
olas;
Mira en la lejanía las velas blancas hinchadas por el vien-
to tachonando la verde y azul inmensidad;
Mira los vapores que llegan y los que parten,
Mira sus foscos y ondulantes penachos de humo.

Mira allá en el Oregón, allá, en el distante Norte y al
Oeste,
Mira en el Manic, en el lejano Norte y hacia el Este, los
alegres leñadores de tus bosques,
Blandiendo el hacha, jornada tras jornada.

Mira en los lagos el timonear de tus pilotos, los ademanes
de tus remeros,
Mira cómo se reuerce el fresno entre sus brazos muscu-
losos,
Mira allá cabe la hornaza y alrededor del yunque
El martillear de tus hercúleos herreros,
Mira el movimiento de sus brazos, al levantar en alto y al
abatir rítmicamente sus mazas que repercuten
Como un tumulto de risas.
Mira por doquiera el genio de la inventiva multiplicar las
patentes de invención,
Tus talleres y tus fundiciones ya edificadas, y las que es-
tán en construcción,
Mira fluir las altas llamaradas de sus hornos en torrentes
de fuego.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 132] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Mira tus innumberables granjas hacia el Norte y hacia
el Sur
Tus opulentos Estados, del Este y del Oeste,
Los variados productos del Ohío, de Pensilvania, del Mis-
ourí, de Georgia, de Tejas y de los demás;
Mira el desbordamiento anual de tus cosechas: de trigo, azú-
car, aceite, maíz, arroz, cáñamo y lúpulo,
Tus trojes, tus trenes de mercancías y tus depósitos re-
pletos,
Los racimos que maduran en tus viñedos, las manzanas
de tus pomaredas,
Tus montes, tus rebaños, tus piaras, tus papares, tu car-
bón, tu oro, tu plata,
Y el inagotable hierro de tus minas.

Todo eso es tuyo, ¡oh sacra Unión!
Flotas, granjas, plantaciones, manufacturas, minas, ciu-
dades y Estados, el Mediodía y el Sur,
Todo te lo dedicamos, ¡oh temida madre!

¡Tú, protectora absoluta! ¡Tú, baluarte de todas las cosas!
Pues bien sabemos que tú, generosa como Dios, te prodi-
gas á todos y á cada cual,
Que sin Ti, nada, completamente nada, ni tierras, ni
hogares, ni minas, ni naves, nada de lo que hoy existe esta-
ría seguro,
Ninguna cosa segura, ni ahora ni nunca.

¡Y tú, Emblema que ondulas por encima de todo!
También tengo una palabra para ti (acaso podrá serte
útil,
¡Oh delicada belleza mía!
Recuerda que no has sido siempre como ahora, Reina
venturosa,
Yo te he visto tremolar en escenas muy distintas de la
actual.
No intacta ni límpida ni florida como ahora en tu seda
inmaculada;
Yo te he visto colgar en pedazos de una asta rota,
Y oprimida con desesperada mano contra el pecho de un
joven alférez,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 133] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Anhelada y defendida con salvaje rabia en mortales cuer-
pos á cuerpos,
Te vi, te he visto en medio de locos entreveros, entre el
tronar de los cañones, el clamoreo de las injurias, de los gemi-
dos, de los alaridos de dolor y las secas y ásperas descargas de
los fusiles,
Hundiéendote y apareciendo de nuevo entre las masas de
furiosos demonios que surgían jugándose la vida á cada paso,
sucios de fango, enrojecidos de sangre,
Sí, belleza mía; por eso, y para que como ahora pudieras
flamear en paz allá en lo alto,
Yo he visto enterrar muchos bravos.

Ahora todo lo que aquí vemos, las flores y los frutos de la
paz, son tuyos, ¡oh bandera!
Todo ello en adelante será para ti, ¡oh musa Universal!
¡Y tú estás aquí por eso!
¡De aquí en adelante, toda la obra y todos los obreros son
tuyos, oh Unión!
Ninguno se separará de Ti, nosotros y Tú somos una misma
cosa,
¿Pues qué es la sangre de los hijos sino sangre materna? Y
las vidas y las obras, ¡qué son, al fin, sino rutas que conducen
á la fe y á la muerte?

Si ahora reseñamos nuestras desmesuradas riquezas, lo
hacemos por Ti, madre querida,
Te confesamos que las poseemos todas y cada una de ellas,
indisolublemente unidas á Ti,
No creas que mi Canto y la Exposición se preocupen ex-
clusivamente de la abundancia de los productos y de la cuan-
tía de las ganancias,
¡Los hemos hecho por Ti, por el alma eléctrica y espiritual
que hay en Ti!
¡Granjas, cosechas é invenciones las poseemos en Ti; tuyas
son las ciudades y los Estados!
Nuestra Libertad se apoya en Ti, En Ti confían nuestras
vidas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 134] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




El enigma

Ese algo que estos versos y cualesquieras otros versos no
pueden asir,
Que el oído más fino no puede oir, que el ojo más clarivi-
dente ó el espíritu más sagaz no puede hacerse una imagen,
Que no es el saber, ni la gloria, ni la felicidad, ni la riqueza,
Que, sin embargo, constituye el latido de todos los corazo-
nes y de todas las vidas del mundo,
Que vos y yo y todos perseguimos siempre sin alcanzarlo
nunca,
Que está expuesto á la luz del día y permanece secreto,
realidad de las realidades, y á pesar de ello fantasma,
Que no cuesta nada, la tienen todos, y no obstante ningún
hombre es su poseedor,
Que en vano los poetas se esfuerzan en poner en verso y
los historiadores en prosa
Que los escultores nunca han esculpido, ni los pintores
pintado,
Que los cantores no han cantado nunca, ni los oradores y
actores recitado,
Ese algo es lo que invoco aquí y que exijo conteste al recla-
mo de mi canto.

Sin preocuparse del sitio, en los lugares públicos como en
las viviendas privadas ó en la soledad,
Detrás de la montaña ó del bosque,
Compañero de las calles más agitadas de la ciudad, en el
seno de la multitud;
Ese algo impera y proyecta sus radiaciones.
En las miradas de los niños inconscientes,
O extrañamente, en los féretros donde yacen los muertos,
O en las visiones del alba, ó en las estrellas vespertinas,
Análoga á cierta ligera película de sueños que se evapora,
Ese algo se oculta, titubeando en desaparecer.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 135] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Dos palabras, dos pequeños soplos lo comprenden,
Dos palabras, pero en ellas se engloba todo, desde el prin-
cipio al fin.

¡Cuán ardientemente lo perseguieron los hombres!
¡Cuántas naves navegaron y se hundieron en su búsqueda!
¡Cuántos viajeros abandonaron su hogar y no tornaron más!
Qué suma de genio hase arriesgado por él!
Qué reservas incalculables de belleza y de amor perdidas
por él!
¡Las acciones más espléndidas realizadas desde que el
mundo es mundo se refieren á él!
Los horrores, los males, las batallas de la tierra, todos son
justificados por él!
Las fascinantes llamas que de él emergen, han atraído las
miradas de los hombres, en todos los tiempos y países,
Suntuosas como una puesta de sol en las costas de Norue-
ga, con el cielo, las islas y las escarpadas riberas,
¡O como las claridades inalcanzables y silenciosas de la
media noche septentrional!

Vago, y sin embargo cierto, es el enigma de Dios,
El alma existe por El, el Universo visible es su obra, y los
mismos cielos también.



Á un extranjero

¡Extranjero que pasas! No sabes tú el deseo ardiente con
que te miro,
Seguramente debes ser el que yo buscaba, ó la que busca-
ba (paréceme recordarlo como á través de un sueño),
Seguramente hemos vivido juntos una vida gozosa, no sé
dónde,
Todo esto revive en el mismo instante en que rápidamente
nos cruzamos, fluidos, afectuosos, castos, maduros,
Hemos crecido juntos, eras un varón ó una niña,
He comido y he dormido contigo, tu cuerpo ha dejado de

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 136] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

ser únicamente tuyo, no he permitido á mi cuerpo ser única-
mente mío;
Y me das el placer de tus ojos, de tu rostro, de tu carne,
en el momento de cruzarnos, y tomas en cambio el de mi
barba, de mi pecho y de mis manos,
No te diré una palabra, mas pensaré en ti cuando me halle
solo ó cuando despierte de noche,
Esperaré, no dudando que nos encontraremos otra vez,
Y entonces, trataré de no perderte.



La duda terrible de las apariencias

Pienso en la duda terrible de las apariencias,
En la incertidumbre en que nos hallamos, pienso que quizá
somos juguetes de una ilusión.
Que acaso la esperanza y la fe no son más que especula-
ciones,
Que acaso la identidad de ultratumba sólo es una bella
fábula;
Quizá las cosas que percibo, los animales, las plantas, los
hombres, las colinas, las aguas brillantes y corrientes,
Los cielos del día y de la noche, los colores, las densida
des, las formas,
Quizá todas esas cosas no son (lo son seguramente) sino
apariciones, y que nos falta por conocer aún lo verdaderamen-
te real
(¡Cuántas veces estas cosas se desprenden de ellas mismas
como para confundirme y burlarme!
¡Cuántas veces pienso que yo ni hombre alguno sabemos
la menor palabra de ello!),
Pudiera ser que las cosas me parecieran lo que son (segu-
ramente no son sino aparentes) según mi criterio presente, y
que ellas so serían (seguramente resultaría así) tales como me
parecen ahora, quizá no serían nada consideradas con crite-
rios enteramente distintos.
Sin embargo, para mí estas cuestiones y otras del mismo
orden son curiosamente resueltas por los que me aman, mis
caros amigos:

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 137] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Cuando el que amo camina conmigo ó está sentado junto
á mí, oprimiendo largo rato mi mano con la suya,
Cuando el aire sutil, lo impalpable, el sentido que las pa-
labras y la razón no expresan, nos rodean y nos invaden,
Entonces me siento poseído de una sapiencia inaudita é
indecidble, permanezco silencioso, no pregunto nada,
No puedo resolver el problema de las apariencias ni el de
la identidad de ultratumba,
Pero me paseo ó me detengo, indiferente me siento con-
tento,
El que oprime mi mano me ha serenado y satisfecho.



Del canto al Presidente Lincoln

Féretro que avanzas por las calles y los caminos,
Que avanzas noche y dia bajo la gran nube negra que en-
tenebrece la región.
Con la pompa de las enlutadas banderas, con las ciudades
tendidas de negro,
Con el espectáculo de los Estados, semejantes á mujeres
de pie, bajo sus velos de crespón,
Con las procesiones largas y sinuosas y las nocturnas an-
torchas,
Con las innumberables teas ardientes, por encima del océano
de las cabezas descubiertas,
Con el reposorio que aguarda y los rostros sombríos,
Con los himnos fúnebres que estremecen la noche,
Con los millones de voces que se expanden fortísimas y
solemnes,
Con todas las voces doloridas del coro fúnebre alrededor
del féretro,
Con las iglesias pálidamente iluminadas y las lamentacio-
nes de los órganos,
Entre el doblar de las campanas que tañen, tañen, tañen,
Toma, féretro que pasas lentamente,
Te ofrezco mi rama de lilas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 138] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


(No es para tu cadáver sólo,
Yo deposito flores y verdes ramas sobre todos los féretros
que pasan;
¡Oh muerte sana y sagrada! hace tiempo que quería dedi-
carte un canto tan fresco como el alba.
¡Oh muerte! te ofrezco búcaros de rosas,
Te cubro totalmente de rosas y de lirios precoces;
Mas ahora te brindo las lilas primerizas,
Rompo las ramas de los florecidos arbustos,
Y con los brazos cargados de ellas,
Te los brindo á ti y a todos tus féretros, ¡oh muerte!)

¿Cómo habré de cantar para este muerto amado?
¿Con qué ornaré mi canto en homenaje al alma grande y
dulce que se ha ido?
¿Qué aroma esparciré sobre la tumba del que amo?

Los vientos del mar que soplan de Oriente y de Occidente,
Que soplan del mar Oriental y del mar Occidental, hasta
arremolinarse allá, en las praderas,
Tales serán mis aromas y con ellos el soplo de mi canto,
Para perfumar la tumba del que amo.

¿Qué colgaré en los muros del panteón funerario?
¿Qué cuadros colgaré en los muros
Para adornar el mausoleo del que amo?

¿Colgaré los cuadros de la primavera que pasa, de las gran-
jas y de las moradas?
Con las puestas de sol de las tardes de Abril y sus traslú-
cidos esplendores,
Con las marejadas de oro amarillo del sol que ceaparece,
indolente, mágico fulgurante,
Con la hierba amarilla y suave bajo nuestros pies, y el fo-
llaje verde claro de los árboles prolíficos,
Y el luciente río rizado de trecho en trecho por la brisa,
Y los promontorios de las riberas, destacándose en el cielo,
Y la ciudad próxima, hormigueante de edificios con sus
enhiestas y humosas chimeneas,
Y las escenas de la vida, todas las escenas de los talleres,
y los gestos de los obreros que vuelven á su hogar.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 139] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




La canción de la Muerte

¡Ven, muerte adorable y balsámica!
Ondula alrededor del mundo, acércate, muéstranos tu sere-
na frente,
Día y noche, sin olvidar á nadie,
Acércate, muerte delicada,

Loado sea el insondable universo.
Por la vida y la alegria que nos brinda, por los objetos, y
la ciencia de ellos,
Y por el amor—¡el delicioso amor!—
¡Loada seas! ¡loada! ¡loada!
¡Oh muerte, y el frío y seguro abrazo de tus manos!
Sombría madre que te deslizas á nuestra vera con apagados
pasos,
¿Nadie te ha cantado todavía un canto de entusiasta bien-
venida?
Si es así déjame que te glorifique sobre todas las cosas
Que te ofrezca un canto para decirte que cuando vengas lo
hagas sin desfallecer,

Acércate, fortísima libertadora,
Yo canto forzosamente á los muertos que me traes,
Canto el océano de amor que los lleva en sus ondas,
Bañados en las ondas de tu beatitud, ¡oh muerte!

De mí á ti revuelan gozosas serenatas,
Propongo danzas para festejarte, empavesamientos y fies-
tas en tu honor;
Para ti, los espectáculos al aire libre, bajo los plenos cielos,
La vida y las campiñas, y la enorme noche llena de reco-
gimientos,
La noche silenciosa bajo las palpitantes estrellas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 140] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Las costas océanicas y las ondas de murmurios confiden-
ciales, como los que arrullaran mi niñez,
Y el alma que se vuelve hacia ti, ¡oh hmuerte! buscando tus
labios bajo los velos de tu crespón,
Y el cuerpo, que se estrecha, reconocido contra ti.

Por encima de los susurrantes bosques elevo mi canción
hacia ti,
Por encima de las ondas que suben y bajan, por encima de
los campos y de las praderas inmensas,
Por encima de todas las ciudades compactas y amontona-
das, por encima de los puertos y de las avenidas hormi-
gueantes,
¡Elevo esta canción hacia ti, oh muerte!
¡Con alegría! ¡Con alegría!



Á cierta cantante

Tomad esta estrofa,
La reservaba para algún héroe, orador ó general,
Alguien que hubiera servido la vieja y buena causa, la gran
idea, el progreso y la libertad de la raza,
Algún bravo afrontador de déspotas, algún audaz rebelde,
Mas veo que lo que reservaba, os corresponde
Tanto como á cualquiera de ellos.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 141] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




De lo más hondo de las gargantas del Dakota


(25 Junio 1876)

De lo más hondo de las gargantas del Dakota,
Región de los barrancos salvajes, del Sioux de piel bruna,
de la inmensidad solitaria, del silencio,
Se alzan hoy por azar fúnebres gemidos, retumba por azar
el clamor de los clarines en loor de unos héroes.

He aquí la crónica de la batalla:
Los indios han preparado una emboscada, su astucia triun-
fa, forman un círculo fatal,
Las tropas de caballería combaten hasta el fin con el más
inflexible heroísmo,
En el centro del pequeño círculo, parapetados detrás de
sus caballos muertos,
Custer cae con todos sus oficiales y sus soldados.

Así continúa la vieja, la vieja tradición de nuestra raza,
Lo que la vida tiene de más sublime exaltado por la
muerte,
La antigua bandera sostenida indefectiblemente.
¡Oh Lección oportuna! ¡Cuán grata al alma mía!

Mientras solitario y triste en estos días sombrios yacía
sentado buscando en vano un replandor, una esperanza que
rompiera la espesa negrura de la edad,
He aquí que surge, de regiones inesperadas, una prueba
repentina y salvaje
(Allá, en el centro, el sol caliente aún, aunque oculto,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 142] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

La vida eléctrica anima siempre el centro)
¡Y reluce el surco de un relámpago!

Tú, cuyos leonades cabellos flotaban en las batallas,
Tú, á quien yo viera antaño, alta la frente, avanzar siem-
pre en primera fila, empuñando la espada,
He aquí que apagas bravamente en la muerte el ardos es-
pléndido de tus hazañas
(No es un himno fúnebre el que te canto, es una estrofa
alegre y triunfal),
He aquí que terrible y glorioso, más terrible, más glorioso
que nunca en la derrota,
Después de tantos combates en los que nunca entregaste
un cañón ni una bandera,
Dejando tras de ti una memoria grata á los soldados,
Te aniquilas tú mismo.



Del mediodía á la noche estrellada

¡Tú, astro cenital, en toda la potencia de tu deslumbra-
miento! Tú, ardoroso mediodia de Octubre!
Que inundas de devorante luz la arena gris de la playa,
El mar próximo de roncos silbidos, con sus lejanas pers-
pectivas y sus espuumas escalonadas,
Con sus leonados regueros, sus sombras y su inmensidad
azul;
¡Oh sol replandeciente del mediodía! ¡Es para ti este canto
singular!

¡Escúchame, soberano!
¡Te habla el más agradecido de tus hijos, el que siempre
te ha adorado!
De pequeñueulo me arropaba en tu manto; más tarde feliz

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 143] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

chiquillo, solo á la orilla de un bosque, tus rayos, acaricián-
dome de lejos, bastaban para mi felicidad,
Y joven ó viejo, en la plenitud de mis fuerzas, has sido
para mí, tal como te muestras hoy, mientras te dirijo mi
invocación.

(No puedes engañarme con tu silencio,
Yo sé que la Naturaleza se inclina ante el hombre digno,
Aunque no contesten con palabras, los cielos, los árboles
oyen su voz, y tú la oyes, ¡oh sol!
Cuanto á tus espantosos dolores, á tus perturbaciones, á
tus inesperados abismos y á tus gigantescos dardos de llamas,
Los comprendo porque yo también conozco esas llamas y
esas perturbaciones.)

Tú que difundes tu calor y tu luz fructificadoras,
Sobre las miriadas de granjas, sobre las tierras y las aguas
del Norte y del Sur,
Sobre el Mississipí de interminable curso, sobre las herbo-
sas llanuras de Tejas, sobre las selvas de Canadá
Sobre la tierra toda que vuelve su rostro hacia ti, brillante
en el espacio,
Tú que lo envuelves todo imparcialmente, los continentes
y los mares,
Tú que te prodigas á los racimos y á las hierbas locas y
las florecillas los campos,
Difúndete, difúndete, á través de mí y de mis poemas; de-
dícame uno solo de los rayos fugitivos de tus millones de
millones,
Atraviesa estos cantos.

No limites á ellos solamente tu esplendor sutil y tu po-
tencia,
Reserva también algo para el día avanzado de mi ser,
dora mis sombras que se alargan,
Prepara mis noches estrelladas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 144] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Iniciadores

Pienso cómo la tierra (donde aparecen por intervalos)
está provista de ellos.
Cuán caros y temibles son para la tierra,
Cómo la ganacia es igual para ellos que para los demás
—por paradójica que parezca su edad—,
Cómo la multitud responde a su llamado, á pesar de no
conocerlos,
Cómo hay algo de implacable en su destino, en todos
tiempos,
Como todas las epocas eligen mal los objetos de su adula-
ción y de su recompensa,
Y cómo el mismo precio inexorable debe ser pagado toda-
vía para la misma grande adquisición.



¡Jonnondio! [1]

Esta sola palabra es un poema, un himno fúnebre;
Sus sílabas me evocan cuadros extraños y brumosos, visio-
nes de desiertos, de rocas, de tempestades y de noches de
invierno;
¡Jonnondio! —Veo á lo lejos, hacia el Norte ó al Oeste, en
largas torrenteras y montañas negras,
Por las cuales se deslizan, raudas como espectros crepus-
culares multitudes de jefe robustos, de brujos y de gue-
rreros.
(Raza de las selvas, de los amplios espacios y de las ca-
taratas,

Note (1): Vocablo iroqués; significaba lamentación.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 145] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Ningún cuadro, ningún poema, ningún relato te legará al
futuro.)
¡Jonnondio! ¡Jonnondio! —Desaparecen sin que nadie los
recuerde, sin que los evoque nadie;
La actualidad se esfuma ante ellos, pueblos, granjas,
usinas, ciudades, se desvanecen;
Fuertes y veladas vibran un instante las sílabas autócto-
nas la palabra lamentación pasa en el aire
Y se hunde en el silencio para siempre jamás.



Los Estados Unidos á los criticos del Viejo Mundo

Aquí comenzamos por ocuparnos de los deberes del presen-
te, escuchamos, las lecciones prácticas,
Riqueza, orden, vías férreas, construcciones, productos,
abundancia;
Reforzamos los cimientos del más variado, eterno y vasto
de los edificios,
Del que se elevarán, andando el tiempo, las cúpulas orgu-
llosas,
Las flechas fortísimas y altivas, las flechas enhebradoras
de estrellas.



Hacia alguna parte

Mi sabia amiga, mi más noble amiga
(Sepultada ahora en una tumba inglesa, y á cuya querida
memoria dedico esta página),
Un día terminó así nuestra conversación: «El resumen de
todo lo que sabemos, de todas las intuiciones profundas

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 146] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

—Geología, Historia, Astronomía y Metafísica—,
Es que todos avanzamos, avanzamos lentamente, que todos
mejoramos.
Que la vida, la vida es una marcha sin fin, la marcha de
un interminable ejército [1] (sin descanso posible),
Que el mundo, la raza, el alma, los universos en el espacio
y en el tiempo
Están en marcha, cada uno á su modo, hacia quién sabe
dónde; pero seguramente hacia algún lado...»



Media noche

He aquí tu hora, alma mía, la hora en que emprendes el
vuelo á través des éxtasis sin palabras,
¡Oh! Lejos de los libros, lejos del arte y de las arduas
jornadas;
Emerges de tu estuche, divinamente silenciosa, maravilla-
da, meditando los eternos y predilectos motivos:
La noche, el sueño, la muerte y las estrellas,



Espíritu que has plasmado esta naturaleza


(Escrito en el cañón del Colorado)

Espíritu que has plasmado esta naturaleza,
Estos ásperos y rojos amontonamientos de derrumbadas
rocas,
Estos picos temerarios que pretenden escalar el cielos,
Estas gargantas, estos riachos turbulentos y claros, esta
desnuda frescura,

Note (7): Ver Bergson: L'Evolutión Creactrice, cap. III, pág. 294.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 147] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Esta arquitectura bárbara y caótica, ordenada según sus
propias leyes,
Te conozco, espíritu salvaje—somos viejos amigos, más
de tres veces hemos comulgado juntos—,
En mí también impera esta arquitectura bárbara regida
por sus propias razones.
¿No han arrojado sobre mis poemas la acusación de inar-
tísticos?
¿Que no han sido creados según leyes rítmicas y delicadas?
¿Que habían dado al olvido la cadencia de los líricos, la
gracia de los templos clásicos con sus columnas y sus arcos
pulidos?

Pero á ti, espíritu salvaje que te revelas aquí,
Espíritu que has plasmado esta naturaleza,
Mis cantos no te han olvidado.



La abuela del Poeta

Os mira bajo su cofia de cuáquera, su faz es más límpida y
más bella que el firmamento.

Está sentada en un sillón, bajo el umbroso soportal de la
granja,
El sol pone un largo rayo de oro sobre su anciana cabeza
blanca.

La tela de su amplio vestido es color crema,
Sus nietos han cultivado el lino con que ha sido hecha,
sus nietas lo han tejido en la rueda familiar.

¡Vedla! Parece la melodiosa alegría de la tierra,
La nieta, más allá de la cual la filosofía no puede ni
quiere ir,
La madre ennoblecida de los hombres.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 148] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




La Etiopía saludando á la bandera

¿Quién eres, mujer de negra faz, tan vieja que casi no
pareces humana?
Con tu blanca y lunosa cabeza envuelta en un turbante,
tus anchos y desnudos pies?
¿Qué haces erguida al borde del camino? ¿Saludar la
bandera?

(Fué mientras nuestro ejército costeaba los arenales y los
pinares de la Carolina,
Que tú, Etiopía, saliendo del umbral de tu cabaña, te ade-
lantaste hacia mí,
Hacia mí, que á las órdenes del esforzado Sherman mar-
chaba en dirección al mar.)

«Señor, hace cien años me robaron á mis padres,
Niñita, me cogieron como se cogen las fieras salvajes,
Luego, el negrero bárbaro, atravesando los mares, me
desembarcó aquí.»

No dijo más, pero permaneció allí todo el día,
Ora inclinándose ante los regimientos que pasaban,
Ora sacudiendo su fiera cabeza y dilatando sus ojos de
tinieblas.

Yo pensaba: ¿qué tienes, mujer fatal, que casi no pareces
humana?
¿Por qué sacudes tu cabeza bajo el turbante rojo, amarillo
y verde?
¿Tan extrañas, tan maravillosas son las cosas que ves ó
que has visto?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 149] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Luna hermosa

Baja tus miradas, luna hermosa, ilumina esta escena,
Vierte piadosamente las ondas de tu rumbo nocturno
Sobre estos rostros fantasmales, hinchados, violáceos,
Sobre muertos, tendidos de espaldas, con sus armas caídas
lejos de ellos;
¡Vuelca los replandores de tu nimbo inmensurado, luna
sagrada!



Reconciliación

¡Oh palabra, superior á todas las palabras, mágica como el
firmamento!
Bello es que la guerra y todas sus carnicerías sean con el
tiempo totalmente abolidas,
Que las manos de las dos hermanas, la Muerte y la Noche,
laven y relaven, tiernas y constantes, este mundo maculado;
Porque mi enemigo ha muerto, un hombre divino como yo
ha muerto;
Y miro el sitio en que yace extendido, inmóvil, dentro de
su féretro,
Me aproximo á él y me inclino hasta rozar con mis labios
el rostro pálido de mi enemigo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 150] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Cuando estaba á tu lado

Cuando estaba á tu lado, compañero, apoyada mi cabeza
en tus rodillas,
Te hice una confesión, la misma que ahora te repito:
Sé que soy enemigo del reposo, que infundo á los demás
análoga enemistad,
Sé que mis palabras son armas de doble filo, armas mor-
tales,
Porque atacan la paz, la seguridad, el bienestar y todas las
leyes establecidas.

Me siento más resuelto desde que todos me han renegado
que lo que habría podido estarlo si todos me hubieran aceptado,
No me preocupo ni me he preocupado nunca de la expe-
riencia, de las precauciones, de las mayorías ni del ridículo,
La amenaza de lo que llaman infierno no es nada para mí;
Y la atracción de lo que llaman cielo no existe para mí;
¡Querido Compañero! Confiesa que te arrastro conmigo no
sé adónde, sin conciencía clara respecto de la finalidad de
nuestro viaje,
Sin saber si seremos victoriosos ó totalmente vencido y
aniquilados.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 151] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




¡Oh estrella de Francia!


(1870-71)

¡Oh estrella de Francia,
Que en la plenitud de tu esperanza, de tu fuerza y de tu
gloria
Fueras, durante tanto tiempo, como la nave capitana de
una flota,
El resto de un naufragio azotado por los trocado ahora
En hurancanes, en un pontón sin mástiles,
Desbordante de muchedumbres locas, furiosas, semisu-
mergidas,
Sin timón ni timonel!

¡Estrella obscurecida,
Orbe, no sólo de Francia, símbolo también de mi alma y
de sus más caras esperanzas,
Símbolo de la lucha, de la audacia, del divino y furioso
amor por la libertad,
Símbolo de las aspiraciones ideales, de los sueños de fra-
ternidad vivificados por los entusiastas,
Terror de los clérigos y los tiranos!

¡Estrella crucificada—vendida por traidores—,
Estrella agonizante sobre una región de muerte, sobre una
región heroica,
Extraña región, apasionada, frívola y burlona.

¡Desventurada! A pesar de tus errores, de tus vanidades,
de tus crímenes, no quiero aumentarte ahora,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 152] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Tus dolores y tus angustias actuales han borrado todas
tus manchas,
¡Te han sacramentado!

Es por haber mirado siempre alto y lejos—por encima de
tus errores—,
Por no haber querido venderte—fuere cual fuere la suma
ofrecida—,
Por haber despertado arrasada en lágrimas, en mitad del
sueño en que te sumergiera el narcótico imperial,
Por haber sido la única, entre tus hermanas—que lacera-
ras titánica á los mismos que te avergonzaban—.
Por no haber podido, por no haber querido sobrellevar las
habituales cadenas.
¡Es por todo ello que ahora te vemos lívida, crucificada
Y con la lanza hundida en el costado!

¡Oh estrella! ¡oh nave de Francia tanto tiempo desorienta-
da y zozobrante!
¡Valor, orbe en desgracia! ¡Oh nave, prosigue tu crucero!

Tan firme como la nave que nos lleva á todos, como la
misma Tierra,
Hija del Caos y del Fuego mortales, de cuyos vastos y fu-
riosos espasmos emergían al fin en su absoluta potencia y
hermosura,
Para proseguir su curso bajo sol,
¡Oh nave de Francia! ¡también tú así continuarás el tuyo!

El tiempo barrerá las nubes de tu cielo,
Un día alumbrarás el fruto de tus largas preñeces;
¡Entonces! Renacida, gigante, durmiendo la vejez de Eu-
ropa
(Emularás gozosa á nuestra América—la reflejarás en un
como remoto dúo—)
De nuevo tu estrella, ¡oh Francia! tu bella luminosa estre-
lla, más pura, más deslumbrante que nunca en la paz del
firmamento,
¡Esplenderá inmortal!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 153] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Países sin nombre

Naciones que fueron diez mil años antes que estos Estados,
y sendas veces diez mil veces antes de estos Estados,
Racimos copiosos de edades durante las cuales hombres
y mujeres semejantes á nosotros crecieron, lucharon y des-
aparecieron;
Como fueron sus ciudades, de vastas proporciones, sus
ordenadas Repúblicas, sus tribus pastorales y nómadas,
Como fueron sus anales, sus gobiernos, sus héroes, quizá
superiores á todos los héroes,
Como fueron sus leyes, sus costumbres, sus riquezas, sus
artes, sus tradiciones,
Sus matrimonios, su constitución física, sus mentalidades,
Como atendieron y practicaron la esclavitud y la libertad,
lo que pensaron de la muerte y del alma,
Cuáles de entre ellos fueron prudentes y espirituales,
Cuáles, bellos y poéticos, cuáles torpes y atrasados:
Nada sabemos de ellos, no dejaron huella ni testimonios
escritos, y sin embargo todo queda.

Sé que aquellos hombres y aquellas mujeres tuvieron su
razón de ser sobre la tierra, lo mismo que la tenemos nos-
otros
Sé que forman parte del plan del mundo, tanto como nos-
otros formamos parte actualmente.

Su gran lejanía en el tiempo no impide que yo lo vea cerca
de mi.
Los hay cuya faz ovalada refleja calma y sabiduría,
Los hay desnudos y salvajes, en multitudes semejantes á
enormes nubes de insectos,
Los hay bajo tiendas, pastores, patriarcas, caballeros, en
familias y en tribus,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 154] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Los hay merodeando por las selvas,
Los hay que viven en la paz de sus granjas, que saturan
las tierras, siembran, cosechan,
Otros atraviesan pavimentadas avenidas, entran en los
templos, en los palacios, en las bibliotecas, en las fábricas,
en las salas de exposiciones, en los tribunales, en los teatros.

¿Será posible que tantos millones de hombres hayan real-
mente desaparecido?
¿Será posible que esas mujeres llenas de la antigua expe-
riencia de la tierra hayan desaparecido?
¿Será posible que sus existencias, sus ciudades, sus artes
no tengan más tumbas que las de nuestra memoria?
¿Será posible que no hayan conquistado nada para ellos
mismos?

Yo creo que todos aquellos hombres y aquellas mujeres
que poblaron los países sin nombre, continúan existiendo aquí
ó allá, invisibles para nosotros,
Continúan existiendo según sus pretéritas normas vitales,
de acuerdo con lo que entonces sintieran, pensaran, amaran,
odiaran y obraran.

Creo que no desaparecieron totalmente aquellas naciones
ni ninguno de los que formaban parte de ellas, como no des-
aparecermos totalmente mi nación ni yo;
De sus idiomas, gobiernos, matrimonios, literaturas, pro-
ductos, juegos, guerras, costumbres, crímenes, prisiones,
esclavos, héroes y poetas,
Sospecho que algo subsiste y espera pacientemente en el
mundo aun invisible, algo equivalente á lo que se ha agregado
á ellos en la esfera sensible;
Sospecho que un día me será dado encontrarlos no sé
dónde,
Junto con todas las antiquísimas particularidades de aque-
llos países sin nombre.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 155] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Un espectáculo en el campo

Un espectáculo que he visto en el campo, al alba gris y
confusa:
Como saliera demasiado temprano de mi tienda, por no
poder dormir,
A pasos lentos, en el aire fresco del amanecer, llegué junto
á la ambulancia,
Entonces percibo tres cuerpos acostados en parihuelas, que
yacían allí sin que hubiera nadie á su lado;
Cada uno de ellos está cubierto por un amplio cobertor de
lana obscura;
Un gris y pesado cobertor lo envuelve y recubre todo.

Me detengo un momento en silencio;
Luego, delicadamente, levanto á la altura de la cabeza el
cobertor del primero, del más próximo:
—¿Quién eres, hombre maduro, tan descarnado y espantoso,
con tus cabellos grises y tus ojos hundidos?
¿Quién eres, querido camarada?

En seguida me acerco al segundo:—¿Y tú, quién eres,
hijo mío, mi pequeño hijo?
¿Quién eres tú, delicioso niño de mejillas todavía en flor?

Después paso al tercero. Su rostro no es el de un niño ni
el de un anciano; muy sereno, de un soberbio marfil blanco
amarillento.
—Joven—le digo—, creo reconocerte. Paréceme que esta
faz es la faz de Cristo,
De Cristo muerto y divino, hermano de todos, y que repo-
sa aquí de nuevo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 156] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




La cantante en la prisión

¡Oh visión de piedad, de vergüenza y dolor!
¡Oh pensamiento horrible! ¡Un alma aprisionada!

Vibraba el estribillo de un extremo al otro de la nave de la
prisión y hendiendo el techo se elevaba á los cielos,
En ondas de melodía tan pensativas, tan suaves, tan fuer-
tes, que nunca se habían escuchado otras iguales,
Volaban á lo lejos, hasta los oídos de los centinelas y de
los guardianes armados, los cuales se detenían en sus rondas,
Invadidos por un éxtasis y un temor solemnes que detenía
el latir de sus corazones.

Un día de invierno, cuando el sol declinaba ya en el hori-
zonte, por un estrecho corredor, en medio de ladrones y ban-
didos del país
(Los hay á centenares, sentados allí, asesinos de rostro en-
durecido, falsificadores reincidentes,
Reunidos los domingos, junto á la capilla de la prisión, y
rodeados de numerosos guardianes, sólidamente armados, que
los vigilan),
Una dama avanzó serenamente, llevando por la mano dos
inocentes niños,
Que hizo sentar á su lado, en taburetes, sobrer un estrado;
Luego, sentándose á su vez, tras un preludio quedo y me-
lodioso del piano,
Comenzó á cantar, con voz superior á todas las voces, un
himno añejo y singular:

—Un alma aprisionada por barrotes y ligaduras
Clama: «¡Socorro! ¡A mi!» retorciéndose las manos,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 157] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Sus ojos ya no ven, su pecho sangra,
Y no puede obtener perdón ni bálsamo de paz.

Sin cesar, recorre y cava su prisión,
¡Oh día de aflicción! ¡Oh noches desesperadas!
Ni una mano de amigo, ni una cara afectuosa,
Ni un gesto de bondad, ni una palabra de gracia.

No fuí yo quien cometió el crimen,
Fué el cuerpo implacable quien me forzó á ello;
Largo tiempo resistí con coraje,
Pero el cuerpo fué más fuerte que yo.

Cara alma aprisionada, defiéndete de nuevo,
Porque tarde ó temprano vendrá, vendrá el perdón;
Para libertarte y restituirte á tu hogar,
La muerte, celeste perdonadora, un día llegará.

¡No eres prisionera, no más vergüenza ni angustia!
¡Parte, alma libertada por Dios!

La cantante calló,
La mirada de sus claros ojos tranquilos recorrió todos los
rostros anhelantes,
El mar extraño de esos rostros de presidiarios, un millar
de rostros hipócritas, brutales, cicatrizados y bellos,
En seguida, levantándose, avanzó entre ellos á lo largo del
corredor.
(Su vestido, cuyo fru-frú rompía el silencio, les rozaba al
pasar.)
Y desapareció con los dos niños en la obscuridad.

Entretanto, sobre todos, detenidos y guardianes armados,
antes que hicieran el menor movimiento,
(Los detenidos olvidando su prisión, los guardianes sus
pistolas cargadas),

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 158] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Un minuto prodigioso de silencio y de emoción cayera
Cortado de sollozos semiosofocados, de llantos de criminales
estremecidos en lo profundo, y convulsivos suspiros de jóve-
nes, anegados por los recuerdos de hogar,
Recuerdos de la voz de la madre cantando los cantos fa-
miliares, de los cuidados de la hermana, de la infancia feliz;
Sus espíritus, de tiempos atrás cerrados, a abríanse de pronto
á las reminiscencias.
Minuto indecible aquel. Y más tarde, en las noches soli-
tarias, para muchos, muchísimos de los que allí estaban
Años después, hasta la hora de la muerte, el estribillo,
arrasado de tristeza, la tonada, la voz, las palabras,
Vibrarían de nuevo, de nuevo la grande y tranquila dama
pasaría á lo largo del estrecho corredor,
De nuevo sollozaría la melodía, y la cantante de la prisión
cantaría:
¡Oh visión de piedad, de vergüenza y dolor,
«¡Oh pensamiento horrible! ¡Un alma apasionada!»



Orillas del Ontario azul

A orillas del Ontario azul
Meditaba en los tiempos de la guerra y en la restaura-
da paz,
Y en los muertos que no vuelven,
Cuando un fantasma, gigante y soberbio, me abordó con
severa faz:
Cántame —me dijo— el poema que irrumpe del alma de la
América,
Cántame el canto de la Victoria,
Las marchas de la Libertad, las más potentes marchas;
Cántame antes de desaparecer el canto de los dolores de la
Democracia.

(La Democracia, la conquistadora que con sonrisas de miel
rodean labios traidores,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 159] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Que á cada paso que de la acechan la muerte y la des-
lealtad.)

Una nación se anuncia ella misma:
Yo constituyo el único desarrollo según el cual puedo ser
estimado;
No rechazo á nadie, acepto todo, y luego lo reproduzco
según mis propias formas.

Somos una raza cuya virtud se incuba en el tiempo y en los
actos,
Somos lo que somos, seres cuyo alumbramiento es una
contestación á todas las objeciones,
No blandimos como se blande un arma,
Somos potentes y terribles para nosotros mismos.
Somos ejecutivos, y suficientes en la diversidad de nos-
ostros mismos,
Somos los más admirables para nosotros mismos y en nos-
otros mismos.
Nos mantenemos en equilibrio sobre el centro de nosotros
mismos extendiendo nuestras ramas sobre el mundo,
Del fondo del Missorí, del Nebraska ó del Kansas acoge-
mos los ataques con risas de desdén.

Nada es criminal para nosotros fuera de nosotros mismos,
Sobrevenga lo que sobrevenga, sea lo que fuere lo que se
nos manifiesta, sólo somos admirables ó criminales en nos-
otros mismos.

(¡Oh madre, o hermanas queridas!
Si nos perdemos, no será un vencedor extranjero el que nos
habrá destruído
Por nosotros mismos descenderemos en la noche eterna.)

¿Pensáis que no puede existir más que un solo soberano?
Pueden haber infinitos soberanos: uno no neutraliza al
otro,
Como un ojo que no ve no neutraliza el otro, ó una exis-
tencia no neutraliza la otra.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 160] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Todo es accesible á todos.
Todo es para los individuos, todo para vosotros:
Ninguna condición os está vedada, ni la de Dios, ni nin-
guna otra.

Todo viene por intermedio del cuerpo, sólo la salud os
pone en communicación con el Universo,

Haced grandes individuos, los demás vendrá.

Toleramos á los que quieren practicar la piedad y la orto-
doxia,
Toleramos á los que desean ser pacíficos, obesos y sumisos,
Cuanto á mí, soy el que abruma de invectivas hombres
mujeres, y naciones, empujándolos irresistiblemente;
Soy el que les grita: «¡Saltad de vuestros sitiales, luchad
por vuestra vida!»

Yo soy el que recorre los Estados con una lengua dentada,
interrogando á cuantos encuentro:
¿Quiénes sois vosotros que solamente pedís un libro para
desposarlo con vuestra tontería?

(Con espantos y con gritos como si fueran tuyos,
¡Oh madre de innumerables hijos!
A una raza audaz, ofrezco estos furiosos clamores.)
¡Oh países míos! ¿querríais ser más libre que todos los que
han sido? Venid á escucharme:

Temed la gracia, la elegancia, la delicadeza, la civilización
Temed la muelle dulzura, la miel que se pega al paladar;
Desconfiad de la madurez mortal de la Naturaleza que
avanza,
Desconfiad de cuanto corroe la rudeza, de los hombres y
de los Estados.

Las edades, los antepasados han acumulado de largo tiem-
po atrás materiales sin dirección.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 161] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


La América trae sus constructores y los estilos que la
caracterizan.

Los inmortales poetas de Asia y de Europa han realizado
su obra y pasado á otras esferas,
Nosostros tenemos que realizar nuestra obra, sobrepujando
cuanto han hecho.

Llena de curiosidad por los caracteres extranjeros, la Amé-
rica defiende los suyos á todo evento,
Se matiene á distancia, espaciosa, equilibrada, sana, inau-
gurando el verdadero uso de las cosas anteriores.
No rechaza el pasado ni lo que han producido bajo sus
formas.
Acepta la lección con tranquilidad, contempla el cadáver
que llevan lentamente de la casa,
Viendo cómo lo detienen un instante en el umbral y con-
siderando cuán proporcionado era á su época.
Cómo su vida ha pasado al robusto heredero que se apro-
xima,
El cual también será el más proporcionado á su época.

Estos Estados consituyen el más vasto de los poemas,
Aquí no se contempla solamente una Nación, sino una
Nación hormigueante de naciones,
Aquí las acciones de los hombres corresponden á las múl-
tiples realidades de día y de la noche,
Aquí aparece lo que se mueve en masas espléndidas sin
preocuparse de los detalles,
Aquí están los rudos y los pulidos, la amistad, el instinto
combativo que exalta el alma,
Aquí las ondas continuas de un cortejo, aquí las multitu-
des, la igualdad, la diversidad, que exaltan el alma.

¡Pueblo de los pueblos y de los bardos que los confir-
marán!
He aquí uno de ellos que levanta hacia la luz un rostro
nutrido por el Oeste;
Ha recibido de su estirpe la expresión de su faz, la ha re-
cibido de su padre y de su madre,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 162] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Sus elementos primordiales son las substancia, la tierra,
el agua, los animales, los árboles,
Su fondo común está construído igual, con sitio para todo,
sea próximo ó remoto,
Acostumbrado á despreocuparse de los demás países, pues
él encarna su propio país,
Lo atrae hacia él en cuerpo y alma, se suspende á su cuello
con incomparable amor,
Hunde su músculo gential en sus virtudes y en sus de-
fectos,
Hace de modo que hablen por su boca sus cuidades, sus
comienzos, sus peripecias, sus diversidades, sus fuerzas,
Hace de modo que sus ríos, sus lagos, sus bahías desem-
boquen en él.
El Mississipi, con sus crecientes anuales y sus cambian-
tes saltos, el Columbia, el Niágara y el Hudson, se derraman
amorosamente en él.
Que se extienda la costa del Atlántico ó que se extienda
la costa del Pacífico, él que se extiende con ella hacia el Norte y
hacia el Sur.
Abarca el espacio que media entre ellos el Este y al
Oeste, está en contacto con todo lo que existe entre ambos;
Emergen de él retoños equivalentes á los del pino, del
cedro, del abeto negro, del roble, de la acacia, del castaño,
del nogal, del álamo, del naranjo, de la magnolia,
Se entrelaza el bálago en él tan compactamente como en
cualquier juncal ó patano,
Está tallado á semejanza de las montañas, con sus flancos
y sus cumbres, sus selvas del Norte cubiertas de un mantel
de trasparente hielo,
Fuera de él se dilatan campos de pastoreo tiernos y natu-
rales, como los de las sabanas y de las praderas,
A través de él pasan y se elevan vuelos, torbellinos gritos,
que contestan á los del quebrantahuesos, de la garza real y
del águila:
Su espíritu abarca el espíritu de su país, está abierto al
bien y al mal,
Abarca la esencias de las cosas reales, de los antiguos
tiempos y de la hora actual,
Abarca las riberas, las islas, las tribus de pielesrojas que
se acban de descubrir,
Las naves azotadas por la tempestad, los desmbarcos, las
instalaciones, embriones de grandeza y de vigor,
El altanero desafío del Año Uno, la guerra, la paz, el es-
tablecimiento de la Constitución,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 163] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Los Estado distintos, el plan simple, elástico, los inmi-
grantes,
La Unión, siempre pululante de individuos que la deni-
gran y siempre segura é inasible,
El interior inexplorado, las cabañas hechas con derribados
troncos, los desmontes, las bestias salvajes, los cazadores, los
ojeadores;
Abarca la agricultura en sus múltiples formas, las minas,
la temperatura, los nuevos Estados en gestación,
El Congreso que se reune anualmente en Diciembre, con
todos sus miembros que llegan de los puntos más distantes
del territorio,
Abarca los obreros y los aldeanos con su carácter noble,
sobre todo los jóvenes,
Celebra su manera de ser, sus vestimentas, sus amista-
des, sus gestos, propios de quienes nunca han conocido la
sensación de hallarse ante superiores,
La frescura y la sinceridad que emanan de sus rostros, la
resolución y la abundancia de sus cerebros,
El pintoresco descuido de sus aposturas, el furor que ma-
nifiestan ante cualquier injusticia,
Su verbo fácil, la alegría que les produce la música su cu-
riosidad, su buen humor, su generosidad, todos los elementos
que constituyen su carácter;
Abarca el ardor y el espíritu de iniciativa que prevalecen,
la amplísima afectuosidad,
La absoluta igualdad de la mujer y del hombre, el fluido
moviemiento de la población,
La flota soberbia, el libre cambio, las pesquerías, la pesca
de la ballena, las búsquedas del oro,
Las cuidades bordeadas de muelles, ls vías férreas y los
vapores entrecruzándose por doquiera,
Las manufacturas, la vida comercial, el maquinismo que
reduce la «mano de obra», el Nordeste, el Noroeste, el Sud-
oeste,
Los bomberos de Manhattan, los trueques del yanqui peri
llán, la vida en las plantaciones del Mediodia,
Las esclavitud—la conspiración traidora y criminal uridida
para instaurarla sobre los escombros del resto de la Unión—
¡El épico «excelsior» la lucha cuerpo á cuerpo! ¡Asesino!
¡No más tregua! ¡Tendrás que morir ó moriremos nosotros!

¡Mirad! Allá en lo alto del cielo, en pleno día,
La libertad que retorna conquistadora del campo de batalla,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 164] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¿No veis la nueva aureola alrededor de su frente?
¿Aureola de fulgor relampagueante y terrible,
Como las llamas de la guerra y los surcos caprichosos de
los relámpagos?
¡Oh Libertad! Te veo erguida en una inmutable actitud,
Con tu mirada inextinguible, y tu extendida diestra,
Y tu pie encima del cuello del que te amenazaba—del ene-
migo totalmente aplastado bajo tus plantas—,
Del que, en su locura, lleno de arrogancia y del amenaza,
avanzara á grandes pasos hacia ti, empuñando el puñal
asesino,
Del fanfarrón de ayer, ebrio de orgullo y de confianza,
Trocado hoy en un despojo muerto—abrumado por el des-
precio de toda la tierra—
En una repugnante inmundicia arrojada á los gusanos del
estercolero.)

Otros consideran que el edificio ya está concluído, pero la
República está siempre en construcción, y ofrece nuevas
perspectivas;
Otros ornan el pasado; yo os orno á vosotros, ¡días del
presente!
¡Oh días del futuro! también creo en vosotros; es por vos
otros que me aislo;
¡Oh Améric! porque construyes para la humanidad, yo
construyo para ti.
¡Oh queridos canteros! yo voy á la cabeza de aquellos que
con decidida y sabia voluntad trazan los planes;
Con mano amiga yo conduzco el presente hacia el porvenir.


(¡Aplausos para cuantos en impetus de amor ofrecen hijos
sanos al futuro!)
¡Maldición al que se espasma sin preocuparse de los virus,
de los dolores, de los epantos y de las debilidades que trans-
mite!)

Al borde del Ontario yo escuchaba al Fantasma,
Oía su voz que se elevaba invocando á los bardos,
Los grandes bardos nativos capaces de fundir estos Estados
en el compacto organismo de una nación.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 165] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Es inútil mantener unidos á los hombres mediante una
carta, un sello ó la violencia;
Sólo es fecunda la unión de los hombres cuando la anima
un principio vital, como el que organiza los miembros del
cuerpo ó las fibras de los vegetales.

Entre todas las razas y las edades, estos Estados desbor-
dantes de arterial savia poética, son los más necesitados de
poetas;
Un día deberán poseer los más grandes, y tratarlos como
á los más grandes;
¡Sus presidentes más voceros resultarán mudos en com-
paración de lo que sus poetas llegarán a ser!

(¡Alma de amor y lengua de fuego!
¡Ojo hecho para penetrar los más profundos abismos, y
para reflejar el mundo!
¡Ah! madre prolífica y ubérrima en todo lo demás, excepto
en esto, ¿por cuánto tiempo aún continuarás estéril, estéril?)

El poeta es el hombre constante y armónico de estos
Estados,
No es por él, sino cuando falta él, que las cosas parecen
grotescas, excéntricas, sin plentitud ideal,
Pues nada es bueno cuando no está en un sitio, nada es
malo cuando ocupa su lugar;
El aplica á cada objeto ó cualidad las proporciones que la
convienen, ni más ni menos.
El es el árbitro de las diversidades, es la llave,
Es el justiciero de su tiempo y de su país,
Da lo que debe ser dado, rechaza lo que debe ser rechazado,
En tiempo de paz el espíritu de la paz habla por su boca,
Amplio, opulento, activo, construyendo cuidades populosas,
Estimulando la agricultura, las artes, el comercio,
Ilustrando el estudio del hombre, del alma, de la salud, de
la inmortalidad, del gobierno,
En tiempo de guerra, es el sostén más sólido de la guerra,
arrastra una artillería más eficaz que la de los ingenieros, cada
palabra que pronuncia ensangrienta;
Con su inquebrantable fe retiene los años que se extravian
por los senderos de la infedelidad,
No discute, juzga (la Naturaleza lo acepta absolutamente),

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 166] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


No juzga como juzgan los jueces, sino como el sol que ilu-
mina un objeto impotente,
Posee la fe más firme, porque en visión es la más teles-
cópica,
Sus pensamientos son himnos en loor de las cosas,
En las discusiones acerca de Dios y de la Eternidad, guar-
da silencio,
No presiente la Eternidad como un drama con su prólogo
y su desenlace,
Su Eternidad la ve en los hombres y en las mujeres.

Profeta de la Gran Idea, idea de individuos integrales y
libres,
El bardo marcha á la vanguardia de su época, guiando á
los guías,
Su actitud reconforta á los esclavos y horroriza á los dés-
potas extranjeros.

Jamás podrá extinguirse la libertad, jamás podrá retroce-
der la Igualdad;
Viven en los sentimientos de los jóvenes y de las mujeres
más grandes.
(Por algo es que las cabezas mas indomables de la tierra
siempre han estado prontas á caer en aras de la Libertad.)

Luchar por la Gran Idea,
¡Oh hermanos! es la misión de los poetas.

Que tengan siempre cantos de implacable desafío,
Cantos para armarse y para marchar,
Para que sea arriada la bandera de la paz, y en lugar del
pendón que conocemos,
Flote el estandarte guerrero de la Gran Idea.

(¡Airado trapo que he visto izar tantas veces!
Torno de nuevo á verme bajo la lluvia de las balas que
saludaran tus crujientes pliegues,
Te canto por encima de todo, mientras vuelas y me haces
señas, a través del combate, ¡oh el combate rabiosamente
disputado!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 167] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Los cañones abre sus bocazas vomitando un rosado re-
lámpago, las balas rasgan el aire con un grito,
El centro de la batalla desaparece entre la humareda,
A las salvas de los cañones contestan las descargas cerra
das de los fusiles,
Oíd; resuena la palabra ¡Cargad!
Ahora es el entrevero y los rugidos salvajes que enlo-
quecen,
Ahora los cuerpos caen convulsionados en tierra,
Fríos, helados de muerte, por ti, por tu preciosa vida,
Trapo airado que veo saltar y crujir allá en la altura.)

¿Querriais ser el poeta de estos Estados?
Augusto es el empleo, arduas las condiciones;
El que pretendiera enseñar aquí tiene que comenzar por
ejercitar bien su cuerpo y su espíritu,
Tiene que examinarse, armarse, fortificarse, endurecerse,
flexibilizarse.
Porque seguramente yo le interrogaré y numerosas y se-
veras serán mis interrogaciones.

¿Quién sois vos para pretender dirigiros y cantar á la
América?
¿Habéis estudiado á fondo su país, sus idiomas y sus cos-
tumbres?
¿Lo conocéis en su organismo, su cerebro, su política, su
geografía, su fiereza, su independencia, su amistad?
¿En sus fundamentos y en sus fines?
¿Habéis meditado el pacto orgánico celebrado el primer día
del primer año de la Independencia, firmado por los Comisa-
rios, ratificado por los Estados y leído por Wáshington ante
el ejército?
¿Poseéis la Consitución Federal?
¿Observáis bien á los que han dejado tras sí todas las ope-
raciones y los poemas de un mundo feudal para atribuirse los
poemas y las empresas de la Democracia?
¿Sois leal con las cosas? ¡Difundís lo que enseñan la tierra
y el mar, el cuerpo del hombre y el de la mujer, el amor y los
furores heroicos?
¿Habéis peregrinado al través de las costumbres efímeras
y de los objetos del favor popular?
¿Os sientís capaz de resistir todas las seducciones las lo-

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 168] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

curas, los torbellinos, las luchas salvajes? ¿Sois verdadera-
mente robusto? ¿Sois completa y verdaderamente del Pueblo?
¿No pertenecéis á un círculo? ¿A una escuela? ¿A una secta?
¿Estáis cansado de las críticas y de juicios que se emiten
respecto de la vida? ¿Es la vida misma la que ahora os anima?
¿Habéis ido á fortificaros en las ubres maternales de estos
Estados?
¿Poseéis la antiquísima y siempre joven indulgencia? ¿La
viviente imparcialidad?
¿Sentís la misma simpatía para los que se encaminan á la
endurecida madurez? ¿Por los reciennacidos? ¿Amáis igual á
los pequeños que á los grandes? ¿Y á extraviados?

¿Qué traéis de nuevo á mi America?
¿Lo que aportáis, está de acuerdo con mi país?
¿Es algo que antes haya sido mejor dicho ó hecho?
¿Es algo importado en algún barco de ultramar?
¿No será un cuento? ¿O rimas? ¿O bonituras?
¿Está contenida en ella la buena y vieja Causa?
¿No es algo que se han cansado de golpear los talones de
los poetas, de los políticos y de los literatos de la raza ene
miga?
¿Lo que traéis afirma la existencia de cosas notoriamente
desaparecidas de estas regiones?
¿Responde á universales necesidades? ¿Mejorará las cos-
tumbres?
¿Celebra, con voz tonante de trompetas, la orgullosa victo-
ria de la Unión en la guerra del Norte contra Sur?
¿Lo que traéis resistirá la confrontación de las playas de
la plena Naturaleza?
¿Podré asimilarlo como asimilo los alimentos y el oxígeno,
logrando que renazca en mi fuerza, en mi andar, en mi faz?
¿Colabraron en ello los oficios reales? ¿Más que simples
copias son creaciones originales?
¿Tienen en cuenta los descubrimientos modernos, las ca-
pacidades y los hechos?
¿Qué signífican para los individuos, para el progreso y
las ciudades de América? ¿Para Chicago, el Canadá, el Ar-
kansas?
¿Vislumbra detrás de los guardianes aparentes los verda-
deros guardianes en actitud silenciosa y amenazadora? ¿Los
obreros de Nueva York, del Oeste y del Mediodía, tan signifi-
cativos en su apatía como la instantaneidad de sus afectos?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 169] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¿Considera el fracaso final, lo que ha acontecido siempre á
todos los contemporizadores, chapuceros, prejuiciosas, alar-
mistas, escépticos, toda vez que han solicidado el concurso
de la América?
¿Es alguna humorada, burlona y desdeñosa?
Sea lo que fuere, el camino está sembrado del polvo de los
esqueletos,
Y los demás son despreciativamente arrojados lejos del
camino.

Las rimas pasan junto con los miradores, lo mismo que
los poemas calcados ó sugeridos por otros poemas,
Pasan las multitudes reflejas, con sus bellas maneras, con-
vertidas en cenizas,
Los admiradores, los importadores, los sumisos, los jugla-
res, estiércol de las literaturas,
Dadle tiempo y la América se justificará á si misma;
Ningún difraz logrará engañarla, su impasibilidad iguala
su perspicacia,
Sólo irá al encuentro de aquellos que reconozca plasmados
á su imagen;
Si aparecen un día sus poetas, no temáis que pueda equi
vocarse; sabrá reconocerlos.
(No los aceptará como suyos hasta que su país los haya
absorbido tan amorosamente como ellos lo hubieran absorbi-
do y espiritualizado.)

¿Qué importa el individuo si quien guía es el espíritu?
El más deleitoso es el que eterniza la dilección;
La sangre del fuerte que perdura está extenta de vio-
lencia;
Ya se trate de poemas, de filosofías, de óperas autóctonas,
de artes navales ó de otras empresas,
La grandeza personal habrá de ir aparejada á los más
grandes y originales y prácticos ejemplos.

Una raza indolente que emerge en silencio,
Y se muestra por las calles,
Los labios del pueblo no saludan más que á los que hacen,
aman, satifacen ó tienen un saber evidente;
Pronto concluirán los sacerdotes; su labor y su influjo han
concluído;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 170] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


En mi país la muerte carece de sorpresas, sólo la vida las
tiene incessantes, divinas;
¿Poseéis un cuerpo espléndido? ¿Vivís y procedéis con
esplendidez? Si es así, espléndida será vuestra muerte, y des-
pués de muertos continuaréis siedo espléndidos;
La justicia, la salud, el alto aprecio de si, preparan la
vía con una irresistible potencia;
¿Cómo es que os atrevéis á hacer pasar cualquier cosa
antes que un hombre?

¡Estados, alineaos detrás mío!
He aquí un hombre—ante todo y ante todos—, un hombre
típico como yo.

Dadme el pago que me corresponde,
Dejadme cantar los cantos de la Gran Idea, y tomad lo
demás;
He amado la tierra, el sol, los animales, he desdeñado la
riqueza.
He dado limosna á cuantos me la han pedido, he defendi-
do á los imbéciles, á los torpes, á los locos; he repartido mi
bolsa, mi trabajo y mi corazón.
H odiado á los tiranos, no he discutido, acerca de Dios,
He sido paciente y tolerante con el pueblo,
No me he descubierto ante lo conocido ni ante lo descono-
cido,
He andado libremente con los seres poderosos é incultos,
Con los pequeños, con los humildes y con las madres de
familia,
Me ha leído estos cantos, á mí mismo, en pleno aire; los
he puesto á prueba frente á los árboles, á los astros y á los
ríos;
He rechazado todo lo que ofendía mi alma ó ensuciaba mi
cuerpo,
Jamás he reclamado nada pars mí que no lo hubiere es-
crupulosamente reclamado para los demás.
He ido de las ciudades á los campos de los campos á las
ciudades, aceptando por compañeros hombres oriundos de
todos los Estados
(Más de un soldado moribundo exhaló su postrer suspiro
apoyado contra mi pecho,
Esta mano este brazo, esta voz, han alimentado, consola-
do, restablecido, muchos cuerpos postrados);

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 171] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Esperaré que vayan comprendiéndome,
A medida que crezca la simpatía hacia mi persona,
Sin rechazar á nadie, aceptando á todos.

(¿Di, ¡oh Madre! no he sido siempre fiel á tus designios?
¿No os he tenido presentes á ti y á los tuyos durante todos
los días de mi vida.

Juro que conmienzo á percibir el sentido de estas cosas;
La grandeza no radica en la tierra ni en la América,
El grande soy yo, ó estoy en vías de serlo, sois vosotros,
quienquiera que seáis;
La grandeza consiste en recorrer rápidamente las civiliza-
ciones, los gobiernos, las teorías,
En recorrer los poemas, las pompas, los espectáculos, en
suscitar individualidades.

Detrás de las cosas y de sus apariencias existen los in-
dividuos.
Cuanto ignora ó simula ignorar a los individuos carece de
valor para mí,
El orbe americano reposa por completo sobre los individuos,
Toda la teoría del Universo remota infaliblemente en un
solo individuo en cualquiera, no importa quién.

(¡Madre! Amada de vuestro sentido implacable y sutil, con
la desnuda espada en la diestra,
Os he visto al fin rehusaros á todo trato ambiguo, os he
visto tratando directamente con los individuos.)

El origen, he ahí el fondo de todo;
Juro que me mantendré fiel á mi naturaleza original, por
pía ó impía que sea;
Juro que nada me cautiva excepto la originalidad,
Los hombres, las mujeres, las ciudades, las naciones son
bellas por lo que deben á su origen.

Lo esencial es la expresión del afecto que inspiran los
hombres y las mujeres

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 172] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


(Ya estoy harto de las maneras débiles y mezquinas de
expresar el afecto que mis semejantes me inspiran,
A partir de hoy expresaré á mi modo el afecto que siento
rebosar en mí por los hombres y por las mujeres.)

Juro que exaltaré en mí cada una de las cualidades de mi
raza.
(Decid lo que os plazca, yo afirmo que lo que más conviene
á estos Estados son individuos cuyas maneras estimulen su
audacia y su turbulencia sublimes.)

Detrás de la lección de las cosas, de los espíritus, de la
Naturaleza, de los gobiernos, de las posesiones, descubro otras
lecciones,

Detrás de todo, por encima de todo, para mí existe mi ser,
para vos existe el vuestro (siempre la misma vieja monótona
canción).

Como en un relámpago veo que esta América sólo existe
para vos y para mí,
Su potencia, su testimonio, sus armas lo constituímos vos
y yo,
Sus crímenes, sus mentiras, sus robos, sus deserciones
están en vos y en mí,
Su Congreso, sus funcionarios, sus capitolios, sus ejércitos,
sus flotas somos vos y yo,
Las infinitas gestaciones de sus nuevos Estados somos
vos y yo,
La guerra (esa guerra tan sangrienta y sombría, esa
guerra que en adelante quiero olvidar) somos vos y yo,
Lo natural y lo artificial somos vos y yo,
La libertd, el lenguaje, los poemas los oficios somos vos
y yo,
El pasado, el presente, el porvenir somos vos y yo.

Yo no reniego, no sabría renegar de ningún aspecto de
mi ser,
Ni de ninguna zona ó característica, buena ó mala, de la
América;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 173] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


No sabría ni podría sustraerme á la necesidad de edificar
para quien edifica para la humanidad,
Equilibrar los rangos, las jerarquías, los temperamentos,
los credos y los sexos,
Justificar la ciencia y el progreso de la igualdad,
Fortificar la sangre del poderoso favorito del tiempo.

Amo entre todos y soy de los que nunca han sido do-
meñados,
De los hombres y de las mujeres cuyo carácter nunca ha
sido domeñado,
De aquellos á quienes las teorías, las leyes, las convencio-
nes, jamás podrán domeñar.

Estoy con los que avanzan de frente por toda la tierra,
con los que renuevan el hombre á fin de renovar todos los
hombres.

Yo no quiero dejarme intimidar por las cosas irracionales,
Quiero penetrarlas de humanidad, quiero volver contra
ellas sus más agudos sarcasmos,
Quiero que las ciudades y las civilizaciones respeten la
esencia de mi persona,
He ahí lo que he aprendido en América, he aquí la summa
poética que á mi vez enseño.

(¡Oh democracia! mientras de todas partes milliones de ar-
mas se aguzaban contra tu pecho,
Te he visto, serenísima, parir inmortales hijos,
Y con tu inmenso manto, rival del sol, empollando el
mundo.)

Sí, yo contrastaré los espectáculos del día y de la noche,
Veré si debo serles inferior,
Veré si no poseo tanta majestad como ellos,
Veré si no soy tan sutil y real como ellos,
Veré si carezco de sentido cuando hasta las casas y los
vapores lo tienen,
Veré si los peces y las aves deben bastarse á sí mismos y si
yo no debo bastarme á mí mismo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 174] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Pongo mi espíritu en uno de los platillos de la balanza y
en el otro el vuestro, árboles, plantas, montañas, animales;
Por ingentes que seáis, á todos os absorbo en mí, y me
convierto en vuestro amo.
La América aislada y que no obstante lo encarna todo, ¿qué
es fuera de mí mismo?
Estos Estados, ¿qué son exceptuándome á mí?

Ahora sé por qué la tierra es grosera, martirizadora, mal-
vada; es por mí;
Formas rudas y terribles, os acepto y os elijo especialmen-
te para haceros mías.

Madre, inclina hacia mí tu faz,
Ignoro qué finalidad persiguen estas confabulaciones, estas
guerras, estos retardos,
Ignoro cuál será el resultado del goce; sólo sé que á través
de la guerras, de los crímenes, de las incertidumbres, tu
obra continúa y continuará.

Así á orillas de Ontario azul,
Mientra los vientos me acariciaban y los ondas se atrope-
llaban hacia mí,
Temblando de potencia y arrebatado por el encanto de
mi tema,
Los mortales tejidos que me retienen parecieron romperse
dentro de mí...

Y vi las almas libres de los poetas,
Los más sublimes bardos de los edades pasaron ante mí,
Hombres grandes y extraños, adormecidos de largo tiempo
atrás, ocultos para todos, se revelaran á mis ojos.

¡Oh! extasiadas estrofas, trémulos llamados míos, no os
burléis de mí!
No os he clamado para invocar los bardos que fueron,
Para que esos sublimes bardos vinieran á orillas del On-
tario,
Atraídos por el salvajismo de mi canto.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 175] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Los bardos que invoco están aún por nacer (mi país los
aguarda,
Ahora que la guerra ha concluído, y el campo está des-
brozado),
Los aguarda para que entonen marchas cada vez más
triunfales, marchas de «excelsior» y de vanguardia,
Y para confortar, ¡oh madre! tu alma inmensa en la esfera.

¡Bardos de la Gran Idea! ¡Bardos de las invenciones de la
paz! (¡Pues la guerra ha concluído!)
¡Bardos de ejércitos latentes, de millones de soldados en
expectación, prontos á toda hora!
¡Bardos cuyos himnos parecerán nacidos de carbones ar-
dientes ó los zigzagueantes surcos del relámpago!
¡Bardos del amplio Ohío, del Canadá, bardos de la Califor-
nia, bardos del interior, bardos de la guerra!
Mi canto es para vosotros, para vosotros mi invocación.



Á un revolucionario europeo vencido

¡Valor, á pesar de todo, hermano ó hermana mía!
Obstinaos siempre; la Libertad exige nuestro esfuerzo, su-
ceda lo que suceda;
Poca cosa es quien se doblega ante uno ó dos fracasos ó
ante muchos desastres,
El que se descorazona ante la indiferencia ó la ingratitud
del pueblo, ó ante cualquier deslealtad,
O ante los bandidos que se apoderan del poder,
Ante los cañones, los soldados y los códigos penales.

Aquello en que creemos continúa en invisible y perpetua
espera á través de todos los continentes,
No invita á nadie, no promete nada, permanece en la luz

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 176] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

ó en la sombra, positivo dueño de sí, ajeno al temor y al des-
corazonamiento,
Aguardando pacientemente su día y su hora.

(¡Mis cantos no son solamente de lealtad
También son cantos de insurrección;
Soy el poeta juramentado de todos los audaces y rebeldes
de la tierra,
Aquel que me acompaña deja detrás de sí la paz y la
rutina
Arriesga su vida á cada instante.)

La batalla arrecia, estremecida por múltiples y contagio-
sas alarmas, por furiosas cargas y frecuentes retiradas,
El filisteo triunfa ó se imagina que triunfa,
Las prisiones, los cadalsos, las horcas, los grilletes, las
balas no están ociosas,
Los héroes conocidos ó anónimos pasa á otros mundos,
Los grandes oradores y escritores son desterrados, vegetan
roídos de amargura y de nostalgia en tierras lejanas,
La Causa dormita, las más potentes gargantas se sienten
Como si su propia sangre las ahogara,
Los jóvenes, al encontrarse bajan sus miradas;
A pesar de todo ello la Libertad no ha abandonado su pues-
to ni el filsteo goza la penitud de su victoria.

Cuando la Libertad abandona un lugar no es la primera en
abandonarlo, ni la segunda, ni la tercera,
Aguarda que todos se hayan ido y sale defendiendo su
retirada.

Cuando ya no subsista ningún recuerdo de los mártires y
de los héroes,
Cuando todas las vidas y las almas de los hombres y de las
mujeres hayan sido desterradas de cualquier región de la
tierra,
Sólo entonces la Libertad ó la idea de la Libertad será
desterrada de esa región,
Y el filisteo disfrutará la plena posesión de su victoria.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 177] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Valor, pues, insurrecto ó insurrecta de Europea!
No debéis reposar hasta que todo se haya consumido.

Ignoro cuál sea vuestra misión (yo mismo no sé por qué
estoy aquí ni por qué existen las cosas),
Empero me esforzaré cuidadosamente en aclarar dichos
enigmas, aun vencido como vos lo estáis ahora,
Hasta en la derrota, en la pobreza, en la hostilidad, en la
prisión, pues también hay grandeza en tales trances.

¿Pensábamos que la victoria es grandiosa?
En efecto, lo es; pero ahora se me ocurre que la derrota,
Cuando sobreviene irremediable, también es grande,
Que la sepultura y la muerte también son grandes.



Canto del Sequoia

¡Un canto de California!
Una sugestión y una profecía indirectas, un pensamiento
inasible y respirable como el aire,
Un coro de driadas que se desvancen ó de hamadriadas
que se alejan;
Una voz titánica y mumurante, una voz fatídica surgida
de la tierra y del cielo,
La voz de un árbol gigante que muere en la espesa selva
de sequoias:

«Adiós, hermanos míos;
Adiós, tierra y cielo; adiós, aguas vecinas;
Ha llegado mi hora, la hora de mi fin.»

A lo largo de la costa nórdica,
Hasta más acá de la ribera rodeada de rocas y de grutas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 178] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

En el aire salino que llega del mar,
Con el sordo y ronco susurro de las ondas á modo de acom-
pañamiento,
Con el repiqueteo de los hachazos de musicales resonan-
cias—de las hachas movidas por fuertes brazos—,
He oído al majestuoso árbol cantar su canto de muerte.

Los leñadores no lo han oído, las tiendas de los campa-
mentos no han devuelto sus ecos;
Los conductores de oreja fina no lo han oído,
Ni los que manejan las cadenas de arrastre, ni los aserra-
dores,
A pesar que los espíritus del bosque salidos de sus cuevas
milenarias corearan el canto funeral,
Pero yo en mi alma lo he oído claramente resonar.

Cayendo en murmurios de sus hojas miradarias,
De su copa altiva enseñoreándose á sesenta metros de la
tierra,
De su tronco y de sus ramas reventando de robustez, de su
corteza ancha como una muralla,
Vibró este canto en el que revivían las estaciones y el
tiempo, este canto preñando de pasado y de porvenir:

«Vida mía, que nadie ha relatado,
Y vosotras, alegrías inocentes y venerables,
Vida inagotable y audaz con sus encantos bajo las lluvias
y los soles de tantas estaciones,
Y la blanca nieve, y las noches, y los locos vientos.
¡Oh las grandes alegrías rudas y pacientes, las plenas
alegrías de mi alma, indiferentes al hombre
(Pues habéis de saber que yo también tengo un alma, yo
también estoy dotado de conciencia, de identidad,
Y todas la rocas y todas las montañas tienen la suya, lo
propio que toda la tierra);
Alegrías de la vida adecuadas á mi ser y al de mis her-
manos;
¡Nuestra hora ha sonado, ha llegado nuestro fin!»)

«Pero no desaparecesmo lúgubremente, majestuosos her-
manos,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 179] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Nosotros que hemos llenado noblemente nuestra existencia,
Con la serena conformidad de la Naturaleza, con una
inmensa y silenciosa alegría.
Saludamos á aquellos para quienes hemos trabajado desde
el fondo del pasado,
Y les cedemos nuestra parte de sol.»

«Por ellos, anunciados desde hace tanto tiempo,
Por una raza más grande que á su vez llenará noblemente
su existencia,
Por ellos abdicamos y en ellos sobrevivimos, ¡oh rey de la
selva!
Para ellos serán este cielo y estos aires, estos picos de
montañas, el Shasta, las Nevadas,
Estas moles roqueñas, hendidas de precipicios enormes,
esta amplitud, estos valles, el Joesmita lejano;
Absorbidos y asimilados por ellos.»

«Luego, creciendo sus acentos,
El canto se elevó, más fiero, más extático,
Como si los herederos, las divinidades del Oeste,
Uniendo sus altaneras voces participaran en él,
No están pálidas de haber reflejado los ídolos del Asia,
Ni rojas de la sangre vertida en los viejos mataderos dinás-
ticos de Europa
(Dominio de celedas de asesinos, preparadas por los tronos,
con miasmas de guerra y de cadalso que flotan todavía por
doquiera),
Sino emergidas de los largos é inocentes partos de la Na-
turaleza, y pacíficamente sedimentados desde entonces,
Estas vírgenes tierras, estas tierras de la riberas del Oeste,
Que al hombre nuevo que se yergue, á ti, nuevo imperio,
A ti, anunciado desde hace tanto tiempo, damos en rehe-
nes y consagramos.»

«Vosotras, profundas y ocultas voluntades,
Tú, hombre espiritual y común fin de todo, equilibrado
sobre ti mismo, dando leyes sin recibirlas de nadie;
Tú, mujer divina, soberana y fuente de todo, de la que
surgen la vida y el amor y todo lo que emana de la vida y
del amor,
Tú, invisible esencia moral de todas la vastas materiali-

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 180] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

dades de la América (las edades tras las edades laboran en la
muerte tanto como en la vida),
Vosotros, que á veces conocidos y las más de las veces
desconocidos, plasmáis y moldeáis el Nuevo Mundo ajustán-
dolo al tiempo y al espacio;
Tú, voluntad nacional oculta en el fondo de tus abismos,
invisible, per siempre atenta,
Vosotros, designios del pasado y del presente, continuados
con tenacidad, acaso sin tener conciencia de vosotros mismos,
Que todos los errores pasajeros las perturbaciones de la
superficie no han podido apartaros de vuestra vía;
Vosotros, gérmenes vitales, universales, inmortales, que
estáis en el fondo de todos los credos, artes, códigos, litera-
turas,
Contruíd aquí vuestros hogares, estableceos aquí guerre-
ramente,
Todos estos dominios, estas tierras de las riberas del Oeste,
os las damos en rehenes y os las consagramos.»

«El hombre que surja de vosotros, el hombre de vuestra
raza característica,
Aquí puede crecer osado, puro y gigantesco, aquí puede
culminar con las proporciones de la Naturaleza,
Aquí puede escalar los vastos y límpidos espacios,
Sin sentirse encerrado por los muros y los techos,
Aquí puede reir con la tempestad y el sol, exaltarse y en-
durecerse pacientamente,
Aquí puede no procuparse más que de sí, aquí puede ex-
pandirse (sin restricción ante ajenos formulismos), aquí puede
colmar su existencia
Para caer á su hora, luego de cumplir sus funciones (olvi-
dado al fin) y desaparecer y servir.»

Así, á lo largo de la costa nórdica,
Entre los ecos de la llamadas de los conductores, el sonar
de las cadenas y la música de las hachas de los leñadores,
El estruendo de los troncos y de las ramas que se abaten
con un grito ensordecedor y un gemido,
Oí esas palabras caer del espacio como si voces extáticas
añejas, temblorosas, se fundieran en una sola,
Como si las driadas, invisibles y centenarias, cantaran re-
tirándose,
Abandondando sus retiros de los bosques y de la montañas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 181] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


De la cadena de la cascada hasta Wahsatch, el Idao lejano
y el Utah,
Cediendo su puesto á las modernas divinidades,
Así sorprendí en los bosques del Mendocino
Ese coro y esas sugestiones, la visión de la humanidad
futura, establecimiento de los colonos y todas sus caracte-
rísticas

Deslumbrante y dorada, la California irradia su esplendor,
Muestra su drama súbito y opulento, la amplitud de sus
asoleadas tierras,
Su variada extensión donde el Estrecho hasta el Colorado,
Sus tierras que baña un aire más puro, más precioso y
más sano, sus valles y las rocas de sus montañas,
Preparados de largo tiempo atrás, los campos de la Natura-
leza esperan en barbecho la silenciosa y cósmica química ó
laborado,
Lentas y continuas las edades han sufrido, la desocupada
superficie ha madurado, los ricos metales han ido lamiándose
debajo,
Al fin llegan los nuevos, se arrogan la posesión de todo,
Una raza pululante y activa se instala y se organiza,
De todos los ámbitos de la redonda tierra llegan naves, y
otras zarpan hacia todos los climas,
Hacia la India, hacia la China, y la Australia y los milla-
res de islas paradisíacas del Pacífico;
Surgen ciudades populosas, dotadas de las invenciones más
recientes, los vapores llenan los ríos, los locomotoras relam-
paguean por las vías férreas, llena los espacios el rumor de
colmena de las prósperas granjas, óyese por todos lados la
pulsación de las máquinas, batiendo la lana, el trigo, los ra-
cimos y el oro amarillo de las minas.

Pero yo creo más en vosotras que en todas esas cosas,
tierras de las riberas del Oeste
(Esas cosas sólo son medios, herramientas, almácigos),
Veo en vosotras, segura para el porvenir, la promesa de
millares de años
Que os fuera hecha para realizarse un día en nuestra raza.

Veo en vosotras la sociedad nueva proporcionada al fin, á
la Naturaleza;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 182] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


En el hombre que nazca de vosotras habrá más que los
picachos de las montañas, más que en vuestros árboles impe-
riosos y potentes;
En la mujer, más, mucho ás, en todo vuestro oro, y en
vuestras viñas, y hasta en vuestro aire vital.

Recién venido en un mundo nuevo, pero preparado de
largo tiempo atrás,
Veo el genio moderno, hijo de lo real y de lo ideal, desbro-
zar el terreno para una renovada humanidad,
La verdadera América, heredera del grandioso pasado,
¡En marcha hacia un porvenir más grandioso!



Europa


En el año 72 y 73 de estos Estados (1848)

De pronto, del fondo de su cubil decrépito y soñoliento
—cubil de esclavos—,
Rápida como centella, ha saltado, semiespantada de sí
misma,
Pisoteando cenizas y andrajos, hasta estrangular las gar-
gantas de los reyes.

¡Oh esperanza y fe!
¡Oh esas dolorozas agonías de los patriotas desterrados!
¡Oh tantos corazones empapados de desesperación!
¡Volved vuestras miradas á aquellos tiempos y luego con-
centraos!

Y vosotros, pagados para cegar al Pueblo, vosotros, men-
tirosos, oíd esto:
A pesar de las agonías, de los asesinatos, de los desenfre-
nos innumerables.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 183] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

A pesar de los hurtos principescos en todas sus bajas for-
mas, del roído salario del pobre que se deja robar ingenua-
mente,
A pesar de tantas promesas juradas y violadas por bocas
regias,
A pesar de todos esos crímenes, las cabezas de los nobles
no han sido segadas,
¡El Pueblo desdeña la ferocidad de los reyes!

Fué la dulzura de su piedad la que preparó su amarga
ruina,
Los monarcas, vueltos de su fuga y de su terror, reapare-
cen de nuevo.
Reaparecen con gran pompa, precedidos por cortejos de
verdugos, de sacerdotes, de cobradores de impuestos, de sol-
dados, legistas, señores, carceleros y sicofantes.

No obstante, detrás de todas esas amenazas y latrocinios,
una forma se eleva,
Vaga como la noche, cubierta la cabeza, la frente y el cuer-
po en una vestidura escarlata de interminables pliegues,
Una silueta cuyo rostro y cuyas pupilas nadie ha podido
ver;
Fuera de su manto, de su manto rojo solviantado por uno
de sus brazo, aparece esto:
Un idice simbólico por encima de la cabeza, un dedo en-
corvado que es como la cabeza de un áspid.

Entretanto, en fosas recién abiertas despotan cadáveres,
cuerpos ensangrentados de hombres en plena juventud;
La cuerda de la horca pende pesadamente, las balas de los
reyes silban en los aires, los poderosos ríen á carcajadas:
¡Y todas estas cosas maduran sus frutos, todas estas cosas
son buenas!

Esos cadáveres de jóvenes,
Esos mártires que oscilan en las horcas, esos corazones
atravesados por las balas,
Por fríos é inmóviles que parezcan reviven en otros seres,
con una vitalidad más fuerte que las cuerdas y las balas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 184] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Reviven en otros jóvenes, ¡oh reyes!
Reviven en hermanos prestos de nuevo á desafiaros;
Purificados por la muerte, instruídos y exaltados.

Ni una fosa de los que mueren asesinados por la tiranía
deja de fecundar una simiente para la libertad, la cual á su
vez madurará millares de simientes
Que los vientos esparcen y siembran á lo lejos, que las llu-
vias y las nieves fecundan.

Ningún espíritu puede ser arrancado de su envoltura
carnal por las armas de los tiranos
¡Sin que invisiblemente recorra toda la tierra, murmuran-
do, acosejando, advirtiendo!

¡Libertad, que otros deseperen de ti, yo jamás desesperaré
de ti!

¿Han cerrado la casa? ¿El amo está ausente?
Aguardad, no os canséis de mirar:
¡Pronto estará de vuelta; sus mensajeros no tardarán en
llegar!



Una hora de alegría y de locura

¡Una hora de alegría y de locura! ¡Oh furiosa alegría!
¡Oh, no me retengáis!
Corazón de las tempestades, ¿qué es lo que late en ti para
desencadenarte ne mi ser de esta suerte?
¿Qué son mis clamores en medio de los relámpagos y de
los vendavales?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 185] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Ah! ¡beber el delirio místico más que hombre alguno!
¡Congojas tiernas y salvajes! (¡Os las dejo en herencia,
hijos míos,
Os las narro por muchos motivos, ¡oh esposo y esposa!)

¡Oh, abandonarse á vos, quienquiera que seáis! ¡abandona-
ros á mí, con desprecio del mundo!
¡Oh la vuelta al paraíso! ¡Oh, la femenina y la tímida!
¡Oh atraeros hacia mí, imprimir en vuestra boca virgen
los labios de un hombre resuelto!
¡Oh, el enigma, el triple nudo, el estanque negro y profun-
do, todo lo que se desanuda y se ilumina!
¡Oh, abalanzarse en busca de espacio y de aire!
¡Libertarse de los lazos y de las convenciones anteriores,
yo de los míos, ovs de los vuestros!
¡Hallar una despreocupación nueva, inimaginada, capaz
de poner á prueba la mayor fortaleza!
¡Desenmordazarse la boca!
Tener el sentimiento—hoy ó cualquiera otra día— de que
me basto á mí mismo, tal como soy.

¡Sentir algo no sentido aún! ¡En espasmo, en angustia,
en éxtasis!
¡Escapar integramente de las anclas y de los garfios aje-
nos!
¡Bogar libremente! ¡Amar libremente! ¡Abalanzarse teme-
rario y amenazador!
¡Buscar la destrucción!, insultándola, invitándola!
¡Subir, cernerse en el mediodía del amor como en una re-
velación!
¡Volar con el alma ebria!
¡Perderse si es necesario!
¡Alimentar el resto de mi vida con una sola hora de pleni-
tud y de libertad!
¡Con una breve hora de locura y de felicidad!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 186] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Canto el cuerpo eléctrico

Canto el cuerpo eléctrico,
Los ejércitos de aquellos que amo me circundan y yo los
circundo,
No me dejan partir, quieren mi compañía y mi respuesta,
Quieren ser purificados y ennoblecidos con confidencias
del alma.

¿Os habéis preguntado si los que corrompen su cuerpo
puede ocultarse?
¿Si los que deshonran cuerpos vivientes no son tan crimi-
nales como los que deshonran muertos?
¿Si el cuerpo no desmpeña exactamente las mismas fun-
ciones que el alma?
Pues si el cuerpo no es el alma, ¿qué es el alma?

El amor del cuerpo humano desafía toda descripción, el
cuerpo mismo desafía toda descripción,
El del hombre es perfecto, el de la mujer es perfecto.

La expresión del rostro supera toda descripción,
La expresión de un hombre gallardo no se manifiesta en
su rostro solamente,
Se revela en sus miembros y en sus movimientos, en sus
caderas y en sus muñecas,
Se revela en su andar, en la actitud de su cabeza, en su
talle y en sus rodillas—su traje no la oculta—,
La indole dulce ó fuerte que le caracteriza atraviesa el
algodón y la lana,
Verle pasar impresiona tanto como el más grande de los
poemas, acaso más;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 187] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Cautiva contemplar su espalda, su nuca y el doble reposo-
rio de sus hombros.

Los rollizos infantes que gatean, el pecho y la cabeza de
las mujeres, los pliegues de sus vestidos, sus actitudes al ir
por las calles, la línea longitudinal de sus siluetas,
El nadador desnudo á flor de agua, hendiendo el verde
lúcido y transparente, ó extendido de espaldas mecido en si-
lencio por el agua que solivianta,
El doblarse hacia adelante y hacia atrás de los remeros en
la canoa, el caballero en su silla,
Las jóvenes, las madres, las caseras, en todas sus ocupa-
ciones,
El grupo de trabajadores sentado al mediodía aldrededor de
sus meriendas, y sus mujeres que esperan,
La mujer que adormece á un niño, la hija del campesino
en el jardín ó en la huerta ó el establo de la granja,
El mocetón desgranadao maíz, el cochero del trineo con-
duciendo sus tres yuntas de caballos á través de la mul-
titud,
Episodios de un asalto entre luchadores aprendices jóvenes,
vigorosos, qu al declinar el día después de concluír su faena
arrojan por tierra sus sombreros y sus blusas, se entrelazan
sin maldad, en un abrazo lleno de cariño y de resistencia,
Se cogen por debajo ó por encima del talle mientras sus
desordenados cabellos caen sobre sus ojos cegándolos;
El tránsito de los bomberos, el juego de los músculos viri-
les que se dibuja á través de sus ceñidos pantalones y de sus
talles
Su vuelta después del incendio, cuando se detienen de
pronto al oír resonar de nuevo la campana de alarma,
La naturalidad, la diversidad, la perfección de sus actitu-
des, con el cuello y la cabeza inclinadas,
Yo adoro todo eso, me engrandezco, me diversifico; estoy
con el niño en el pecho de su madre, nado con los nadadores,
lucho con los luchadores, marco el paso con los bomberos, y
como ellos me detengo, escucho y reflexiono.

Conocí un hombre, un simple campesino padre de cinco
hijos,
Padre éstos de hijos venideros, los cuales á su vez serían
padres de otros hijos.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 188] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


El vigor, la belleza corporal, la calma de aquel hombre
eran prodigiosos,
El contorno de su cabeza, la blancura de sus cabellos y de
su barba, la insondable expresión de sus ojos negros, la rique-
za y la amplitud de sus maneras,
Todo era admirable, y yo solía ir á verle para admirarlo;
Era tan majestuoso como prudente,
Tenía seis pies de alto, más de ochenta años,
Sus hijos eran macizos, intactos, barudos, de rostro cur-
tidos, espléndidos,
Era tan adorado por sus hijos como por sus hijas,
Cuantos le veían lo amaban,
No lo amaban por consideración, lo amaban con un afecto
realmente personal,
No bebía más que agua, la sangre fluía escarlata bajo la
piel morena y clara de su faz;
A menudo, cuando iba de caza, de pesca, él mismo timo-
neaba su barco, un bello barco que le había regalado un cons-
tructor amigo,
Cuando iba de caza ó de pesca en compañia de sus cinco
hijos y de sus numerosos nietos se le reconocía entre todos
como el más bello y el más fuerte;
Sentíais deseos de permanecer largo tiempo á su lado, de
oírle de mirarle, de tocarle mientras el barco avanzaba bajo
su dirección.

Permanecer al lado de los que me agradan basta para ha-
cerme feliz,
Pasar las tardes con ellos, disfrutar juntos de los anoche-
ceres,
Sentirme rodeado de seres jóvenes, bellos, curiosos, rientes,
Andar entre ellos, rozarlos de tanto en tanto, pasar un
instante mi brazo alrededor del cuello de éste ó aquélla;
No pido otras alegrías, nado en ellas como en un mar de
encantos,

Estar rodeado de hombre y de mujeres, comtemplarlos y
ser contemplado por unos y otras; en su contacto y en sus
exhalaciones hay algo que regocija el alma.
Muchas cosas agradan el alma, pero ésta agrada sobre
todas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 189] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Aparece la forma femenina,
Una divina aureola la circunda de la cabeza á los pies.
Atrae, con furiosa, irresistible atracción;
Sus hálitos me absorben como si fuera un impotente vapor:
todo desaparece excepto ella y yo;
Libros, artes, religión, tiempo, la tierra visible y compac-
ta, todo los que esperábamos del cielo, y lo que temíamos del
infierno;
Emergen de ella filamentos de locura, indomables descar-
gas eléctricas que suscitan en nosotros análogos reacciones,
Cabellos, pechos caderas movimientos de las piernas,
manos que penden con negligencia, temblorosas, mis manos
que tiemblan al insinuar caricias,
Marea descendente brutalmente rechazada por las ondas
flujo azotado por el reflujo, carne de amor que palpita lanci-
nante y gozosa,
Limpidos surtidores de amor, cálidos y torrenciales, treému
la crema de amor, champagne hirviente y delirante,
Noche de amor del esposo, noche de horizontales asaltos
cuerpo á cuerpo en la dulzura del amanecer,
En el día que consiste y se adelante á través de la revuel
ta cabellera sobre sus cuerpos y sus carnes olorosas.

He aquí el núcleo: después que el niño nace de la mujer,
el hombre á su vez nace y renace en la mujer;
Este es el baño del nacimiento, la amalgama de lo ínfimo
y de lo máximo, y la nueva salida.

No tengáis vergüenza, ¡oh mujeres! Vuestro ser contiene
todo lo demás; sois oasis germinal, y noche buena; portal del
cuerpo y portal del alma.

La mujer posee y combina todas las cualidades,
Se mueve en todas partes con astral equilibrio,
Es todas las cosas veladas, pasiva y activa alternativa-
mente,
Está hecha para concebir hijas tan bien como hijos, hijos
tan bien como hijas.

Así como veo mi alma reflejada en la Naturaleza,
Como suelo ver á través de un velo de bruma un ser de in-
decible salud, belleza y plenitud,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 190] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

Veo á la mujer con la cabeza inclinada y los brazos cruza-
dos sobre su pecho.

Igual y á semejanza de ella, el hombre es alma y ocupa su
lugar,
El también posee todas las cualidades, es acción y es
potencia,
La riqueza del Universo conocido está en él,
El desprecio le sienta bien, los apetitos y la arrogancia le
sientan mejor.

Las pasiones más vastas y fogosas, el máximum de la ale-
gría y del dolor le vienen como de medida, el orgullo es todo
suyo,
La exaltada altivez del hombre es un calmante y una
gloria para el alma
Ama la sabiduría, todo lo juzga con la medida de su indi-
vidualidad,
Sea cual fuere la tierra que ha de mensurar, el océano y la
barca, sólo aquí por fin sumerge la sonda.
(Dónde arroja la sonda fuera de aquí?)

El cuerpo del hombre es sagrado, sagrado es el cuerpo de
la mujer,
Sea quien sea el poseedor, el cuerpo es sagrado; aunque se
trate del cuerpo del más mísero de los parias,
O el de uno de esos inmigrantes de cara idiotizada que
acaba de desembarcar,
Hállase acá ó no importa dónde, sea rico ó pobre, lo mismo
yo que vos,
Cada uno y cada una tiene su sitio en el cortejo.

(Todo es cortejo;
El Universo es procesional; avanza en un movimiento
mesurado y divino.)

Quienquiera que seáis ¿sabéis acaso bastante como para
tratar de ignorante al más cretino?
¿Pensáis tener más derecho que otro para ocupar un buen
lugar?
¿Creéis que la materia ha ido soldificando sus brumas pri-

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 191] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

mitivas,que la tierra cubre su superficie, el agua fluye y los
vegetales crezcan
Unicamente para vos, y no para éste ó para aquélla?

Venden en subasta pública el cuerpo de un hombre
(Antes de la guerra solía yo ir al mercado de esclavos á
observar las ventas),
Yo ayudo al comisrrio rematador; el muy canalla ignora
su negocio.

Señores, contemplad este prodigio;
Por grandes que sean las sumas ofrecidas, jamás podrán
igualar su valor,
Para hacerlo tal cual es, el mundo ha ido preparándose
durante quintillones de años sin que creciera una planta ni
un animal,
Para hacerlo tal cual es, los ciclos y sus revoluciones se
han desenvuelto fiel, continuamente.

En esta cabeza está el cerebro, el universal vencedor,
En él y debajo de él palpitan los materiales para crear
héroes.

Examinad estos miembros, rojos, negros ó blancos,
La destreza flexibiliza sus tendones y sus nervios,
Los desnudaremos para que podáis apreciarlos mejor.

Sentidos agudos, ojos vitalísimos, coraje, voluntad,
Bloque de músculos pectorales, espina dorsal y cuello
flexibles,
Carne firme, brazos y piernas poderosas,
Y las maravillas que circulan dentro.

Dentro de estos tesoros visibles, la sangre fluye,
¡La misma vieja sangre! ¡la misma sangre roja!
Allí dentro, un corazón se hincha y se contrae, allí dentro
yacen comprimidas todas las pasiones, todos los deseos, las
tendencias, las aspiraciones

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 192] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


(¿Creéis que no existen porque no son formuladas en salo-
nes ó en ateneos?)

Este que veis aquí no es solo un hombre, es el padre de
otros cuyos hijos serán padres á su vez,
Es el punto de arranque de populosos Estados y flore-
cientes Repúblicas,
Innumerables, inmortales, vidas surgirán de él, con sus
encarnaciones y sus alegrías innumerables.

¿Pretenderéis saber desde ya los retoños que nacerán de
sus retoños en los siglos de los siglos?
(De quién resultaréis descender, vosotros mismos, si pu-
dierais remontar el curso de los siglos?)

En subasta pública venden el cuerpo de una mujer:
Tampoco ella es únicamente ella, es la madre fecunda de
las madres,
Lleva en sí á los que se desarrollarán hasta ser los compa-
ñeros de las madres.

¿Nunca habéis amado el cuerpo de una mujer?
¿Nunca habéis amado el cuerpo de un hombre?
¿No habéis notado que éstos son iguales para todos, en
todos los tiempos y en todas las naciones de la tierra?

Si existe algo sagrado, es el cuerpo humano,
Lo que constituye la gloria de un hombre es la evidencia
de una inmaculada virilidad,
Tanto en el hombre como en la mujer, un cuerpo sano,
potente, musculoso, es la más bella faz.

¿Habéis visto al loco que prostituye su cuerpo?
¿O la loca que prostituye el suyo?
Ya sé que no se ocultan; aunque quisieran no podrían
ocultarse.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 193] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Oh mi cuerpo! ¡Encarnación de mi alma!
Todas tus partes, todos tus aspectos, todas tus arbitarias
divisiones fisilógicas y anatómicas,
Deben mantenerse íntegras, totales, en mí, como en los
demás,
Todas ellas, desde la cabeza á los pies, no sólo con las par-
tes y los poemas del cuerpo,
Son los poemas y los aspectos visibles del alma,
Todos ellos constituyen el alma.



Poetas venideros

¡Poetas del porvenir! ¡Oradores, cantantes, músicos del
porvenir!
No es el día de hoy quien debe justificarme, y expresar
por qué estoy aquí,
Sois vosotros los de la raza nueva, autóctona, atlética,
continente más grande que todas las razas conocidas hasta
la fecha.
¡Levantaos! ¡Es necesario que me justifiquéis!

Yo no hago más que escribir una ó dos palabras futuristas,
Me limito á adelantarme un instante para retornar de pri-
sa á las tineblas.

Soy un hombre que, paseando sin deterse en parte al-
guna,
Arroja una mirada hacia vosotros y luego vuelve el rostro,
Dejándoos el cometido de explicarla y de definirla,
Reservándoos lo fundamental.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 194] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Cuando leí el libro

Cuando hube leído la célebre biografía
Cerré el libro y me dije: «¿Es esto lo que el autor llama una
vida de hombre?
¿Alguien escribirá así mi vida después que yo haya muerto
y desaparecido?
Como si hubiera alguno que realmente supiera algo de mi
vida,
Cuando yo mismo á menudo pienso que no sé nada
O poco menos que nada de mi vida real,
Salvo algunos chispazos entrevistos de vez en cuando,
Que para mi propio uso trato de recordar aquí.»



Un canto de alegrías

¡Oh, hacer el canto más desbordante de alegría!
¡Lleno de las ocupaciones comunes, lleno de árboles y de si-
mientes.

¡Oh, animarlo con los gritos de los animales, con la celeri-
dad y el equilibrio de los peces!
¡Anegar sus estrofas con primaverales gotas de lluvia!
¡Estremecerlo todo con el movimiento de las olas y la
presencia del sol!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 195] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Oh la alegría de mi espíritu aleteando lejos de su jaula!
¡Miradle hendir el espacio como un relámpago!
No me bastan este mundo y estos tiempos.
¡Quiero millones de mundos y la totalidad de los tiempos!

¡Oh las alegrías del maquinista! ¡Volar sobre una loco-
motora!
¡Oir todos tonos del vapor; el grito penetrante y gozoso,
el gran silbido, las locas risotadas!
¡Soltar los frenos con impetu irresistible, abalanzarse á
toda velocidad!

¡Oh paseos encantadores por campos y collados!
Las hojas y las florecillas de la hierbas más comunes, el
fresco y húmedo silencio de los bosques,
La deliciosa fragancia de la tierra, el amancer y durante
toda la mañana.

¡Oh las alegrías del caballero y de la amazona!
Galopar apoyados firmemente, en la silla, gozando con el
aire fresco que os azota, murmurando, las orejas y los ca-
bellos.

¡Oh las alegrías del bombero!
¡Oigo la señal de alarma en mitad de la noche!
¡Oigo los gritos, las campanas! ¡Hiendo la multitud, me
precipito hacia el foco ardiente!
¡La vista de las llamas me enloquece de placer!

¡Oh la alegría del atleta de sólidos músculos, que se pre-
senta en medio de la palestra, consciente de su potencia, an-
sioso de vencer á su adversario!

¡Oh la alegría de esa vasta y elemental simpatía que el
alma humana es la única capaz de engendrar en ondas cons-
tantes é ilimitadas!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 196] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Oh las alegrías maternales!
Las veladas, los insomnios, la paciencia, la angustia, el
precioso amor, el heroísmo del alumbramiento.

¡Oh la alegría de crecer de restablacerse,
La alegría de calmar, de pacificar, la alegría de la concor-
dia y de la armonía!

¡Oh retornar á las tierras natales!
Para oir cantar los pájaros en los nidos de antaño,
Para recorrer de nuevo la casa y el establo, la huerta y los
campos,
Para hollar una vez más los viejos caminos.

¡Oh haber crecido á orilla de las bahías, de las lagunas y
caletas ó á lo largo de la costa!
Seguir viviendo y trabajando allí toda la vida;
Gozar de los relentes húmedos y salinos, de los arenales,
de las hierbas marinas, que se asolean en los bajamares;
Contemplar la faena de los pescadores, el pescador de an
guilas, el pescador de gaburones;
Yo también vengo con mi azada y mi rastillo en busca
de gaburones, vengo con mi gardaña para coger anguilas,
En la baja mar me uno á los rastreadores de conchas que
recorren las playas,
Con ellos trabajo bromeando y riendo al igual de los jóve-
nes más risueños;
En invierno cojo mi cesto de guardar anguilas, mi garduña
y mi hachilla de agujerear de hielo, y me pongo en marcha á
pie sobre el agua helada;
Miradme partir alegremente ó regresar al atardecer, recia-
mente abrigado, en compañía de curtidos compañeros,
De viriles y de adolescentes compañeros cuyo mayor en-
canto es estar á mi vera,
De día, para trabajar conmigo, de noche, para dormir á
mi lado.

Otras veces en verano zarpo con los vapores que van á la
pesca de langostas de mar,
¡Oh las delicias de las madrugadas de Mayo, remando entre

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 197] - - - - - - - - - - - - - - - - - -

los flotadores que señalan la ubicación de los canastos reteni-
dos en el fondo del agua mediante gruesas piedras!
Me veo izando oblicuamente los canastos de mimbre en
cuyo interior las langostas verdinegras se agitan desesperada-
damente al ser extraídos de su elemento,
Introduzco clavijas de madera en la abertura de sus uñas;
Recorro así todas las playas, en seguida remo hacia la
costa,
Donde en una vasta olla llena de agua hirviente, las lan-
gostas son cocidas hasta ponerse escarlatas.

¡Oh navegar por los ríos!
Descender el San Lorenzo, gozando la visión soberbia del
paisaje, los vapores que van y vienen,
Las mil islas, las almadías cargadas de maderas que pasan
de tanto en tanto, los almadieros con sus inmensos remos,
Las pequeñas cabañas de la almadías con el penacho de
humo que se eleva de ellas al anochecer cuando preparan la
cena.

(¡Oh dadme algo pernicioso y terrible!
¡Algo distinto de toda vida mezquina y devota!
¡Algo no probado todavía! ¡Algo nuevo en un éxtasis!
¡Algo arrancado del enclaje y que flote libremente!)

¡Oh laborear en las minas, ó forjar el hierro!
La coladura de la fundición, la fundición misma, su alta y
tosca techumbre, el ancho espacio abrigado,
La hornalla, el líquido hirviente que vierten y se derrama.

¡Oh revivir las alegrías del soldado!
¡Sentir la presencia de un bravo oficial que manda sentir
su simpatía!
Ver su calma, calentarse al calor de su sonrisa!
Marchar á la batalla, oir el estridor de los clarines y el
redoblar de los tambores,
¡Oir el estruendo de la artillería, ver la bayonetas y los
cañones de los fusiles relampagueando al sol!
¡Ver á los hombre caer y morir sin quejarse!
¡Sentir el gusto salvaje de la sangre, ser un demonio!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 198] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Alimentarse ávidamente con los heridos y los muertos del
enemigo!

¡Oh las alegrías del ballenero! ¡He aquí que renuevo mis
viejos cruceros!
Siento debajo de mis pies el moviemiento de la nave, las
brisas del Atlántico me abanican;
Oigo de nuevo el grito arrojado de lo alto del mástil:
¡—Allá sopla!
De nuevo subo á los obenques para mirar con los demás,
en seguida descendemos como locos,
Salto á la embarcación que han botado el mar; remamos
hacia el punto donde se halla nuestra presa,
Nos aproximamos furtiva y silenciosamente, veo la mole
montañosa sumergida en un sopor letárgico,
Veo al arponero de pica, veo el arma partir como una cen-
tella de su robusto brazo;
Veo rápidamente en la lejanía del océano, la ballena heri-
da que se hunde y nada á favor del viento, remolcándonos de
nuevo,
La vuelvo á ver emergiendo para respirar, de nuevo re-
mamos hacia ella,
Veo la lanza que hunden en su mole, que tornan á hundir,
agrandando la herida,
De nuevo nos alejamos apresuradamente, la veo sumer-
girse otra vez, agónica ya,
Veo la sangre que anzoja al reaparecer de nuevo, la veo
nadar en círculos de más estrechos, cortando viva-
mente al agua;
La veo morir,
De un salto convulsivo, en el centro del círculo, vuelve á
caer alargada é inmóvil entre la espuma enrojecida de sangre.
¡Oh mi vejez, la más noble de mis alegrías!
¡Mis hijos, mis nietos, mis barbas y mis cabellos blancos,
Mi amplitud, mi calma, mi majestad, coronamiento de mi
larga vida!

¡Oh alegría de la madurez femenina! ¡Oh felicidad al fin
lograda!
Tengo más de ochenta años, soy la más venerable de las
madres.
¡Que claridad la de mi cerebro! ¡Que universal respeto
hacia mi persona!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 199] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¿En qué consistirá esta fuerza de atracción, superior á
todas mis fuerzas anteriores? ¿Qué flor de vejez es esta, supe-
rior á la flor de la juventud?
¿En qué consiste esta belleza que desciende sobre mí y de
mí se eleva, cautivando á todos?

¡Oh las alegrías del orador!
Dilatar el pecho, aventar de sus pulmones y de su gargan-
ta el mágico trueno de la voz,
Inflamar al pueblo con la furia que le exalta, hacerle llo-
rar, odiar, desear.
Adoctrinar el Continente, domar la América con su lengua
potente.

¡Oh la alegría de mi alma en equilibrio sobre ella misma,
recibiendo la identidad por intermedio de la cosas materiales,
observando los tipos, absorbiéndolos, amándolos!
Mi alma que vuelve hacia mí en la vibraciones que me
transmitió por los ojos, por los oídos, por el tacto, por la razón,
la pronunciación, la similtitudes y la memoria;
La vida real de mis sentidos y de mi carne sobrepuja mis
sentidos y mi carne,
Mi cuerpo no quiere oir hablar las materialidades, ni mi
vista de mis ojos materiales;
Ahora poseo la incontestable prueba de que no son mis ojos
materiales los que perciben,
De que no es mi cuerpo material en que ama, anda, rie,
grita, acaricia y procrea.

¡Oh las alegrías del campesino!
Las alegrías del campesino del Ohío, del Illinois, del Wis-
consin, del Canadá, del Iowa, del Kansas, dle Missourí, del
Oregón!
Levantarse al amanecer y entregarse en seguida á sus
faenas;
Labrar la tierra en otoño para sembrar los trigos inver-
nales;
Labrar la tierra en la primavera para la siembra del maíz,
Cuidar las huertas, podar los árboles, coger las manzanas
otoñales.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 200] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Oh bañarse en una piscina de natación ó en una limpia
ensenada á lo largo de la costa!
¡Salpicar el agua! ¡Andar por la arena hundiéndose hasta
los tobillos, correr desnudo á lo largo de la playa!

¡Oh concebir el espacio!
La superabundancia de todo, la inconmensurabilidad de
todo;
Elevarse mezclándose al firmamento, el sol, á la luna y
á las nubes fugitivas, como si se formara parte del ellas.

¡Oh la alegría de sentirse viril!
No inclinarse ante nadie, no sentir miramientos, no pre-
ocuparse por ningún tirano conocido ó desconocido,
Caminar erguido, con pasos ágiles y elásticos,
Mirar con serena mirada ó en relampagueantes ojeadas,
Hablar con voz plena y sonora surgiendo de un amplio
cofre,
Confrontar vuestra personalidad con las demás personali-
dades de la tierra.

¿Conoces las admirables alegrías del adolescente?
¿La alegría de los compañeros queridos, de las palabras
gozosas y de las caras risueñas?
¿La alegría del día irradiando felicidad y luz, la alegría
de los juegos en los que se respira con amplitud?
¿La alegría de las músicas arrebatadoras, la alegría de las
salas de baile, bajo cuyo esplendor luminoso giran las parejas
de danzantes?
¿La alegría de las comidas abundantes, de las fiesta fami-
liares y de la embriagueces?

Sin embargo, ¡oh alma mía!
¿Conoces las alegrías del pensamiento y sus ardientes tris-
tezas?
¿Las alegrías del corazón libre y abandonado, del corazón
tierno y amargado?
¿Las alegrías del paseo solitario, del espíritu inclinado pero
altivo, del sufrimiento, del combate?
¿Las agonías de la lucha atlética, los éxtasis, la alegría de
las meditaciones solemnes durante días y noches?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 201] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¿Las alegrías del pensamiento de la muerte, de las grandes
esferas del Tiempo y del Espacio?
¿Las alegrías proféticas pensando en mejores, en más eleva-
dos ideales de amor, en la divina esposa, en el camarada puro,
eterno, perfecto?
Alegrías que te pertenecen ¡oh imperecedora! alegrías dig-
nas de ti, ¡oh alma!

¡Oh! ¡mientras exista, ser el amo de la vida, no su esclavo!
¡Afrontar la vida como potente conquistador!
Sin irritación, sin spleen , sin quejas ni críticas desdeñosas,
Contra esas altaneras leyes de la atmósfera, del agua y
de la tierra, á quienes quiero demostrar que mi alma es in-
asible,
Que nada de lo exterior me dominará jamás.

¡No canto solamente las alegrías de la vida, también canto
las de la muerte!
El contacto admirable de la muerte que calma y entorpece
instantáneamente;
Me desprendo de mi cuerpo excrementicio, que será que-
mado, hecho polvo ó enterrado,
Mi cuerpo real me pertenece, tanto aquí como en las demás
esferas que recorrerá,
Mi cuerpo externo, vacío, ya no es nada para mí; retorna
al polvo, á las purificaciones, á los eternos usos de la tierra.

¡Oh á quién le fuera dado atraer por algo más que por sim-
ple atractividad!
Ignoro cómo será posible tal atracción; mas ved:
Es algo que no obedece más que á sí propio,
Es ofensivo, nunca defensivo, y sin embargo atrae mag-
néticamente!

¡Oh luchar contra aplastadoras superioridades, afrontar
indomablemente á los enemigos!
¡Estar absolutamente solo contra ellos, para medir mejor
nuestra resistencia!
¡Mirar frente á frente torturas, prisiones, rencores popu-
lares!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 202] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Subir al cadalso, adelantaree ante los cañones de los fusi-
les con perfecta indiferencia!
¡Ser verdaderamente un Dios!

¡Oh hacerse á la mar en un velero!
Abandonar esta tierra firme, intolerable,
Alejarse de las calles, de las aceras, de las casas y de su
abrumadora monotonía;
Abandonarte, ¡oh tierra inmóvil! y zarpar en un velero
Para bogar, bogar, bogar eternamente.

¡Oh trocar nuestra vida en un poema de nuevas alegrías,
Danzar, palmotear, exaltarse, gritar, correr, saltar, dejar-
se mecer y flotar siempre;
Ser un marinero mundial, en marcha hacia todos los puertos,
Ser el velero mismo! (Mirad estas velas, desplegadas al
sol y al viento.)
¡Un velero, rápido y sonoro, lleno de ricas palabras, carga-
do de alegrías!



Saludo mundial

¡Dame la mano, Walt Whitman!
¡Comienza el desfile de las maravillas, de los espectáculos,
de los estruendos!
Esta mallas se enlazan interminablemente, eslabonadas
unas con otras;
Cada una de ellas las representa todas, cada cual comparte
la tierra con los demás.

¿Qué es lo que se amplifica dentro de ti, Walt Whitman?
¿Qué ondas y qué colinas emergen?
¿Qué climas? ¿Quiénes son esta cuidades y estas gentes?
¿Quiénes son estos niños que dormitan y estos otros que
juegan?

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 203] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¿Quiénes son estas jóvenes? ¿Quiénes son estas madres?
¿Quiénes estos ancianos que se alejan en lentos grupos,
enlazados amistosamente?
¿Qué ríos son esos? ¿Cuáles son esas selvas y esos frutos?
¿Cómo se llaman esas montañas que se destacan más altas
que las nubes?
¿Cuáles son esos archipiélagos de hogares llenos de ha-
bitantes?

La latitud se ensancha, la longitud se extiende dentro
de mí; Asia, Africa y Europa, están al Este, la América ha re-
cibido en herencia el gran Oeste,
Ciñendo la hinchazón de la tierra arde el cinturón ecua-
torial,
Curiosamente, al Norte y al Sur, giran las extremidades
del eje,
Dentro de mí alumbra el más largo de los días, el sol gira
en círculos oblícuos, en su iusomnio de varias meses,
Ardiendo dentro de mí, el sol de media noche se eleva un
punto sobre el horizonte para hunirse de nuevo,
Dentro de mí se dilatan las zonas, las cataratas, las selvas,
los volcanes, los archipiélagos;
La Malasia, la Polinesia y las grandes islas de las Indias
Occidentales.

¿Qué oyes, Walt Whitman?
Oigo el canto del obrero y la canción de la aldeana,
Oigo á lo lejos los gritos de los niños y de los animales en
la aurora,
Oigo el tumulto clamoroso de los australianos persiguien-
do potros salvajes,
Oigo los bailes y las castañuelas españolas al son del rabel
y de la guitarra, bajo la sombra de los castaños,
Oigo los continuos rumores del Támesis,
Oigo los salvajes himnos de libertad que vienen de Francia,
Oigo al batelero, con su voz musical, recitar antiguos
poemas,
Oigo las langostas de Siria al arrasar bajo el aluvión de
tus terribles nubes las cosechas y los herbajes,
Oigo el plañir del copto al sol poniente, cayendo melan-
cólicamente en la sombra de la madre vasta y venerable del
Nilo,
Oigo el cantar del bracero mexicano y las campanillas de
su mula

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 204] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Oigo al almuédano árabe llamar á los fieles desde lo alto-
de la mezquita,
Oigo á los sacerdotes cristianos en los altares de sus
iglesias,
Oigo al bajo y á la soprano que les contestan,
Oigo el grito de los cosacos y la voz del marino que zarpa
en Okhortsk,
Oigo las silbantes respiraciones del rebaño de esclavos en
marcha, los rudos camaradas desfilando de á dos y de á tres,
encadenados unos con otros por los tobillos y las muñecas,
Oigo al hebreo leyendo sus salmos y sus anales,
Oigo los armoniosos mitos de los griegos y las férreas le-
yendas de los romanos,
Oigo la historia de la vida divina y de la muerte sangrien-
ta del bello Dios Cristo,
Oigo la hindú enseñar á su alumno favorito los amores,
las guerras, los precepto extraídos de los poetas que escri-
bieron hace más de tres mil años y transmitidos integral-
mente hasta nuestros dís,

¿Qué ves, Walt Whitman?
¿Quiénes son esos á quienes saludos y que uno tras otro te
saludan?

Veo una grande y redonda maravilla que rueda á través
del espacio,
Veo, minúsculos, granjas, caseríos, ruinas, cementerios,
prisiones, usinas, palacios, barracones, chozas de bárbaros,
tiendas de nómadas, esparcidos por la superficie;
Veo de un lado la zona obscura donde yacen los que duer-
men, y del lado otro la zona iluminada por el sol,
Veo los curiosos y rápidos contrastes de la luz y de la
sombra,
Veo países remotos tan reales y tan próximos para sus ha-
bitantes como el mío lo es para mí.

Veo abundantes aguas,
Veo las cumbres de las montañas, la cordillera de los
Andes,
Veo distintamente los Himalayas, los Thian-Chan, los
Altais, los Ghattes.
Veo las cumbres gigantes de Elbrour, de Kasbek y de Ba-
zardionzi,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 205] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Veo los Alpes Stisianos y los Alpes Cárnicos,
Veo los Pirineos, los Balkanes, los Cárpatos, y hacia el
Norte los Dovrefjeld y en alta mar el monte Heda,
Veo el Vesubio y el Etna, los montes de la Luna y las Mon-
tañas Rojas de Madagascar,
Veo los desiertos de Libia, de Arabia y de Asia,
Veo los enormes y temibles icebergs del océanos Antártico
y del Artico,
Veo los océanos superiores y los océanos inferiores, el
Atlántico y el Pacífico, el golfo de Méjico, el mar de Brasil
y el mar de Perú,
Las aguas que bañan el Indostán, el mar de China y el
golfo de Guinea,
Las aguas de ciñen el Japón, la espléndida bahía de Na-
gasaki, rodeada de montañas,
La amplitud de los mares Bálticos, del golfo de Bothnia,
las riberas británicas y el golfo de Gascuña,
El Mediterráneo de claros soles y sus islas,
El mar Caspio y el mar de Groenlandia.

Percibo todos los marineros del mundo,
Unos azotados por las tempestades, otros haciendo sus
guardias nocturnas,
Algunos arrastrados por las corrientes, otros infectados de
enfermedades contagiosas.

Distingo todos los veleros y los vapores de los mares, unos
aglomerados en los puertos, otros en plena travesía,
Los hay que doblan el cabo de las Tormentas, otros el cabo
Verde, otros los cabos Guardafay, Bon y Bojador,
Otros costean el extremo de Dondrah, el estrecho de la
Sonda, el cabo Lopatka y el estrecho de Behring,
Otros doblan el cabo de Hornos, surcan el golfo de Méjico,
avanzan á la vera de Cuba y de Haiti por la bahía de Hudson
la bahía de Baffin,
Otros recorren el estrecho de Calais, otros penetran en el
golfo de Wash, en el golfo Solwray, otros costean el cabo
Cleor y el cabo Land's End,
Otros atraviesan el Escalda,
Otros vienen y van por Gibraltar ó los Dardanelos,
Algunos continúan inflexiblemente su derrotero á través
de los témpanos del Norte,
Otros bajan ó remontan el Obi ó el Lena,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 206] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Otros surcan el Níger y el Congo, otros el Indus, el Brah-
maputra y el Mekong,
Otros aguardan con los fuegos encendidos, fruta para el
viaje en los puertos de Australia,
Aguardan en Liverpool, en Glásgow, Dublin, Marsella,
Lisbos, Nápoles, Hamburgo, Bremen, Burdeos y Copenhague,
Aguardan en Valparaíso en Río de Janeiro, en Buenos
Aires, en Montevideo, en Panamá.

Distingo los rieles de las vías férreas del mundo,
Veo los de Inglaterra y los del resto de Europa,
Veo los de Asia y los de Africa.

Veo los telégrafos eléctronicos de la tierra,
Veo los hilos por donde se transmite las nuevas de las
guerras, de las muertes, de las pérdidas, de las ganancias y
de las emociones de mi raza.

Veo las largas cintas de los ríos del mundo,
Veo el Amazonas, el Paraguay, el Plata,
Veo los cuatro grades ríos de la China, el Amor, el Ama-
rillo, el Yang-tsé-kiang y el Si-kiang,
Veo los parajas que recorre el Sena, los del Danubio, los
del Loira, del Ródano y los del Guadalquivir,
Veo las sinuosidades del Volga, del Dnieper, del Oder,
Veo al toscano recorrer el Arno y al veneciano seguir el
curso del Po,
Veo al marino griego abandonar la bahía de Egiria.

Veo los dominios del antiguo imperio de Asiria, los de
Persia y los de la India;
Veo la caída del Ganges en lo alto de Sankora,

Veo los parajes donde, tas sucesivas transformaciones, la
idea de divinidad hase encarnado en formas humanas,
Veo los parajes en los cuales se han ido sucediendo todos
los sacerdotes de la historia; augures, sacrificadores, brac-
manes, sabios, lamas, mjes, muftís, predicadores,
Veo los bosques de Mona, caros á los druidas con sus muér-
dagos y sus verbenas,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 207] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Veo los templos donde yacen los cuerpos de los dioses
muertos, veo los más arcaicos símbolos.

Veo al Cristo comer el pan de la Cena en medio de jóvenes
y de ancianos,
Veo los parajes donde el fuerte y divino Hércules trabajó
incansablemente y donde luego mueriera,
Veo los países, testigos de la ópima é inocente vida y del
desdichado destino del hijo nocturno, del espléndido y esta-
tuario Baco,
Veo al florecido Knept, vestido de azul, con su corona de
plumas en la cabeza,
Veo al irreprochable, al bien amado Hermes diciendo al
pueblo en su agonía: No lloréis por mi,
Esta no es mi verdadera patria, he vivido desterrado lejos
de ella, ahora retorno á su seno,
Vuelvo á la celeste esfera donde cada uno de vosotros re-
tornará á su tiempo.

Distingo todos los campos de batalla de la tierra: en ellos
germinan las hierbas, las flores y el trigo;
Veo los caminos seguidos por las invasiones antiguas y por
las modernas expediciones.

Veo innumerables monumentos sin leyendas; mensajes
venerables de los acontecimientos y de los héroes; restos de
los anales desconocidos de la tierra.

Veo el país de los Sagas,
Distingo los abetos y los pinos retorcidos por las tormen-
tas de nieve;
Los bloques de granito y las escarpadas riberas, los ver-
des prados y los lagos,
Veo los dólmenes funerarios de los guerreros escandi-
navos,
Sus altas moles de piedras á orillas del océano eternamen-
te agitado, para que los espíritus de los muertos, hartos de la
inmovilidad tumbal, puedan abandonando su encierro con-
templar las galopantes ondas y saturarse de huracanes, de
inmensidad, de libertad y de agitación.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 208] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Veo las estepas de Asia,
Veo los túmulos de Mongolia, las tiendas de los Kalmuros
y de los Baskiros,
Veo las tribus nómadas con sus tropas de bueyes y de
vacas,
Veo las planicies surcadas de despeñaderos, veo las selvas
y los desiertos,
Veo el camello, el caballo salvaje, la avutarda, la oveja
de ancha cola, el antílope y el lobo que acecha.

Veo las tierras altas de Abisinia,
Veo pacer rebaños de cabras, veo las higueras, los tamarin-
dos, los datileros,
Veo los campos de trébol y las extensiones de esmeralda y
de oro.

Veo al boyero brasileño,
Veo al boliviano que escala el Sorata,
Veo el gaucho recorrer las pampas maravilloso caballero
revolveando el lazo,
Véole galopar detrás de las bestias salvajes, para sacarles
el cuero.

Veo las regiones de la nieve y del hielo,
Veo al samoyedo y al finlandés de penetrantes miradas,
Veo al pescador de focas afirmando la lanza desde su barca,
Veo al siberiano en su rando trineo arrastrado por perros,
Veo á los cazadores de marsoplas, veo los balleneros del
Sur del Pacífico y los del Norte del Atlántico,
Veo las rocas de los precipicios, los glaciares, los torrentes,
y los valles de Suiza, observod los largos inviernos y las sole-
dades.

Veo las grandes capitales de la tierra, y me hago ciudadano
ora de unas, ora de otras,
Soy un verdadero parisiense,
Soy un habitante de Viena, de San Petersburgo, de Berlín,
de Constantinopla,
Soy de Adelaida, de Sidney, de Melbourne,
Soy de Londres, de Mánchester, de Brístol, de Edimburgo,
de Limerick,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 209] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Soy de Madrid, de Cadíz, de Barcelona, de Oporto, de Lyón,
de Bruselas, de Berna, de Francfort, de Stutgard, de Turín,
de Florencia,
Formo parte de Moscou, Cracovia, Varsovie, de Cristianía,
ó de Stockolmo, ó de Iskoutsk en Siberia, ó de alguna calle
de Irlanda,
Descendiendo en todas esas ciudades, luego me elevo y
prosigo mi vuelo.

Veo las ciudades africanas y las asiáticas,
Argelia, Trípoli, Derna, Mogador, Tombouctou, Monzorvia,
Veo las hormigueantes multitudes de Pekín, Cantón, Be-
narés, Delhi, Calcuta, Tokío,
Veo al kóumano en su choza y al dahomeyano en la suya,
Veo al turco fumando opio en Alepo,
Veo las multitudes pintorescas de las ferias de Khiva y las
de Heral,
Veo Teherán, Mascate, y Medina, los arenales que las se-
paran y las caravanas que caminan penosamente,
Veo á Egipto y á los egipcios, veo las pirámides y los obe-
liscos.
Distingo las historias escritas son tijeras de piedra, los
anales de los conquistadores y de las dinastías, grabados en
tabillas de asperón ó en bloques de granito,
Veo las necrópolis subterráneas de Mentis con sus momias
embalsamadas y envueltas en sus sudarios, acostadas allí mi-
llares de años ha.
Contemplo al decaído tebano, sus ojos de anchas pupilas,
su cuello inclinado, sus manos cruzadas sobre los pectorales.

Veo la labor de todos lo parias de la tierra,
Veo á todos los prisioneros en sus prisiones,
Veo las procesiones de los seres defectuosos,
Los ciegos, los sordomudos, los cretinos, los jorobados, los
locos,
Los ladrones, los piratas, los asesinos, los traidores, los
negreros de la tierra,
Los huerfanillos, los viejos y las viejas abandonadas.

Por todos lados veo hombres y mujeres,
Veo la límpida fraternidad de los filósofos,
Veo las intuiciones geniales de mi raza,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 210] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Veo las cosechas de la perseverancia y de la industria de
mi raza,
Veo los escalones y los colores, la barbarie, y la civili-
zación.
Lo veo todo y en todo me mezclo indistintamente,
Y envío mi saludo á todos los moradores de la tierra.

¡Vosotros quienquiera seáis!
¡Vos, hija ó hijo de Inglaterra!
¡Vosotros de los potentes pueblos eslavos y de sus im-
perios!
¡Vosotros rusos de Rusia!
¡Vosotros africanos de obscura ascendencia, de piel negra
y de alma divina, grandes de hermosas cabezas, formas nobles
y espléndido destino, en igualdad conmigo!
¡Vosotros noruegos! ¡suecos! ¡daneses! ¡irlandeses! ¡vos-
otros prusianos!
¡Vosotros españoles de España! ¡Vosotros portugueses!
¡Vosotros francesas y francesas de Francia!
¡Vosotros belgas! ¡Vosotros de los Países Bajos, amantes
de la Libertad! (¡Vosotros de cuya raza he nacido yo!)
¡Vosotros sólidos austriacos! ¡Vosotros lombardos! ¡bohe-
mios! ¡aldeanos de Hungría!
¡Vosotros ribereños del Danubio! ¡Obreros del Rhin, del
Elba, del Weser! ¡Vosotros también, obreros!
¡Vosotros sardo! ¡bávaros! ¡suavos! ¡sajones! ¡valcos! ¡búl
garos!
¡Vosotros romanos! ¡napolitanos! ¡griegos!
¡Vosotros ágiles toreros de Sevilla!
¡Vosotros libérrimos montañeses del Taurus y del Cáucaso!
¡Vosotros búkaros, pastores de caballos, guardianes de
jumentos y de sementales!
¡Vosotros persas de cuerpos admirables, jinetes centáuri
cos que flecháis á la carrera!
¡Vosotros chinos y chinas de China! ¡Vosotros tártaros de
Tartaria!
¡Vosotros mujeres de la gleba, esclavas de vuestras faenas!
¡Vosotros judíos que peregrináis hasta vuestra vejez por
todas las tierras, para hollar un día la de Palestina!
¡Vosotros los demás judíos e todas las naciones, que aguar-
dáis vuestos Mesías!
¡Vosotros armenios que ensoñáis á la orilla de una curva
de Eufrates! ¡Vosotros los que pasáis las miradas entre las
ruinas de Nínive! ¡Vosotros que escaláis el monte Ararat!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 211] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Vosotros peregrinos de rotos pies que saludáis los mina-
retes de la Meca brillando en la lejanía!
¡Vosotros padres y abuelos, que de Suez á Bab-el-Mandeb,
gobernáis familias y tribus!
¡Vosotros que recogéis las olivas y cultiváis los campos de
Nazareth, de Damasco ó del Tiberíades!
¡Vosotros japoneses y japonesas! ¡Vosotros los que vivía
en Madagascar, Ceylán, Sumatra, Borneo!
Todos vosotros los de Asia, de Africa, de Europa, de Aus-
tralia, ¡poco importa la latitud!
¡Vosotros todos, dispersados en las islas innumerables de
los archipiélagos del mar!
¡Y vosotros, los de los futuros siglos cuando me leáis!
¡Y vosotros, cada uno de vosotros, en todos los lugares que
no concreto, pero incluyo!
¡Salud á todos! ¡Recibid mis amistades y las de América!


Cada ser es inevitable,
Cada uno de nosotros es ilimitado, cada cual posee sus
derechos de hombre ó de mujer sobre la tierra,
Cada uno participa de los designios eternos de la tierra,
¡Cada uno de nosotros está aquí de una manera tan divina
como la del mejor!

¡Vosotros hotentotes, con el claques de vuestro paladar!
¡Vosotros hordas de lanosa caballera!
¡Vosotros dominados por amos ó caciques, que destiláis go-
tas de sudor, gotas de sangre!
¡Vosotros formas humanas, que tenéis la insondable y asom-
brosa fisonomía de las bestias!
¡Vosotros porbres koboos, de balbuceo y mente vacilantes,
compadecidos por las especies más míseras!
¡Vosotros enanos de Kamtchatska, de Groenlandia, de
Laponia!
¡Vosotros negros australes, desnudos, rojos, pintarrajea-
dos de labios gruesos, que os arrastráis como reptiles!
¡Vosotros cafres, bereberes, sudaneses!
¡Vosotros beduínos soberbios, extraños, ignorantes!
¡Vosotros enjambres pestíferos de Madras, Nankín, Caboul
y el Cairo!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 212] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Vosotros vagabundos del Amazonas, patagones! ¡Indíge-
nas de Fidji!
Yo no antepongo los demás á vosotros, no profiero una
sola palabra contra vosotros, por más que yazgáis semicul-
tos en tales lejanías
(Yo sé que cuando suene la hora avanzaréis para colocaros
á mis lados.)

Mi espíritu ha recorrido la tierra, con fortaleza y huma-
nidad,
Ha buscado iguales y amigos, y los ha encontrado igual-
mente dispuestos en todas las tierras;
¡Creo que alguna divina concordancia me iguala á ellos!

Vapores de los mares, yo he zarpado con vosotros hacia los
continentes lejanos; he anclado en los puertos y bajado á las
cuidades;
También creo haber soplado con vosotras, ¡oh vientos!
Creo haber acariciado las riberas con vosotros, ¡oh aguas!
Creo haberme cernido en los aires y penetrado en todos los
estrechos del globo,
Creo haber recorrido las penínsulas y escalado los más
altos acantilados para exclamar desde cada uno de ellos:
—¡Salud al mundo!
En toda cuidad, en la que penetran la luz y el calor, yo tam-
bién penetro,
Toda isla hacia la cual vuelan las aves, yo también vuelo
hacia ella.

En nombre de América, para todos vosotros,
Levanto perpendicularmente mi diestra,
Hago el sublime, inmortal Ademán
Para todos los hogares y las viviendas humanas.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 213] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




Atravesé antaño una cuidad populosa...

Atravesé antaño una cuidad populosa, imprimiendo en mi
cerebro, para recordarlas más tarde, sus curiosidades, sus mo-
numentos, sus costumbres, sus tradiciones,
A pesar de ellos, ahora sólo recuerdo una mujer encontrada
allí por azar, que me retuvo porque me amaba;
Día tras día y noche tras noche estábamos juntos; todo lo
demás hace tiempo ha desaparecido de mi memoria;
Sólo recuerdo aquella mujer que se enamoró apasionada-
mente de mi,
De nuevo erramos juntos, nos amamos, nos despedimos,
De nuevo me retiene entre sus brazos, no queriendo dejar-
me partir;
Todavía la veo, de pie, contra mi pecho, con sus labios
mudos, temblorosa, desolada.



Camino de las Indias Orientales

¡El canal que conduzca más allá de las Indias!
¡Oh alma mía! ¿Tus alas son bastante fuertes para vuelos
tan lejanos?
¿Has sido hecha para travesías como estas?
¿Eres capaz de bogar por aguas tan ignotas?
¿Puedes hundir tu sonda más allá de donde la han hundido
el sanscrito y los Vedas?
¡Si es así, no refrenes tus ímpetus!


- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 214] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


El canal que conduzca a vuestras riberas, ¡oh viejos y alta-
neros enigmas!
El canal que haga posible descubriros á fondo,
¡Oh riberas sembradas de restos de esqueletos de los que
en vida no pudieron abordaros!

¡El canal que conduzca más allá de las Indias!
¡Oh secreto de la tierra y del cielo!
¡De vosotras, ondas del mar, ríos y riberas sinuosas!
¡De vosotros, campos y bosques! ¡De vosotras, potentes
montañas de la tierra!
El canal que conduzca más allá de vosotras,¡oh praderas
y rocas grises!
¡Oh púrpruas matinales! ¡Oh nubes! ¡Oh lluvias y nieves!
¡Oh días y noches!

¡El canal hacía vosotros, Sirio y Júpiter!
¡Hacia todos vosotros, astros del misterio!

¡Oh partir, ensegnida! ¡Sólo pensarlo hace arder mi sangre!
¡En marcha, alma mía! ¡Leva anclas al instante!
¡Corta las amarras—despliega tu velamen!
Demasiado tiempo hemos yacido aquí como árboles arrai-
gados á la tierra.
emasiado tiempo hemos rampado aquí, comiendo y be-
biendo como bestias,
Hace demasiado tiempo que nos entenebrecemos y nos idio-
tizamos sobre las páginas de los libros.

Navega, navega por las aguas más profundas,
Que la audacia te guíe—yo contigo y tú conmigo—,
Ahora que vamos hacia regiones que ningún marino ha
osado surcar todavía,
Ahora que arriesgamos la nave, y nosotros, y todo.

¡Oh valiente alma mía!
¡Oh más lejos, más lejos todavía!
¡Oh dicha temeraria y resplandeciente de fe!
¿Acaso no son de Dios todos los mares?
¡Oh navega más allá, más allá aún, siempre más allá!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 215] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




La plegaria de Colón

Anciano náufrago, anciano arruinado,
Perdido en esta costa salvaje, lejos, muy lejos del país,
Bloqueado por el mar y por negras cumbres enemigas
Desde hace dos tristes meses,
Rendido de fatiga, de angustia, á punto de morir,
Recorro las costas de la isla
Desahogando las amarguras de mi corazón.

¡Me abruma demasiado dolor!
¡Acaso no viviré más de un día!
No puedo hallar reposo. ¡Dios mío! No puedo comer, ni
beber, ni dormir,
Antes de haber elevado á Ti mi plegaria y mi ser,
Antes de haber respirado y haberme bañado en tu gracia,
Antes de haberme confesado una vez más á Ti.

Conoces todos los años los años de mi vida,
Mi larga vida de constante labor, no de pura adoración;
Conoces las plegarias y las veladas de mi juventud,
Conoces las meditaciones visionarias y solemnes de mi
madurez,
Sabes que siempre, antes de emprender cualquiera empresa
te consagraba la intención y los resultados,
Sabes la constancia de mis votos, la fidelidad de mi culto,
Sabes que nunca perdí la fe ni la esperazna en Ti,
Encarcelado, aherrojado, caédo en desgracia, nunca mur-
muré,
Todo lo acepté como si emanara de Ti, como viniedo con
razón de Ti.

Todas mis empresas las abordé religiosamente henchido
de Ti,
Mis cálculos y mis planes los realicé pensando en Ti,

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 216] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Recorrí las tierras y los mares para publicar tu gloria.
Si fueron mías las intenciones, los designios y las ímpetus,
tuyos fueron los resultados,

Estoy seguro que mis impuslos emanaban de Ti;
Aquel ardor irresistible, aquella voluntad interior más po-
tente que las palabras.
Aquellos angurios celestes ue me cuchicheabas hasta en
sueños,
Aquellos ímpetus que me empujaban adelante.

Gracias á ellos y á mí, la Empresa fué,
Gracias á mí, los viejos y desbordantes países pudieron
expandirse,
Gracias á mí, los hemisferios fueron explorados y unidos,
lo desconocido incorporado á lo conocido.

El fruto de mi Empresa, que yo no veré madurar, es todo
tuyo,
Grande ó pequeño—lo ignoro—acaso tan vasto como estas
tierras, tan vasto como estos países,
Acaso las innumerables alimañas humanas, los seres gro-
seros que conozco,
Traplantados aquí, podrán elevarse á una nobleza y á
una cultura dignos de Ti,
Acaso las espadas que conozco podrán ser aquí fundidas y
trocadas en útiles civilizadores,
¡Quizá la Cruz reseca que conozco, la Cruz muerta de Eu-
ropa, aquí podrá reflorecer y fructicar de nuevo!

¡Un esfuerzo más! ¡Este arenal desierto será mi altar!
¡Dios mío! tú has iluminado mi vida
Con un rayo de luz inefable, continuo
—Luz indecible y preciosa que iluminaba la luz misma—,
Más allá de los signos, de la descripciones y de los
idiomas;
Por todo ello, ¡oh Dios! permite que aquí, de rodillas,
viejo, pobre, paralítico, con supremas palabras te solloce:
— ¡Gracias, señor!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 217] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


La nubes se ciernen sobre mí,
Mis manos y mis miembros se entumecen,
Mi atormentado cerebro se extravía;
Mas aunque mi cuerpo se deshaga en pedazos,
¡Yo no quiero disociarme!
Me enlazaré estrechamente á Ti, ¡oh Dios!
Aunque las olas me rechacen;
¡Me abismaré en Ti, en Ti, á quien conozco!

¿Qué es lo que ahora anuncio? ¿La intuición del profeta ó
las fantasmagorías de un delirante?
¿Qué sé de la vida? ¿Qué sé de mí mismo?
Nada sé, nada conozco de mi labor pasada ó actual,
Sombras cambiantes pasan ante mis ojos,
Visiones de mundos nuevos y mejores, con sus partos y
sus cosechas,
Visiones imprecisas que me turban y parecen burlarse
de mí.

¿Qué significaron estas cosas insólitas?
¿Qué manos divinas desvendan mis ojos en pleno milagro?
¿Qué son esas formas umbroasas que pueblan los aires y me
sonríen?
¿Y esas flotas con banderas de todos los pueblos que avan
zan hacia aquí?
¿Y esos himnos que me saludan en lenguas desconocidas?



Os he oído, suaves y solemnes armonías del órgano

Os he oído, suaves y solemnes armonías del órgano, el
domingo último al pasar por la mañana frente á la iglesia,
Vientos de otoño, he oído vuestros largos y desolados sus-
piros al atravesar los bosques al anochecer,
He oído en la ópera los cantos del tenor italiano y los de
la soprano en mitad de un cuarteto;

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 218] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


¡Corazón de mi amada! También te he oído á ti cantar
como á la sordina á través de uno de sus brazos posados deba-
jo de mi cabeza;
¡Anoche, cuando todo yacía en silencio, cantaban en mi
oído las campanillas de su latir!



Juventud, mediodía, vejez y noche

Juventud amplia, robusta, amorosa, juventud llena de gra-
cia, de fuerza, de fascinación,
¿Ignoras que la vejez puede seguir tus huellas con tanta
gracia, fuerza y fascinación como tú?

Día pleno y espléndido, día de sol, de la acción, de la am-
bición, de la risa inmensa,
La noche te sigue de cerca con sus millones de soles y su
sueño y sus reconfortantes tinieblas.



Solitario pájaro de las nieves

(¡Más allá de los ochenta y tres grados—hacia del Norte—el
explorador Greely oyó el canto de un solitario pájaro de las
nieves, resonando en la soledad.)

Llenando mi garganta con igual alegría, con esa alegría
venida de las frías y desnudas regiones árticas,
¡Imitaré tu ejemplo, pájaro solitario!

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 219] - - - - - - - - - - - - - - - - - -


Yo también celebraré gozosamente las sábanas de nieve
arrasadas de lágrimas de frío,
El frío más glacial, el que ahora me asalta
—Un pulso agónico, un cerebro sin vida—,
La vejez bloqueada por invernales neveras (fría, fría, ¡oh
cuán fría!)
Estos cabellos blancos, estos brazos trémulos, estos pies
helados.

Para afrontar y embellecer mi invierno polar, acepto tu
fe y cumplo tu ley;
La grabo en mi corazón hasta el último Adiós,
No solamente exalto los zonas estivales, los poemas de la
juventud ó las cálidas corrientes del mediodía,
Aunque bloqueado por perezosos témpanos nórdicos, abru-
mado bajo el nevar de los años,
Con corazón alegre en tono estos cantos.



Grave y titubeando

Grave y titubeando
Escribo estas palabras: Los muertos,
Pues los muertos están vivos
(Quizá son los únicos vivos, los únicos reales,
Y yo la aparición, yo el fantasma.)



Mirando labrar

Mirando al labrador labrar,
O al sembrador sembrar los campos, ó al segador segar,
También he reconocido en ellos, ¡oh vida y muerte! vues-
tros símbolos.
(La vida, sí, la vida es la siembra, y la muerte la cosecha,
según los que se fué.)

- - - - - - - - - - - - - - - - - - [Begin page 220] - - - - - - - - - - - - - - - - - -




De los «Cantos de Adiós»

Camarada, esto que tienes entre las manos no es un libro;
Quien vuelve sus hojas, toca un hombre.
(¿Es de noche? ¿Estamos solos los dos?)
Soy yo el que os abraza y á quien abrazáis,
Salto de las páginas á vuestros brazos, la muerte es la que
me envía.

Amigo querido, quienquiera que seáis, recibid un ósculo,
Os lo doy especialmente á vos, no me olvidéis;
Me siento como alguien que, concluída su jornada, reposa
un instante;
Ahora sufro una de mis numerosas transformaciones, paso
por uno de mis infinitos «avatares»;
Una esfera desconocida, más real y directa de los que yo
mismo imaginara, guía mis pasos,
— Adiós!

¡Acordaos de mis palabras, pudiera ser que yo tornara de
nuevo [1] .
Os amo aunque me aleje de la materia,
¡Y sea ya como un ser incorpóreo, triunfante, muerto!

FIN

Note (1): Es la idea del Retorno, clave cardinal de la Teosofía—idea multimilenaria—que F. Nietzsche creía haber pensado antes que nadie.— (A.V.)

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